jueves, 29 de diciembre de 2016

Análisis y crítica literaria. Métodos, instrumentos y técnicas (resumen)




            Las obras literarias, como acto de comunicación, tienen como receptor al público (lectores no especializados para quienes se escribe la obra). Dámaso Alonso recordaba: No olvidemos (…) que las obras literarias no han sido escritas para comentaristas o críticos… Las obras literarias han sido escritas para un ser tierno, inocentísimo y profundamente interesante: el lector.
            Pero no siempre es suficiente este acercamiento para penetrar el misterio de la obra literaria, para poder entablar el diálogo profundo con el autor que culmina el proceso de creación. Con frecuencia se hace necesaria la ayuda del lector especializado, del crítico, que se acerca a la obra provisto de los instrumentos teóricos pertinentes para desentrañar ordenada y metódicamente los mecanismos que el autor ha puesto en juego para convertir en obra de arte lo que es un acto de comunicación lingüística.
            La palabra “crítico” deriva del griego “krités”, que significa juez. Su primer paso consistirá en que el crítico pueda reconocer la calidad de una obra literaria para lo que ha de contar con instrumentos adecuados y esto supone la existencia de patrones, normas o modelos absolutos cuya existencia no está admitida por todo el mundo.
            Por otra parte hay que señalar la existencia de poéticas (teorías de literatura). Aun cuando la subjetividad del crítico puede constituir el impulso inicial, su juicio ha de basarse en una teoría determinada porque la mera subjetividad es explicación para el propio lector, nunca una guía para los demás.
            Con respecto al análisis y la crítica literaria podemos señalar que las explicaciones que se han dado para basar los fundamentos de la crítica son esencialmente de tres tipos:
-         Unas ponen el énfasis en el factor genético.
-         Otras renuncian a definir los conceptos, lo que imposibilita la construcción de una teoría.
-         Otras miran el aspecto histórico y niegan la posibilidad de separar explicación de valoración.
            Una suposición frecuente sobre la crítica se basa en su dependencia de las corrientes que prevalecen en la literatura creativa; la crítica sistematiza los supuestos desde los que se escribe en cada momento. La crítica tendría un origen inmanente en la literatura. Pero también se puede argumentar que la crítica literaria surge por la relación que guarda con las teorías científicas y corrientes de pensamiento de cada época.
            Otra tendencia se basa en la idea de Wittgenstein de que el arte debe huir de cualquier definición (tesis de Watson: no es necesario para conocer el romanticismo decir qué es).
            Una tercera corriente que ha impedido el desarrollo de las teorías literarias proviene de la reacción contra el historicismo, que sostiene la imposibilidad de separar la exégesis del significado (interpretación) del juicio de valor (evaluación). El historicismo postula que la interpretación de una obra literaria solo puede hacerse sobre la base del sistema de valores total de la época en que se haya escrito, lo que haría imposible la crítica de obras del pasado, porque nunca se podrán reconstruir con certeza las normas históricas; pero aunque tal reconstrucción fuera posible, el juicio de valor basado en ellas no tendría sentido para el lector moderno.
            La mejor crítica a esta tendencia la realizó Wolfgang Kayser. Según él, el juicio crítico hay que emitirlo en y a través de la interpretación, ya que cada sistema de valoración se basa en una teoría literaria y cada intérprete es hijo de su tiempo.
            Aunque no es fácil, toda teoría literaria debe desarrollar métodos para garantizar que las observaciones y conclusiones del crítico no están mezcladas con sus preferencias personales.
            Los múltiples métodos existentes se pueden resumir en unos cuantos teniendo en cuenta el elemento del acto de comunicación en el que se centra el interés. Los elementos principales que encontramos en todo acto de comunicación son: emisor, receptor, código, mensaje o texto y contexto. Podemos resumir los métodos de análisis en dos:
-         Métodos extra o paratextuales (extrínsecos, eclécticos): El interés se centra en elementos ajenos al texto, aunque íntimamente relacionados con él. Si se fija en el emisor (autor) estamos ante métodos psicológicos (psicoanalíticos) o biográficos. Cuando es el receptor (lector), se emplean métodos sociológicos.
-         Métodos textuales (inmanentes): Cuando el polo de atención gravita sobre el texto estamos ante las teorías textuales, estructuralistas y formales. Especial importancia tiene la Estilística, a la que hay que añadir el Estructuralismo, los métodos semiológicos, la Teoría de la recepción y la Reconstrucción.

Métodos paratextuales

            En este apartado mencionaremos antecedentes (positivismo, historicismo, impresionismo), la literatura y la psicología, así como la literatura y el receptor.
            En cuanto a los antecedentes, la crítica literaria surge a finales del siglo XVIII y se consolida en el XIX. El siglo XVIII es el de las normas rígidas a las que debía ajustarse la obra para ser considerada artística.
            Se puede considerar el positivismo (siglo XIX) como uno de los momentos iniciales de la crítica, y dentro de él a H.Teine. Este parte de la idea de Sainte-Beuve sobre la necesidad de una explicación causal, genética, de los fenómenos psicológicos observados y descritos en relación a un determinado escritor. Las fuentes que originan el estado moral elemental, al que Taine llama “facultad maestra” son tres: la raza, el medio y el momento.
            Frente al positivismo surge una corriente que se centra en hacer acopio de datos objetivos de tipo histórico-filológico. Pueden incluirse aquí los acercamientos a la producción de un autor a través de su biografía.
            Con el fin de siglo encontramos teorías que exaltan la intuición, el inconsciente, el instinto, el vitalismo, etc. Aparecen las corrientes simbolistas e impresionistas. Muchos escritores hacen una crítica totalmente subjetiva en consonancia con el esteticismo.
            En los albores del siglo XX se asistió a una reacción contra el subjetivismo, dando lugar a las principales corrientes críticas de la primera mitad de ese siglo: formalismo ruso, estilística y new criticism.
            Con respecto a la literatura y la psicología, podemos recordar que el acceso a la psicología del autor implica que la literatura tendría la función de servir de vía para desahogar los sentimientos del escritor, eliminando cualquier filtro entre el mundo interior del escritor y su obra. Este psicologismo (ingenuo) dio paso a planteamientos como el análisis de la personalidad del escritor y su relación con los lectores y con los personajes que crea.
            Desde los tiempos de Grecia se consideró al escritor como un hombre con una psicología especial dentro de la comunidad humana.
            En cualquier caso, se parte de la convicción de que el escritor presenta una personalidad que se aparta de la normalidad y se preguntan si esa personalidad se refleja en sus obras.
            Freud consideraba al escritor como un neurótico al que su obra salva del derrumbamiento, pero a la vez le impide llegar a curarse verdaderamente.
            El subconsciente se expresa como un lenguaje y no hay producto lingüístico inmune al trabajo del subconsciente. El lugar de ese trabajo es el lenguaje, no el autor.
            Otros temas estudiados por la psicología es la obra, tipificando a los personajes de ficción (psicología de la obra literaria).
            En cuanto a la literatura y el receptor, habría que hablar del receptor como elemento integrante de lo literario como proceso semiótico (lo que nos lleva a la estética de la recepción).

Teorías textuales

            Se acercan a la obra desde supuestos inmanentistas y en este apartado encontramos al formalismo ruso, el New Criticism y la Estilística.
            El formalismo ruso apareció en el primer tercio del siglo XX, primero en Rusia y después en Checoslovaquia. Los autores de este movimiento fueron Jakobson, Tomachevsky, Schlovskij, Eichenbaum y Propp. Confluyen en él dos círculos, el de Moscú y el de San Petesburgo, con la “Sociedad para el estudio de la lengua poética”. Desapareció hacia 1930. A partir de 1920, Jakobson forma el Círculo Lingüístico de Praga.
            Los principios básicos del formalismo ruso son principalmente seis:
1)      Propugnan un estudio científico de la literatura. Su objeto es estudiar la “literariedad” (lo que hace que una obra sea literaria: el conjunto de rasgos distintivos del objeto literario, las propiedades universales). Comparaban el lenguaje literario con el lenguaje cotidiano.
2)      Según Jakobson, lo distintivo de la poesía es que en ella una palabra es percibida como una palabra. El lenguaje poético se resiste a la economía. Se formula la teoría del extrañamiento: La lengua literaria produce extrañamiento ante actos y acontecimientos habituales haciendo que la atención se quede en las palabras. Las dificultades para determinar los mecanismos según los cuales se produce el extrañamiento llevó a formular la teoría de la función poética. Esta (que se centra sobre el mensaje) consiste esencialmente en la recurrencia como característica básica del lenguaje literario; lo ya emitido vuelve a aparecer en la misma secuencia. La recurrencia la realiza la función poética proyectando el principio de equivalencia del eje de la selección (paradigmático) sobre el eje de la combinación (sintagmático). Por otra parte encontramos la teoría de los “coupling” o emparejamientos de Levin. El coupling consiste en la colocación de elementos lingüísticos equivalentes o en la utilización de posiciones equivalentes como engaste de elementos fónicos o semánticos equivalentes.
3)      Eichenbaum subraya la ambigüedad significativa como una característica del lenguaje literario. Según Tinianov, la palabra en poesía pertenece a dos planos: el del ritmo y el del significado (desempeñan un papel de selección de las palabras).
4)      El contenido está condicionado por la forma.
5)      La obra literaria es una estructura en la que se pueden descubrir distintas funciones. El análisis consiste en describir los elementos estructurales  y sus respectivas funciones. El método es esencialmente descriptivo y morfológico (el término función se refiere a la relación existente entre los elementos de una estructura).
6)      Su interés principal residía en descubrir la técnica de cómo se construye una historia. Para ello introdujeron muchos elementos técnicos:
A.- La distinción entre argumento y trama (de Tomachevski). La trama es el conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados a lo largo de la obra. Se expone el orden natural, cronológico y causal de los acontecimientos independientemente del modo en que han sido dispuestos en la obra (lo que ha ocurrido efectivamente). El argumento está constituido por los mismos acontecimientos, pero respeta su orden de aparición en la obra y la secuencia de informaciones que nos lo representan (el modo en que el lector se ha enterado de lo que ha sucedido).
b.- La función narrativa. Propp explica que “por función entendemos lo realizado por un personaje determinado desde el punto de vista de su significado para el desarrollo de la historia”.
            El New Criticism se dio en Estados Unidos a finales de los años 30 del siglo XX y en este movimiento aparece T.S. Eliot. Las principales ideas de este autor son las siguientes:
-         La creación poética es un proceso a través del cual el artista escapa a la obsesión de sus emociones y de su personalidad. Es un acto que se apoya en la tradición, la madurez y la reflexión.
-         Se debe estudiar las relaciones existentes entre las partes de un poema y su significado.
-         La teoría del “correlativo objetivo”, por la que la única manera de expresar una emoción en forma artística consiste en hallar un conjunto de objetos, una situación, una cadena de acontecimientos que serán la fórmula de la emoción particular. Es la obra literaria como estructura autónoma.
            Los principios fundamentales del New Criticism son tres:
1)      Exclusión del subjetivismo del crítico. Se postula una crítica ontológica, centrada en la obra en sí, considerada como un mundo autónomo de fuerzas organizadas en el que cada elemento se halla en dependencia funcional con los demás.
2)      El lenguaje literario se caracteriza por ser antilógico. La estructura de un poema está integrada por varios elementos que solo pueden ser interpretados y valorados dentro del contexto al que pertenece.
3)      El proceso crítico se desarrolla en un plano sincrónico, aboliendo toda referencia a las circunstancias históricas de la obra.
            Por otra parte, la Estilística es el estudio del estilo, el modo peculiar en que el lenguaje está plasmado en cada obra.
            Charles Bally explica que es una rama de la Lingüística, cuyo objeto es estudiar “los hechos de expresión del lenguaje organizado desde el punto de vista de su contenido afectivo; es decir, la expresión de los hechos del lenguaje sobre la sensibilidad”.
            Dentro de la Estilística literaria encontramos a Vossler, Spitzer y Dámaso Alonso:
-         Kart Vossler parte de la teoría de Croce que identifica lengua con poesía, al considerar que toda actividad lingüística es acto de creación individual. A la disciplina que estudia el lenguaje como creación teorética individual y artística la llama Estilística. El estudio de la literatura debe ser inmanentista, desde su propio lenguaje.
-         Leo Spitzer formuló los principios básicos de la Estilística, basándose en la teoría del desvío del lenguaje poético. La lengua literaria consiste en un desvío de la lengua estándar. El punto de partida del análisis estilístico es la obra. Cada obra requiere una estrategia distinta que excluye un método único aplicable a cualquier obra literaria. El inicio del análisis es una intuición inicial, ligada a la subjetividad y a la sensibilidad del público.
-         Dámaso Alonso adopta un punto de vista inmanentista. Para llegar a las obras literarias existen tres grados de conocimiento: el del lector (intuición totalizadora), el del crítico (lector excepcional) y conocimiento científico, la Estilística (estilo: lo peculiar).

Crisis del inmanentismo. Poéticas no inmanentistas

            Lo literario no viene definido por la literariedad, sino por el reconocimiento de una modalidad de producción y recepción comunicativa.
            Entre estas poéticas encontraremos las teorías textuales y la pragmática literaria, y la poética de la recepción.
            Con respecto a las primeras, recordemos que la gramática del texto parte del hecho de que los conocimientos sintácticos del hablante no son capaces de explicar por qué hay una determinada sucesión de periodos constituye un enunciado coherente y otra no. En sentido lato, la pragmática ha de entenderse como el estudio de los contextos de producción y recepción. En sentido estricto, la pragmática literaria es una teoría de los actos de habla, considerando al lenguaje como un modo de actividad.
            En este punto debemos hablar de la estructura del texto literario, de la estructura del texto lírico y de la estructura del texto narrativo:
-         Estructura del texto literario: como notas distintivas del texto, en primer lugar encontramos que su extensión no es pertinente. Para Lotean y Pjatigorsky, sería “una formación semiótica singular, cerrada en sí, dotada de un significado y de una función íntegra y no descomponible”. La coherencia implica y presupone una estructura a través de la cual se va desarrollando. Lotean señala que un texto presupone una estructura, un límite espacio-temporal y una jerarquía interna en sus constituyentes.
-         Estructura del texto lírico: el “impulso rítmico” atraviesa todo el poema y constituye su verdadera estructura rítmica. Otros elementos formales son el verso, la rima, las figuras, los tropos, etc. Recordemos también los “coupling” de Levin, esa colocación de elementos lingüísticos equivalentes en posiciones también equivalentes. También aparece la isotopía de Greimas, el conjunto de categorías semánticas redundantes que permiten la lectura uniforme de una historia.
-         Estructura del texto narrativo: hay conceptos muy importantes en narratología, como la distinción entre trama y argumento, el punto de vista o focalización, y la voz y niveles narrativos (polifonía de la enunciación).
            En cuanto a la poética de la recepción, recordemos que Pozuelo estudia los puntos de que se ocupa esta poética: el “uso” como constituyente del carácter literario de un texto, la “competencia literaria”, la “interpretación” o lectura de la obra y la “redefinición” de la historia de la literatura:
-         En cuanto al concepto de “uso”, una obra es literaria cuando una sociedad la acepta como tal.
-         La “competencia literaria” implica la posesión de unas convenciones que el lector actualiza y que son mayoritariamente de índole formal.
-         Otro de los puntos señalados es la interpretación de la obra literaria como un fenómeno de lectura. La recepción tiene una dimensión social de competencia, pero individualmente es un proceso de creación de sentido.
-         Obras que en algún momento han sido consideradas plenamente literarias, en otras épocas no lo son.
            Quizá el mayor interés resida en la distinción entre destinatario y receptor. El destinatario es la persona a quien efectivamente va dirigido el mensaje y que figura en la portada (como el Duque de Béjar en la primera parte del Quijote). El receptor literario es el lector genérico.
            Un concepto importante es el de la “cooperación interpretativa” de Umberto Eco.

            Podemos concluir señalando que en la interpretación de la obra literaria han de integrarse todos los elementos que intervienen en el proceso de comunicación literaria.

martes, 27 de diciembre de 2016

Estudios sobre Cervantes y el Quijote




            En esta entrada señalaremos algunas de las ideas que se han vertido sobre Cervantes y su obra principal, atendiendo a diferentes detalles de los mismos.
            Américo Castro, en El pensamiento de Cervantes (1980) señala que don Quijote es el mayor portador del tema de la realidad oscilante: Como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había oído (primera parte del Quijote, capítulo 2). Un mismo objeto puede ofrecer diferentes apariencias, aunque lo más frecuente sea que él perciba un aspecto de las cosas y nosotros, los lectores, con los demás personajes, otro distinto.
            A veces la vacilación ante la realidad no se produce espontáneamente, sino que es suscitada. La segunda parte del Quijote gira en torno a las aventuras que los demás crean al héroe, aventuras que en la primera parte surgen por sí mismas. Desde fuera de los fenómenos que ocurren, se hace que las cosas presenten una realidad ficticia al lado de la verdadera (por ejemplo, las bodas de Camacho). Intencionalmente se descubre el plano verdadero en que descansaba la ilusoria apariencia un “engaño a los oídos”.
            Cervantes se sirvió del hecho de ser interpretables en forma diferente las cosas que contemplamos: Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa.
            La España de 1600 estaba regida totalmente por la opinión, por las decisiones de la masa opinante, del vulgo irresponsable contra el cual una y otra vez arremete nuestro autor, porque sus decisiones afectaban a si uno era católico o hereje, o si tenía o no honra, o si escribía bien o mal, etc. Frente a esta opinión, monstruosa y avasalladora, Cervantes opuso una visión suya del mundo, fundada en opiniones. En lugar del ES admitido e inapelable, Cervantes organizó una visión de su mundo fundada en pareceres, en circunstancias de vida. En lugar de motivar la existencia de sus figuras desde fuera de ellas, de moldearlas al hilo de la opinión, Cervantes las concibió como un hacerse desde dentro de ellas, y las estructuró como unidades de vida itinerante, que se trazaban su curso a medida que se lo iban buscando.
            Cada observador posee un ángulo de percepción, en función del cual varían representaciones y juicios.
            El mejor pensamiento es el más sosegado (tal como se encuentra en el Persiles, “cuando no se mezcle con error de entendimiento”). El error puede consistir en la falsa interpretación de una realidad física (venta-castillo, molino-gigantes, carneros-ejército, etc.). Sus resultados se sitúan en la gama de lo cómico. Puede también el error consistir en mala interpretación de una realidad moral, las consecuencias de tales errores suelen ser trágicas.
            El error sobre las apariencias físicas supone ser francamente loco. El error moral se aloja fácilmente en quienes pasan por cuerdos.
            Hay un número considerable de personajes que se engañan moralmente. Muchos de ellos ni se equivocan ni aciertan sistemáticamente. Don Quijote está en lo firme más de una vez; Sancho suele desbarrar, pese a su evidente buen sentido.

            Edward C. Riley, en Literatura y vida en el Quijote, señala que el propósito declarado del autor era acabar con las novelas de caballerías.
            El héroe es un hombre que no sabe distinguir entre la vida y la ficción literaria.
            La crítica de las novelas de caballerías se hace de dos maneras: mediante juicios más o menos directos dentro de la ficción, y también mediante la ficción misma. Estas críticas en forma de ficción son casi siempre parodias, y el Quijote es hasta cierto punto una parodia, pero lo extraordinario del libro estriba en que el objeto de esa parodia está contenido dentro de la obra misma, como un ingrediente vital.
            La originalidad de Cervantes reside en hacer que el hidalgo loco las parodie involuntariamente en sus esfuerzos por darles vida, imitando sus hazañas.
            Don Quijote se ocupa ampliamente de sus preparativos. Como un escritor, piensa mucho antes de elegir los nombres. Cuando las condiciones son especialmente favorables, como con motivo de la penitencia en Sierra Morena, presta la mayor atención a los detalles y se preocupa mucho de los efectos.
            La idea de traer el arte a los asuntos del vivir no resultaba extraña.  La lección que se desprendía de la obra de Castiglione era que la vida del perfecto cortesano debía ser una verdadera obra de arte. Desgraciadamente, don Quijote es un mal artista, un artista frustrado. Lleva a cabo una parodia cómica.
            El Quijote es una novela de múltiples perspectivas. Cervantes observa el mundo por él creado desde los puntos de vista de los personajes y del lector en igual medida que desde el punto de vista del autor.
            Cervantes finge, mediante la invención del cronista Benengeli, que su ficción es histórica. En esta historia se insertan ficciones de varias clases.
            Cervantes introduce al público en la ficción. La segunda parte está llena de personajes que han leído la primera y conocen todas las anteriores aventuras de don Quijote y Sancho.
            En la novela de Cervantes, la literatura imaginativa ha actuado sobre la conducta de otras muchas gentes además del héroe. ¿Qué especie de dominio no ejerce la ficción, por ejemplo, en las mentes de los Duques y en todos aquellos que urden para su propia diversión fantásticas y rebuscadas situaciones en que se hallan envueltos don Quijote y Sancho?

            Leo Spitzer en Cervantes, creador expone que Cervantes no conoce a ciencia cierta el nombre de sus protagonistas. Cervantes finge no saberlo o que sus fuentes dan nombres distintos. Estas variaciones no son nada más que vindicaciones de su libertad artística para elegir los detalles de su historia entre infinitas posibilidades.
            En la segunda parte de la novela, cuando el duque y la duquesa piden que se les deje ver las figuras ya históricas de don Quijote y Panza, este último le dice a la duquesa: “… y aquel escudero suyo que anda, o debe andar, en tal historia, a quien llaman Sancho Panza, soy yo, si no es que me trucaron en la cuna; quiero decir que me trucaron en la estampa”. En tales pasajes, Cervantes destruye a propósito la ilusión artística: él, el titiritero, nos deja ver las cuerdas que mueven a sus marionetas, al modo de “mira lector, esto no es vida, sino un escenario, un libro, arte; ¡reconoce el poder que de dar vida tiene el artista como algo aparte de la vida!” Multiplicando sus máscaras (el amigo del prólogo, el historiador árabe, a veces los personajes que le sirven de portavoz), Cervantes no hace sino reforzar más su dominio sobre todo ese cosmos artístico que su novela representa. Y la fuerza de su dominio se ve realzada por la naturaleza misma de los protagonistas: don Quijote es lo que hoy día llamaríamos una personalidad escindida, a veces racional, a veces necia; también Sancho, que en ocasiones no es menos quijotesco que su amo, otras veces es incalculablemente racional. De esta manera el autor hace que le sea posible decidir en qué momento sus personajes se comportarán razonablemente, en qué otro lo harán neciamente (nadie es más imprevisible que un necio que pretenda ser sabio).
            Al empezar su viaje con Sancho, don Quijote le promete un reino en una isla en la que él gobernará, justamente lo que se hacía en los numerosos libros de caballerías. Pero, guiándose por su juicio crítico, don Quijote promete dárselo inmediatamente después de su conquista en vez de esperar a que el escudero se haga viejo. La vertiente quijotesca de Sancho acepta su futuro reino sin poner en duda su posibilidad, pero su naturaleza más realista prevé (y critica) la escena real de la coronación: ¿qué aspecto tendría su rústica esposa, Juana Gutiérrez, con una corona sobre la cabeza? Dos ejemplos de necedad, dos actitudes críticas. Ninguna de ellas corresponde a la actitud del escritor, que se mantiene por encima de las dos personalidades escindidas y de las cuatro actitudes.
            A veces Cervantes ni siquiera decide si las inferencias erróneas que don Quijote saca de lo que ve son o no totalmente absurdas. Este perspectivismo realza la figura del novelista.
            Con esta tolerancia hacia sus personajes, que es también un principio algo maquiavélico de “divide y vencerás”, el autor logra hacerse indispensable para el lector. Al mismo tiempo que en el prólogo Cervantes nos pide una actitud crítica de nuestra parte, nos hace depender aún más de él como guía que nos ayudará a atravesar las intrincaciones psicológicas de la narrativa. Cervantes gobierna imperiosamente sobre su propio ser: él fue quien creía que su ser estaba escindido en una parte crítica y otra ilusionista (desengaño y engaño); pero en este ego barroco él puso orden, si bien precario.
            Muy por encima del cosmos a escala mundial creado por él, en el que se funden centenares de personajes, situaciones, vistas, temas, tramas y subtramas, se halla entronizado el ser de Cervantes, un ser creativo que lo abarca todo, un creador artístico visiblemente omnipresente que graciosamente hace al lector partícipe de su confianza mostrándole la obra de arte en fase de creación, así como las leyes a las que está necesariamente sometida.
            Cervantes se inclina siempre ante la sabiduría suprema de Dios, tal como la encarna las enseñanzas de la Iglesia católica y del orden establecido del Estado y la sociedad.
            Su humor, en el que caben muchos estratos, perspectivas, máscaras de relativización y dialéctica, da testimonio de su alta posición por encima del mundo.

            Cesare Segre en Líneas estructurales del Quijote señala que tenemos un escritor (Cervantes) que inventa un personaje (don Quijote) que inventa al autor (Cide Hamete), que servirá como fuente a la obra del escritor (Cervantes). Y a menudo parece que las acciones de don Quijote están o pueden estar influenciadas por iniciativas del autor Cide Hamete. Esta construcción a lo Borges le permite a Cervantes depositar irónicamente la responsabilidad de lo que se ha narrado en un no creyente (por lo tanto, no merecedor de confianza) y mago (por lo tanto, depositario de noticias inalcanzables para un común mortal). Cide Hamete tiene entonces a su disposición la inmensa distancia entre lo auténtico y lo improbable, mientras el “segundo autor”, Cervantes, puede comportarse bien como narrador irresponsable, bien como crítico que rechaza o limita las afirmaciones de su fuente.
            El Quijote no habla solo de don Quijote y Sancho. Los dos personajes predominan en la atención y en la memoria de los lectores; pero soslayar los muchos capítulos en los que están ausentes significaría falsear la trabazón de la novela y, lo que es más grave, su significado.
            En la segunda parte las intercalaciones son más breves y todas conectadas íntimamente con la trama principal, como ocurre con la narración de doña Rodríguez (capítulo 48) o la inocente escapada de la hija de don Diego (capítulo 49).
            La segunda parte ve por primera vez mucho tiempo separados a don Quijote y Sancho, en todo el episodio de Sancho gobernador (entre los capítulos 44 y 53).
            La historia del caballero y del escudero mantiene su linealidad, que las interpolaciones pueden detener pero no desviar.
            Las interpolaciones tienen un elemento común, el amor, y pertenecen casi exclusivamente al género pastoril o sentimental, excepto la historia del cautivo, que es un relato de aventuras. Tantos amores colman el vacío de sentimientos dejado abierto por el culto totalmente fantástico, cerebral, de don Quijote por Dulcinea.
            Si la novela se desarrolla en dos planos, el de la irrealidad quijotesca y el de la realidad, los personajes de las interpolaciones pertenecen con pleno derecho al plano de la realidad fijado por el autor.
            Las interpolaciones están en la novela, además, para presentar otra realidad: la de la problemática social. A don Quijote, hidalgo pobre y falso caballero, y al labrador Sancho, se aproximan en las interpolaciones personajes de la nobleza, de la propiedad territorial, de la administración, del clero… Si se prescindiera de las interpolaciones, en la primera parte del Quijote el caballero encontraría casi siempre personas de clase social y de instrucción inferiores a él. También por esto las interpolaciones resultaban menos necesarias en la segunda parte, en la que los personajes de alcurnia, como el Duque, monopolizan ampliamente al Caballero de la Triste Figura, y participan de forma determinante en sus aventuras. En la segunda parte la sociedad señorial no necesita ir hacia don Quijote, es don Quijote quien va hacia ella, acepta su hospitalidad y sus condiciones.
            Es significativo que en la segunda parte, mientras la reducción de las interpolaciones le permite a don Quijote una presencia más dominante, la deformación de la realidad no se atribuye ya exclusivamente a la locura del caballero, sino a la fantasía, también cruel, de sus interlocutores.
            El esquema en espiral individualizado en las relaciones entre escritor y personaje, primer autor (Cide Hamete), obra, reaparece aquí en las relaciones entre realidad, verosimilitud, sueño e invención de nuevas realidades. Dos espirales afines que permiten una multiplicación de perspectivas y una disimulada vigilancia.
            La primera parte del Quijote es el relato de cómo el héroe no se ha convertido en un héroe de novelas de caballerías. Pero es también la historia del nacimiento de un héroe de novela: de la novela de Cervantes. El contexto de la segunda parte ha cambiado profundamente por este elemento. Todos los personajes, a partir del protagonista, conocen la existencia de la primera parte de la novela. Las nuevas aventuras de don Quijote, presentadas como verdaderas, están influidas por el conocimiento literario, de las precedentes y asimismo verdaderas. Tenemos así el impacto sobre la vida de dos tipos de libros: los caballerescos (mentirosos), dominantes sobre la inteligencia y sobre la acción de don Quijote, y la novela de Cervantes (verdadera, histórica), que ha popularizado la imagen del caballero, y por lo tanto cambia el ambiente en el que se mueve, y a él mismo.
            Ahora don Quijote está seguro de sí mismo: él es lo que se ha hecho a sí mismo, y es, gracias a la circulación de la novela, un personaje. No ya improvisaciones o caprichos fantásticos. Don Quijote habla y actúa de forma que enriquece y perfecciona los rasgos del personaje, con digna consciencia.
            En la segunda parte hay movimientos lineales hacia delante (por eso la sucesión horizontal de los episodios, que interrumpen pero evidencian las interpolaciones y los escasos ensamblajes) y movimientos de reorganización circular.

            Juan Bautista Avalle-Arce, en Locura e ingenio en don Quijote, cuenta que el autor nos describe las imágenes que se imprimen en el alma de un hombre cuya imaginativa está desarreglada, y es la imaginativa la receptora en el alma de lo que perciben los sentidos.
            En lo que se refiere a los demás personajes del libro, la realidad no oscila. Es una y la misma, aunque a veces violentamente torsionada por la intervención de un loco.
            Avalle-Arce recuerda lo que dice Covarrubias acerca de que vulgarmente llamamos ingenio una fuerza natural de entendimiento, investigadora de lo que por razón y discurso se puede alcanzar en todo género de ciencias, disciplinas, artes liberales y mecánicas, sutilezas, invenciones y engaños.

            Por otra parte, Francisco Márquez Villanueva, en Sancho Panza: tradición y novedad señala que Sancho es buen esposo y padre, feliz a su manera en su vida conyugal, varón respetado y querido por todos los sujetos a su firme mano de patriarca. La cálida vida familiar de Sancho, que comienza por ser exigencia estructural con miras a superar una fórmula técnica, termina por ser amplia y exquisitamente tratada por Cervantes en la primera parte del Quijote. Se ve así en el coloquio con su esposa sobre el casamiento de la hija (capítulo 5), igual que en el intercambio de cartas de ambos cónyuges (en los capítulos 36 y 52 de la segunda parte) o en la seriedad del padre que no tolera bromas con el buen nombre de las mujeres de su familia (capítulo 13 de la segunda parte).
            Con la ínsula se confirma su alcance de crítica social, ya que consiste en un dardo apuntado hacia la limpieza de sangre, incurable y putrefacta llaga.

            Martín de Riquer, en La variedad estilística del Quijote, explica que las cartas que se ve precisado a dictar Sancho Panza son ejemplares por su naturalidad, su gracia y su estilo directo y familiar, pero las superan las de su mujer, Teresa Panza, a la duquesa y a su marido (capítulo 52 de la segunda parte).
            En los pasajes de descripciones de pendencias y riñas, de palizas y tumultos, Cervantes logra transmitir la impresión de movimiento rápido, de desorden y de acumulación de distintas acciones y situaciones de personajes lanzados al desenfreno.
            Los personajes principales que hablan en el Quijote quedan perfectamente individualizados por su modo de hablar. Los casos del vizcaíno, del cabrero y de Sancho entran en una zona humorística, y Cervantes persigue con tales deformaciones idiomáticas suscitar la risa del lector.

            Por último, Ángel Rosemblat, en La primera frase y los niveles lingüísticos del Quijote, señala que Cervantes toma de la lengua popular los tópicos más manidos, los modos adverbiales y frases hechas, y los modifica o acumula, o juega con ellos para obtener un efecto expresivo o humorístico.
            La segunda parte del Quijote contiene solo una salida. El marco de las aventuras se amplía geográficamente.
            En el palacio de los duques los episodios toman dos direcciones que a veces se refieren en capítulos alternados: son los episodios en el castillo y los de Sancho gobernador.



               

viernes, 9 de diciembre de 2016

Poesía española en la segunda mitad del siglo XX (cronología)




            En 1944 Dámaso Alonso publica Hijos de la ira, una obra de corte existencial en verso libre, que tuvo una gran influencia en los poetas jóvenes como Leopoldo Panero, Luis Rosales y Felipe Vivanco. Fue considerada el inicio de la “poesía desarraigada”.
            Luis Rosales publica en 1949 el poema unitario en verso libre La casa encendida. El poeta entremezcla en esta obra lirismo y narración, existencialismo e imaginación.
            En 1950 Blas de Otero publica su segundo poemario, Ángel fieramente humano, en el que se empieza a insinuar la preocupación social. En 1955 publica el poemario Pido la paz y la palabra, obra clave en su evolución, ya que por primera vez sus versos abordan directamente la realidad social y el compromiso político que lo convertirán en uno de los poetas más leídos del momento.
            En 1952 José Hierro publica su poemario Quinta del 42, un libro intimista, en el que comienza la exploración de la vía solidaria.
            Con solo 19 años, Claudio Rodríguez obtiene el premio Adonais en 1953 con el poemario Don de la ebriedad, reflejo de su adolescencia.
            Gabriel Celaya publica en 1955 el poemario Cantos íberos, que ha sido considerada “biblia” de la poesía social. Celaya se integra en la estética del compromiso.
Jaime Gil de Biedma publica en 1959 Compañeros de viaje, su primer poemario importante. Formó parte de la llamada escuela de Barcelona junto con Carlos Barral y José Agustín Goytisolo. A pesar de su escasa obra, es el poeta de la generación de los 50 que más ha influido en las generaciones posteriores. Publicó el Diario de un artista seriamente enfermo (1974) sobre su convalecencia de una tuberculosis. El libro reapareció póstumamente con el título de Retrato del artista en 1956 (1991) en su versión íntegra. En 1975 recoge toda su poesía en Las personas del verbo y declara que da por concluida su carrera como escritor. Sus poemas recrean la biografía del autor, sus experiencias cotidianas y la realidad social (los años del franquismo) en la que vivió. Celebran el hedonismo y las borracheras, cantan a los cuerpos deseados y reflexionan sobre el paso del tiempo. Todo ello con una solvente utilización de registros coloquiales y discursivos introducidos en estructuras métricas impecables.
El debutante Francisco Brines gana en 1959 el premio Adonais con su poemario Las brasas. En su escritura el poeta tiende a un equilibrio clásico y a un tono melancólico, que intenta dominar la angustia ante la muerte mediante la asunción con serenidad de lo inevitable. Recibe influencias de Cernuda, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.
En 1965 Ángel González publica el poemario Palabra sobre palabra. Su obra es una mezcla de intimismo y poesía social. Trata temas cotidianos con un lenguaje coloquial y utilizando la ironía. Los tres temas que se repiten en su obra son el paso del tiempo, el amor y el civismo.
José Ángel Valente publica en 1966 el poemario La memoria y los signos, en el que se presenta una constante en la obra de este poeta: el enfrentamiento hombre-vida, hombre-historia. Ante una época de infamia y desprecio, Valente muestra su fe poética en las palabras.
Pere Gimferrer debuta en 1966 con el poemario Arde el mar, compuesto por quince poemas. Fue uno de los autores incluidos en la antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970), autores que rechazaban la poesía social y el intimismo becqueriano y que apostaban por el esteticismo (con ambientes lujosos y exóticos, en la línea del Modernismo). En 1996 su poemario Mascarada fue recibido con expectación. Contiene referencias coprofágicas y críticas directas al que fue Presidente del Gobierno Felipe González.
Como hemos mencionado, Josep María Castellet publica en 1970 la antología Nueve novísimos poetas españoles, en la que incluye a Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero, Antonio Martínez Carrión, Ana María Moix, Guillermo Carnero, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, José María Álvarez y Vicente Molina Foix. A juicio de Castellet, ellos son los poetas más renovadores de los años 60. Este grupo se caracterizaba por la libertad formal, técnicas como la escritura automática o el collage, la influencia de los medios de comunicación, el humor, la ironía y la exageración.
En 1974 el valenciano Juan Gil-Albert publica el poemario La meta-física. Influyó poderosamente en la lírica posterior. Mezclaba en su poesía lo neoclásico con la expresión autobiográfica.
Luis Antonio de Villena publica en 1981 el poemario Huir del invierno, con el que obtiene el Premio de la Crítica. El título es simbólico y se refiere tanto al real, al frío, como a la vejez, el miedo o la mansedumbre. Huir de estos será buscar el calor, la juventud o el valor.
Luis Alberto de Cuenca publica en 1985 el poemario La caja de plata, que fue Premio de la Crítica. Su poesía es una poesía “transculturalista”, en la que lo trascendental convive con lo cotidiano.
En 1986 Jon Juaristi publica el irónico poemario Diario de un poeta recién cansado, título en el que recuerda la obra de Juan Ramón Jiménez. Cultiva la llamada poesía de la experiencia o “nueva sentimentalidad”.
Leopoldo María Panero publica en 1987 los Poemas del manicomio de Mondragón, en los que aborda su paso por diversos psiquiátricos y su vivencia de la locura. Es una escritura radical y terrible, que utiliza imágenes deslumbrantes y juega con el lenguaje.
Luis García Montero, el poeta más reconocido dentro de la tendencia poética llamada “nueva sentimentalidad”, publica en 1987 su poemario Diario cómplice, en el que se presenta una historia de amor en el escenario de la vida cotidiana. A través de las imágenes que utiliza nos muestra el paso del tiempo y los entresijos de la relación amorosa. Incluye además poemas de corte existencial y moral.
En 1998 José Antonio Muñoz Rojas obtiene el Premio Nacional de Poesía por Objetos perdidos, compuesto por veintiséis poemas en los que aparece una reflexión sobre la vejez, la pérdida y el sentido de la vida. Este poemario es el cierre de una trilogía (junto a Ardiente jinete y Cantos a Rosa).


jueves, 8 de diciembre de 2016

Notas sobre el mester de clerecía: Gonzalo de Berceo. Arcipreste de Hita







SIGLO XIII

OBRAS
 ANÓNIMAS

Libro de Apolonio

Libro de Alexandre

Poema de Fernán González

BERCEO

Milagros de Nuestra Señora



SIGLO XIV

HITA: Libro de Buen Amor


AYALA: Rimado de Palacio

El mester de clerecía en el siglo XIII. Obras anónimas. Berceo

            El vocablo mester proviene del latín ministerium con la significación de “oficio” o “menester”, en tanto que la palabra clerecía significa todo lo referente al mundo de los clérigos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que “clerecía” tenía en aquella época una significación más genérica, ya que se aplicaba no solo a los eclesiásticos o gentes de la Iglesia, sino también a todos los que se dedicaban a escribir.
            Consecuentemente, el Mester de Clerecía fue una escuela poética perfecta, más refinada y de mayor nivel intelectual que la del Mester de Juglaría, movimiento que se desarrolló con anterioridad (siglo XII) y que agrupaba a los juglares, artistas de tipo popular que recorrían aldeas y castillos, recitando composiciones épicas, por ejemplo las hazañas militares de héroes famosos contenidas en los cantares de gesta y otras de tipo lírico y amoroso.
            Podemos recordar las principales diferencias entre el juglar y el trovador:

El juglar no solía ser el autor de las composiciones que recitaba
El trovador solía ser el autor de las composiciones que recitaba
El juglar se inclinaba por los textos épicos
El trovador tenía preferencia por la lírica
El juglar solía ser polifacético, ya que en sus actuaciones incluía recitación, mimo, tercería amorosa, etc.
El trovador solía tener una sola profesión, la del Arte de trovar.
Los juglares eran itinerantes
El trovador estaba en un solo sitio o en una sola Corte.

            Los poetas de clerecía se opusieron a los juglares, intentando realizar un tipo de literatura más culto, y lo consiguieron mediante tres técnicas principalmente: el uso de la cuaderna vía, la ampliación de los temas tratados y el propósito de elevar el lenguaje.
            En la métrica emplearon casi con exclusividad la llamada cuaderna vía, estrofa de cuatro versos alejandrinos, monorrimos y aconsonantados, frente a la métrica irregular y en asonante de los juglares. Este carácter de irregularidad métrica hace que una de las obras cumbres de juglaría, el Cantar de Mío Cid, tenga versos que oscilen entre las 10 y las 20 sílabas.
            Podemos concluir que los juglares no poseyeron un tipo fijo de métrica, mientras que los clérigos sí lo tuvieron (la cuaderna vía)
            Un ejemplo de cuaderna vía sería el siguiente:
Mester traigo hermoso, non es de juglaría,
Mester es sen pecado, ca es de clerecía,
Fablar curso rimado por la cuaderna vía,
A sílabas contadas, ca es gran maestría.
            Debemos señalar que en el verso 3 hay un verbo elíptico (“quiero”). La estrofa pertenece al Libro de Alexandre y es probablemente el primer manifiesto de la literatura en español.
            La anáfora Mester/Mester supone una toma de conciencia: la literatura como oficio.
            Junto con esta primera idea, el adjetivo hermoso nos lleva a la búsqueda de la belleza. Se rechaza la escuela anterior (non es de juglaría).
            Sen pecado debe entenderse en sentido ético o moral. El Arcipreste echaría por tierra este carácter moralizante. Con la expresión es de clerecía se produce el bautizo del movimiento.
            El tercer verso es la confesión de su principal preocupación estilística: el cuidado en la forma métrica, con el instrumento que hay que seguir (la cuaderna vía). Se insiste en la métrica en el cuarto verso.
            En lo que respecta a la temática, los poetas de clerecía ampliaron el campo, tratando asuntos novelescos (en el sentido de imaginación o fantasía), moralizadores y también religiosos, frente a los temas preferentemente épicos o militares del mester de juglaría.
            En el lenguaje, los poetas del mester de clerecía tuvieron un propósito de elevación del nivel y de enriquecimiento, dando entrada a no pocos cultismos y latinismos, frente al léxico más popular, más vulgar, de los juglares.
            El mester de clerecía comienza en el siglo XIII con Berceo y tres obras anónimas: Libro de Apolonio, Libro de Alexandre y Poema de Fernán González.
            El Libro de Apolonio fue escrito a mediados del siglo XIII. Narra la historia del príncipe Apolonio de Tiro.
            El Libro de Alexandre se centra en las hazañas de Alejandro Magno. Esta figura tiene una alta presencia en nuestra literatura de la Edad Media. Era símbolo del conquistador y de la liberalidad (podemos citar al respecto las Coplas de Manrique, en las que al final se compara al padre con este personaje histórico. También aparece en La Celestina).
            El Poema de Fernán González trata sobre las hazañas de este personaje, héroe de la independencia de Castilla frente a León. Es la única obra de clerecía que desarrolla un tema de épica nacional. Temáticamente es libro de juglares, pero por su forma métrica es de cuaderna vía y, por lo tanto, de clerecía.

Berceo

            Estamos ante el primer poeta español de nombre conocido. Su obra abarca un total de trece mil versos. Se trata, por tanto, de un autor prolífico, si lo comparamos con los siete mil versos del Libro de Buen Amor o los dos mil cuatrocientos que forman el total de la obra de Manrique.
            La obra poética de Berceo se divide en dos: las obras hagiográficas (vidas de santos) y las obras marianas (Duelo que fizo la Virgen  y Milagros de Nuestra Señora).
            Las características que podemos señalar en Gonzalo de Berceo son:
-         es un autor que posee escasa originalidad, ya que se inspira en colecciones latinas.
-         De sencillez narrativa
-         Su sentimiento religioso. Aunque debemos señalar que un hispanista, Dutton, pone en duda esta religiosidad de Berceo. Los Milagros tendrían, según este estudioso, una función de propaganda, para atraer fieles a los monasterios.
-         Tuvo sentido del paisaje, que es algo raro en nuestra literatura medieval. El paisaje aparece en el prólogo de los Milagros. Es una naturaleza alegórica, que se refiere en realidad al cielo (en el Marqués de Santillana, por ejemplo, el paisaje es un mero pretexto. En la obra de Hita, el paisaje es inhóspito y funciona como un camino para hacer que caballero y serrana se encuentren).
-         Berceo fue el introductor de la técnica de la comicidad. Lo más curioso de sus técnicas es la desmitificación de la figura del diablo. Otro resorte es el del cura ridiculizado en un plano compasivo.

Siglo XIV

            El desarrollo del mester continúa en el siglo XIV, con el Arcipreste de Hita y Pedro López de Ayala. La obra cumbre de este es el Rimado de Palacio, en cuaderna vía.
            Ayala se asemeja a Hita en su sentido crítico, por ejemplo con frecuentes ataques a la clerecía relajada, a los mercaderes sin escrúpulos, a los usureros. Su estilo grave y sombrío está lejos de la vivacidad y comicidad de Hita.

Datos biográficos y personalidad del Arcipreste

            Se conocen pocos datos de su vida. Se supone que nació a fines del siglo XIII en Alcalá de Henares, basándonos en un verso del Libro de Buen Amor (Fija mucho vos saluda uno que es de Alcalá).
            Su libro mezcla realidad y fantasía. Pudo ser sincero o puede ser uno de los muchos sarcasmos del de Hita. A nivel lingüístico no hay en el libro nada que nos indique la zona en donde nació (algún ejemplo podría ser la utilización del diminutivo   -ico).
            Parece ser cierto que fue sacerdote y que ejerció en Hita (Guadalajara). El título de Arcipreste aludía a los párrocos de ciertas iglesias que tenían preeminencia honorífica sobre los demás párrocos de un determinado territorio eclesiástico. Venía a ser una especie de “jefe” de párrocos.
            Otra suposición de su biografía es que fue encarcelado por orden del cardenal Gil de Albornoz a causa de haber escrito unas coplas duramente satíricas contra la relajación de los clérigos de Talavera. Pero tampoco este dato es seguro.
            La prisión a la que alude en el libro puede simbolizar el mundo, del que quiere escapar para subir al cielo.
            La cárcel ha sido usada en nuestra literatura principalmente en tres sentidos: como prisión, como amor y como mundo. El segundo simbolismo, el amor como encarcelamiento, se alcanza en la obra Cárcel de amor. El tercer sentido (mundo como cárcel) es utilizado por la ascética y la mística, tal como sucede en la Ascensión del Señor de Fray Luis de León, o los deseos de muerte de santa Teresa.
            La fecha de la muerte del Arcipreste de Hita también se ignora. Pudo ser en torno a 1350.
            En cuanto a su personalidad, la crítica también está dividida. Para unos fue un hombre libertino y mujeriego, mientras que para otros fue de costumbres honestas.
            Parece ser que fue un hombre que tuvo una doble cara, una característica que se refleja también en su libro. La llamada “dicotomía vital” (llevar doble vida) es algo muy normal a lo largo de nuestra literatura (en donde tenemos ejemplos como los del Arcipreste de Hita, Lope de Vega, Nicolás Fernández de Moratín, Jacinto Benavente, Pío Baroja o Federico García Lorca).

Introducción a Libro de Buen Amor

            Es la única obra que nos ha dejado el Arcipreste de Hita. Ha llegado hasta nosotros en tres copias manuscritas. En ninguna de ellas aparece el título.
            El hispanista alemán Wolf pensó que el título idóneo era Libro de Buen Amor y su propuesta fue aceptada por Menéndez Pelayo.
            El Arcipreste es uno de los pocos autores que ha conseguido la gloria y la fama con una obra (un ejemplo así lo encontraríamos en Walt Whitman, con Hojas de hierba, y con algo más, Juan Rulfo o Jorge Guillén y su Cántico).
            Hay que señalar un detalle y es la importancia creciente que se da a los títulos en literatura, ya que un título atrayente puede hacer que una obra no demasiado brillante venda más y viceversa. El Monólogo de una mujer fría, de M. Halcón, de 1975, es una novela que se vendió mucho, gracias al título y la portada sugerente con que se publicó. La metáfora y el mito de Miranda es una biografía novelada de los últimos años de Federico García Lorca, que hace especial hincapié en la época en Nueva York. El título parece sugerir más bien un estudio sobre metáforas y figuras literarias.
            El Libro de Buen Amor es un corpus poético de más de siete mil versos y carece de unidad argumental. El único hilo conductor es una autobiografía, posiblemente ficticia, del propio Arcipreste. Esta autobiografía se interrumpe a menudo para dar paso a otros elementos:
1)      Abundantes fábulas y cuentos, tomados en gran medida de Esopo.
2)      Sátiras, como la de “las propiedades que tiene el dinero”.
3)      Reflexiones morales, como el ataque a la muerte.
4)      Episodios alegóricos. El ejemplo máximo es la Batalla de don Carnal y doña Cuaresma.
5)      Poesías líricas: unas religiosas dedicadas a la Virgen, y otras profanas a las serranas.
6)      Numerosas imitaciones o adaptaciones de otros textos, como el Ars Amandi de Ovidio, o la adaptación de una comedia latina anónima del siglo XII (Pamphilus), muy popular en Europa y que sirvió al de Hita para el episodio de los amores de don Melón y doña Endrina.
            En las letras medievales el sentido de la originalidad brillaba por su ausencia, de ahí el trasvase de temas o personajes. Ello significa la inexistencia del sentido de la propiedad intelectual.

            En cuanto a la métrica, al ser el Arcipreste poeta del mester de clerecía, en su obra abunda la cuaderna vía. Pero en los textos líricos y religiosos suele utilizar metros más cortos. En último término, por su humor, agudeza y fuerza poética, el Arcipreste de Hita es uno de los escritores más atractivos de nuestra literatura.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Oraciones compuestas para analizar (3)




-         A la hora de la verdad habrá muchos que te darán con la puerta en las narices.
-         Adivina quién viene a comer mañana con nosotros.
-         Ahora te toca a ti echar las cartas.
-         Alcanzó tal velocidad que se salió de la pista.
-         Andar después de cenar es saludable.
-         Antes de jugar tenemos que leer las reglas del juego.
-         Antes de venir al pueblo, mi madre me dio dinero.
-         Aprende como si fueras a vivir para siempre.
-         Aunque me ha enviado un par de mensajes, yo aún no le he contestado.
-         Coloca con cuidado este plato sobre la mesa, sin darle ningún golpe por el camino.
-         Comenzó a llover y nos refugiamos en una cueva que encontramos.
-         Como quiero ir de viaje, estoy ahorrando.
-         ¿Cómo se llaman los órganos con que vuelan las aves?
-         Confiamos en que gane la carrera.
-         Conseguir lo que uno desea no es siempre lo mejor.
-         Cuando le preguntan algo en clase, no da pie con bola.
-         Dame dinero para ir al cine, por favor.
-         Después de casi una hora caminando divisamos una casa que se podía distinguir a lo lejos.
-         Dicen que romper un espejo da mala suerte.
-         Dile al camarero que no eche vinagre en la ensalada.
-         Dimos un rodeo para llegar al aparcamiento de los camiones.
-         Divide y vencerás.
-         Dos averías eléctricas dejaron bloqueadas varias atracciones del parque de Madrid y sembraron el miedo entre los visitantes.
-         Echa a correr que nos calamos.
-         El carnario es el lugar donde se conserva fresca la carne.
-         El hombre es un animal que hace herramientas.
-         El hombre que vive sueña lo que es hasta despertar.
-         El ministro presentó su plan para sanear la economía del país.
-         El mundo depende del petróleo, aunque es muy contaminante.
-         El niño no come porque no quiere.
-         El pueblo donde pasé mi infancia está ahora abandonado.
-         El rey juró vengar el crimen que se había cometido.
-         El río Nilo es más largo, pero el Amazonas tiene más caudal.
-         El tacaño nunca encuentra motivo para prestar su ayuda.
-         En el año 79, el Vesubio entró en erupción y la ciudad de Pompeya quedó sepultada bajo lava y cenizas.
-         En esa película, el protagonista no conseguía escapar de la mala suerte, aunque era muy valiente.
-         Errar es humano, perdonar divino.
-         Es de los que tiran la piedra y esconden la mano.
-         Es tan inocente que se lo cree todo.
-         Es tarde, así que vete a la cama.
-         Esas copas son tan frágiles que se rompen al apoyarlas.
-         Está concentrada en lo que está haciendo.
-         Estudia el pasado si quieres conocer el futuro.
-         Estudiar historia es estudiar la condición humana.
-         Fue detenido cuando salía del banco.
-         Fui al taller a que me arreglaran el coche.
-         Ha ido a la tienda y todavía no ha vuelto.
-         Hay muchas pruebas de esto que digo.
-         He roto el jarrón sin querer.
-         He visto el cuadro del que me hablaste y será mejor que no te dé mi opinión.
-         Hicieron un gran esfuerzo, pero no llegaron a tiempo de verte.
-         Huye sin mirar atrás.
-         Iremos al comedor cuanto esté hecha la cena.
-         Jose creció más de lo que ha crecido su hermano.
-         Jugar al fútbol es divertido.
-         La alergia es una reacción anormal de los sistemas de defensa del organismo a determinadas sustancias que son ajenas a él y que se denominan antígenos.
-         La camarera preguntó si queríamos algo de comer.
-         La clonación es una técnica que resulta básica para desarrollar terapias de regeneración de órganos o tejidos dañados.
-         La hipérbole es una figura literaria que consiste en exagerar la verdad.
-         La idea de la felicidad es una argucia de la inteligencia para mantenernos activos.
-         La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos.
-         La orquesta tocó para que empezara el baile.
-         La ortografía es la parte de la gramática que nos enseña a escribir correctamente.
-         La Tierra no es una esfera; está ensanchada por el Ecuador.
-         La verdad es que te envidio.
-         Las plantas que crecieron hace millones de años se convirtieron en carbón.
-         Las veletas giran al cambiar el viento.
-         Le gusta subir al desván de la casa  y buscar entre los trastos viejos que hay allí.
-         Le registraron los bolsillos mientras estaba apoyado en la pared.
-         Llámame cuando llegues a casa.
-         Lo primero es que el pueblo esté contento.
-         Lo que él dijo era mentira.
-         Lo seguí sin hacer preguntas.
-         Los cubiertos nos permiten comer sin mancharnos.
-         Los huracanes pueden ser seguidos desde el espacio utilizando los satélites.
-         Los libros que me prestaste son muy útiles.
-         Los materiales porosos son buenos aislantes porque tienen una gran cantidad de pequeños espacios llenos de aire.
-         Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer.
-         Los niños se echaron a llorar al conocer la noticia.
-         Los que se enredan en discusiones acaban por no percibir la verdad.
-         Los zapatos que compré me están pequeños.
-         Me despertaron las voces de unos niños que corrían por la plaza que había delante de la casa.
-         Me detuve un momento para meditar mientras contemplaba el paisaje.
-         Me gusta nadar en la piscina.
-         Me gustaría que te callaras un rato.
-         Me ordenaron que me levantara de esa silla.
-         Me preguntó si quería viajar con ellos a La Coruña.
-         Me tomó del brazo y tiró de mí para que no me quedara atrás.
-         Mi vecina tocaba el piano y cantaba muy bien.
-         Mis amigos esperarán hasta que llegue a la cita.
-         Mohs ideó una escala para comparar la dureza de los diferentes minerales.
-         No conviene andarse por las ramas cuando se quiere discutir seriamente un asunto.
-         No ha hablado desde que se fue de casa.
-         No impongas castigos cuando estés enfadado.
-         No me acordaba de que tenía que ir a tu casa a recoger el traje.
-         No me enteré de la cita porque no me avisaste.
-         No sabemos cuándo vendrá.
-         No sabes la ilusión que me hizo verte.
-         No te imaginas cuánta gente había en la fiesta.
-         Nos denunció el guardia que vigila el aparcamiento.
-         Nos pidieron que nos marcháramos.
-         Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir.
-         Nunca terminamos donde pensábamos que íbamos a terminar.
-         O te quedas o te vas.
-         Odia el delito y compadece al delincuente.
-         Para leer una palabra, el ojo tiene que hacer una breve pausa.
-         Pasamos los días lluviosos charlando junto al fuego y descifrando acertijos.
-         Pasamos una hora discutiendo sobre dónde vamos a comer y terminamos en este antro.
-         Quería que le cortaran el pelo.
-         Quiero que conste que he venido cuando me han llamado.
-         Quiso huir, pero no pudo.
-         Recuerda que debes devolver los libros antes del día 30 de enero.
-         Salimos sin decir ni una palabra.
-         Saludó desde la puerta cuando entró en la casa.
-         Se acostó pronto porque tenía mucho sueño.
-         Se despertó sobresaltada porque creyó escuchar un ruido, pero solo había sido una pesadilla.
-         Se despidió antes de salir de viaje.
-         Se dice que Lope de Vega escribió unas mil quinientas comedias.
-         Se gana la vida haciendo pulseras y vendiéndolas en mercadillos.
-         Se ofreció voluntario para llevar un mensaje.
-         Se puso furioso y se lanzó contra nosotros.
-         Sentía alivio ante su propio sufrimiento cuando contemplaba el dolor ajeno.
-         Si llega el caso, nos veremos las caras.
-         Si no fuésemos libres, no podríamos sentirnos culpables de nada y evitaríamos los remordimientos.
-         Si no quieres, no tienes que venirte con nosotros a ver a la abuela.
-         Si pudiera, alguna vez me haría invisible.
-         Si puedo, te traeré un recuerdo de Ibiza.
-         Si quieres saber cómo es un hombre, observa quiénes son sus amigos.
-         Si tuviera dinero me compraría un barco.
-         Si tuviera que llevarme un solo libro a una isla desierta, preferiría ahogarme en el naufragio.
-         Sicario es el que asesina a otro porque alguien le paga por hacerlo.
-         Solo acudes a mí cuando te ves con el agua al cuello.
-         Sus explicaciones me entran por un oído y me salen por otro.
-         Te cambio eso que tienes en la mano por esto que me acaban de regalar.
-         Tenemos que dudar de todo lo que sabemos.
-         Tengo miedo de las serpientes porque no sé distinguir cuáles son venenosas.
-         Tengo un poco de dinero para darte.
-         Tiene mucho dinero, pero sabemos que no es feliz.
-         Tomar mucho el sol es perjudicial.
-         Tráeme las sillas que están en el segundo piso.
-         Tuve la sensación de que me ignorabas.
-         Uno tiene que cantar en el idioma en el que sueña.
-         Vivieron muy felices y comieron perdices.
-         Vivo sin vivir en mí.
-         Yo pensé que esto era lo mejor.