SIGLO XIII
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OBRAS
ANÓNIMAS
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Libro de Apolonio
Libro de Alexandre
Poema de Fernán González
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BERCEO
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Milagros de Nuestra Señora
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SIGLO XIV
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HITA: Libro de Buen Amor
AYALA: Rimado de Palacio
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El mester de clerecía
en el siglo XIII. Obras anónimas. Berceo
El
vocablo mester proviene del latín ministerium con la significación de
“oficio” o “menester”, en tanto que la palabra clerecía significa todo lo referente al mundo de los clérigos.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que “clerecía” tenía en aquella época una
significación más genérica, ya que se aplicaba no solo a los eclesiásticos o
gentes de la Iglesia, sino también a todos los que se dedicaban a escribir.
Consecuentemente,
el Mester de Clerecía fue una escuela
poética perfecta, más refinada y de mayor nivel intelectual que la del Mester de Juglaría, movimiento que se
desarrolló con anterioridad (siglo XII) y que agrupaba a los juglares, artistas
de tipo popular que recorrían aldeas y castillos, recitando composiciones
épicas, por ejemplo las hazañas militares de héroes famosos contenidas en los
cantares de gesta y otras de tipo lírico y amoroso.
Podemos
recordar las principales diferencias entre el juglar y el trovador:
El juglar no solía ser el autor
de las composiciones que recitaba
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El trovador solía ser el autor
de las composiciones que recitaba
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El juglar se inclinaba por los
textos épicos
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El trovador tenía preferencia
por la lírica
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El juglar solía ser polifacético,
ya que en sus actuaciones incluía recitación, mimo, tercería amorosa, etc.
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El trovador solía tener una
sola profesión, la del Arte de trovar.
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Los juglares eran itinerantes
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El trovador estaba en un solo
sitio o en una sola Corte.
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Los
poetas de clerecía se opusieron a los juglares, intentando realizar un tipo de
literatura más culto, y lo consiguieron mediante tres técnicas principalmente:
el uso de la cuaderna vía, la ampliación de los temas tratados y el propósito
de elevar el lenguaje.
En
la métrica emplearon casi con exclusividad la llamada cuaderna vía, estrofa de cuatro versos alejandrinos, monorrimos y
aconsonantados, frente a la métrica irregular y en asonante de los juglares.
Este carácter de irregularidad métrica hace que una de las obras cumbres de
juglaría, el Cantar de Mío Cid, tenga
versos que oscilen entre las 10 y las 20 sílabas.
Podemos
concluir que los juglares no poseyeron un tipo fijo de métrica, mientras que
los clérigos sí lo tuvieron (la cuaderna vía)
Un
ejemplo de cuaderna vía sería el siguiente:
Mester traigo hermoso, non es de juglaría,
Mester es sen pecado, ca es de clerecía,
Fablar curso rimado por la cuaderna vía,
A sílabas contadas, ca es gran maestría.
Debemos
señalar que en el verso 3 hay un verbo elíptico (“quiero”). La estrofa
pertenece al Libro de Alexandre y es
probablemente el primer manifiesto de la literatura en español.
La
anáfora Mester/Mester supone una toma
de conciencia: la literatura como oficio.
Junto
con esta primera idea, el adjetivo hermoso
nos lleva a la búsqueda de la belleza. Se rechaza la escuela anterior (non es de juglaría).
Sen pecado debe entenderse en sentido
ético o moral. El Arcipreste echaría por tierra este carácter moralizante. Con
la expresión es de clerecía se
produce el bautizo del movimiento.
El
tercer verso es la confesión de su principal preocupación estilística: el
cuidado en la forma métrica, con el instrumento que hay que seguir (la cuaderna
vía). Se insiste en la métrica en el cuarto verso.
En
lo que respecta a la temática, los
poetas de clerecía ampliaron el campo, tratando asuntos novelescos (en el
sentido de imaginación o fantasía), moralizadores y también religiosos, frente
a los temas preferentemente épicos o militares del mester de juglaría.
En
el lenguaje, los poetas del mester
de clerecía tuvieron un propósito de elevación del nivel y de enriquecimiento,
dando entrada a no pocos cultismos y latinismos, frente al léxico más popular,
más vulgar, de los juglares.
El
mester de clerecía comienza en el siglo XIII con Berceo y tres obras anónimas: Libro de Apolonio, Libro de Alexandre y Poema de Fernán González.
El
Libro de Apolonio fue escrito a
mediados del siglo XIII. Narra la historia del príncipe Apolonio de Tiro.
El
Libro de Alexandre se centra en las
hazañas de Alejandro Magno. Esta figura tiene una alta presencia en nuestra
literatura de la Edad Media. Era símbolo del conquistador y de la liberalidad
(podemos citar al respecto las Coplas
de Manrique, en las que al final se compara al padre con este personaje
histórico. También aparece en La
Celestina).
El
Poema de Fernán González trata sobre
las hazañas de este personaje, héroe de la independencia de Castilla frente a
León. Es la única obra de clerecía que desarrolla un tema de épica nacional.
Temáticamente es libro de juglares, pero por su forma métrica es de cuaderna
vía y, por lo tanto, de clerecía.
Berceo
Estamos
ante el primer poeta español de nombre conocido. Su obra abarca un total de
trece mil versos. Se trata, por tanto, de un autor prolífico, si lo comparamos
con los siete mil versos del Libro de
Buen Amor o los dos mil cuatrocientos que forman el total de la obra de
Manrique.
La
obra poética de Berceo se divide en dos: las obras hagiográficas (vidas de
santos) y las obras marianas (Duelo que
fizo la Virgen y Milagros de Nuestra Señora).
Las
características que podemos señalar en Gonzalo de Berceo son:
-
es un autor que posee escasa originalidad, ya que se
inspira en colecciones latinas.
-
De sencillez narrativa
-
Su sentimiento religioso. Aunque debemos señalar que un
hispanista, Dutton, pone en duda esta religiosidad de Berceo. Los Milagros tendrían, según este estudioso,
una función de propaganda, para atraer fieles a los monasterios.
-
Tuvo sentido del paisaje, que es algo raro en nuestra
literatura medieval. El paisaje aparece en el prólogo de los Milagros. Es una naturaleza alegórica,
que se refiere en realidad al cielo (en el Marqués de Santillana, por ejemplo,
el paisaje es un mero pretexto. En la obra de Hita, el paisaje es inhóspito y
funciona como un camino para hacer que caballero y serrana se encuentren).
-
Berceo fue el introductor de la técnica de la
comicidad. Lo más curioso de sus técnicas es la desmitificación de la figura
del diablo. Otro resorte es el del cura ridiculizado en un plano compasivo.
Siglo XIV
El
desarrollo del mester continúa en el siglo XIV, con el Arcipreste de Hita y
Pedro López de Ayala. La obra cumbre de este es el Rimado de Palacio, en cuaderna vía.
Ayala
se asemeja a Hita en su sentido crítico, por ejemplo con frecuentes ataques a
la clerecía relajada, a los mercaderes sin escrúpulos, a los usureros. Su
estilo grave y sombrío está lejos de la vivacidad y comicidad de Hita.
Datos biográficos y
personalidad del Arcipreste
Se
conocen pocos datos de su vida. Se supone que nació a fines del siglo XIII en
Alcalá de Henares, basándonos en un verso del Libro de Buen Amor (Fija
mucho vos saluda uno que es de Alcalá).
Su
libro mezcla realidad y fantasía. Pudo ser sincero o puede ser uno de los
muchos sarcasmos del de Hita. A nivel lingüístico no hay en el libro nada que
nos indique la zona en donde nació (algún ejemplo podría ser la utilización del
diminutivo -ico).
Parece
ser cierto que fue sacerdote y que ejerció en Hita (Guadalajara). El título de
Arcipreste aludía a los párrocos de ciertas iglesias que tenían preeminencia
honorífica sobre los demás párrocos de un determinado territorio eclesiástico.
Venía a ser una especie de “jefe” de párrocos.
Otra
suposición de su biografía es que fue encarcelado por orden del cardenal Gil de
Albornoz a causa de haber escrito unas coplas duramente satíricas contra la
relajación de los clérigos de Talavera. Pero tampoco este dato es seguro.
La
prisión a la que alude en el libro puede simbolizar el mundo, del que quiere
escapar para subir al cielo.
La
cárcel ha sido usada en nuestra literatura principalmente en tres sentidos:
como prisión, como amor y como mundo. El segundo simbolismo, el amor como
encarcelamiento, se alcanza en la obra Cárcel
de amor. El tercer sentido (mundo como cárcel) es utilizado por la ascética
y la mística, tal como sucede en la Ascensión
del Señor de Fray Luis de León, o los deseos de muerte de santa Teresa.
La
fecha de la muerte del Arcipreste de Hita también se ignora. Pudo ser en torno
a 1350.
En
cuanto a su personalidad, la crítica también está dividida. Para unos fue un
hombre libertino y mujeriego, mientras que para otros fue de costumbres
honestas.
Parece
ser que fue un hombre que tuvo una doble cara, una característica que se
refleja también en su libro. La llamada “dicotomía vital” (llevar doble vida)
es algo muy normal a lo largo de nuestra literatura (en donde tenemos ejemplos
como los del Arcipreste de Hita, Lope de Vega, Nicolás Fernández de Moratín,
Jacinto Benavente, Pío Baroja o Federico García Lorca).
Introducción a Libro de Buen Amor
Es
la única obra que nos ha dejado el Arcipreste de Hita. Ha llegado hasta
nosotros en tres copias manuscritas. En ninguna de ellas aparece el título.
El
hispanista alemán Wolf pensó que el título idóneo era Libro de Buen Amor y su propuesta fue aceptada por Menéndez Pelayo.
El
Arcipreste es uno de los pocos autores que ha conseguido la gloria y la fama
con una obra (un ejemplo así lo encontraríamos en Walt Whitman, con Hojas de hierba, y con algo más, Juan
Rulfo o Jorge Guillén y su Cántico).
Hay
que señalar un detalle y es la importancia creciente que se da a los títulos en
literatura, ya que un título atrayente puede hacer que una obra no demasiado
brillante venda más y viceversa. El Monólogo
de una mujer fría, de M. Halcón, de 1975, es una novela que se vendió
mucho, gracias al título y la portada sugerente con que se publicó. La metáfora y el mito de Miranda es una
biografía novelada de los últimos años de Federico García Lorca, que hace
especial hincapié en la época en Nueva York. El título parece sugerir más bien
un estudio sobre metáforas y figuras literarias.
El
Libro de Buen Amor es un corpus
poético de más de siete mil versos y carece de unidad argumental. El único hilo
conductor es una autobiografía, posiblemente ficticia, del propio Arcipreste.
Esta autobiografía se interrumpe a menudo para dar paso a otros elementos:
1)
Abundantes fábulas y cuentos, tomados en gran medida de
Esopo.
2)
Sátiras, como la de “las propiedades que tiene el
dinero”.
3)
Reflexiones morales, como el ataque a la muerte.
4)
Episodios alegóricos. El ejemplo máximo es la Batalla
de don Carnal y doña Cuaresma.
5)
Poesías líricas: unas religiosas dedicadas a la Virgen,
y otras profanas a las serranas.
6)
Numerosas imitaciones o adaptaciones de otros textos,
como el Ars Amandi de Ovidio, o la
adaptación de una comedia latina anónima del siglo XII (Pamphilus), muy popular en Europa y que sirvió al de Hita para el
episodio de los amores de don Melón y doña Endrina.
En
las letras medievales el sentido de la originalidad brillaba por su ausencia,
de ahí el trasvase de temas o personajes. Ello significa la inexistencia del
sentido de la propiedad intelectual.
En
cuanto a la métrica, al ser el Arcipreste poeta del mester de clerecía, en su
obra abunda la cuaderna vía. Pero en los textos líricos y religiosos suele
utilizar metros más cortos. En último término, por su humor, agudeza y fuerza
poética, el Arcipreste de Hita es uno de los escritores más atractivos de
nuestra literatura.
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