(Resumen e
introducción al estudio de García Lorca)
Recordemos
que no es fácil aplicar el término “generación” a este importante grupo de
autores, en la medida en que en sentido estricto faltan varios requisitos para
definir este concepto (presencia de un acontecimiento aglutinante, presencia de
un guía, rebelión contra lo anterior o rasgos comunes de estilo), pero al mismo
tiempo podemos encontrar coincidencias que resaltan su unión y que permiten que
sigamos utilizando el término en cuestión (el respeto mutuo a pesar de las
diferencias ideológicas y estéticas, el viaje a Sevilla en 1927 que supone el
primer acto público del grupo, el homenaje a Góngora, la convivencia en la
Residencia de Estudiantes o la publicación en revistas como Litoral y Verso y prosa). Un acontecimiento significativo fue la publicación
por parte de Gerardo Diego de Poesía
española. Antología 1915-1931, en la que cada poeta expuso su propia
estética.
En
lo que se refiere a las afinidades estéticas, podemos señalar algunas, a pesar
de las palabras de Jorge Guillén acerca de que “frente a la página en blanco,
cada uno va a revelarse con pluma distinta”:
-
Equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental.
-
Entre una concepción romántica y clásica de la poesía.
Lorca confesaba que él era poeta “por la gracia de Dios (o del demonio)”, pero
también “por la gracia de la técnica y del esfuerzo”.
-
Entre la pureza estética y la autenticidad humana.
-
Entre lo minoritario y la inmensa mayoría (alternan
hermetismo y claridad).
-
Entre lo universal (renovación o apertura a los
movimientos literarios del momento) y lo español (tradición).
-
Comunidad de influencias: del vanguardismo (el valor de
la metáfora y el surrealismo), de Juan Ramón Jiménez (dedicación a la belleza,
estudio intenso del verso), admiración por la literatura clásica, valoración
del romancero y del cancionero tradicional, descubrimiento de Góngora,
entusiasmo por Garcilaso, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. A falta de
un manifiesto, simpatizan con La
deshumanización del arte de Ortega y Gasset, cuyas características
fundamentales son la deshumanización y el uso de la metáfora.
La
nómina de autores de este grupo está formada por Rafael Alberti, Federico
García Lorca, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Pedro Salinas,
Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.
En
la generación del 27 suelen diferenciarse tres etapas de evolución conjunta:
1)
Hasta 1927: se notan los tonos becquerianos,
modernistas y de las primeras vanguardias. Por otra parte, la influencia de
Juan Ramón Jiménez los orienta hacia la “poesía pura”, que desdeña lo
sentimental y aspira a simples perfecciones técnicas y cuyo instrumento
fundamental es la metáfora. Por eso alguna vez se les tildaba de herméticos y
deshumanizados. Un influjo esencial fue el de la lírica popular en Lorca o
Alberti. Paralelamente, la sed de perfección formal los lleva hacia los
clásicos.
2)
De 1927 a la guerra civil: comienza a notarse cierto
cansancio del puro formalismo. Se inicia un proceso de rehumanización. Coincide
con la influencia del surrealismo, que deja entrar las pasiones que habitan en
el subconsciente. Alberti, Cernuda o Prados adoptarán una militancia política
concreta y, de forma más o menos activa, todos se mostrarán partidarios de la
República al estallar la guerra.
3)
Después de la guerra civil: Lorca murió en 1936 y los
demás (salvo Aleixandre, Dámaso Alonso o Gerardo Diego) parten hacia el exilio.
Cada cual sigue su rumbo, pero ninguno abandonará una poesía entrañablemente
humana.
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