miércoles, 22 de junio de 2016

Notas sobre la Égloga I de Garcilaso




(Análisis estilístico-estructural de un fragmento de la Égloga I)

 
  El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,                   5
(de pacer olvidadas) escuchando.
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo
y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado                     10
el ínclito gobierno del estado
Albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;
                                                
  agora de cuidados enojosos                       15
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
en ardiente jinete, que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando;                20
espera, que en tornando
a ser restituido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita innumerable suma                   25
de tus virtudes y famosas obras,
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

  En tanto que este tiempo que adivino
viene a sacarme de la deuda un día,                30
que se debe a tu fama y a tu gloria
(que es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
el árbol de victoria,                              35
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente,
dé lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra, y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;                40
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.

  Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes al altura
el sol, cuando Salicio, recostado                  45
al pie de un alta haya en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba,                               50
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,                              55
razonando con ella, le decía:

Salicio:

  ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;                60
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,                                 65
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.              70

            El primer apartado de la estructura abarca los seis primeros versos. Tienen por objetivo la enunciación rápida del tema, además de la presentación de los protagonistas.
            En el sintagma dulce lamentar del primer verso se inaugura la serie de epítetos que proliferarán a lo largo del texto.
            Inaugura también un sentimiento básico en Garcilaso de la Vega: la contención del dolorido sentir, un “lamentar” modulado, contenido por el epíteto dulce.
            El verso 2 (Salicio juntamente y Nemoroso), con la mención onomástica, nos lleva a la caracterización del texto como un canto alternante.
            En el tercer verso es interesante la segunda mitad (sus quejas imitando). Se trata de la idea del distanciamiento, marcado por el gerundio. Este distanciamiento se irá acortando conforme avance el texto en su temática, conforme el dolor amoroso existencial adquiera protagonismo. El gerundio es el primero de una serie de estos tiempos verbales que abundarán en el poema, con lo que estamos ante una acción contenida, un tiempo lento.
            El verso 4, con ese cantar sabroso añade al texto el tema de la presencia musical, lo que es algo básico en la lírica del Renacimiento (poesía/música), muy importante en por ejemplo Fray Luis de León y su Oda a Salinas.
            Entre los versos 4 y 6 se introduce la primera idea de la naturaleza, que es pasiva, expresada a través de un abrupto hipérbaton. Este será, en sintaxis oracional, una de las notas distintivas de este poema.
            El segundo apartado se puede clasificar como de circunstancias o tópico. Contiene a don Pedro de Toledo a través de distintos términos laudatorios (versos 7-14).
            En el verso 8 encontramos el tratamiento renacentista de la vida de la fama (un nombre en todo el mundo). La posición de privilegio que ostentaba don Pedro en la política estatal la encontramos en el noveno verso. Las alusiones al mundo de la Diplomacia se centran sobre todo en los versos 10 y 11, también con alusión al tema político que encontramos en la Literatura del Renacimiento, por el sentido de la gobernación de la ideología humanista. En Garcilaso esta temática es enaltecida (en Fray Luis será igual a angustia y ajetreo).
            En lo que se refiere al nivel formal, el verso 11 destaca por el cultismo ínclito (ilustre).
            Recordemos que con respecto a la frecuencia de cultismos, Garcilaso es austero (en contraste con otros poetas como Fernando de Herrera, por ejemplo).
            El tema cinegético se sitúa entre los versos 11 y 17. Recordemos que Dámaso Alonso aludía a este tema, conectando la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora con Garcilaso. El tema se desarrolla repleto de tópicos, entre los que destaca el rasgo anunciador de la tragedia, ya que en el verso 19 aparecen esos ciervos temerosos.  El texto en su temática deriva de lo amoroso a lo existencial. La queja amorosa trasciende a una queja vivencial. Los rasgos existencialistas se hacen más explícitos en los versos 19 y 20. La muerte dilatada de los ciervos supone un simbolismo de la agonía dilatada del poeta. El verso es la plasmación de una intuición: la muerte joven del poeta.
            Hay una antítesis con respecto al verso 10. Se opone el ajetreo de la actividad política al tema del ocio, del descanso. Este último tendrá una relevancia especial en Fray Luis.
            En el verso 24 aparece la expresión ejercitar mi pluma, que muestra un rasgo de orgullo profesional, que contrasta con la humildad.
Con respecto al verso 25, su característica más significativa es la utilización de la hipérbole, junto a un rasgo nuevo: la inclinación de Garcilaso a utilizar la redundancia con un objeto intensificador (infinita innumerable).
En el verso 26 se recogen dos términos laudatorios. El primero (virtudes) se utiliza en sentido laico (son las virtudes diplomáticas y políticas), no religioso. El segundo (famosas) es la segunda alusión a la vida de la fama.
El verso 27 es plenamente existencialista. Contiene una premonición de muerte (antes que me consuma). El último término laudatorio aparece en el verso 28 (a todo el mundo sobras), con el sentido de que excedes o sobresales.
A partir del verso 29 se puede señalar un tercer apartado cuya función es la presentación de coordenadas espacio-temporales, con el fluir de las aguas (pero sin el sentido de temporalidad de Manrique, Heráclito o Machado). Es un elemento que contribuye al embellecimiento del mundo natural.
Entre los versos 43 y 45 aparece el tópico clásico de la Aurora, con presencia ya en la Odisea de Homero. Utiliza el cultismo ondas. Hay un despliegue de epítetos y es significativa la aliteración, suave, en vocablos como sonido, sonaba y pasaba.
En el verso 52 presenta una nueva redundancia con dulce, blandamente.
A partir del verso 53 y en los siguientes aparecen las primeras referencias al tema de la amada enemiga o mujer desdeñosa. En este tema destaca el verso 54 (la que de su dolor culpa tenía), porque alude a una presencia invisible, creada por la mente del poeta, que supone por ejemplo un preludio del poemario de Salinas La voz a ti debida.
Se cierra el tercer apartado con otra contención del sentimiento: el gerundio razonando (verso 56). La contención se produce desde la alusión al racionalismo, opuesto al sentimentalismo.
La lamentación de Salicio se produce a partir del verso 57. En esta lamentación podríamos señalar varios apartados. En el primero de ellos, la característica más significativa es el empleo de los contrastes poéticos (fuego-nieve, muerte-vida). En el verso 57 además, fuertemente aliterado, se presenta la redundancia dura-mármol. Este último simboliza la frialdad de la mujer. Tiene también el mármol connotaciones de nobleza. En el nivel lingüístico hay un contraste entre el vocablo culto mármol y el coloquial quejas.
En el verso 58 aparece un nuevo despliegue de redundancias, con el encendido fuego y la helada nieve.
El verso 59 finaliza con un vocativo (Galatea), típico onomástico. El nombre auténtico se muda por otro de sabor clásico. Obedece a una cuestión de decoro.
El final del verso 60 (la vida temo) es de sabor existencialista. La angustia se suma a la frustración amorosa.
Los versos 61 y 62 se podrían clasificar como prerrománticos, ya que plasman la idea de que sin el amor la vida no tiene sentido.
Por último, el verso 70 es la plasmación del estribillo (Salid sin duelo, lágrimas, corriendo). Herrera decía que esta expresión se debía a Garci Sánchez de Badajoz. A pesar de no ser original es un verso muy acertado, porque se enmarca perfectamente en el contexto de la contención sentimental que se despliega en el poema. Esa contención se da en ese sin duelo.



miércoles, 15 de junio de 2016

Notas sobre el “Lazarillo”




            El título original de la novela, Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, tiene un tono altisonante y declamatorio.
            No hay una correspondencia entre el “abarrocamiento” del título y la vida vulgar de Lázaro, lo que nos lleva al carácter paródico de la obra con respecto a las novelas de caballerías.
            En el mismo título el segundo elemento paródico es ese “Vida de” que guarda relación con textos medievales, como las vidas de Santos. Esta parodia religiosa implica uno de los componentes del carácter erasmista de la novela (así como el supuesto carácter judeo-converso del autor).
            Podríamos preguntarnos el porqué de ese apodo de “Lázaro” y no otro y podríamos señalar al menos tres posibilidades:
1)      Ser acompañante de un ciego
2)      Parodia del Lázaro bíblico, que resucita tras la muerte. Lazarillo resucita tras estar “muerto de hambre” (lo cual sería un elemento erasmista)
3)      Es un diminutivo con valor afectivo, lo que supondría una corriente de cariño entre el autor y el ente de ficción
            El sintagma “de Tormes” es un nuevo elemento paródico, ya que los caballeros nacían junto a un río (el agua es un símbolo de pureza).
            Por otra parte ese “y de sus fortunas y adversidades” tenía un significado diferente en la Edad Media y el Renacimiento, cuando ya significa “suerte”, en este caso mala.
            El título sufrió un proceso de reducción por razones de economía expresiva (como sucedió con el Quijote o la Celestina, o ya en el siglo XVIII con la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del Dr. Don Diego de Torres Villarroel, que quedó reducido a “Autobiografía”; o también la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, que se conoce como “Fray Gerundio”).
            Es importante al hablar del Lazarillo recordar las hipótesis de autoridad, al haberse publicado la novela de forma anónima. La obra apareció en 1554 en Burgos, Alcalá y Amberes simultáneamente. Probablemente fue llevada a la imprenta por un oficial. Entre estas hipótesis acerca de quién pudo ser el autor podemos destacar al menos seis:
1)      En 1605 se fecha por primera vez por el Padre Sigüenza en Historia de la Orden de San Jerónimo una autoría: la de Fray Juan de Ortega. A partir de esta hipótesis, hay quienes piensan que realmente Ortega fue el autor. La primera posibilidad que dan es que la obra va dirigida contra el vendedor de bulas y otros clérigos, mientras que la crítica a los frailes estaba más matizada y era más suave. La segunda razón es que el fraile recomendaba públicamente su lectura. Pero Blecua señala que el manuscrito de Ortega no es prueba irrefutable. Por otra parte, Marcel Bataillon defiende la autoría de Ortega, apuntando que era normal entre los monjes instruidos el ataque a los clérigos relajados. Y él señala como ejemplo a Rabelais.
2)      En 1607 aparece la segunda hipótesis. El belga Taxandro piensa que el autor fue Diego Hurtado de Mendoza. Esto parece menos lógico. Mendoza se presentaba como autor satírico y cuando aparecía una obra de estas características se le achacaba.
3)      Julio Cejador apunta hacia un escritor del siglo XVI: Sebastián de Horozco, autor de Representación de la historia evangélica. En esta obra hay una escena en la que aparecen un lazarillo y un ciego, parecida a una de las escenas que comprende la novela del Lazarillo.
4)      Castro afirma que el autor fue un judío converso, basándose en el campo léxico-semántico de la novela. El nombre de Dios aparece frecuentemente, pero las referencias a Cristo son muy pocas. Castro se fija también en el juramento preferido de Lázaro: “por la hostia consagrada”.
5)      Francisco Maldonado de Guevara dice que el autor fue un “cínico genial”, un desarraigado.
6)      Rosa Navarro Durán atribuye la novela a Alfonso de Valdés, basándose en las “cortes” en Toledo en 1525 y en que el autor debía ser un erasmista.
            Las tres primeras y la última de estas hipótesis son nominativas (apuntan a un autor concreto). Las otras dos solo son hipótesis genéricas.
            Lo más importante es que el autor se refugió en una máscara que le dio libertad para lanzar su ataque.
            En cuanto a la fecha de composición, al final de la novela se nos permite acercarnos a la fecha en que su Majestad celebró Cortes en Toledo: 1525 o 1538.
            Manuel Asensio cree que la correcta es 1525 porque esas Cortes tuvieron mayor resonancia. Otros, entre los que se encuentran Francisco Rico o Blecua, se inclinan por 1538. Se basan para ello en el “deseo de publicar”.
Recordemos por otra parte que el Lazarillo es un relato autobiográfico. Está contado por el protagonista en primera persona. Estamos ante una fingida autobiografía. Adopta la forma de una carta. Claudio Guillén habla de una “epístola hablada”.
Por el Prólogo sabemos que alguien (“Vuesa merced”) ha escrito a Lázaro rogándole que le cuente qué hay de verdad en un “caso” que se refiere al propio Lázaro. El caso lo conoceremos en el último apartado: Lázaro se ha casado por interés con la amante de un clérigo. Pero Lázaro da noticia entera de su vida.
Este es un artificio del autor para que el lector comprenda por qué una serie de razones han conducido a una persona a la situación en que se encuentra. Tiene que ver con el carácter realista de la novela, para hacérnosla más verosímil.
En el Prólogo se va marcando el carácter intimista a través del “yo”. Ya al principio, la aparición de los sintagmas “nunca oídas” “ni vistas” se relacionan con las novelas de caballerías. En este momento Lázaro promete al lector tres cosas: “cosas señaladas”, “cosas nunca oídas” y “ni vistas”, al tiempo que son deleitosas. Con todo ello se intenta llamar la atención del lector.
Las “cosas señaladas” se refieren a “cosas importantes” o “cosas nunca oídas”, lo que es lo mismo que “cosas originales”. Y es cierto, ya que con esta novela se inaugura el género de la picaresca. La promesa del deleite también es cierta. Es una novela cómica, aunque haya un trasfondo distinto.
La postura mayoritaria del autor del Lazarillo se muestra en el “Vengan a noticia de muchos”.
“No se entierren en la sepultura del olvido” es una oración culta, con utilización de la metáfora, una de las características lingüísticas del Lazarillo. Podemos hablar de un gran nivel idiomático en la novela. Lázaro va situándose entre dos extremos: las expresiones vulgares y los eufemismos.
Debemos recordar la tesis de Horacio de mezclar lo bueno, lo dulce, con lo útil (“que alguno que la lea halle algo que le agrade”). Además “a los que no ahonden tanto” les da dos posibles lecturas: aventuras (ropaje cómico) o una lectura en profundidad (los datos críticos y denunciadores).
La frase de Plinio que aparece (“no hay libro por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”) supone la aparición de una cita de una autoridad clásica. El objetivo de estas citas era dar sensación de nivel intelectual. Pero la cita de Plinio es uno de los fallos del autor, ya que no es posible que un personaje como Lázaro conozca a estos autores. Además, la cita de Plinio es un tópico: en todo libro se puede encontrar algo.
            Otro tópico es el gusto literario, las modas en Literatura (“lo que uno no come, otro se pierde por ello”).
            Por otra parte, la repetición de vocablos normalmente indica nivel vulgar, personaje popular, etc.
            Cuando dice que “pues no se hace sin trabajo” se refiere a las dificultades a la hora de escribir (algo doloroso y no un placer). Y el “no con dinero” contradice el carácter materialista y práctico de Lázaro en la novela.
            Recordemos que el autor jamás consiguió la gloria y la fama.
            Acaba con una nueva cita, de Tulio, que contiene algo de lo que carece Lázaro (honra): “La honra cría las artes”. Recordemos además que el prólogo es redactado cuando Lázaro ya está casado.
            El siguiente párrafo del Prólogo gira temáticamente en torno a tres tipos sociales: el soldado, el religioso y el noble. Estamos ante la sociedad en la Literatura. El precedente lo encontramos en el Libro de los Estados de don Juan Manuel. La razón de nombrarlos está en que en este mundo se lucha por conseguir la fama. El “presentado” que aparece es el Licenciado en Teología. Esta referencia supone un precedente de la oratoria sacra (sermones incorporados a la Literatura).
            El párrafo es simétrico, ya que comienza y termina con una interrogativa retórica, que en realidad no preguntan, sino que afirman: ¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala tiene más aborrecido el vivir? Y ¿qué hiciera si fuera verdad?
            A continuación aparece el vocablo “nonada” referido a “clase”. El “grosero estilo” supone una concesión de registro idiomático. El cierre de este fragmento es sarcástico, con una hipérbole de su vida vulgar (fortunas, peligros y adversidades). Hay también una disonancia entre verdad y expresión. Se aplica un estilo culto para una realidad vulgar.
            En la última parte del prólogo aparece la Fortuna como tópico. Por su carácter inestable Boccaccio lo relacionó o comparó con una mujer. La fortuna distribuye a ciegas la riqueza (tal como vemos en el Laberinto de Fortuna de Juan de Mena o en las Coplas de Jorge Manrique).
            En el Lazarillo se cambia el tratamiento: para él la Fortuna no es ciega.
            Además se ataca por primera vez a la nobleza en la novela. No tiene excesivo mérito, pues han recibido la ayuda de Fortuna.
            El Prólogo muestra también la comparación entre la existencia humana y la navegación, tópico inaugurado por Petrarca en el Cancionero y que aparece en nuestra literatura desde Lope a Antonio Machado, pasando por Fray Luis de León o Quevedo. El “buen puerto” en el Lazarillo es en realidad la infidelidad de su mujer.
            Por otra parte, debemos hablar de la estructura del Lazarillo:

HAMBRE
I)                   Ciego
II)                 Cura de Maqueda
III)              Escudero
ASCENSO SOCIAL
IV)              Fraile de la Merced
V)                Buldero
VI)              Maestro pintor
VII)           Capellán à Aguador
VIII)         Auxiliar de alguacil, Pregonero, Casamiento

            En el Tratado III se produce la primera aparición en nuestra literatura del tema de la fraternidad. Este tema alcanzará su cumbre en la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández.
            En los cuatro últimos tratados encontramos la misma temática que presenta el Cantar de Mío Cid: del exilio al emparentamiento con la alta nobleza.
            A partir del Tratado IV baja la calidad y sorprende la brevedad de algunos fragmentos. Sobre esta irregularidad en los tratados hay varias teorías:
            1) Los tres primeros están completos y los cuatro restantes son solo un esbozo, un esquema que el autor no llegó a completar.
            2) Los cuatro finales fueron violentamente censurados por la Inquisición.
            3) El autor no realizó la división en capítulos, sino que esta se debe a un editor. Esto explicaría que los títulos de los capítulos estén en tercera persona.
            4) Se habla de dos autores distintos. Uno hizo los tres primeros tratados y otro, de menor calidad, y debido al cansancio psicológico, que la terminaría.
            5) En los tres primeros Lázaro ha aprendido casi todo y a partir de ese momento casi no evoluciona.
            En el Tratado V Lázaro no actúa como protagonista. Se limita a contemplar las estafas del bulero.
En el Tratado VI el capellán es un explotador. Lázaro solo puede conseguir unas “ropillas”. Esas ropas son similares a las que llevaba el escudero (recordemos que la única influencia positiva en Lázaro).
En el Tratado VII abandona pronto el oficio porque es peligroso, lo cual denota su carácter de anti-héroe.
Estamos ante una novela iniciática (el personaje se inicia en la vida). Es también una novela itinerante, que se desarrolla en distintos lugares. Además es una novela de personaje, porque gira en torno a un personaje central.
Con respecto a las principales características del Lazarillo, podemos señalar en primer lugar la sobriedad expresiva. No podía ser de otro modo, ya que el autor presta su pluma a un inculto pregonero. Para que la ficción fuese perfecta era preciso que Lázaro escribiera en un estilo natural. El modelo de esta lengua fue el Diálogo de la lengua de Valdés.
El profesor Criado de Val dice que todo en el Lazarillo es escueto y directo. Pocas palabras, pero sencillas y naturales.
Esta sobriedad expresiva se manifiesta en:
-                           Abundantes diálogos, a nivel coloquial (esto puede hacernos pensar en una influencia de La Celestina).
-                           En parajes descriptivos las frases se suceden espontáneamente, como si no estuviesen planeadas de antemano.
-                           Las repeticiones de vocablos, impropias de un lenguaje elegante.
-                           Aparición de palabras vulgares y rústicas.
-                           Uso de aumentativos, de adjetivos y de diminutivos con un valor fuertemente plástico; es decir, realista.
La segunda característica que podemos señalar es que el Lazarillo se considera fuente inmediata del Quijote, sobre todo en lo referente al Tratado III.  En cuanto a la figura idealista del escudero, Cervantes tomó el carácter idealista del Quijote. Del carácter realista tomó el realismo de Sancho.
La tercera y última de estas características principales que señalamos es que el Lazarillo se considera la primera novela moderna. En este sentido podemos observar que además de iniciar la picaresca, el Lazarillo es el pórtico de la novela moderna. Para ello podemos apoyarnos en el hecho de que hasta entonces la novela presentaba a un héroe adulto. Por ejemplo, en las novelas de caballerías, el caballero andante tiene unas características y un destino fijados desde el comienzo de la novela. Las sucesivas peripecias y aventuras no lo transforman, sino que lo confirman en lo que ya es. Pertenece además al gran mundo.
En el Lazarillo encontramos una vida haciéndose. Nos narra la historia de un personaje desde la niñez para que entendamos por qué en el último tratado ha caído en la deshonra. De esta manera, ese personaje por primera vez en la historia, un protagonista miserable y pobre, es en cada momento una consecuencia de lo que ha vivido.
Así, no podríamos entender qué siente con el cura de Maqueda si desconociésemos lo sucedido sirviendo al ciego.
Las novelas anteriores eran sartas de episodios. Estos podrían cambiarse de orden sin que el relato se alterara.
En el Lazarillo los acontecimientos exigen un orden progresivo e intocable.
Se considera además nuestra primera novela moderna por poseer un doble alcance, individual y social. Individual porque nos plantea la vida y personalidad de Lázaro, y social porque es reflejo de la miseria de la España del siglo XVI.
Para insistir en este último punto, recordemos la literatura de la época de Carlos V:
Lírica
Boscán y Garcilaso
Teatro
Torres Naharro y Gil Vicente
Prosa histórica
Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo
Novela
Caballería, Hampesca, Didáctica y el Lazarillo

La época se inicia con el influjo petrarquista. El teatro tampoco registra un componente social (además Torres Naharro escribe en Italia). En la prosa histórica hay crítica social, pero en América y por parte de Bartolomé de las Casas.
Así que el Lazarillo inaugura el componente social y cabría preguntarse si la miseria que aparece en él es real o inventada.
Blasco Ibáñez en La Catedral presenta al protagonista (un alter ego del autor) como un anarquista que huye de España tras cometer un atentado. Pasado el tiempo, envejecido y defraudado, regresa y se refugia en la catedral de Toledo. A partir de la llegada de Gabriel Luna, la novela se estructura en dos novelas. La primera trata de los amores platónicos entre Gabriel y su sobrina Rosario. La segunda, más importante, se compone de las conversaciones entre Gabriel y los sacerdotes de la catedral.
El final de la novela es curioso porque Gabriel Luna muere defendiendo la catedral de un grupo de anarquistas. Pero gracias a esta novela sabemos que la miseria descrita en el Lazarillo era real.
Debemos tratar también el Lazarillo como novela picaresca y su influencia en la novela posterior.
Esta breve y gran novela funda el género picaresco. En ella están presentes una serie de rasgos que luego imitarán, en mayor o menor medida, las demás novelas picarescas, y que son los siguientes:
1)      El protagonista narra su propia vida (autobiografismo)
2)      Es hijo de padres sin honra.
3)      Se ve obligado a abandonar el hogar por la pobreza.
4)      En una parte importante de su vida sirve a diferentes amos.
5)      Es un ladrón ingenioso, inducido unas veces por el hambre y otras por su naturaleza viciosa.
6)      Cuando parece que ha obtenido éxito en sus planes, le sobreviene una desventura. Suerte y desgracia se alternan, con predominio de la segunda.
7)      Aspira al ascenso social, pero no logra salir de su estado miserable.
8)      Suele contraer matrimonio sin honra.
9)      No narra sucesos fantásticos (realismo).
En lo que atañe a su influencia en la literatura posterior, en el siglo XVI encontramos dos malas versiones: Lazarillo de Manzanares de Tolosa y Aventuras del Bachiller Trapaza de Castillo Solórzano. También en el siglo XVI encontramos una edición censurada por la Inquisición, Lazarillo castigado.
En el siglo XVII su influjo se percibe en la Vida de Estebadillo González, en el Guzmán de Alfarache y en el Buscón. En el siglo XVIII encontramos la Autobiografía de Villarroel. En el siglo XX se publican Lazarillo español de Ciro Bayo, Nuevas andanzas y aventuras de Lazarillo de Tormes de Cela y La canción del Pirata de Quiñones.
Por último, señalaremos algunos aspectos que se podrían comentar en los tres primeros tratados de la novela.
En el inicio de la obra, la mayoría de los críticos comparan el Lazarillo y el Quijote por la precisión y la imprecisión geográfica. En la novela aparece la dilogía, vocablos con doble significación, en por ejemplo “Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían”, donde la palabra “sangrías” se refiere a un procedimiento médico y a los granos o a la harina que habían sido robados. Se exprimen los significados de los términos.
En el proceso de mitificación del padre podemos encontrar la técnica del “mundo al revés”, que parte del Elogio de la locura de Erasmo, fue utilizada por Cervantes en El coloquio de los perros, y también por Saavedra Fajardo. La técnica florecería en el siglo XVIII.
La expresión referida a la madre viuda “sin abrigo” con el sentido de “sin protección” ya aparecía en Jorge Manrique.
Por otra parte, la presencia de refranes implica que el texto es popular, folclórico.
En otro sentido podemos observar que en el Lazarillo hay respeto por los grupos marginales, lo que refuerza la idea de que el autor sería un judío converso.
En el Tratado I queda patente la inocencia de Lázaro cuando habla de un hombre que venía a casa y se iba por la mañana.
El tema gastronómico, por otra parte, (con menciones al pan, trozos de carne, etc.) arranca del Arcipreste de Hita y aparecerá en los Pasos de Lope de Rueda, entre otros.
El autor utiliza la técnica de contrastes que se montan sobre negativo y positivo, que son sencillos.
Podemos señalar también las premoniciones que aparecen a lo largo del Lazarillo:
-                           Madre e hijo no volverán a verse (“hijo, ya sé que no te veré más”)
-                           El ciego le dice que el vino le salvará la vida (“si hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú”).
-                           En el Tratado V el bulero le dice que los cuernos le darán más de una mala noche.
-                           Hay una profecía no cumplida que es que morirá en la horca.
Los adjetivos posesivos mostrarán la insolidaridad entre Lázaro y sus amos, con excepción del escudero.
En el episodio del jarro de vino podríamos señalar los condicionamientos familiares negativos que empujan a Lázaro a ser lo que llegará a ser:
-                           Padre ladrón, encerrado
-                           Madre ladrona, amancebada, prostituta
-                           Padrastro
-                           Miseria que rodea la infancia de Lázaro
-                           Alcohol: tiene ocho años, está hecho al vino y muere por él
El Tratado I es un tratado simétrico, porque se inicia y termina de la misma forma. Esta simetría se plasma por medio del toro (“Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal” y “Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro”).
Frente a la frialdad que encontrábamos en el ciego, en el Tratado II el personaje del cura se caracteriza por el carácter impresionable.
Una vez que recoge el golpe que le da el cura de Maqueda, Lázaro explica que de lo que aconteció en los tres días siguientes “ninguna mención haré porque los tuve en el vientre de la ballena”, que es una alusión al pasaje bíblico de Jonás y la ballena. La interpretación que podemos dar es que estuvo tres días sin conocimiento (en una oscuridad paralela a la del estómago de la ballena).
Acerca del Tratado III, podemos señalar en primer lugar que Toledo es una ciudad de alta presencia en textos literarios, quizás por su carácter “hechicero” y mágico, quizás también por la confluencia de tres grupos: judíos, cristianos y musulmanes. Algunos ejemplos de lo que decimos serían:
-                           Berceo sitúa allí algunos milagros
-                           Garcilaso sitúa las Églogas
-                           José Zorrilla sitúa en Toledo la trama de A buen juez, mejor testigo
-                           Jesús Fernández Santos utiliza Toledo en El griego, una biografía novelada de El Greco, que tiene correspondencia en la de Ventila Horia.
El tema de la burla al desvalido será utilizado por Cervantes en El Licenciado Vidriera.
La novela del Lazarillo presenta distintos tipos de movimiento. En primer lugar el espacial, que iría de Tejares a Salamanca. Hay otro movimiento de tipo vertical, que arranca de la miseria al “ascenso” social. Un tercer movimiento es el temporal, de la niñez a la edad adulta de Lázaro. Todo ello significa que estamos ante una novela dinámica.
En el Tratado III encontramos la expresión “Desta manera anduvimos hasta que dieron las once”. Esta medición exacta del tiempo la encontraremos en autores posteriores como Antonio Machado.
El agua en el jarro “desbocado y no muy nuevo” puede relacionarse con la aparición del agua también en otros autores. Por ejemplo, en Machado el “agua que brota” es siempre tiempo que comienza. Si se trata de “agua estancada” es tiempo muerto. El mar, tanto en Machado como el García Lorca, simbolizará la muerte.
La descripción de la casa del escudero en el Lazarillo es similar a la de Rinconete y Cortadillo de Cervantes que posee Monipodio.
Por otra parte, en el Lazarillo encontramos la técnica de la ausencia de Verba dicendi, que señalan quién tiene el uso de la palabra, lo que implica que se busca la rapidez en el diálogo para alcanzar mayor verosimilitud.

Al final del Tratado III el escudero no corresponde al cariño de Lázaro, porque lo abandona en manos de los acreedores. A pesar de ello, puede ser considerado mejor amo que los dos anteriores.

martes, 7 de junio de 2016

Cuadro-resumen de la poesía lírica popular-tradicional medieval






JARCHA
CANTIGA DE AMIGO
VILLANCICO
Antigüedad
Desde mediados del siglo XI a mediados del siglo XIV
Desde finales del siglo XII a finales del siglo XIV
Desde mediados del siglo XV a finales del siglo XVII
Tema
-Queja amorosa femenina por la ausencia del amado.
-Confidencia a madre, hermanas y amigas.
-Queja amorosa femenina por la ausencia del amado.
-Confidencia a madre, hermanas, amigas y Naturaleza.
-Queja amorosa femenina por la ausencia del amado.
-Confidencia a madre, hermanas y amigas.
-Mayor riqueza temática.
Lengua
Mozárabe
Galaico-portuguesa
Castellana
Métrica
Irregularidad e imprecisión métricas
Regularidad y precisión métricas
Irregularidad e imprecisión métricas
Estructura
Glosa (estructura zejelesca, moaxaja) + Jarcha
Cantiga (sin glosa), estructura paralelística
Villancico + Glosa de estructura zejelesca, paralelística o híbrida (mezcla de las dos anteriores)


viernes, 3 de junio de 2016

Gramática histórica: pronombres relativos e interrogativos



            En latín eran prácticamente una misma cosa:

QUI, QUAE, QUOD
Relativos
QUIS (masculino y femenino),
QUID (neutro)
Interrogativos

            Por esta semejanza de formas se explica que muy pronto el relativo absorbiera al interrogativo (QUI y QUAE a QUIS, y QUOD a QUID).
            Ya en latín se produjo esta confusión de formas masculinas/femeninas y neutros y el paradigma se redujo bastante.
            Las formas de masculino han ido eliminando a las femeninas hasta sustituirlas.
            Pese a todo, antes de llegar a la confusión total hubo diferencias entre las formas QUI y QUE en el nominativo. Ambas formas han sido estudiadas por varios investigadores y por ejemplo Alfonso Par explicaba que la forma QUI sustituyó al interrogativo QUIS, y QUI, QUAE, QUEM dio QUE. De esas dos únicas formas resultantes, QUI suplantó a la otra en los siglos III y IV.
            Ya en castellano la forma QUI desapareció pronto, dejando alguna huella en documentos primitivos. En esos documentos QUI se utiliza para masculino de persona y QUE  para femenino de cosa, siendo bastante dudoso que cambiaran la función.
            Sobre esto, una de las cuestiones que puede explicar esta preferencia es la fusión semántica entre los relativos y los interrogativos de esta forma:

QUI+QUIS (relativo)
QUAE+QUID (interrogativo)

            Los relativos distinguían en latín el masculino y el femenino (QUI y QUAE).
            El QUI románico heredó el género masculino del relativo QUI y del interrogativo QUIS la referencia personal.
            El QUE siguió con el género femenino procedente de QUAE y adoptó la referencia a cosa:

QUI + QUIS > QUI (masculino persona)
QUAE + QUID > QUE (femenino cosa)

            Finalmente en castellano la forma que se generalizó fue QUE. Posiblemente cooperó en este triunfo el hecho de que la vocal átona final cambió (la I final se hizo E). Aunque la cronología de estas formas varía. Y hay regiones más conservadoras que otras (La Rioja, por ejemplo, lo mantiene más tiempo).
            En cualquier caso, a finales del siglo XIII y principios del XIV desaparece de la lengua escrita.
            El QUI tónico sustantivo, sobre todo en proposiciones interrogativas, perduró hasta el siglo XIV, siendo entonces suplantado por QUIEN (de QUĚM).
            En textos castellanos, con antecedente femenino de persona y de cosa en ambos géneros, siempre aparece QUE. Pero con antecedente masculino de persona, el uso antiguo siempre fue QUI.
            La desaparición de QUI ocurrió en fechas diferentes según las zonas. En aragonés se mantuvo más tiempo que en castellano, y en Valencia más tiempo que en Aragón.
            QUE era una forma femenina y QUI masculina. Todo ello refiriéndonos a los nominativos.
            El acusativo es QUEM, que se continúa en la forma QUIEN. En un principio esta forma solo tenía singular. El plural analógico no aparece hasta el siglo XVI en que empiezan a aparecer los primeros ejemplos de QUIENES.
            En el siglo XVII aún no estaba del todo extendido. Algunos autores lo tachaban de poco elegante e inadecuado en esa época, y así podía encontrarse un ejemplo como “Quién son esos caballeros”.
            La forma de genitivo es CUIUS. Se conserva en español como arcaísmo morfológico CUYO, que prácticamente es la misma forma latina.
            Nebrija no incluía esta forma entre las formas del relativo.
            En el siglo XVI esta forma ocupaba los empleos de QUIEN o se utilizaban los dos en diferentes ocasiones.
            Hasta el siglo XVII CUYO y QUIEN tienen el mismo empleo. Un ejemplo que podemos encontrar es “Dando la culpa a cuya (hoy sería “de quien”) es”. También puede encontrarse como pronombre interrogativo como en “¿Cuya (hoy “quién”) era la gente?”
            Este uso alterno se refleja en una seguridad lingüística que ha llevado a confusiones incluso hoy en día, sobre todo en algunas zonas de Hispanoamérica, con ejemplos de Nuevo México: “20 cadáveres cuyos (podríamos utilizar un “que”) no fue posible identificar”.
            Otro relativo es el latino QUALIS, que no ofrece problemas ni en latín ni en español, donde dio CUAL.
            En la época de los orígenes esta forma CUAL no admite el artículo delante. Cuando haya un CUAL al principio de una oración en equivalente a la forma EL QUE o AQUEL QUE.
            Esto puede encontrarse posteriormente y se puede interpretar como LO QUE o equivalentes, como en el ejemplo “llevaba una falda muy fina, CUAL (podría ser “la que” o “a la que”) dicen jacarina”.
            El único problema de CUAL es el que no aparezca al principio con artículo.
            La lengua hablada ha aplicado la analogía al paradigma de CUAL, creando el paradigma CUAL, CUALO, CUALA.
            Se ha escrito la sintaxis del relativo y del interrogativo. Una de las posturas más extendidas es la de Alarcos, con la clasificación que hace del QUE. Este estudioso considera que la función principal o el nexo que une a todos los tipos de QUE  es lo que llaman la nominalización. Y cuando hablamos de todos los tipos de QUE  se debe a que hay un QUE  conjunción y un QUE homófono que es el relativo.
            Para Alarcos no son distintos, aunque puedan realizar distintas funciones. Distingue así varios tipos de QUE:

QUE¹
Su función es la de ser un transpositor a la función del nombre. Un ejemplo sería: “No me importa que vengas”
QUE²
Es un transpositor a la función de adjetivo. Lo que lo distingue del primero es la particularidad de que este QUE realiza su propia función en la cláusula que transpone. Suele funcionar como adyacente del núcleo y un ejemplo sería: “La casa que vimos”

            Suelen distinguirse dos tipos de construcción con QUE²: explicativa Y especificativa. Los segmentos explicativos suelen ir entre pausas, mientras que los especificativos no. Esta distinción es de tipo léxico, no morfológico.
            No hay por tanto una distinción gramatical.
Existe la posibilidad de anteponer un artículo al QUE² y así se sustantiva, como en “el que está arriba tiene ventaja”.
Para Alarcos las auténticas conjunciones son los conectivos. Es el caso de las conjunciones Y copulativa, O disyuntiva y QUE³. Este último es el que encontramos en las estructuras comparativas.

Los conectivos coinciden en conectar términos equifuncionales, como ocurre con el QUE³. La peculiaridad es que los elementos conectados están en distinto grado de cuantificación (las comparativas son de superioridad, inferioridad o igualdad). 

Gramática histórica: demostrativos y artículo




Dentro de los refuerzos que habían sufrido algunos pronombres encontramos los dos del pronombre de identidad, pero también que los deícticos ordenados en iste, ille,… habían sufrido un refuerzo con la adición en forma de prefijo de un elemento que era común para los tres (acu, ecu) y así, junto con ESTE aparece AQUESTE, ESE-AQUESE y el único que se ha conservado ILLE-AQUEL.
            Hay algo que debemos destacar: que el sistema de demostrativos no cambia en su estructura y por muchas razones. Una de ellas es porque se corresponde fielmente con el sistema latino. Una vez que en latín se ha operado la transformación, la reordenación de los elementos, el sistema romance español la mantiene. Y eso supone un apoyo importante para la conservación del sistema ternario.
            Por otra parte, junto al paralelismo con las tres personas gramaticales, el sistema deíctico pronominal se corresponde también con el sistema de la deixis adverbial: aquí, allí, ahí.
            En tres puntos del sistema que tienen algo en común y algo diferencial aparece la misma división en tres.
            Los demostrativos coinciden con los pronombres personales en ser pronombres, y con los adverbiales en ser deícticos.
            En las tres categorías se mantiene la misma estructura y el mismo esquema. El resultado es un sistema pronominal demostrativo muy fuerte, apenas si ofrece alguna posibilidad de variación, puesto que es muy estable, tanto por razones internas como por apoyos externos.
            Desde la Edad Media se está produciendo un aumento considerable de pronombres demostrativos.
            Las formas más frecuentes son:
           
Esti/ Essi, es/ Elos, aquelos
Eleiso/ aquest/aquesse/aquel

            El tiempo que media entre el Cid y Juan Ruiz (en la mitad del siglo XIV) progresivamente van estabilizándose los usos de las distintas formas pronominales.
            Ya en esta primera Edad Media el sistema se va orientando hacia la situación actual.
            Las formas reforzadas son progresivamente más utilizadas en la tercera, la segunda y la primera forma.
            A la inversa también se da. Las formas simples son más frecuentes en la primera, menos en la segunda, y menos en la tercera.
            La distribución de formas, por tanto, es estable, al darse una progresión en un sentido y en el inverso respecto a unas u otras formas. Son dos caminos paralelos.
            Hay que plantearse otra cuestión distinta, cómo se ha ido operando la reducción o selección de formas, puesto que están en desuso eleiso o elo.
            Es posible encontrar formas duplicadas (simples junto a reforzadas) con alternancia prácticamente hasta Nebrija (a finales del siglo XV). Después se pueden encontrar, pero más reducidas en su uso.
            A veces se pueden utilizar por una voluntad de estilo o reducidas al ámbito literario, incluso por razones de rima o de métrica, pero siempre mediando otra razón.
            Ya la elección por las formas actuales está a primeros del XVI en Valdés, en el Diálogo de la lengua (1535).
            Este será el único punto vulnerable: las dos primeras personas son simples y la tercera compuesta, pero no altera al sistema, sino solo a los elementos.
            Es a partir de Valdés cuando se fijan definitivamente.
            Cada modificación del sistema lingüístico ha tenido unos impulsores, unos orígenes en determinados estamentos sociales, de forma que se viene suponiendo que la reforma del XVII tenía un origen norteño, pero como impulsores a los escribanos de la Cámara de Felipe II.
            Por lo que se refiere a la elección de las formas de los demostrativos, la idea generalizada es que fue el nivel coloquial del habla con toda su simplicidad, son elegancia y falta de ornamentación, quien decidió o inclinó la balanza a favor de unas formas. Se puede incluso ofrecer como prueba el mantenimiento durante algún tiempo más de las formas hoy en desuso en la lengua literaria. Sería la lengua coloquial la que decidiría primero qué formas eran rechazadas o elegidas.
            El único demostrativo latino que hoy en español no funciona como tal es HIC. Pero sí ha dejado restos de su existencia en español. Uno de ellos es un fósil muy usual, sobre todo en ciertos niveles (HOGAÑO
            Hay que ver otro resto, que es un resto sintáctico y que afecta al pronombre ESE procedente de IPSE, que era pronombre de identidad. El resto sintáctico que queda es el valor del pronombre ESE como tal pronombre de identidad, de lo que hay suficientes datos. El Canciller López de Ayala dice “Otrosi, ese día que el maestro…”, nosotros diríamos “ese mismo día”.
            Junto con los demostrativos hay que ver el problema del artículo y la razón es que este es un demostrativo debilitado, con una función deíctica escasísima y que ha adquirido otra, que conocemos como específica del artículo: la de actualización. Después un desarrollo de la deixis, pero muy débil.
            Dentro del sistema gramatical latino no existía la función artículo. En este sentido conviene inicialmente ver si de verdad en latín existía artículo o no, porque puede parecer que ya en latín había algún germen de esta categoría. Cuando Quintiliano afirmaba rotundamente la inexistencia, en opinión de algunos filólogos esa afirmación debía reducirse exclusivamente a la lengua literaria y sospechan de su aparición en autores como Plauto.
            Para algunos en latín, por tanto, ya existía un artículo.
            Existe también el problema de la adaptación al comienzo del artículo, cuándo empezaba a presentar la lengua latina indicios de esta función. Hay quien piensa que es en el siglo II cuando comienza a darse el primer paso para la creación del artículo (debilitamiento de los demostrativos).
            Sería a lo largo del siglo II cuando los demostrativos comienzan a tener una función señaladora unívoca, sustituyéndola por los actualizadores.
            Otros piensan que fue en el siglo IV cuando el artículo se difunde o se extiende.
            Realmente, no son incompatibles, pues una cosa sería el comienzo del debilitamiento y otra la difusión de la nueva categoría.
            También existen los que opinan que el artículo aparece durante el Bajo Imperio. Y aunque todas las hipótesis parecen discrepantes, no serían disparatadas.
            Lo cierto es que no todas las lenguas románicas tienen artículos derivados de lo mismo: en el castellano deriva de ILLE y en el catalán, de IPSE.
Rafael Lapesa señala que depende de cómo interpretemos. Basándose en la larga duración del cambio producido y en que en filología una fecha no puede tomarse al pie de la letra, sino que es solo una referencia, considera que entre el pronombre anafórico latino y el artículo incipiente hay una solución de continuidad en el tiempo.
El artículo aparece en las Glosas Emilianenses. El pronombre ILLE con pleno valor anafórico deíctico aparece aún en el siglo XIII. Durante un tiempo (al menos tres siglos) deixis y artículo se solapan en el español.
Debemos recordar, por otra parte, un hecho característico de épocas en que una norma aún no está consolidada: con el fin de evitar malas interpretaciones, se repite mucho todo lo que sea nexo. Y eso debió ocurrir con los deícticos en la literatura latina tardía.
El aumento de deícticos debería afectar a aquellos que luego se convertirían en artículos. Aunque no se puede referir exclusivamente el aumento de los deícticos a la incipiente función artículo.
Esta época ofrece también algunas mutaciones importantes respecto de lo que pudiera ser el uso clásico. Mientras el pronombre IS sigue manteniendo casi exclusivamente la función pronominal (sustitutoria del nombre), los otros tres (ISTE, ILLE e IPSE) aumentan su utilización en función adjetiva (acompañando al nombre).
Los tres que aumentan su frecuencia en función adjetiva son los tres que han variado en su estructura (IPSE en principio no era demostrativo, ISTE era el de segunda persona, ILLE es el que da el artículo). El que se ha mantenido como pronombre ha sido únicamente IS.
Durante la Edad Media el demostrativo y el artículo se irán consolidando dentro de un sistema. Por lo tanto, para ver el desarrollo histórico del artículo hay que centrarse en la Edad Media.
Los dos demostrativos que llegaron a artículo son ILLE e IPSE. IPSE es mucho más usual en catalán y aparece mucho más consolidado en los primeros siglos en el dominio del catalán. En el resto de la Península sucede al revés y se consolida ILLE, aunque también hay casos escasos de IPSE.
Por lo que se refiere al centro peninsular y Occidente, hay una situación peculiar: el contraste que se da al utilizar estos pronombres en dos niveles de lengua bien distintos, aunque los dos niveles convivan en un mismo texto (en los documentos notariales). De una parte, la fórmula rigorista de los notarios, que se viene repitiendo. Durante los siglos de la Reconquista el documento notarial presenta dos partes: lo que escribía el notario sobre usos anómalos  y la parte del documento en la que se recogen las manifestaciones de los que otorgan, acuerdan, etc. Y que reproducía lo que se decía oralmente. En esta parte aparecen con mayor frecuencia los demostrativos sin una referencia explícita. En otras ocasiones aparecen con valor demostrativo.
Partiendo de la base de que el nivel de lengua de los otros es inferior al del notario y que la espontaneidad aparece más incrementada en los otorgantes, podemos señalar que el grupo social que impulsó el artículo fue el del lenguaje espontáneo y vulgar.
Si el artículo que se empleaba era derivado de ILLE, en este tipo de lengua vulgar el uso de ILLE como demostrativo debería estar muy reducido y se iría haciendo más grande la distancia entre demostrativo de tercera y artículo.
La derivación normal de ILLE es el artículo.
Por lo que se refiere al uso del actualizador en las Glosas hay que atender a dos cuestiones:
1-     No aparecen en ellas más que las formas derivadas de ILLE.
2-     El artículo se emplea mucho más que hoy, incluso cuando el sustantivo tiene el valor genérico aparece precedido de artículo.
De ello se pueden extraer consecuencias como que el castellano desde el principio fija ILLE y no lo mueve. Actúa con la misma decisión que en otros aspectos de la evolución del idioma.
Tenemos que señalar que si tenemos un texto latino y otro romance en el que aparece el artículo, lo que está marcando el autor de la glosa es que no es un texto latino, sino romance (ya que el castellano en ese momento está muy poco evolucionado).
            El artículo es algo esencialmente romance.
            No todas las glosas tienen artículos, pero las que nos han llegado así son las que se encuadran en el concepto de diccionario (con una equivalencia léxica).
            Por otra parte, en los primeros momentos del romance surgen las jarchas y en ellas los artículos escasean. Hay que tener en cuenta que los lenguajes híbridos (árabe+romance) evolucionan lentamente y poco. Por otra parte, las hablas árabes de la Península eran arcaizantes.
            Los mozárabes no asumen la creación del artículo.
            En el nacimiento de la prosa, en la época alfonsí, no fue un obstáculo la creación del artículo para que el demostrativo dejara de utilizarse o se utilizara menos. En la primera Crónica General hay un párrafo en el que se ve la profusión de demostrativos (“Pues que fue muerto el rey…”).

            Ejemplo de una sintaxis muy encabalgada y no siempre, ese exceso de demostrativos es porque algunos de ellos pueden ser sustituidos por el artículo.