sábado, 28 de marzo de 2015

La escritura



(Apuntes para alumnos de 1º a 4º de ESO)

           Hace miles de años, los hombres del paleolítico comenzaron a dibujar puntos y líneas sobre diferentes superficies, como rocas, huesos o arcilla. Su objetivo era transmitir sus conocimientos o pensamientos. Con la aparición de las primeras ciudades, aumentó esa necesidad de comunicación. Por esta razón nació la escritura en Mesopotamia y Egipto hacia el 3000 a.C. La prehistoria dejó paso a la historia.
            En un principio no había vocales y consonantes, sino que los objetos se representaban mediante dibujos o pictogramas. Las primeras escrituras eran por tanto ideográficas, elaboraban una serie de signos gráficos de valor constante, que se correspondían con las palabras. Más tarde, esos ideogramas expresaron sonidos que se correspondían con palabras o con sílabas, con lo que el sistema adquirió significado fonético y se simplificaron los elementos gráficos.
            Los fenicios, que vivían en las riberas orientales del Mediterráneo, fueron quienes hacia finales del segundo milenio a. C. unificaron las diferentes lenguas que coexistían y crearon los signos consonánticos, punto de partida de la escritura moderna. Se representaban gráficamente todos los sonidos aislados mediante signos propios  y así se creó el alfabeto.
            Los sistemas de escritura que podemos destacar son la mesopotámica, la cirílica, la griega, la romana, árabe, hindú, fenicia, hebrea, china, precolombina, japonesa y las egipcias jeroglífica y demótica.
            La escritura mesopotámica, la cuneiforme, es comúnmente aceptada como una de las formas más antiguas de la expresión escrita, ya que apareció alrededor del 3300 a.C. en los valles del Tigris y el Eúfrates, y desapareció en el siglo I. Se componía de un total de 700 signos que representaban sílabas y palabras, y se podían leer de diferente forma. Se utilizaba para la contabilidad en los intercambios comerciales.



Los restos más antiguos de la escritura china son del 5000 a.C. y eran signos que representaban fenómenos naturales. Este sistema consta de miles de símbolos, llamados caracteres (hanzi), que llevan utilizándose al menos tres mil años.




La antigua escritura egipcia fue una de las claves para la expansión de este imperio. Sus signos representaban un gran espectro de objetos y acciones mediante pictogramas. Dos de los tipos más importantes eran la escritura jeroglífica, que constaba de tres mil pictogramas, y la demótica, que era más simple y era la utilizada por el pueblo. Recordemos que los escribas utilizaban un sistema simplificado de la escritura jeroglífica, la hierática, en textos religiosos, científicos y literarios.




La escritura fenicia es el origen de los alfabetos modernos. Los comerciantes fenicios propagaron su escritura por el Mediterráneo oriental desde el siglo X a.C. y después por el occidental. Es el primer alfabeto que contiene signos parecidos al griego y al latín clásicos, de los que derivan la mayor parte de los idiomas. Constaba de 22 caracteres.




El sistema de escritura griego es alfabético y apareció en el siglo IX a.C., aunque las primeras inscripciones son de un siglo después. Su origen se encuentra en el alfabeto semita que fue llevado a Grecia por los fenicios. El sentido de la escritura es el conocido como bustrófedon. Es la escritura de derecha a izquierda y de izquierda a derecha alternadamente, parecido a los surcos que trazan los bueyes arando. Se usó en el alfabeto griego arcaico y en otros sistemas de escritura antiguos.



La escritura romana tiene como antecedentes a la griega y la etrusca, las dos culturas que más influyeron en la civilización romana. Se puede dividir en dos grandes grupos: la epigráfica, que se realizaba sobre piedra, y la paleográfica usada en documentos.




El sistema de escritura hindú se desarrolló a partir del arameo gracias al comercio entre Babilonia y La India, hacia el 800-600 a.C.



La escritura cirílica fue creada hacia el siglo IX y se utilizaba en el Imperio Romano de Oriente cuya capital era Constantinopla. Gracias a la expansión de la iglesia ortodoxa se propagó por los pueblos eslavos del este de Europa. Consta de 43 letras y sigue utilizándose en la actualidad. Está basado en el alfabeto griego.




El hebreo utiliza una escritura semítica, adoptada por los israelitas. Constaba únicamente de consonantes. Se compone de 22 caracteres, de los cuales cinco tienen una grafía distinta al final de las palabras.



El sistema de escritura árabe deriva de dos alfabetos antiguos, el nabateo y el arameo, que provienen del fenicio. Posee 28 caracteres. La escritura árabe actual data del siglo IV.




Los sistemas de escritura precolombinos se han definido con un carácter pictográfico y nemotécnico, aunque muchas de ellas eran sistemas fonológicos completos que representaban el idioma a partir de su pronunciación. La más desarrollada de las muestras de escritura precolombinas era la maya. Constaba de numerales de puntos, barras y lo que se consideraron jeroglíficos. Usaba logogramas y grifos silábicos. Las muestras más antiguas que se conocen son del siglo III a.C.




La japonesa es una lengua muy antigua, pero su escritura apareció tarde, con la llegada de los coreanos y los chinos en el siglo IV. Comprende tres sistemas de escritura clásicos (dos silabarios para palabras de origen japonés y extranjero y caracteres de origen chino) y uno de trascripción (el japonés representado con el alfabeto latino).



viernes, 27 de marzo de 2015

La generación del 98



(Apuntes para 4º de ESO)

            Este grupo toma su nombre como alusión a la fecha de la pérdida de las últimas colonias españolas en ultramar. Es un movimiento puramente español formado por jóvenes escritores que desean la renovación estética de la literatura y la regeneración socio-cultural del país. A partir del desastre colonial surge la conciencia de la pobreza, la miseria, la injusticia social. Y con ello la urgente necesidad de un cambio en la estructura del poder, pues la Restauración no satisfacía a nadie.
            Ante esta situación, un grupo de escritores (Baroja, Azorín y Maeztu), que firmaban con el seudónimo de Los tres, publican en 1901 un manifiesto en el que denuncian la realidad del país, la desorientación de la juventud, la falta de valores… Pero este grupo dura poco. No encuentran la acogida que esperaban y el sentimiento de impotencia les hace abandonar. El fracaso les lleva al idealismo y a posturas políticas cada vez más conservadoras. El problema de España continúa preocupándoles, pero ahora su interés se centra en la renovación espiritual del país. Se sienten atraídos por descubrir el alma nacional, la esencia del país. Se produce así la interiorización del problema de España, la proclamación de lo castizo y un subjetivismo que, unido a las corrientes filosóficas en boga (existencialistas, vitalistas…), originan una respuesta personal.

            Debemos recordar que en la actualidad no se acepta de forma unánime la Generación del 98 como una corriente literaria diferenciada del Modernismo y, por otra parte, la crítica no está completamente de acuerdo en los escritores que la forman. A este respecto, Pedro Salinas aplicó al 98 los criterios que estableció Petersen para poder hablar de “generación literaria”:
-         Nacimiento en años poco distantes: once años separan al más viejo, Unamuno, y al más joven, Machado.
-         Formación intelectual semejante: la mayoría son autodidactas.
-         Relaciones personales: Baroja, Azorín y Maeztu establecieron contactos tempranos con Unamuno y Valle Inclán.
-         Participación en actos colectivos propios: visita a la tumba de Larra, protesta por la concesión del premio Nobel a Echegaray en 1905 (para ellos simbolizaba la España pasada).
-         Un acontecimiento generacional que aúna sus voluntades: fue el desastre del 98, fecha que les ha dado nombre.
-         Presencia de un “guía”: podemos considerar guías del grupo a Nietzsche y a Schopenhauer.
-         Un lenguaje generacional distinto al de la generación anterior.
-         Anquilosamiento de la generación anterior: Ya no aportan nada decisivo Pereda, Valera, Galdós o Pardo Bazán y Clarín.

            En cuanto a las características principales de este grupo podemos señalar las siguientes:
-         Adquieren relieve las preocupaciones existenciales y religiosas, interrogantes sobre el sentido de la vida, el destino del hombre, la existencia de Dios, etc. Esto ha hecho que se les haya considerado precursores del existencialismo. Las distintas actitudes ante estos temas difieren entre unos autores y otros: angustia y obsesión por el deseo de inmortalidad en Unamuno, preocupación por la caducidad de lo terrenal en Azorín o incredulidad religiosa en Baroja.
-         El tema de España se enfocará de forma subjetiva e individualista, pero todos tienen la misma intención: descubrir el alma de España por medio de:
·        El paisaje se sublima y se convierte en el símbolo del alma española. Su descripción es poética y expresa la emoción que siente quien lo contempla.
·        La historia, pero no la de los grandes acontecimientos bélicos o poéticos, sino la del hombre anónimo, la intrahistoria.
·        La literatura, volviendo a autores medievales como Berceo, Rojas o Manrique, y a los clásicos olvidados, como Góngora o Gracián, en busca del idioma. Muestran especial interés por el Quijote, obra en la que ven reflejadas las conductas de los españoles.
-         El amor a España se une a un deseo de europeización, muy vivo en su juventud. Ser europeo es estar abierto a las corrientes modernas del pensamiento y vivir en un espacio ancho y sin fronteras. Pero el amor a España les lleva también a profundizar en el conocimiento de lo español.

            Con respecto al estilo, es característico de la generación del 98 el rechazo de la expresión retoricista y grandilocuente y la defensa de la sencillez y la claridad, pero sin perder fuerza expresiva.
            Tienden a la precisión léxica, a la elección de la palabra justa, precisa para el momento y el concepto adecuado, buscando a veces vocablos que resulten extraños por su sabor local o arcaizante (palabras tradicionales y terruñeras).
            Es un léxico impregnado de valoraciones subjetivas que desvelan sus sentimientos íntimos. En cuanto a la sintaxis, evitan las oraciones excesivamente complejas por esa tendencia a la sencillez; abundan las simples o, en todo caso, la yuxtaposición.
            Se produce una importante innovación en los géneros literarios: en el 98 se configura el ensayo moderno; se renueva profundamente la novela; el teatro, sin embargo, no conseguirá cambiar como los demás géneros. 

jueves, 19 de marzo de 2015

Miguel Hernández y la naturaleza




            Al hablar de la relación entre Miguel Hernández y la naturaleza, la crítica coincide en afirmar que entre el poeta y la naturaleza se produce una fusión: primero como un ser cósmico, telúrico y posteriormente, a partir de Viento del pueblo, como un ser social.
            Ferris afirma que “la naturaleza es la escuela de Miguel Hernández”. Los primeros años del poeta están ligados a ella. Nace en una vivienda rústica, hoy desaparecida, en el marco de una población rural, perteneciente a la Vega Baja y rica en cultivos. El espacio limitado y el aumento de la familia obligan al traslado a la casa en la que hoy se ubica la Casa Museo. En ella encontramos un patio con un pozo, establos para los animales (su padre era tratante de ganado), que el poeta sacaba a pastar, y desde esa vivienda observaba el poeta la Sierra de la Muela. Estos son los primeros contactos con una naturaleza a la que se ve vinculada su infancia. Es una naturaleza viva, que le va a proporcionar el conocimiento de la vida: el paso del tiempo, el cambio de las estaciones, los nombres de animales y plantas, el nacimiento y la muerte de los seres vivos.
            En estos primeros años asiste al colegio de Nuestra Señora de Monserrate y posteriormente a las Escuelas del Ave María, a la que asistían los niños pobres y dependientes del Colegio de Santo Domingo de los jesuitas. Deja de asistir al colegio y empieza a leer a los clásicos (Virgilio, Horacio, Garcilaso, Góngora,…) en la llamada “Cueva Forat”.
            A los quince años comienza a escribir sus primeros versos. Estamos ante una poesía sensorial y cotidiana, pues el poeta convierte en materia poética la realidad circundante, local y sin universalidad. Son poemas-ensayos escritos con mucho entusiasmo y fruto de sus grandes dotes de observación; poemas inmaduros dada la formación autodidacta del poeta. Ahora sus lecturas están guiadas por el canónigo Almarcha y su amigo Carlos Fenol, y accede a ellas a través de la biblioteca de Orihuela. Zorrilla, Campoamor, Bécquer, Espronceda y Rubén Darío son ahora sus modelos a imitar. Miguel Hernández reconoce que sus versos adolescentes están creados con muchas lecturas que imita e incluso copia. El Poema oriental es una imitación de la Sonatina de Rubén Darío: el mismo número de estrofas, la temática, el vocabulario y el escapismo modernista. Federico Balart le aporta el uso del dodecasílabo y los paisajes locales y Salvador Rueda, los paisajes coloristas: el azul del cielo oriolano, el verde de la vegetación y, sobre todo, el amarillo, asociado al símbolo del limón, que será fundamental en sus primeros versos para expresar la amargura y que serena su estridencia en Perito en lunas y en El rayo que no cesa.
            Así en los versos de Miguel Hernández van apareciendo el huerto, descrito de forma minuciosa y casi realista; la palmera, que irá desde la referencia al paisaje levantino a las connotaciones eróticas de Perito en lunas; la higuera, que es un símbolo fálico; el limonero, del que afirma que le influyó más que ningún poeta; la luna, símbolo de la fecundidad; la flora, nardos, azucenas, claveles, rosas; la fauna, oveja, toro, ruiseñor, gallo, expresión de la pasión amorosa; el agua, el río Segura y el Mediterráneo, que en palabras de Leopoldo de Luis, refleja su levantismo; la lluvia, vinculada a la sangre, acompañada a veces de truenos (como en la Elegía primera a Federico García Lorca), de rayos, símbolo de amor trágico en El rayo que no cesa y en tormentas, como en la Elegía a Ramón Sijé; el viento que anticipa los valores de paz y libertad de Viento del pueblo; el sol, motor de la vida; los bueyes, que nos hablarán de la labor de arar la tierra y, en su etapa comprometida, de un pueblo manso; la siega y las espigas, que son una reivindicación del trabajo campesino, y la tierra, elemento básico que nos habla del inicio del hombre, nacido del barro (“Me llamo barro aunque Miguel me llame”). La tierra es madre, es fecundidad y seno de muerte, es un motivo primigenio que cruza su obra. Desde el primer poema que publica (Pastoril) hasta los poemas finales, Miguel Hernández se acerca a la naturaleza para convertirla en materia poética.
            La naturaleza está también presente en su teatro y en su prosa, en sus dramas El labrador de más aire e Hijos de la piedra y en un artículo publicado en La verdad y que lleva por título Momento campesino.

            El motivo de la naturaleza se acompaña de un léxico con algunos regionalismos (no fonéticos), la polisemia, los cultismos que aprende de los clásicos, y los neologismos. Miguel Hernández se caracteriza por un rebuscamiento léxico que conduce al hermetismo poético. Consciente de su rusticidad (y así se lo reconoce a Juan Ramón Jiménez), sabe que la única manera de escribir poesía es con este rebuscamiento. Estilísticamente utiliza imágenes muy variadas y visuales, preferentemente metáforas, que nacen de forma innata del poeta y serán cada vez más elaboradas. Son prácticamente el único recurso que utiliza para crear su propio mundo, basado en lo material y lo humilde. Y todo ello, en versos que van desde el bisílabo hasta el alejandrino y en estrofas variadas como el romance, la redondilla, la octava o el soneto. Y aunque la crítica afirma que hay un desgarrón entre el paisaje y el hombre en Perito en lunas, los elementos naturales no abandonan los versos del poeta.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Salvador Jacinto Polo de Medina



(Apuntes para 3º de ESO)

Le suponemos nacido en Murcia el 15 de agosto de 1603.
Durante su juventud, Polo de Medina asiste a un florecimiento de las letras murcianas casi exclusivamente representado por la figura de Francisco de Cascales (1563-1642), que es también su maestro.
El autor decidió ser sacerdote y le encontramos en el Seminario Mayor de San Fulgencio de Murcia, donde encuentra la férula rígida de su preceptor Francisco de Cascales, que pondría en sus manos las mejores obras de la época clásica y los libros de los poetas y escritores de aquel momento.
A los 27 años consigue imprimir en Madrid Academias del jardín, publicada con elogios de Montalbán y de Solís, discípulo de Lope de Vega. Es su primer libro y se trata de una miscelánea de versos propios y ajenos y una crítica literaria y social. Su estructura responde a la reunión de personas para pasar el tiempo, estructura y tradición que parte de la obra de Boccaccio El Decamerón. En efecto, la obra de Medina supone la descripción de unas academias o reuniones de poetas y hombres aficionados a la literatura y las artes, celebradas en el palacio de Espinardo o en sus jardines.
Algunos versos de Academias del jardín son “Las canas son flores del seso” o “Nadie sabe decirse verdades a sí mismo”.
A los 31 años tiene ya publicados Academia de jardín, Ocios de Soledad (en el que queda patente su culteranismo) y Fábula de Apolo y Dafne, aparte de otros poemas. Cuando tiene 34 años publica El buen humor de las musas.
Ejemplo de esta última obra es el epigrama XII:
Entré, Lauro, en tu jardín
Y vi una dama o lucero
Y una vieja, o cancerbero,
Que era su guardia y mastín.
Es todo tan excelente,
Que me pareció el vergel
Que Adán perdió, viendo en él
Fruta, flor Eva y serpiente.

Polo de Medina no quiso que aparecieran algunos divertimentos con su propio nombre ya que estaba a punto de ser nombrado rector del Seminario de San Fulgencio donde había cursado sus estudios. Quizá este cambio de situación le empujase a escribir la obra, moralizante y seria, Gobierno moral a Lelio (1857). Se trata de una exposición de consejos sobre la prudencia humana donde se recomienda la aurea mediocritas (el intento de alcanzar un punto medio, un estado ideal con la justa medida de exceso y virtud) como el estado mejor.
En 1664 vio recogidas sus principales obras en un libro publicado en Zaragoza, Obras en prosa y en verso de Salvador Jacinto Polo de Medina, natural de la ciudad de Murcia, recogidas por un aficionado suyo. Lo imprime Diego Dormir a costa de Tomás Cabezas, mercader de libros.
Polo de Medina es un admirador de Lope de Vega y un decidido quevedista (en prosa escribió Viaje de este mundo al otro, de 1636, que es un sueño inspirado en los de Quevedo, aunque con un tono de menor amargura). Como lírico se adscribe a la estética del culteranismo. Destacó como poeta festivo, con sus Epigramas y Fábulas. Cultivó también la parodia de temas mitológicos, a la manera de Luis de Góngora (un ejemplo lo encontramos en Fábulas burlescas de Apolo y Dafne y de Pan y Siringa).
En prosa escribió, además de Viaje de este mundo al otro, la obra Hospital de incurables.
Murió en Alcantarilla (Murcia) en 1676.

jueves, 12 de marzo de 2015

“Castilla” de Azorín




            José Martínez Ruiz, Azorín (1873-1967), nació en Monóvar (Alicante). Realizó sus primeros estudios en Yecla y Valencia, aunque pronto se trasladó a Madrid, donde comenzó a publicar en prensa, una actividad que nunca abandonaría. Aunque estudió Derecho en las universidades de Valencia, Granada y Salamanca, no ejerció esa carrera.
            Participó en política y llegó a ser diputado y subsecretario de Instrucción Pública. Sin embargo su trayectoria fue oscilante, ya que del radicalismo revolucionario de su juventud evolucionó pronto hacia posturas netamente conservadoras.
            A partir de 1902 se convierte progresivamente en un escritor maduro. En esta época crea al personaje Antonio Azorín, que irá adquiriendo tintes biográficos, hasta que su apellido se convierta en el seudónimo definitivo del escritor.
            Azorín cultivó varios géneros: crítica literaria, novela, ensayo, teatro,…, y todos ellos concebidos de una manera peculiar.
            Todas sus novelas tienen el mismo soporte argumental. Son una serie de notas vivaces e inconexas con predominio absoluto de la descripción sobre la acción. Al género narrativo pertenecen por ejemplo La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) o Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
            Escribió también pequeñas narraciones, algunas de las cuales forman parte de volúmenes de cuentos, como Bohemia (1897), Blanco en azul (1929) o Cavilar o contar (1942). Otras se incorporan en forma de capítulo a sus libros de ensayo como Castilla o Los pueblos. Su labor como crítico también queda recogida en obras como Clásicos y modernos o Al margen de los clásicos.
            En cambio, su obra dramática no alcanzó el éxito esperado. La mayoría de sus obras no llegaron a representarse. Azorín intentó introducir elementos fuera de lo común, muy cercanos al surrealismo. Algunos títulos que podemos destacar son Brandy, mucho brandy, Old Spain y Lo invisible.
            En 1924 fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua Española.
            Vivió algunas temporadas en Francia (entre otras, durante la guerra civil) y murió en Madrid.

            La obra de la que nos ocupamos, Castilla, fue publicada en 1912 en Madrid, en la imprenta de la Revista de Archivos. Se la considera un breve ensayo-cuento periodístico en el que se medita sobre el paisaje en busca de la expresión del espíritu nacional.
            Al año siguiente de su publicación, Azorín recibió un homenaje en Aranjuez. Tras la calurosa acogida de la crítica, el libro se editó varias veces en América y España. Se tradujo al francés, se publicó como homenaje en el Instituto de la Cultura Hispánica, y sus capítulos serán los más recogidos en las antologías que se realicen del autor.
            En cuanto a la estructura, Castilla está formada por catorce artículos breves que muestran, en una primera impresión, una notable variedad temática. Sin embargo, ya en el prólogo, Azorín afirma que la intención de la obra es “aprisionar una partícula del espíritu de Castilla”, por lo que la obra tiene así cierta coherencia y unidad.
            Estos catorce trabajos se pueden dividir además en cuatro grupos:
a)      Artículos I-IV (Los ferrocarriles; El primer ferrocarril castellano; Ventas, posadas y fondos; Los toros). Son ensayos costumbristas-historicos basados en la estructura de los libros de viajes, aunque sin viajero protagonista. El tema principal es la dialéctica entre España y Europa, en relación con el progreso. Los viajeros españoles ven el ferrocarril europeo; los extranjeros vienen a construir el español; los españoles no se deciden a hacer los ferrocarriles con el ancho de la vía de los europeos; la rudeza de los españoles menosprecia el refinamiento de comodidad doméstica, que los ingleses llaman confort; en los toros se marca aún más el indigenismo español,…
b)      Artículos V-VII (Una ciudad y un balcón; La catedral; El mar). El tema principal que los une es la meditación sobre el tiempo y la contemplación del paisaje. Los tres manifiestan un claro aire poético. En los tres encontramos una única sensación que domina a todas las demás y que se manifiesta por una frase-estribillo:
-         En Una ciudad y un balcón es el lema garcilasiano “No me podrán quitar el dolorido sentir”, que abre y cierra el texto.
-         En La catedral es una serie de adjetivos que se repiten: fina, frágil, sensitiva.
-         En El mar es una frase: “No se puede ver el mar”
Esta única sensación de cada texto se ve desde un personaje anónimo que viene a ser el “yo” del poeta y que se sitúa en un lugar alto desde donde se vigila el espacio y el tiempo.
c)      Artículos VIII-XI (Las nubes; Lo fatal; La fragancia del vaso; Cerrera, cerrera). Son recreaciones de obras literarias clásicas, en las que Azorín cambia el final y estudia el tema personal de los protagonistas. En Las nubes continúa La Celestina, cambiando radicalmente su desenlace. Lo fatal continúa el Lazarillo con un final posible, pero poco probable. La fragancia del vaso continúa La ilustre fregona, con un final posible y bastante probable. Cerrera, cerrera continúa La tía fingida.
d)      Artículos XII-XIV (Una flauta en la noche; Una lucecita roja; La casa cerrada). Son cuentos melancólicos de personajes inventados, pero de ambiente castellano, en los que destaca la huella del paso del tiempo en el hombre. La técnica empleada en los dos primeros es la misma que en Una ciudad y un balcón: el estudio sucesivo de un individuo o una familia en distintas fechas. En La casa cerrada el paso del tiempo se ve desde el presente ya que son recuerdos de un ciego al volver a la casa donde vivió sus mejores días.

Temas

            Los principales temas que podemos desarrollar en Castilla son cinco: el tiempo, la presencia de la muerte, los primores de lo vulgar, España y su paisaje y los clásicos.
            El tiempo es el verdadero protagonista, no solo de esta obra, sino de todas las novelas, ensayos y obras de teatro de Azorín, así como de los demás miembros de su generación: aparece en la poesía de Machado, en la angustia de Unamuno, en Baroja,… pero en ninguno con el carácter obsesivo ni con la variedad de matices que veremos en Azorín.
            El autor tiene una conciencia dolorosa del tiempo, quizás por su aguda sensibilidad para percibir el tránsito de las cosas hacia la nada, su irremediable fugacidad. Toda su obra se halla impregnada de nostalgia, el recuerdo melancólico de lo que desapareció para siempre, hombres, ciudades, hechos: “Del pasado dichoso solo podemos conservar el recuerdo; es decir, la fragancia del vaso”.
            En sus obras lucha contra el tiempo, intenta plasmar con todo detalle las pequeñas realidades para aprehenderlas en una eternidad estática. Azorín triunfa así sobre la fugacidad del tiempo, perpetúa lo momentáneo. Como afirma Ortega y Gasset, Azorín anula el movimiento en el que se desgasta la vida; así para salvar el mundo que camina hacia la destrucción, lo “petrifica estéticamente”:
            “El arte de Azorín consiste en suspender el movimiento de las cosas haciendo que la postura en que las sorprende se perpetúe indefinidamente como un perenne eco sentimental. De ese modo, lo pasado no pasa totalmente. De ese modo se desvirtúa el poder corruptor del tiempo. Se trata, pues, de un artificio análogo al de la pintura”.
            Junto a la idea de la inevitable caducidad de lo terreno, hallamos, expresada con la misma insistencia, la de su absoluta inmutabilidad. Desaparecen los hombres, pero permanece lo humano. Lo individual es perecedero, pero hay también una realidad universal que al ser eterna enlaza el pasado con el presente y el presente con el futuro. Pues bien, lo que hace Azorín es buscar esa realidad inalterable, no en lo grandioso, sino en los menudos hechos de la vida cotidiana, que, al repetirse incesantemente, aseguran la continuidad de lo humano.
            Esta idea enlaza con el carácter reiterativo de las vivencias humanas y con las teorías del “eterno retorno” de Nietzsche. La vida es un ciclo que se repite indefinidamente, y esa vuelta lleva implícita la variación. Al sentir la vuelta de las cosas a través del tiempo, siempre hay algo que cambia y algo que permanece. En Castilla, para formular este pensamiento, utiliza las nubes como símbolo: “Vivir es “ver volver”. Es ver volver todo un retorno, perdurable, eterno; ver volver todo –angustias, alegrías, esperanzas- como esas nubes fugaces e inmutables”.
            Lo que más atormenta a Azorin y lo que le une a otros miembros de su generación es la obsesiva conciencia de la falta de finalidad. Así, el Calixto de Las nubes llega a la conclusión de que “nuestro ser y todas las cosas corren hacia la nada”.
            La asociación de ruinas con el tiempo, la muerte y el desengaño es idéntica a la de los escritores barrocos, pero en Azorín hay un elemento novedoso: junto a las ruinas aparecen árboles, imagen de la esperanza. Los chopos simbolizan el flujo interminable, inagotable de la vida. Junto a la muerte encarnada en las piedras del palacio, los chopos emanan vida; podrán morir, pero surgirán otros, que escaparán a la muerte y al tiempo.

            En cuanto a la presencia de la muerte, otro de los temas que obsesiona a Azorín, muy en relación con el paso del tiempo, es el de la muerte. La reiteración de este tema es una muestra de simbolismo decadentista. No obedece a un decadentismo moral, sino existencial; es decir, el hombre frente a lo imponderable, su lucha agónica y la aceptación de su trágico destino.
            Aunque la muerte tiene un alcance universal, aparece ligada más estrechamente a nuestros viejos pueblos. La vida en ellos es más lenta, y paradójicamente, se percibe con mayor intensidad el tránsito hacia la aniquilación.

            Por otra parte encontramos los primores de lo vulgar. Como hemos dicho, Azorín busca la permanencia en los pequeños hechos de la vida cotidiana. Prescinde de los grandes hechos para posar sus ojos en los pequeños detalles. Y es a esta predilección por el arte miniaturista a lo que llama Ortega y Gasset “primores de lo vulgar”.
            Para expresar la realidad vulgar de los pueblos, de sus tipos, de sus costumbres, Azorín realiza dos procesos:
-         Analiza en todos sus detalles lo real.
-         Recompone idealmente esas notas, de modo que brota otra realidad correlativa a la primera, aunque más sólida y consistente, perdurable.
            Con Azorín los objetos toman protagonismo; parecen animados de una vida propia, poseen un enorme poder para sugerir estados de ánimo; son capaces de producir emociones diferentes y de suscitar todo tipo de sentimientos.
            Sin embargo, las cosas que Azorín describe no pertenecen a una realidad concreta, ni son captadas por los sentidos; esos pueblos, ciudades, paisajes de España son imágenes encontradas en otros textos escritos. De ahí que Azorín pasa de pintar “cosas” a pintar “su idea” de las cosas.

            España y su paisaje es un eje esencial en los autores de la Generación del 98 y en Castilla porque a través del paisaje se pretende recoger el espíritu de Castilla y la sensación de poder del tiempo. Hay que tener en cuenta que Castilla llevó a cabo la unificación de España y se puso a la cabeza de la monarquía española. Así, cuando Azorín y los demás miembros de la generación hablan de Castilla se refieren, por metonimia, a España, a esa España castiza que hay que recuperar.
            En la visión de España que tenían estos escritores podemos observar dos épocas:
            - En la primera etapa estos escritores se sienten unidos por una inquietud común: reconstruir España. Para ello examinan el estado de la patria, indagan las causas de su decadencia, proponen remedios para sus males. En esta primera época se produce un violento ataque a la tradición.
            - La segunda etapa surge del fracaso de los propósitos reformistas. Los escritores no han sido capaces de cambiar el país y deciden centrarse estrictamente en lo literario, en la contemplación. Esta contemplación se realiza a través de su historia, su literatura y su paisaje. Hay que comprender y valorar el pasado nacional y así profundizar en la tradición cultural española.
            A esta segunda etapa pertenece Castilla. Azorín mira a España desde su obsesión por el tiempo, por la fugacidad de la vida, con el deseo de fijar en el recuerdo las cosas que pasaron. Revive el pasado, con sus viejos hidalgos, con sus catedrales y sus castillos, sus ciudades y sus pueblos, por cuyas calles transitan Fray Luis o Celestina o el Lazarillo… Realiza un incesante esfuerzo por encontrar la esencia de España en su historia, o mejor en su intrahistoria porque, aun sin emplear ese término, Azorín coincide con Unamuno en su interés por esos aspectos cotidianos, sencillos y profundos del pasado: “Los grandes hechos son una cosa y los menudos hechos son otra. Se historian los primeros, se desdeñan los segundos. Y los segundos forman la sutil trama de la vida cotidiana”.
            Azorín ha dedicado multitud de libros a analizar el alma de España y, dentro de esta, la tradición y el alma de Castilla, vistas a través de sus tipos humanos, de sus clásicos, de su historia… Frente a todos ellos adopta esa actitud lírica que ha hecho que Ortega lo definiese como un “sensitivo de la historia”. Así se sitúa también frente al paisaje mostrando la profunda belleza de la inmensa llanura castellana.
            Su técnica es la de un pintor impresionista, que capta la luz y el color y que encuentra relaciones entre la realidad física y la espiritual. Mira el paisaje con ojos entrecerrados, proyectando sobre lo que ve su sensibilidad melancólica. “El paisaje somos nosotros; el paisaje es nuestro espíritu, sus melancolías, sus placideces, sus anhelos”. En estas palabras se ve de una manera clara el subjetivismo de Azorín, la identificación de paisaje y alma que se refleja en sus obras.
            Dos son los paisajes entre los que se reparte fundamentalmente su atención:
-         La vida andaluza: frente a las yermas estepas castellanas Azorín descubre en Andalucía un paisaje suave, claro y plácido, pero ensombrecido por la tragedia de sus gentes. Tiene bellas evocaciones del ambiente y la fragancia de ciudades andaluzas como Sevilla. Sin embargo, se hace eco repetidamente de la pobreza y la desolación que reina en sus pueblos y en sus campos. El labriego aparece triste, silencioso, resignado en su miseria. La vida se presenta monótona, gris, opaca.
-         El paisaje castellano: Castilla es España, a ella van unidas sus reflexiones críticas en torno al ser de España y su meditación sobre el tiempo. Son esos paisajes castellanos, las viejas ciudades y pueblos castellanos, con sus callejas estrechas, sus caserones vetustos y sus ancianas vestidas de negro, los que parecen invitar a Azorín a meditar sobre el tiempo y la eternidad; a través de ellos intenta aprehender las raíces últimas de la raza, las tradiciones milenarias, las huellas del pasado.
            Pero, frente a Castilla, frente al paisaje y los pueblos castellanos, encontramos la angustia y el sentido crítico. No todo es belleza, bondad en la vida tradicional del campo, de los pueblos españoles. Hay también atraso, miseria, dolor, ignorancia, merecedores de queja y de condena. Los personajes que encarnan para Azorín la Castilla en decadencia son el hidalgo, que encubre su pobreza con el honor, el pícaro, el galeote y el mendigo. El labriego, el hombre sentado en su balcón, el estudiante de la universidad de Salamanca… todos los personajes que aparecen en Castilla, simbolizan el “escepticismo desolado” de los miembros de su generación.
            El tema de España se enfoca, de esta manera, con tintes subjetivos. Azorín proyecta sobre sus personajes (sobre la realidad española) los anhelos y las angustias existenciales propias de su generación.

            Otro de los temas es el de los clásicos en Azorín. Es uno de los temas que aparecen en Castilla y en otras obras, el de la literatura inspirada en lecturas pasadas por un filtro sentimental e ideológico, que le dan la historia, los hechos y el argumento. Algunas son lecturas que tienen un valor o significado especial para Azorín: la Celestina, el Lazarillo, etc.
            Azorín es el miembro de la generación del 98 que más ha potenciado a los clásicos. Su intención es traer ante el público el valor de los clásicos olvidados. El autor opta por indagar en el espíritu español a través de la literatura, pero al mismo tiempo nunca deja de insistir en lo que para él es quizás el problema histórico de más trascendencia: la decadencia de Castilla, encarnada en el hidalgo, que encubre su pobreza con honor, en el pícaro, en el mendigo…
            La obra preferida por Azorín en la literatura medieval es El libro de buen amor por su descripción fiel de la vida del siglo XIV y por ser el protagonista un enamorado de la vida y de la acción, como él mismo.
            Igualmente, Azorín siente admiración por la vida y obra de Cervantes y, más específicamente, por el Quijote. A cada paso nos encontramos con artículos sobre el inmortal libro, Azorín insiste en que la filosofía de don Quijote es la del pueblo.
            Azorín no crea, recrea. Elabora directamente desde sus lecturas y desde sus recuerdos. En La catedral cita unos versos de Rubén Darío, en Lo fatal comenta un soneto de Góngora… Otras veces utiliza el argumento de una obra clásica. Así, en Las nubes aparecen Calixto y Melibea, que son personajes de la Celestina, en Lo fatal el hidalgo es el que aparece en el Lazarillo de Tormes; La fragancia del vaso continúa el relato de La ilustre fregona de Cervantes, y Cerrera, cerrera se basa en un capítulo del Quijote.

            En cuanto al estilo de Azorín en Castilla podemos señalar varios puntos:
a)      La técnica impresionista. El objetivo del autor es percibir lo esencial de la vida a través del detalle, de aquello que por ser habitual puede pasar inadvertido. Sin embargo, no lo hace con afán de reunir la mayor cantidad de datos sino que escogerá unos pocos y nos hará ver su profunda significación: “Queremos que un solo detalle dé la sensación de las cosas”.
b)      Intertextualidad. En su obra encontramos una gran cantidad de referencias literarias y de citas de otros textos: escritores costumbristas, guías y libros de viajes, autores y obras medievales (Arcipreste de Hita, Mío Cid), del siglo XVI (Garcilaso, Fray Luis), barrocos (Lope, Góngora) o del siglo XIX (Larra, Mesonero), entre otros.
c)      Sintaxis simple. Predominan las oraciones yuxtapuestas y coordinadas y se evita la subordinación. Las frases son breves, dando lugar a un estilo sencillo, claro y preciso.
d)      Arcaísmos y palabras tradicionales y terruñeras. Son una forma de recuperar el tiempo, de reconstruirlo, trayendo de nuevo a la memoria las antiguas denominaciones: yanta (comida), sobrado (desván), enfoscarse (oscurecer), etc.
e)      Topónimos (nombres de lugares) y antropónimos (nombres de personas) con capacidad de evocar un ambiente o una época con su simple mención: Calisto, Melibea o Cervantes.
f)       Estilo nominal. Con frecuencia el texto se articula a través de yuxtaposición de sintagmas nominales: “Venían aquí a aposentarse caballeros, clérigos, soldados, estudiantes”.
g)      Aposiciones explicativas: “En la noche, junto al mar, es también visión profunda la de los faros: faros que se levantan en la costa, faros construidos sobre un acantilado, faros que surgen…”
h)      Asíndeton (supresión de nexos), que refuerza la fluidez: “Anuncios de coñacs, de jabones, de velas de cera, de quincallería, de vinos”.
i)        Adjetivación. Encontramos enumeraciones bimembres y trimembres que aportan diversos matices descriptivos (colores, texturas, formas, luces…) relacionados con la técnica impresionista.
j)       Uso de los verbos en primera persona del plural, implicando al lector en la mirada del autor y en imperativo, invitando al lector a entrar en la realidad presentada.
k)      Presente histórico. Aparecen en muchas ocasiones verbos en presente que se refieren a acciones pasadas. Con esto Azorín intenta dotar al texto de inmediatez, concediéndole un carácter casi intemporal.
l)        Mecanismos de cohesión léxica, que permiten dotar al conjunto de un sutil juego de interrelaciones:
-         Repeticiones anafóricas: “las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y eternidad. Las nubes son…”
-         Hiponimia: “Al pie de los cipreses se abren las rosas; un denso aroma de jazmines y magnolias embalsaman el aire”.
-         Sinónimos conceptuales y contextuales: “Destruyeron el caserío, arrasaron la muralla, demolieron el templo”.
-         Sustitutos léxicos pronominales: “las nubes son siempre varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y todas las cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas permanecen eternas”.
m)    Símbolos. Azorín utiliza elementos del paisaje para evocar el tema del tiempo:
-         Las nubes, el cielo, el horizonte.
-         Los olores y los sonidos, que le traen recuerdos.
-         El agua. El río representa el paso del tiempo; el mar, la eternidad.
-         Las flores nacen y mueren y simbolizan lo pasajero de la belleza.
-         Los chopos, que reviven el espíritu guerrero.
-         Pero, sobre todo, el paso del tiempo y su imparable avance viene marcado por el sonido de las campanas.

            

martes, 10 de marzo de 2015

Ejercicios para jugar con palabras




1) Rellena la tabla:

LETRA
ANIMALES
OBJETOS
ACCIONES
CUALIDADES
ALIMENTOS
NOMBRES
   P






   F






   Z






   J







2) El siguiente texto es de un escritor llamado Julio Cortázar. Intenta ordenarlo para que tenga sentido:

POR ESCRITO GALLINA UNA
            Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas cosmos el, carajo qué.
                                                                                                

3) A continuación encontrarás diversas locuciones de la lengua. Dibuja al menos dos de ellas:
            - Pobre diablo
            - Muerto de hambre
            - Boca del estómago
            - Alma de cántaro
            - Poner de vuelta y media

4) El siguiente es un texto mutilado. Debes rellenar los huecos para que quede un texto con sentido completo:
            Al atardecer, Andrés salió (……………….) entre unas cajas de cartón (…….). El perro lo miró (………………) un hambre verdaderamente (…………….) los siete perros en el piso.

5) Elige una de las siguientes hipótesis y desarróllala con una breve historia:

-         ¿Qué pasaría si un cocodrilo llamara a tu puerta pidiendo sal?
-         ¿Qué pasaría si se te perdiese la cabeza?
-         ¿Qué pasaría si tu ascensor aterrizara en la luna?
-         ¿Qué pasaría si Madrid se encontrara rodeado por el mar?

6) Francisco es un hombre maniático y cada semana se rige por una letra distinta del abecedario. Intenta organizar tres semanas de su vida, teniendo en cuenta los datos que aparecen en la tabla siguiente:


Todo con P
Todo con M
Todo con S
Su profesión es



Su mayor virtud es



Su programa de televisión  favorito es



Su mayor defecto es



Le gusta comer



Le encantaría comprarse un



Se ha encontrado un







7) Intenta describirte mediante un juego: Si fueras….¿Qué serías?
                                                      
Si fueras un animal
Si fueras alguien famoso
Si fueras música
Si fueras un objeto de la casa
Si fueras un color
Si fueras un trabajo
Si fueras un lugar
Si fueras una habitación

8) Como sabes, hay palabras formadas con siglas. A continuación tienes algunos ejemplos. Sigue el modelo y crea tú otros significados:

            RENFE significa Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, pero podría significar Rogamos Empujen Nuestros Ferrocarriles Estropeados.

            SEAT significa Sociedad Española de Automoción, o también

            ONU significa Organización de Naciones Unidas, o también

            OTAN significa Organización del Tratado del Atlántico Norte, o también