sábado, 3 de mayo de 2014

La evolución del mito de don Juan: orígenes, barroco, romanticismo y actualidad



            El mito de don Juan es un mito genuinamente español., aunque se ha intentado hacer ver que el origen estaba en el renacimiento italiano. González Palencia señalaba que había antecedentes de esta leyenda en romances de Castilla y León.  Tradicionalmente se considera que nace a partir del drama atribuido a Tirso de Molina titulado El burlador de Sevilla y convidado de piedra, que se conserva en un tomo de dramaturgos impreso en 1630.
            El título hace pensar en el personaje de un libertino, al estilo de El rufián dichoso de Cervantes (h. 1615), que cuenta la vida de un pícaro sevillano que se convierte en santo por medio de un proceso dramático.  
Por otra parte, la lucha contra lo sobrenatural aparece en consejas populares, donde un joven irrespetuoso al tropezar con una calavera, la invita a cenar con él. En esas consejas, el joven moría o era salvado por la intercesión de la Virgen María.
            Hay que recordar el apunte del hispanista Arturo Farinelli, quien situaba el origen de la leyenda de don Juan en una representación de la historia del conde Leoncio llevada a cabo por jesuitas alemanes en 1615. El personaje, un conde pervertido por las doctrinas de Maquiavelo y que no cree en la vida eterna, al pasear por el cementerio, da una patada a una calavera a la que invita a cenar “si es que aún vive eternamente”. Un esqueleto se presenta a la cena, dice ser el abuelo del joven y se lo lleva despedazado.
            En cualquier caso, el personaje se popularizó y fue modificándose con el tiempo. El mayor cambio se produjo en el Romanticismo, un movimiento que sentía atracción por personajes rebeldes y amantes de la libertad y que, en su fascinación, salvará al seductor aunque sea culpable.
            Posiblemente el antecedente más directo de la obra atribuida a Tirso sea El infamador de Juan de la Cueva (1543-1612). En él aparece el difamador de mujeres.
            Recordemos por otra parte la famosa atribución que realizó A. Rodríguez López-Vázquez del mito de don Juan a un dramaturgo murciano, Andrés de Claramonte. El título de la versión original del mito sería Tan largo me lo fiais. Claramonte iría afinando los caracteres de los personajes tras las representaciones (fechadas hacia 1617) y así llegarían a la versión que conocemos de El burlador de Sevilla.
            En la obra, don Juan seduce a la duquesa Isabela en Nápoles, pero consigue huir al conmover a su tío don Pedro que es quien debe apresarlo para vengar el deshonor. En su huida seduce a una pescadora que lo rescata y lo cuida y que acaba arrojándose al mar. Ya en Sevilla, don Juan intenta burlar a doña Ana, hija del Comendador don Gonzalo de Ulloa. Ella pide ayuda, don Gonzalo intenta defenderla, don Juan lo mata y huye. Posteriormente, don Juan asiste a una boda y cuenta al novio cómo sedujo a su mujer, así que Patricio se va. Deja el camino libre a don Juan que, ahora sí, seduce a Aminta, la novia. Tras este reguero de burlas, son muchos los que reclaman justicia. El rey manda apresar a don Juan, pero él se refugia en la iglesia donde está sepultado el Comendador. Ahí se produce el desafío, cuando don Juan invita a la estatua del Comendador a cenar esa noche con él. La estatua acude a esa cena y quedan citados nuevamente la noche siguiente en la capilla. Al darle la mano a la estatua, el fuego recorre el cuerpo del burlador, mientras confiesa no haber deshonrado a doña Ana. Finalmente se hunde en el sepulcro y muere. Doña Ana es pedida en matrimonio por el marqués de la Mota.
            En el siglo XVII serán varias las obras que recojan personajes que seducen y burlan a las mujeres, así como venganzas de muertos tras una ofensa.
            Leonido es el protagonista de La fianza satisfecha de Lope de Vega (h.1615). Es un personaje de pasiones mucho más negativas que las de don Juan. Intenta violar a su hermana, apalea a su cuñado, le saca los ojos a su padre, reniega del Cristianismo. Aunque hay aún otra diferencia esencial con el don Juan de Tirso de Molina. Este último condena eternamente al protagonista, mientras que Lope salva a Leonido, que muere como un mártir, crucificado y con una corona de espinas.
            En No hay cosa como callar (1639), Calderón de la Barca presenta a un libertino irresponsable, don Juan. El joven se enamora de una muchacha que ve en la iglesia, pero no puede identificarla porque antes de poder hacerlo se mete en una riña callejera. Tiene que incorporarse a su regimiento, pero olvida su documentación de militar, así que regresa a casa de noche. En su habitación descubre dormida a la dama de la que se ha enamorado y la viola. La víctima es Leonor, hermana de don Diego, un caballero al que salvo la vida don Juan. Al estar su hermano fuera, Leonor ha pedido acogerse a la casa de sus vecinos, por eso la encuentra don Juan en su habitación. Durante la violación, Leonor arranca la insignia de los Caballeros de Santiago a don Juan, así que podrá identificarlo. Mientras, don Juan presume de su violación en las tabernas. Los personajes terminarán encontrándose y reconociendo que les interesa callar lo que saben. El matrimonio entre don Juan y Leonor promete infelicidad y la posibilidad de una venganza sangrienta.
            Hay cambios en el don Juan de Alonso de Córdova y Maldonado que protagoniza  La venganza en el sepulcro (1660 o 1670). El personaje sigue a doña Ana por el campo y se le declara, al mismo tiempo que se vanagloria de su pasado engañador. Este don Juan  es el único, por otra parte, que no se rebela contra su progenitor, puesto que este ya ha muerto. Doña Ana busca engañarle y le cita en Sevilla, donde le desprecia al sentirse a salvo en su casa. También el criado aquí es diferente, ya que sirve como celestina de la relación. Don Juan aparecerá obsesionado por esta mujer, es violento en cierta medida pero también siente ese enamoramiento. Al final, don Juan muere y doña Ana se casa con el marqués de la Mota.
            De 1665 es la obra de Molière Dom Juan ou le Festin de pierre. Muestra a un personaje infiel, seductor, libertino, blasfemo, valiente, hipócrita, que seduce mujeres, se bate en duelo y cuestiona los dogmas religiosos. La obra supone una reflexión sobre el libertinaje y sus excesos. El cinismo y la hipocresía del personaje se castigan con la muerte.
            Antonio de Zamora es el autor de No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague y convidado de piedra, de 1722. En este don Juan, lo más característico es la ira. En esta versión si es muy importante el trato que don Juan da a su progenitor. La diferencia fundamental, por otra parte, de este don Juan con el de Tirso estriba en que el burlador de Tirso creía en el infierno, aunque como algo lejano, que podía evitar porque tenía tiempo, mientras que el don Juan de Zamora parece más proclive a seguir el camino de Satanás. Don Gonzalo aquí irá ofreciendo posibilidades de salvación a don Juan, pero el seductor las despreciará. Al final, no obstante, el personaje parece aceptar y la condena no es definitiva. En las versiones anteriores, sí lo era.
            Este detalle abre paso a la salvación de don Juan gracias a doña Inés que aparecerá en  Zorrilla.
            De 1787 es el libreto del abate Lorenzo da Ponte de Don Giovanni, la ópera de Mozart, que se estrenó el 29 de octubre en el Teatro de Praga. En esta obra, basada en la versión de Tirso, el protagonista no se arrepiente y es condenado al infierno.
            El poema épico Don Juan (1821) fue escrito por Lord Byron, quien proyecta en el personaje su propia personalidad. Con él simboliza casi el derecho al amor libre.
            En 1834, Prosper Merimeé publica Las almas del purgatorio, que recogía dos leyendas sevillanas, la del Tenorio y la de Mañara. En esta obra manifiesta el gusto por lo fantástico y su atracción por España.
            En 1837, Alexandre Dumas publica Don Juan de Marana o la caída de un ángel, donde se identifica al personaje con don Miguel de Mañara, un personaje sevillano histórico que sufrió una conversión piadosa en el final de su vida. En esta versión, una monja llamada Marta es realmente un ángel que baja a la tierra para salvar a don Juan. Pero será él, el seductor, quien haga desaparecer la condición angelical de Sor Marta para convertirla en una mujer enamorada.
            También en 1837, Espronceda mostrará su admiración por el personaje en El estudiante de Salamanca. La mujer es Elvira y sufre por el amor con un protagonismo mayor que en versiones anteriores. Aquí Félix siente mayor atractivo por la aventura que por el hecho de añadir un trofeo más a su lista. Dios aparece “empeñado” en salvar el alma de este don Juan, pero Félix insiste en la persecución de la dama y está seguro de que su alma tiene ya marcado por la existencia que ha llevado el lugar al que irá. No se arrepiente de sus pecados ni de su vida anterior.
            En 1844, José Zorrilla escribe Don Juan Tenorio. Lo más novedoso del personaje es su fracaso ante sí mismo. Se enamora totalmente y pierde así la posibilidad de mantenerse firme. Muestra su debilidad cuando habla con Brígida. Don Gonzalo le niega la mano de su hija y con eso cierra las puertas que don Juan quería abrir con su arrepentimiento. El destino le obligará a matar a don Gonzalo y don Luis. Doña Inés buscará apoyo en su amado, que es precisamente el asesino. Pero el amor en esta versión será fuerte y seguirá tras la muerte de la joven. Cuando don Juan vuelva del exilio, seguirá enamorado. Se salvará gracias a la intercesión de doña Inés, que permanecerá como rehén en el limbo hasta que su amado se salve.
            Con posterioridad al romanticismo, podemos señalar otras versiones como la de  Baudelaire, que en 1861 dedica el poema 15 de Las flores del mal al personaje: Don Juan en los infiernos. Podemos destacar en La Regenta (1884 y 1885) cómo Clarín muestra su admiración por el don Juan de Zorrilla a través del provinciano don Álvaro Mesía, que corteja a Ana Ozores. Y el mito de don Juan es uno de los temas favoritos de los escritores del 98, que tratan Azorín, Valle Inclán, los hermanos Machado o Unamuno.
            Un momento importante del tratamiento del mito es la aparición de un ensayo de Gregorio Marañón en 1940. En Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda, se pone en duda la virilidad del personaje.
            No podemos olvidar que el mito ha tenido varias versiones cinematográficas. La más curiosa quizá sea la realizada en 1952, dirigida por Alejandro Perla, en la que queda recogida la representación teatral del Don Juan Tenorio de Zorrilla por parte del Teatro Nacional María Guerrero, con decorados y símbolos diseñados por Salvador Dalí. En 1950, Sáenz de Heredia había rodado un Don Juan que tomaba hechos y situaciones tanto de la obra de Tirso como de la de Zorrilla.
            En 1956, Fernandel y Carmen Sevilla protagonizaron El amor de don Juan, donde el criado del personaje debe hacerse pasar por él, ya que don Juan ha sido apresado.
            En 1963, Torrente Ballester intenta explicar las razones del donjuanismo, relacionadas con la disyuntiva entre el libre albedrío y la predestinación en Don Juan.
            En marzo de 2006 se estrenó la ópera en un acto Don Giovanni o el disoluto absuelto, de Azio Corghi. El autor del libreto fue José Saramago.
            El 13 de noviembre de 2008 se estrenó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid la obra djuan@simétrico.es, de Jesús Campos García. En esta versión, don Juan es un profesor de informática y doña Inés acaba de abandonar el convento. Los dos son piratas informáticos que forman parte de la secta “los hackers de Cristo”. Lo más relevante es que doña Inés se convierte en burladora. El autor señalaba que el personaje “impresentable, asesino y maltratador, que se tiene como modelo para los hombres” no se sostiene en el siglo XXI. Por otra parte, la relación amorosa de los protagonistas se basa y se mantiene en esta obra por la amistad entre ambos.



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