martes, 10 de mayo de 2016

Algunas claves del boom hispanoamericano




Para entender el éxito internacional durante las décadas de 1960 y 1970 del llamado boom de la narrativa hispanoamericana podemos señalar una serie de aspectos, recordando que este fue un movimiento pionero en el sentido de producirse al mismo tiempo un estallido literario y una planificación editorial. 
Los escritores del boom combinaron la experimentación formal con la voluntad política en la elección de los temas. Sus obras buscaban reflejar la convulsa situación de América Latina en aquellos años. El continente fue conocido principalmente por dos cosas en la década de 1960: la Revolución cubana y su impacto tanto en América Latina como en el tercer mundo; y el auge de la literatura hispanoamericana, cuyo ascenso y caída coincidieron con el auge y caída de las percepciones liberales de Cuba entre 1959 y 1971.
El inicio del movimiento coincide con el triunfo de la Revolución cubana (1959) y el intento de invasión de la isla por parte de Estados Unidos, que desemboca en un acercamiento a la URSS por parte de Cuba, incluyendo la crisis de los misiles (1962). En paralelo, las democracias de América Latina se quiebran: los regímenes dictatoriales dominan en Argentina (1962, 1966, 1976), Perú (1968), Chile (1973) o Uruguay (1973).

Para comprender el éxito de este grupo de escritores debemos recordar que encontraron la inspiración en sus países de origen, puesto que sus novelas transcurren en ellos, y su historia tiene un peso fundamental en la trama. Sin embargo, la mayoría publicaba en editoriales españolas, que les abrieron las puertas de Europa. En este sentido, el papel del escritor y editor Carlos Barral y de la agente literaria Carmen Balcells fue fundamental.

            Las principales características de este movimiento son muy conocidas. Así, la vanguardia formal es uno de los principales rasgos de los escritores del boom. El lector encuentra en ellas complejas estructuras temporales, múltiples perspectivas narrativas, un tratamiento novedoso del lenguaje (con neologismos o juegos de palabras, por ejemplo). Existe una influencia evidente de la novela europea.
            Por otra parte, la identidad es uno de los pilares del boom, y ello se refleja en la temática de estos autores. La identidad se analiza y se cuestiona, lo que se consigue tanto con la invención de escenarios que resultan paradójicamente cercanos a la realidad (uno de los ejemplos más claros lo encontramos en el pueblo ficticio creado por García Márquez, Macondo), como con la inclusión de la política y la historia en la narración. De hecho, la novela histórica es uno de los géneros más frecuentados por los escritores hispanoamericanos.

            Los principales autores que componen el boom son los siguientes:

En primer lugar, Julio Cortázar (1941 - 1984), es reconocido como uno de los maestros del cuento universal. Publicó  Historias de cronopios y de famas (1962), Rayuela (1963) o Todos los fuegos el fuego (1966).
Gabriel García Márquez (1927 - 2014) fue escritor, guionista, editor, periodista... Muchos de los sucesos de su vida inspiraron su obra. La traducción que Jorge Luis Borges realizó de La metamorfosis de Franz Kafka guio sus primeras obras. La aldea de Macondo es el lugar de invenciones como El coronel no tiene quien le escriba (1961), Cien años de soledad (1967), o El otoño del patriarca (1975). Recordemos que Gabriel García Márquez obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1982.
Carlos Fuentes (1928 - 2012) agrupó sus novelas en bloques. Publicó La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962) o Cambio de piel (1967). Obtuvo el Premio Cervantes en 1987.
Mario Vargas Llosa (1936) reconoce a Gustave Flaubert y William Faulkner como sus maestros. Es autor de La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Conversación en La Catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras (1973), La guerra del fin del mundo (1981) o La fiesta del chivo (2000). Obtuvo el Premio Nobel de literatura en 2010.

El periodista Sabih Ayén publicó en 2014 un ensayo, Aquellos años del boom, en el que incluye en este movimiento a los escritores Alfredo Bryce Echenique (Perú), Guillermo Cabrera Infante (Cuba), José Donoso (Chile), Jorge Edwards (Chile), Álvaro Mutis (Colombia) y Nélida Piñón (Brasil).

Dentro de este movimiento literario hay cuatro libros que se consideran fundamentales:
- Rayuela (1963), de Julio Cortázar. Un auténtico artefacto, una “antinovela” o una «contranovela» como la calificó su autor, un juego con múltiples finales que desafía a quien lo lee. Se considera una de las primeras obras surrealistas de la literatura argentina. En ella, Horario Olivera vaga por París en busca de su amante, La Maga. Se trata de una historia de amor, muerte y escritura que desemboca (si el lector quiere) en Buenos Aires, como la propia vida del autor.
- La ciudad y los perros (1963), la primera novela de Mario Vargas Llosa y la obra que abrió un ciclo de modernidad en la literatura peruana. En esta novela un grupo de adolescentes estudia bajo la severa disciplina de un colegio militar que nunca se menciona, pero que recuerda al Leoncio Prado, en el que vivió internado el propio autor. Sus protagonistas aprenden a convivir en un ambiente que les impide desarrollar sus individualidades.
- Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez, narra la historia de siete generaciones de la familia Buendía, residentes en el pueblo de Macando. Se trata de una novela sobre guerras, revoluciones y desgracias, en la que el autor reflexiona sobre la condena de la soledad y la salvación que ofrece la ficción.
- En Cambio de piel (1967) de Carlos Fuentes, Javier, Elizabeth, Franz e Isabel viajan en coche de Ciudad de México a Veracruz, aunque se ven obligados a detener su trayecto para dormir en Cholula. Cuando visitan la pirámide del lugar, se va describiendo la personalidad de cada uno de los personajes a través de sus recuerdos. En esta obra encontramos una historia sobre la historia universal desde la óptica mexicana, en la que Fuentes apuesta por la introspección mezclando la realidad y el deseo.

Por otra parte, podemos recordar que se ha asociado al boom el llamado realismo mágico, considerándolo como precursor del movimiento. Así algunos críticos se remontan a las obras de Juan Carlos Onetti (El pozo, 1939), Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente, 1946) o Ernesto Sábato (El túnel, 1948). Otros críticos adelantan el inicio del movimiento a la publicación de Hijo de hombre (1959), de Augusto Roa Bastos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario