Antes
de 1492 hubo en tierras americanas tres grandes civilizaciones prehispánicas
(maya, azteca e inca), tal como observamos en los restos artísticos y
arquitectónicos que nos han dejado. Lo que se ha conservado de aquella literatura,
de carácter oral, procede de transcripciones tardías o de traducciones
españolas.
De
los maya-quichés, asentados en
Yucatán y Centroamérica, nos quedan fundamentalmente obras en prosa, como los
libros de Chilam Balam (que relatan
hechos de la civilización maya, escritos en varias localidades) o los Anales de
los Cakchiqueles (escrito en forma de
crónica histórica), pero sobre todo el Popol-Vuh
y Rabinal Achi.
El
Popol-Vuh es una recopilación de
antiguos mitos y leyendas, de tono religioso y cosmogónico. Considerada la
“biblia maya”, fue transcrita en el siglo XVI y traducida en el XVII. Se
considera que la mejor traducción de esta obra es la de Miguel Ángel Asturias,
que además sacaría el título de su obra Hombres
de maíz de ella. Según se cuenta, los dioses (tras varios intentos
fallidos) hicieron a los seres humanos de este material:
Ésta es la
relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo
inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la
primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal,
pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni
bosques: sólo el cielo existía.
No se
manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en
toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que
se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que
estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No
había nada dotado de existencia.
Solamente
había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el
Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de
claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.
Llegó aquí
entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gugumatz, en la oscuridad, en la
noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gugumatz. Hablaron, pues, consultando entre
sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera
debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los
árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la claridad en acción del
hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo,
que se llama Huracán.
El primero se
llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxa-Caculhá.
Y estos tres son el Corazón del Cielo.
Entonces
vinieron juntos Tepeu y Gugumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la
claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca
el alimento y el sustento.
-¡Hágase así!
¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe el espacio, que
surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el
cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y
formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.
Luego la
tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la
tierra:
- ¡Tierra!,
dijeron, y al instante fue hecha.
Como la
neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron
del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte
mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante
brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se
llenó de alegría Gugumatz, diciendo:
-¡Buena ha
sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chípi-Caculhá, Raxa-Caculhá!
-Nuestra
obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se
formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de
agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas
quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la
creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón
de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el
cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
De esta
manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar
sobre su feliz terminación.
Luego
hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los
bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres,
serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos.
Y dijeron los
Progenitores:
-¿Sólo
silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo
sucesivo haya quien los guarde.
Así dijeron
cuando meditaron y hablaron enseguida. Al punto fueron creados los venados y las
aves. En seguida les repartieron sus moradas los venados y a las aves:
-Tú, venado,
dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la
maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies
andaréis y os tendréis. Y así como se dijo, así se hizo.
Luego
designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores:
-Vosotros,
pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros
nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y
de los bejucos. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que
hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.
De esta
manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la
tierra.
Y estando terminada la creación de todos
los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el
Creador y Formador y los Progenitores:
-Hablad,
gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la
variedad de cada uno. Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones,
tigres y serpientes.
-Decid, pues,
nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad,
pues, a Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón
de la Tierra el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, ínvocadnos,
adoradnos!, les dijeron.
Pero no se
pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y
graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de
manera diferente.
Cuando el
Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre
sí:
-No ha sido
posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y
formadores. Esto no está bien, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se
les dijo:
-Seréis
cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer:
vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los
tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que
nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros
seres que sean obedientes. Vosotros, aceptad vuestro destino: vuestras carnes
serán trituradas. Así será. Ésta será vuestra suerte. Así dijeron cuando
hicieron saber su voluntad a los animales pequeños y grandes que hay sobre la
faz de la tierra.
Así, pues,
hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador,
el Formador y los Progenitores.
-¡A probar
otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos al que nos sustentará
y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados para ser recordados sobre la
tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras
criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos.
Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y
alimenten. De este modo hicieron a los seres humanos que existen en la tierra.
En
1861, Brasseur de Bourbourg dividió el texto en partes y cada parte en
capítulos, con el fin de facilitar el estudio del texto: Creación, Historias de
Hunahpú e Ixbalanqué (dioses gemelos), Creación de los hombres de maíz, Espera
del amanecer y permanencia en Hacauitz, Relatos de migraciones y Fundación de
Gumarcah y Listado de generaciones.
Rabinal Achi es una pieza teatral del
siglo XV que trata de la captura y ejecución de un guerrero (K’iche Achi):
¡Oh águilas!
¡Oh jaguares! Vengan, pues, a cumplir su misión, a cumplir su deber; que sus
dientes, que sus garras me maten en un momento...” (Rabinal Achí 71).
El nombre
original era Xajoj Tun (“Danza del
tambor”). La acción es mínima y se basa en largos y corteses diálogos y en
danzas musicales. Se divide en cuatro actos. Se representa el 25 de enero,
durante la fiesta de Rabinal.
Los
aztecas conformaban un pueblo
guerrero del centro de México, de lengua nahuatl, que cultivaron todos los
géneros literarios, pero destaca sobre todo su poesía lírica. Muchos de sus
reyes mostraron una gran inclinación hacia las artes e hicieron de sus Cortes
auténticos focos de cultura donde se practicaba una poesía filosófica de gran
complejidad formal.
La
figura más destacada es la del rey Netzahualcóyotl (1402-1472), protector de
las letras, jurista y filósofo. Como poeta, destaca en él una fina sensibilidad
al preguntarse sobre el sentido de la vida:
Percibo lo secreto, lo oculto:
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…
Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.
Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.
Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.
¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…
Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.
Como una pintura
Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.
Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.
Su hijo y
sucesor Netzahualpilli también fue poeta. Solo le sobrevivió un poema, Icuic Nezahualpilli yc tlamato
huexotzinco (canción de Nezahualpilli durante la guerra con Huexotzinco):
(Así vino a parecer Huejotzingo)
Estoy embriagado,
está embriagado mi corazón:
Se yergue la aurora,
ya canta el ave zacuán
sobre el rayado de escudos,
sobre el ave zacuán
sobre el rayado de escudos
sobre el rayado de dardos.
Alégrate tú Tlacatehuepan,
tú, nuestro vecino, cabeza rapada,
como cuexteca de cabeza rapada.
Embriagado con licor de aguas floridas
allá en la orilla del agua de los pájaros,
cabeza rapada.
Los jades y las plumas de quetzal
con piedras han sido destruidos,
mis grandes señores,
los embriagados por la muerte,
allá en las cementeras acuáticas,
en la orilla del agua,
los mexicanos en la región de los
magueyes.
El águila grita,
el jaguar de gemidos,
¡OH! tú, mi príncipe, Macuilmalinalli,
allí, en la región del humo,
en la tierra de color rojo
rectamente los mexicanos
hacen la guerra.
Yo estoy embriagado, yo cuexteca,
y de florida cabellera rapada,
una y otra vez bebe licor floreciente.
Que se distribuya el florido néctar
precioso,
¡OH! hijo mío,
tú, hombre joven y fuerte,
yo palidezco.
Por dónde se extienden las aguas
divinas,
allí están enardecidos,
embriagados los mexicanos
con el florido color de los dioses.
Al chichimeca yo ahora recuerdo.
por esto sólo me aflijo.
Sólo allá está,
donde abren sus coloras las flores de
guerra
yo lo recuerdo y por eso ahora lloro.
Sobre los cascabeles Cahiltzin,
en el interior de las aguas se espanta.
Ixtlicuecháhuac con esto muestra
arrogancia,
se adueña de las plumas del quetzal,
de las frías turquesas se adueña el
cuextécatl.
Ante el rastro del agua, dentro de la
guerra,
en el ardor del agua y fuego
sobre nosotros con furia se yergue el
Ixtlitoncochotzin,
por esto se muestra arrogante,
se apodera de los plumajes del quetzal,
de las furias turquesas se adueña.
Anda volando el ave de plumas finas,
Tlacahuepatzin, mi poseedor de las
flores
como si fueran conejos los persigue el
joven fuerte,
el cuexteca en la región de los
magueyes.
En el interior del agua cantan,
dan voces las flores divinas.
Se embriagan, dan gritos,
los príncipes que parecen aves
preciosas,
los cuexteca en la región de los
magueyes.
Nuestros padres se han embriagado,
embriagado de la fuerza.
¡comience la danza!
A su casa se han ido los dueños de las
flores ajadas
los poseedores de los escudos de plumas.
Ensangrentado va mi príncipe
amarillo señor nuestro de los cuextecas,
él ataviado con faldellín color de
zapote,
Tlacahuelpan se cubre de gloria,
en la región misteriosa donde de algún
modo se existe.
Con la flor del licor de la guerra
se ha embriagado mi príncipe,
amarillo señor nuestro de los cuextecas.
Matlaccuiatzin se baña con el licor
florido de guerra,
juntos se van a donde de algún modo se
existe.
Haz ya resonar
la trompeta de los tigres,
el águila está dando gritos
sobre mi piedra donde se hace el
combate,
por encima de los señores.
Ya se van los ancianos,
los cuextecas están embriagados
con el licor florido de los escudos,
se hace el baile en Atlixco.
Haz resonar tu tambor de turquesas,
maguey embriagado con agua florida,
tu collar de flores,
tu penacho de plumas de garza,
tú el del cuerpo pintado.
Ya lo oyen, ya acompañan
las aves de cabeza florida,
al joven fuerte,
el dueño de los escudos que ha
regresado.
Mi corazón está triste,
soy el joven Nezaualpilli.
Busco a mis capitanes.
se ha ido el señor,
quetzal floreciente,
se ha ido el joven y fuerte guerrero,
el azul del cielo es su casa.
¿Acaso vienen Tlatohuetzin y Acapipíyol
a beber el florido licor
aquí donde lloro?
(Esta es la versión que se encuentra en el manual de
Literatura de Jaime Villa Hernández)
Por
otra parte, el imperio inca se
extendía por los actuales Perú, Ecuador, Bolivia y norte de Chile y Argentina.
En su literatura, en quechua, destaca la poesía lírica de gran musicalidad, con
múltiples subgéneros. Jailli (poesía
sagrada), arawi (canción amorosa), aranway (composición satírica), etc.
Como
ejemplo de jaili podemos señalar el Himno a Manko Qhapaj:
Viracocha,
poderoso cimiento del mundo,
tú dispones:
«sea éste varón,
sea ésta mujer».
Señor de la fuente sagrada,
tú gobiernas
hasta el granizo.
¿Dónde estás—
como si no fuera
yo hijo tuyo—
arriba,
abajo,
en el intermedio
o en tu asiento de supremo juez?
Oyeme,
tú que permaneces
en el océano del cielo
y que también vives
en los mares de la tierra.
Gobierno del mundo,
creador del hombre.
Los señores y los príncipes
con sus torpes ojos
quieren verte.
Mas cuando yo pueda ver,
y conocer, y alejarme.
poderoso cimiento del mundo,
tú dispones:
«sea éste varón,
sea ésta mujer».
Señor de la fuente sagrada,
tú gobiernas
hasta el granizo.
¿Dónde estás—
como si no fuera
yo hijo tuyo—
arriba,
abajo,
en el intermedio
o en tu asiento de supremo juez?
Oyeme,
tú que permaneces
en el océano del cielo
y que también vives
en los mares de la tierra.
Gobierno del mundo,
creador del hombre.
Los señores y los príncipes
con sus torpes ojos
quieren verte.
Mas cuando yo pueda ver,
y conocer, y alejarme.
Por otra parte, los arawi eran
canciones amorosas de temática diversa, entre los que encontramos, por ejemplo,
la siguiente Canción de ausencia:
¿La desventura, reina,
nos separa?
¿La adversidad, infanta,
nos aleja?
Si fueras flor de chincherkoma,
hermosa mía,
en mi sien y en el vaso de mi corazón
te llevaría.
Pero eres un engaño, igual
que el espejo del agua.
Igual que el espejo del agua ante mis ojos
¿Te vas, amada, sin que nuestro amor
haya durado un día?
He aquí que nos separa
tu madre desleal
para siempre
He aquí que la enemistad de tu padre
nos asume a la desgracia.
Mas, mi reina, tal vez nos encontremos pronto
si Dios, gran amo, lo permite.
Acaso el mismo Dios tenga que unirnos
después.
¡Cómo el recuerdo
de tus ojos reidores
me embelesa!
¡Cómo el recuerdo
de tus ojos traviesos
me enferma de nostalgia!
Basta ya, mi rey, basta ya.
¿Permitirás
que mis lágrimas lleguen a colmar
tu corazón?
Derramando la lluvia de mis lágrimas
sobre las kantutas
y en cada quebrada,
te espero, hermosa mía.
nos separa?
¿La adversidad, infanta,
nos aleja?
Si fueras flor de chincherkoma,
hermosa mía,
en mi sien y en el vaso de mi corazón
te llevaría.
Pero eres un engaño, igual
que el espejo del agua.
Igual que el espejo del agua ante mis ojos
¿Te vas, amada, sin que nuestro amor
haya durado un día?
He aquí que nos separa
tu madre desleal
para siempre
He aquí que la enemistad de tu padre
nos asume a la desgracia.
Mas, mi reina, tal vez nos encontremos pronto
si Dios, gran amo, lo permite.
Acaso el mismo Dios tenga que unirnos
después.
¡Cómo el recuerdo
de tus ojos reidores
me embelesa!
¡Cómo el recuerdo
de tus ojos traviesos
me enferma de nostalgia!
Basta ya, mi rey, basta ya.
¿Permitirás
que mis lágrimas lleguen a colmar
tu corazón?
Derramando la lluvia de mis lágrimas
sobre las kantutas
y en cada quebrada,
te espero, hermosa mía.
Como ejemplo de aranway
podemos señalar el siguiente:
Quien te dio la cinta verde
que te dè la colorada.
quien te dio la mala noche
que te de la madrugada,
quien te dio la barriguita
que te mantenga en la cama
De
la gran afición inca al teatro sobreviven dos piezas, aunque transcritas ya en
época colonial: Ollantay y Atahualpa. En la primera el guerrero
protagonista se rebela contra el emperador al negarle este a su amada por
razones de clase social. La historia contada en esta obra es de origen inca y
se conservó en la tradición oral, hasta que en la época colonial se adaptó para
ser representada. Ollantay está
escrita en verso y dividida en tres actos:
ACTO
I
ESCENA I
Gran plaza en el Cuzco con el templo del Sol en el fondo.
La escena tiene lugar ante el vestíbulo del templo. Vestidos característicos de
la época incaica.
(Salen OLLANTA, con manto bordado de oro y la maza al
hombro, y tras él, PIQUI-CHAQUI.)
OLLANTA.- ¿Has visto, Piqui-Chaqui, a Cusi Ccoyllur en su
palacio?
PIQUI-CHAQUI.- No, que el Sol no permita
que me acerque allá. ¿Cómo, no temes siendo hija del Inca?
OLLANTA.- Aunque eso sea, siempre he de amar a esta tierna
paloma: a ella sola busca mi corazón.
PIQUI-CHAQUI.- ¡Creo que el demonio te ha hechizado! Estás
delirando, pues hay muchas doncellas a quienes puedes amar, antes que llegues a
viejo. El día que el Inca descubra tu pensamiento, te ha de cortar el
cuello y también serás asado como carne.
OLLANTA.- ¡Hombre!, no me sirvas de estorbo. No me
contradigas, porque en este momento, te he de quitar la vida, destrozándote con
mis propias manos.
PIQUI-CHAQUI.- ¡Veamos! Arrójame afuera como un can muerto,
y ya no me dirás cada año, cada día, cada noche:Piqui-Chaqui, busca a
Cusi-Ccoyllur.
OLLANTA.- Ya te digo, Piqui-Chaqui, que acometería a la misma muerte
con su guadaña; aunque una montaña entera y todos mis enemigos se levantaran
contra mí, combatiría con ellos hasta morir por abrazar a Ccoyllur.
PIQUI-CHAQUI.- ¿Y si el demonio saliera?
OLLANTA.- Aun a él hollaría con mis plantas.
PIQUI-CHAQUI.- Porque no veis ni la punta de sus narices, por eso habláis así.
OLLANTA.- En hora buena, Piqui-Chaqui, dime sin recelo: ¿Cusi-Ccoyllur, no es una brillante flor?
PIQUI-CHAQUI.- ¿Y si el demonio saliera?
OLLANTA.- Aun a él hollaría con mis plantas.
PIQUI-CHAQUI.- Porque no veis ni la punta de sus narices, por eso habláis así.
OLLANTA.- En hora buena, Piqui-Chaqui, dime sin recelo: ¿Cusi-Ccoyllur, no es una brillante flor?
El drama Atahualpa, sin actos ni escenas al modo
tradicional inca, cuenta la prisión y muerte del emperador a manos de Pizarro. Hacia
el final de la obra, Atahualpa arroja su maldición sobre Pizarro, ordena al oro
y la plata que se oculten en la tierra e invoca a sus descendientes para que expulsen
a los invasores:
Pero mis hijos, los que vengan,
en el futuro recordando
que este fue el país de Atahualpa,
su inca, su padre y su único señor,
arrojarán de aquí,
conseguirán que vuelvan a su tierra
cuantos barbudos enemigos hayan
venido codiciosos
de nuestro oro y de nuestra plata.
Hoy
día se mantiene en varias localidades de Perú y Bolivia la costumbre de
representar durante las fiestas patronales la captura y ejecución de Atahualpa. Suelen
ser representaciones en español, quechua y aimara.
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