miércoles, 15 de junio de 2016

Notas sobre el “Lazarillo”




            El título original de la novela, Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, tiene un tono altisonante y declamatorio.
            No hay una correspondencia entre el “abarrocamiento” del título y la vida vulgar de Lázaro, lo que nos lleva al carácter paródico de la obra con respecto a las novelas de caballerías.
            En el mismo título el segundo elemento paródico es ese “Vida de” que guarda relación con textos medievales, como las vidas de Santos. Esta parodia religiosa implica uno de los componentes del carácter erasmista de la novela (así como el supuesto carácter judeo-converso del autor).
            Podríamos preguntarnos el porqué de ese apodo de “Lázaro” y no otro y podríamos señalar al menos tres posibilidades:
1)      Ser acompañante de un ciego
2)      Parodia del Lázaro bíblico, que resucita tras la muerte. Lazarillo resucita tras estar “muerto de hambre” (lo cual sería un elemento erasmista)
3)      Es un diminutivo con valor afectivo, lo que supondría una corriente de cariño entre el autor y el ente de ficción
            El sintagma “de Tormes” es un nuevo elemento paródico, ya que los caballeros nacían junto a un río (el agua es un símbolo de pureza).
            Por otra parte ese “y de sus fortunas y adversidades” tenía un significado diferente en la Edad Media y el Renacimiento, cuando ya significa “suerte”, en este caso mala.
            El título sufrió un proceso de reducción por razones de economía expresiva (como sucedió con el Quijote o la Celestina, o ya en el siglo XVIII con la Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del Dr. Don Diego de Torres Villarroel, que quedó reducido a “Autobiografía”; o también la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, que se conoce como “Fray Gerundio”).
            Es importante al hablar del Lazarillo recordar las hipótesis de autoridad, al haberse publicado la novela de forma anónima. La obra apareció en 1554 en Burgos, Alcalá y Amberes simultáneamente. Probablemente fue llevada a la imprenta por un oficial. Entre estas hipótesis acerca de quién pudo ser el autor podemos destacar al menos seis:
1)      En 1605 se fecha por primera vez por el Padre Sigüenza en Historia de la Orden de San Jerónimo una autoría: la de Fray Juan de Ortega. A partir de esta hipótesis, hay quienes piensan que realmente Ortega fue el autor. La primera posibilidad que dan es que la obra va dirigida contra el vendedor de bulas y otros clérigos, mientras que la crítica a los frailes estaba más matizada y era más suave. La segunda razón es que el fraile recomendaba públicamente su lectura. Pero Blecua señala que el manuscrito de Ortega no es prueba irrefutable. Por otra parte, Marcel Bataillon defiende la autoría de Ortega, apuntando que era normal entre los monjes instruidos el ataque a los clérigos relajados. Y él señala como ejemplo a Rabelais.
2)      En 1607 aparece la segunda hipótesis. El belga Taxandro piensa que el autor fue Diego Hurtado de Mendoza. Esto parece menos lógico. Mendoza se presentaba como autor satírico y cuando aparecía una obra de estas características se le achacaba.
3)      Julio Cejador apunta hacia un escritor del siglo XVI: Sebastián de Horozco, autor de Representación de la historia evangélica. En esta obra hay una escena en la que aparecen un lazarillo y un ciego, parecida a una de las escenas que comprende la novela del Lazarillo.
4)      Castro afirma que el autor fue un judío converso, basándose en el campo léxico-semántico de la novela. El nombre de Dios aparece frecuentemente, pero las referencias a Cristo son muy pocas. Castro se fija también en el juramento preferido de Lázaro: “por la hostia consagrada”.
5)      Francisco Maldonado de Guevara dice que el autor fue un “cínico genial”, un desarraigado.
6)      Rosa Navarro Durán atribuye la novela a Alfonso de Valdés, basándose en las “cortes” en Toledo en 1525 y en que el autor debía ser un erasmista.
            Las tres primeras y la última de estas hipótesis son nominativas (apuntan a un autor concreto). Las otras dos solo son hipótesis genéricas.
            Lo más importante es que el autor se refugió en una máscara que le dio libertad para lanzar su ataque.
            En cuanto a la fecha de composición, al final de la novela se nos permite acercarnos a la fecha en que su Majestad celebró Cortes en Toledo: 1525 o 1538.
            Manuel Asensio cree que la correcta es 1525 porque esas Cortes tuvieron mayor resonancia. Otros, entre los que se encuentran Francisco Rico o Blecua, se inclinan por 1538. Se basan para ello en el “deseo de publicar”.
Recordemos por otra parte que el Lazarillo es un relato autobiográfico. Está contado por el protagonista en primera persona. Estamos ante una fingida autobiografía. Adopta la forma de una carta. Claudio Guillén habla de una “epístola hablada”.
Por el Prólogo sabemos que alguien (“Vuesa merced”) ha escrito a Lázaro rogándole que le cuente qué hay de verdad en un “caso” que se refiere al propio Lázaro. El caso lo conoceremos en el último apartado: Lázaro se ha casado por interés con la amante de un clérigo. Pero Lázaro da noticia entera de su vida.
Este es un artificio del autor para que el lector comprenda por qué una serie de razones han conducido a una persona a la situación en que se encuentra. Tiene que ver con el carácter realista de la novela, para hacérnosla más verosímil.
En el Prólogo se va marcando el carácter intimista a través del “yo”. Ya al principio, la aparición de los sintagmas “nunca oídas” “ni vistas” se relacionan con las novelas de caballerías. En este momento Lázaro promete al lector tres cosas: “cosas señaladas”, “cosas nunca oídas” y “ni vistas”, al tiempo que son deleitosas. Con todo ello se intenta llamar la atención del lector.
Las “cosas señaladas” se refieren a “cosas importantes” o “cosas nunca oídas”, lo que es lo mismo que “cosas originales”. Y es cierto, ya que con esta novela se inaugura el género de la picaresca. La promesa del deleite también es cierta. Es una novela cómica, aunque haya un trasfondo distinto.
La postura mayoritaria del autor del Lazarillo se muestra en el “Vengan a noticia de muchos”.
“No se entierren en la sepultura del olvido” es una oración culta, con utilización de la metáfora, una de las características lingüísticas del Lazarillo. Podemos hablar de un gran nivel idiomático en la novela. Lázaro va situándose entre dos extremos: las expresiones vulgares y los eufemismos.
Debemos recordar la tesis de Horacio de mezclar lo bueno, lo dulce, con lo útil (“que alguno que la lea halle algo que le agrade”). Además “a los que no ahonden tanto” les da dos posibles lecturas: aventuras (ropaje cómico) o una lectura en profundidad (los datos críticos y denunciadores).
La frase de Plinio que aparece (“no hay libro por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena”) supone la aparición de una cita de una autoridad clásica. El objetivo de estas citas era dar sensación de nivel intelectual. Pero la cita de Plinio es uno de los fallos del autor, ya que no es posible que un personaje como Lázaro conozca a estos autores. Además, la cita de Plinio es un tópico: en todo libro se puede encontrar algo.
            Otro tópico es el gusto literario, las modas en Literatura (“lo que uno no come, otro se pierde por ello”).
            Por otra parte, la repetición de vocablos normalmente indica nivel vulgar, personaje popular, etc.
            Cuando dice que “pues no se hace sin trabajo” se refiere a las dificultades a la hora de escribir (algo doloroso y no un placer). Y el “no con dinero” contradice el carácter materialista y práctico de Lázaro en la novela.
            Recordemos que el autor jamás consiguió la gloria y la fama.
            Acaba con una nueva cita, de Tulio, que contiene algo de lo que carece Lázaro (honra): “La honra cría las artes”. Recordemos además que el prólogo es redactado cuando Lázaro ya está casado.
            El siguiente párrafo del Prólogo gira temáticamente en torno a tres tipos sociales: el soldado, el religioso y el noble. Estamos ante la sociedad en la Literatura. El precedente lo encontramos en el Libro de los Estados de don Juan Manuel. La razón de nombrarlos está en que en este mundo se lucha por conseguir la fama. El “presentado” que aparece es el Licenciado en Teología. Esta referencia supone un precedente de la oratoria sacra (sermones incorporados a la Literatura).
            El párrafo es simétrico, ya que comienza y termina con una interrogativa retórica, que en realidad no preguntan, sino que afirman: ¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala tiene más aborrecido el vivir? Y ¿qué hiciera si fuera verdad?
            A continuación aparece el vocablo “nonada” referido a “clase”. El “grosero estilo” supone una concesión de registro idiomático. El cierre de este fragmento es sarcástico, con una hipérbole de su vida vulgar (fortunas, peligros y adversidades). Hay también una disonancia entre verdad y expresión. Se aplica un estilo culto para una realidad vulgar.
            En la última parte del prólogo aparece la Fortuna como tópico. Por su carácter inestable Boccaccio lo relacionó o comparó con una mujer. La fortuna distribuye a ciegas la riqueza (tal como vemos en el Laberinto de Fortuna de Juan de Mena o en las Coplas de Jorge Manrique).
            En el Lazarillo se cambia el tratamiento: para él la Fortuna no es ciega.
            Además se ataca por primera vez a la nobleza en la novela. No tiene excesivo mérito, pues han recibido la ayuda de Fortuna.
            El Prólogo muestra también la comparación entre la existencia humana y la navegación, tópico inaugurado por Petrarca en el Cancionero y que aparece en nuestra literatura desde Lope a Antonio Machado, pasando por Fray Luis de León o Quevedo. El “buen puerto” en el Lazarillo es en realidad la infidelidad de su mujer.
            Por otra parte, debemos hablar de la estructura del Lazarillo:

HAMBRE
I)                   Ciego
II)                 Cura de Maqueda
III)              Escudero
ASCENSO SOCIAL
IV)              Fraile de la Merced
V)                Buldero
VI)              Maestro pintor
VII)           Capellán à Aguador
VIII)         Auxiliar de alguacil, Pregonero, Casamiento

            En el Tratado III se produce la primera aparición en nuestra literatura del tema de la fraternidad. Este tema alcanzará su cumbre en la Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández.
            En los cuatro últimos tratados encontramos la misma temática que presenta el Cantar de Mío Cid: del exilio al emparentamiento con la alta nobleza.
            A partir del Tratado IV baja la calidad y sorprende la brevedad de algunos fragmentos. Sobre esta irregularidad en los tratados hay varias teorías:
            1) Los tres primeros están completos y los cuatro restantes son solo un esbozo, un esquema que el autor no llegó a completar.
            2) Los cuatro finales fueron violentamente censurados por la Inquisición.
            3) El autor no realizó la división en capítulos, sino que esta se debe a un editor. Esto explicaría que los títulos de los capítulos estén en tercera persona.
            4) Se habla de dos autores distintos. Uno hizo los tres primeros tratados y otro, de menor calidad, y debido al cansancio psicológico, que la terminaría.
            5) En los tres primeros Lázaro ha aprendido casi todo y a partir de ese momento casi no evoluciona.
            En el Tratado V Lázaro no actúa como protagonista. Se limita a contemplar las estafas del bulero.
En el Tratado VI el capellán es un explotador. Lázaro solo puede conseguir unas “ropillas”. Esas ropas son similares a las que llevaba el escudero (recordemos que la única influencia positiva en Lázaro).
En el Tratado VII abandona pronto el oficio porque es peligroso, lo cual denota su carácter de anti-héroe.
Estamos ante una novela iniciática (el personaje se inicia en la vida). Es también una novela itinerante, que se desarrolla en distintos lugares. Además es una novela de personaje, porque gira en torno a un personaje central.
Con respecto a las principales características del Lazarillo, podemos señalar en primer lugar la sobriedad expresiva. No podía ser de otro modo, ya que el autor presta su pluma a un inculto pregonero. Para que la ficción fuese perfecta era preciso que Lázaro escribiera en un estilo natural. El modelo de esta lengua fue el Diálogo de la lengua de Valdés.
El profesor Criado de Val dice que todo en el Lazarillo es escueto y directo. Pocas palabras, pero sencillas y naturales.
Esta sobriedad expresiva se manifiesta en:
-                           Abundantes diálogos, a nivel coloquial (esto puede hacernos pensar en una influencia de La Celestina).
-                           En parajes descriptivos las frases se suceden espontáneamente, como si no estuviesen planeadas de antemano.
-                           Las repeticiones de vocablos, impropias de un lenguaje elegante.
-                           Aparición de palabras vulgares y rústicas.
-                           Uso de aumentativos, de adjetivos y de diminutivos con un valor fuertemente plástico; es decir, realista.
La segunda característica que podemos señalar es que el Lazarillo se considera fuente inmediata del Quijote, sobre todo en lo referente al Tratado III.  En cuanto a la figura idealista del escudero, Cervantes tomó el carácter idealista del Quijote. Del carácter realista tomó el realismo de Sancho.
La tercera y última de estas características principales que señalamos es que el Lazarillo se considera la primera novela moderna. En este sentido podemos observar que además de iniciar la picaresca, el Lazarillo es el pórtico de la novela moderna. Para ello podemos apoyarnos en el hecho de que hasta entonces la novela presentaba a un héroe adulto. Por ejemplo, en las novelas de caballerías, el caballero andante tiene unas características y un destino fijados desde el comienzo de la novela. Las sucesivas peripecias y aventuras no lo transforman, sino que lo confirman en lo que ya es. Pertenece además al gran mundo.
En el Lazarillo encontramos una vida haciéndose. Nos narra la historia de un personaje desde la niñez para que entendamos por qué en el último tratado ha caído en la deshonra. De esta manera, ese personaje por primera vez en la historia, un protagonista miserable y pobre, es en cada momento una consecuencia de lo que ha vivido.
Así, no podríamos entender qué siente con el cura de Maqueda si desconociésemos lo sucedido sirviendo al ciego.
Las novelas anteriores eran sartas de episodios. Estos podrían cambiarse de orden sin que el relato se alterara.
En el Lazarillo los acontecimientos exigen un orden progresivo e intocable.
Se considera además nuestra primera novela moderna por poseer un doble alcance, individual y social. Individual porque nos plantea la vida y personalidad de Lázaro, y social porque es reflejo de la miseria de la España del siglo XVI.
Para insistir en este último punto, recordemos la literatura de la época de Carlos V:
Lírica
Boscán y Garcilaso
Teatro
Torres Naharro y Gil Vicente
Prosa histórica
Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo
Novela
Caballería, Hampesca, Didáctica y el Lazarillo

La época se inicia con el influjo petrarquista. El teatro tampoco registra un componente social (además Torres Naharro escribe en Italia). En la prosa histórica hay crítica social, pero en América y por parte de Bartolomé de las Casas.
Así que el Lazarillo inaugura el componente social y cabría preguntarse si la miseria que aparece en él es real o inventada.
Blasco Ibáñez en La Catedral presenta al protagonista (un alter ego del autor) como un anarquista que huye de España tras cometer un atentado. Pasado el tiempo, envejecido y defraudado, regresa y se refugia en la catedral de Toledo. A partir de la llegada de Gabriel Luna, la novela se estructura en dos novelas. La primera trata de los amores platónicos entre Gabriel y su sobrina Rosario. La segunda, más importante, se compone de las conversaciones entre Gabriel y los sacerdotes de la catedral.
El final de la novela es curioso porque Gabriel Luna muere defendiendo la catedral de un grupo de anarquistas. Pero gracias a esta novela sabemos que la miseria descrita en el Lazarillo era real.
Debemos tratar también el Lazarillo como novela picaresca y su influencia en la novela posterior.
Esta breve y gran novela funda el género picaresco. En ella están presentes una serie de rasgos que luego imitarán, en mayor o menor medida, las demás novelas picarescas, y que son los siguientes:
1)      El protagonista narra su propia vida (autobiografismo)
2)      Es hijo de padres sin honra.
3)      Se ve obligado a abandonar el hogar por la pobreza.
4)      En una parte importante de su vida sirve a diferentes amos.
5)      Es un ladrón ingenioso, inducido unas veces por el hambre y otras por su naturaleza viciosa.
6)      Cuando parece que ha obtenido éxito en sus planes, le sobreviene una desventura. Suerte y desgracia se alternan, con predominio de la segunda.
7)      Aspira al ascenso social, pero no logra salir de su estado miserable.
8)      Suele contraer matrimonio sin honra.
9)      No narra sucesos fantásticos (realismo).
En lo que atañe a su influencia en la literatura posterior, en el siglo XVI encontramos dos malas versiones: Lazarillo de Manzanares de Tolosa y Aventuras del Bachiller Trapaza de Castillo Solórzano. También en el siglo XVI encontramos una edición censurada por la Inquisición, Lazarillo castigado.
En el siglo XVII su influjo se percibe en la Vida de Estebadillo González, en el Guzmán de Alfarache y en el Buscón. En el siglo XVIII encontramos la Autobiografía de Villarroel. En el siglo XX se publican Lazarillo español de Ciro Bayo, Nuevas andanzas y aventuras de Lazarillo de Tormes de Cela y La canción del Pirata de Quiñones.
Por último, señalaremos algunos aspectos que se podrían comentar en los tres primeros tratados de la novela.
En el inicio de la obra, la mayoría de los críticos comparan el Lazarillo y el Quijote por la precisión y la imprecisión geográfica. En la novela aparece la dilogía, vocablos con doble significación, en por ejemplo “Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían”, donde la palabra “sangrías” se refiere a un procedimiento médico y a los granos o a la harina que habían sido robados. Se exprimen los significados de los términos.
En el proceso de mitificación del padre podemos encontrar la técnica del “mundo al revés”, que parte del Elogio de la locura de Erasmo, fue utilizada por Cervantes en El coloquio de los perros, y también por Saavedra Fajardo. La técnica florecería en el siglo XVIII.
La expresión referida a la madre viuda “sin abrigo” con el sentido de “sin protección” ya aparecía en Jorge Manrique.
Por otra parte, la presencia de refranes implica que el texto es popular, folclórico.
En otro sentido podemos observar que en el Lazarillo hay respeto por los grupos marginales, lo que refuerza la idea de que el autor sería un judío converso.
En el Tratado I queda patente la inocencia de Lázaro cuando habla de un hombre que venía a casa y se iba por la mañana.
El tema gastronómico, por otra parte, (con menciones al pan, trozos de carne, etc.) arranca del Arcipreste de Hita y aparecerá en los Pasos de Lope de Rueda, entre otros.
El autor utiliza la técnica de contrastes que se montan sobre negativo y positivo, que son sencillos.
Podemos señalar también las premoniciones que aparecen a lo largo del Lazarillo:
-                           Madre e hijo no volverán a verse (“hijo, ya sé que no te veré más”)
-                           El ciego le dice que el vino le salvará la vida (“si hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú”).
-                           En el Tratado V el bulero le dice que los cuernos le darán más de una mala noche.
-                           Hay una profecía no cumplida que es que morirá en la horca.
Los adjetivos posesivos mostrarán la insolidaridad entre Lázaro y sus amos, con excepción del escudero.
En el episodio del jarro de vino podríamos señalar los condicionamientos familiares negativos que empujan a Lázaro a ser lo que llegará a ser:
-                           Padre ladrón, encerrado
-                           Madre ladrona, amancebada, prostituta
-                           Padrastro
-                           Miseria que rodea la infancia de Lázaro
-                           Alcohol: tiene ocho años, está hecho al vino y muere por él
El Tratado I es un tratado simétrico, porque se inicia y termina de la misma forma. Esta simetría se plasma por medio del toro (“Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal” y “Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro”).
Frente a la frialdad que encontrábamos en el ciego, en el Tratado II el personaje del cura se caracteriza por el carácter impresionable.
Una vez que recoge el golpe que le da el cura de Maqueda, Lázaro explica que de lo que aconteció en los tres días siguientes “ninguna mención haré porque los tuve en el vientre de la ballena”, que es una alusión al pasaje bíblico de Jonás y la ballena. La interpretación que podemos dar es que estuvo tres días sin conocimiento (en una oscuridad paralela a la del estómago de la ballena).
Acerca del Tratado III, podemos señalar en primer lugar que Toledo es una ciudad de alta presencia en textos literarios, quizás por su carácter “hechicero” y mágico, quizás también por la confluencia de tres grupos: judíos, cristianos y musulmanes. Algunos ejemplos de lo que decimos serían:
-                           Berceo sitúa allí algunos milagros
-                           Garcilaso sitúa las Églogas
-                           José Zorrilla sitúa en Toledo la trama de A buen juez, mejor testigo
-                           Jesús Fernández Santos utiliza Toledo en El griego, una biografía novelada de El Greco, que tiene correspondencia en la de Ventila Horia.
El tema de la burla al desvalido será utilizado por Cervantes en El Licenciado Vidriera.
La novela del Lazarillo presenta distintos tipos de movimiento. En primer lugar el espacial, que iría de Tejares a Salamanca. Hay otro movimiento de tipo vertical, que arranca de la miseria al “ascenso” social. Un tercer movimiento es el temporal, de la niñez a la edad adulta de Lázaro. Todo ello significa que estamos ante una novela dinámica.
En el Tratado III encontramos la expresión “Desta manera anduvimos hasta que dieron las once”. Esta medición exacta del tiempo la encontraremos en autores posteriores como Antonio Machado.
El agua en el jarro “desbocado y no muy nuevo” puede relacionarse con la aparición del agua también en otros autores. Por ejemplo, en Machado el “agua que brota” es siempre tiempo que comienza. Si se trata de “agua estancada” es tiempo muerto. El mar, tanto en Machado como el García Lorca, simbolizará la muerte.
La descripción de la casa del escudero en el Lazarillo es similar a la de Rinconete y Cortadillo de Cervantes que posee Monipodio.
Por otra parte, en el Lazarillo encontramos la técnica de la ausencia de Verba dicendi, que señalan quién tiene el uso de la palabra, lo que implica que se busca la rapidez en el diálogo para alcanzar mayor verosimilitud.

Al final del Tratado III el escudero no corresponde al cariño de Lázaro, porque lo abandona en manos de los acreedores. A pesar de ello, puede ser considerado mejor amo que los dos anteriores.

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