Dentro de los
refuerzos que habían sufrido algunos pronombres encontramos los dos del
pronombre de identidad, pero también que los deícticos ordenados en iste, ille,… habían sufrido un refuerzo
con la adición en forma de prefijo de un elemento que era común para los tres (acu, ecu) y así, junto con ESTE aparece
AQUESTE, ESE-AQUESE y el único que se ha conservado ILLE-AQUEL.
Hay
algo que debemos destacar: que el sistema de demostrativos no cambia en su
estructura y por muchas razones. Una de ellas es porque se corresponde
fielmente con el sistema latino. Una vez que en latín se ha operado la
transformación, la reordenación de los elementos, el sistema romance español la
mantiene. Y eso supone un apoyo importante para la conservación del sistema ternario.
Por
otra parte, junto al paralelismo con las tres personas gramaticales, el sistema
deíctico pronominal se corresponde también con el sistema de la deixis
adverbial: aquí, allí, ahí.
En
tres puntos del sistema que tienen algo en común y algo diferencial aparece la
misma división en tres.
Los
demostrativos coinciden con los pronombres personales en ser pronombres, y con
los adverbiales en ser deícticos.
En
las tres categorías se mantiene la misma estructura y el mismo esquema. El
resultado es un sistema pronominal demostrativo muy fuerte, apenas si ofrece
alguna posibilidad de variación, puesto que es muy estable, tanto por razones
internas como por apoyos externos.
Desde
la Edad Media se está produciendo un aumento considerable de pronombres demostrativos.
Las
formas más frecuentes son:
Esti/ Essi, es/
Elos, aquelos
|
Eleiso/
aquest/aquesse/aquel
|
El
tiempo que media entre el Cid y Juan Ruiz (en la mitad del siglo XIV)
progresivamente van estabilizándose los usos de las distintas formas pronominales.
Ya
en esta primera Edad Media el sistema se va orientando hacia la situación
actual.
Las
formas reforzadas son progresivamente más utilizadas en la tercera, la segunda
y la primera forma.
A
la inversa también se da. Las formas simples son más frecuentes en la primera,
menos en la segunda, y menos en la tercera.
La
distribución de formas, por tanto, es estable, al darse una progresión en un
sentido y en el inverso respecto a unas u otras formas. Son dos caminos
paralelos.
Hay
que plantearse otra cuestión distinta, cómo se ha ido operando la reducción o
selección de formas, puesto que están en desuso eleiso o elo.
Es
posible encontrar formas duplicadas (simples junto a reforzadas) con alternancia
prácticamente hasta Nebrija (a finales del siglo XV). Después se pueden
encontrar, pero más reducidas en su uso.
A
veces se pueden utilizar por una voluntad de estilo o reducidas al ámbito
literario, incluso por razones de rima o de métrica, pero siempre mediando otra
razón.
Ya
la elección por las formas actuales está a primeros del XVI en Valdés, en el Diálogo de la lengua (1535).
Este
será el único punto vulnerable: las dos primeras personas son simples y la
tercera compuesta, pero no altera al sistema, sino solo a los elementos.
Es
a partir de Valdés cuando se fijan definitivamente.
Cada
modificación del sistema lingüístico ha tenido unos impulsores, unos orígenes
en determinados estamentos sociales, de forma que se viene suponiendo que la
reforma del XVII tenía un origen norteño, pero como impulsores a los escribanos
de la Cámara de Felipe II.
Por
lo que se refiere a la elección de las formas de los demostrativos, la idea
generalizada es que fue el nivel coloquial del habla con toda su simplicidad,
son elegancia y falta de ornamentación, quien decidió o inclinó la balanza a
favor de unas formas. Se puede incluso ofrecer como prueba el mantenimiento
durante algún tiempo más de las formas hoy en desuso en la lengua literaria.
Sería la lengua coloquial la que decidiría primero qué formas eran rechazadas o
elegidas.
El
único demostrativo latino que hoy en español no funciona como tal es HIC. Pero
sí ha dejado restos de su existencia en español. Uno de ellos es un fósil muy
usual, sobre todo en ciertos niveles (HOGAÑO
Hay
que ver otro resto, que es un resto sintáctico y que afecta al pronombre ESE
procedente de IPSE, que era pronombre de identidad. El resto sintáctico que
queda es el valor del pronombre ESE como tal pronombre de identidad, de lo que
hay suficientes datos. El Canciller López de Ayala dice “Otrosi, ese día que el maestro…”, nosotros diríamos “ese mismo día”.
Junto
con los demostrativos hay que ver el problema del artículo y la razón es que
este es un demostrativo debilitado, con una función deíctica escasísima y que
ha adquirido otra, que conocemos como específica del artículo: la de
actualización. Después un desarrollo de la deixis, pero muy débil.
Dentro
del sistema gramatical latino no existía la función artículo. En este sentido
conviene inicialmente ver si de verdad en latín existía artículo o no, porque
puede parecer que ya en latín había algún germen de esta categoría. Cuando
Quintiliano afirmaba rotundamente la inexistencia, en opinión de algunos
filólogos esa afirmación debía reducirse exclusivamente a la lengua literaria y
sospechan de su aparición en autores como Plauto.
Para
algunos en latín, por tanto, ya existía un artículo.
Existe
también el problema de la adaptación al comienzo del artículo, cuándo empezaba
a presentar la lengua latina indicios de esta función. Hay quien piensa que es
en el siglo II cuando comienza a darse el primer paso para la creación del
artículo (debilitamiento de los demostrativos).
Sería
a lo largo del siglo II cuando los demostrativos comienzan a tener una función
señaladora unívoca, sustituyéndola por los actualizadores.
Otros
piensan que fue en el siglo IV cuando el artículo se difunde o se extiende.
Realmente,
no son incompatibles, pues una cosa sería el comienzo del debilitamiento y otra
la difusión de la nueva categoría.
También
existen los que opinan que el artículo aparece durante el Bajo Imperio. Y
aunque todas las hipótesis parecen discrepantes, no serían disparatadas.
Lo
cierto es que no todas las lenguas románicas tienen artículos derivados de lo
mismo: en el castellano deriva de ILLE y en el catalán, de IPSE.
Rafael Lapesa
señala que depende de cómo interpretemos. Basándose en la larga duración del
cambio producido y en que en filología una fecha no puede tomarse al pie de la
letra, sino que es solo una referencia, considera que entre el pronombre
anafórico latino y el artículo incipiente hay una solución de continuidad en el
tiempo.
El artículo
aparece en las Glosas Emilianenses. El pronombre ILLE con pleno valor anafórico
deíctico aparece aún en el siglo XIII. Durante un tiempo (al menos tres siglos)
deixis y artículo se solapan en el español.
Debemos
recordar, por otra parte, un hecho característico de épocas en que una norma
aún no está consolidada: con el fin de evitar malas interpretaciones, se repite
mucho todo lo que sea nexo. Y eso debió ocurrir con los deícticos en la
literatura latina tardía.
El aumento de
deícticos debería afectar a aquellos que luego se convertirían en artículos.
Aunque no se puede referir exclusivamente el aumento de los deícticos a la
incipiente función artículo.
Esta época
ofrece también algunas mutaciones importantes respecto de lo que pudiera ser el
uso clásico. Mientras el pronombre IS sigue manteniendo casi exclusivamente la
función pronominal (sustitutoria del nombre), los otros tres (ISTE, ILLE e
IPSE) aumentan su utilización en función adjetiva (acompañando al nombre).
Los tres que
aumentan su frecuencia en función adjetiva son los tres que han variado en su
estructura (IPSE en principio no era demostrativo, ISTE era el de segunda
persona, ILLE es el que da el artículo). El que se ha mantenido como pronombre
ha sido únicamente IS.
Durante la
Edad Media el demostrativo y el artículo se irán consolidando dentro de un
sistema. Por lo tanto, para ver el desarrollo histórico del artículo hay que
centrarse en la Edad Media.
Los dos
demostrativos que llegaron a artículo son ILLE e IPSE. IPSE es mucho más usual
en catalán y aparece mucho más consolidado en los primeros siglos en el dominio
del catalán. En el resto de la Península sucede al revés y se consolida ILLE,
aunque también hay casos escasos de IPSE.
Por lo que se
refiere al centro peninsular y Occidente, hay una situación peculiar: el contraste
que se da al utilizar estos pronombres en dos niveles de lengua bien distintos,
aunque los dos niveles convivan en un mismo texto (en los documentos
notariales). De una parte, la fórmula rigorista de los notarios, que se viene
repitiendo. Durante los siglos de la Reconquista el documento notarial presenta
dos partes: lo que escribía el notario sobre usos anómalos y la parte del documento en la que se recogen
las manifestaciones de los que otorgan, acuerdan, etc. Y que reproducía lo que
se decía oralmente. En esta parte aparecen con mayor frecuencia los
demostrativos sin una referencia explícita. En otras ocasiones aparecen con
valor demostrativo.
Partiendo de
la base de que el nivel de lengua de los otros es inferior al del notario y que
la espontaneidad aparece más incrementada en los otorgantes, podemos señalar
que el grupo social que impulsó el artículo fue el del lenguaje espontáneo y
vulgar.
Si el artículo
que se empleaba era derivado de ILLE, en este tipo de lengua vulgar el uso de
ILLE como demostrativo debería estar muy reducido y se iría haciendo más grande
la distancia entre demostrativo de tercera y artículo.
La derivación
normal de ILLE es el artículo.
Por lo que se
refiere al uso del actualizador en las Glosas hay que atender a dos cuestiones:
1-
No aparecen en ellas más que las formas derivadas de
ILLE.
2-
El artículo se emplea mucho más que hoy, incluso cuando
el sustantivo tiene el valor genérico aparece precedido de artículo.
De ello se
pueden extraer consecuencias como que el castellano desde el principio fija
ILLE y no lo mueve. Actúa con la misma decisión que en otros aspectos de la
evolución del idioma.
Tenemos que
señalar que si tenemos un texto latino y otro romance en el que aparece el
artículo, lo que está marcando el autor de la glosa es que no es un texto
latino, sino romance (ya que el castellano en ese momento está muy poco
evolucionado).
El
artículo es algo esencialmente romance.
No
todas las glosas tienen artículos, pero las que nos han llegado así son las que
se encuadran en el concepto de diccionario (con una equivalencia léxica).
Por
otra parte, en los primeros momentos del romance surgen las jarchas y en ellas
los artículos escasean. Hay que tener en cuenta que los lenguajes híbridos
(árabe+romance) evolucionan lentamente y poco. Por otra parte, las hablas
árabes de la Península eran arcaizantes.
Los
mozárabes no asumen la creación del artículo.
En
el nacimiento de la prosa, en la época alfonsí, no fue un obstáculo la creación
del artículo para que el demostrativo dejara de utilizarse o se utilizara
menos. En la primera Crónica General
hay un párrafo en el que se ve la profusión de demostrativos (“Pues que fue muerto el rey…”).
Ejemplo
de una sintaxis muy encabalgada y no siempre, ese exceso de demostrativos es
porque algunos de ellos pueden ser sustituidos por el artículo.
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