lunes, 28 de septiembre de 2015

Gramática histórica: las conjunciones




            Las conjunciones aparecen en la coordinación. En esta lo fundamental es que las proposiciones del enunciado tienen las mismas funciones: son oraciones independientes cuya estructura es semejante. Veremos esos elementos que enlazan estas oraciones desde su perspectiva histórica.
            En latín la suma de valores a un elemento primario se hacía con la partícula et. Era la más usada de todas las copulativas y la que fue eliminando a las demás, y por eso se perpetuó en romance. Las formas que atestiguan las hablas hispánicas se derivan de hechos fonéticos. Lo normal es que la partícula sea átona, por lo que se documenta et a la manera latina, y e (con pérdida de –t). Esta última se conocía en latín vulgar, de acuerdo con varias inscripciones. Esta e átona en la cadena hablada se mantuvo como tal cuando la palabra siguiente empezaba por “i”, y pasó a “i” si la palabra comenzaba por vocal.
            Este uso se generalizó en el siglo XVI. Aún así debemos recordar aquellos casos en que et diptongó en ye, cuando se consideraba acentuada (tanto en el castellano primitivo como en el leonés). El diptongo se podía reducir a i cuando precedía a una e (“el uno y el otro”, por ejemplo).
            Cuando et se veía como átono, también e ante vocal se hacía i para evitar el hiato (“uno e otro”/ “uno y otro”).
            La y se generalizó y hoy domina salvo por disimilación, cuando sigue una palabra que empieza por i.
            Por otra parte, señalaremos que cuando decimos de alguien algo, por ejemplo que es “amable”, podemos añadir algo más, como que es “vanidoso”. Pero si consideramos que la segunda calificación destruye de algún modo a la primera, aunque solo sea parcialmente, esa sustracción se manifiesta a través del empleo de la conjunción pero (“es amable, pero vanidoso”).
            Esta construcción puede hacerse con un verbo pero no con un sustantivo. En latín este concepto se expresaba con la conjunción sed, que introducía el significado de rectificación, limitación o corrección en la frase anterior. Sed desapareció y su lugar fue ocupado por formaciones tardías (“sed certe”>”pero por cierto”; “non solum, sed etiam”>”no solo, sino también”).
            Pero remonta a per hoc, compuesto que se forma en época protorromance y que en los documentos hispánicos se acredita desde el siglo VI. En el siglo XIII es un rasgo castellano frente a las hablas occidentales. Dado el carácter átono con que se usó la partícula, el acento se perdió. Pero no solo significó “por eso”, sino que también sustituyó a tamen y se empleó con la acepción de sin embargo (arcaico en el siglo XIII, pero que resultó en la Crónica general de Alfonso X el Sabio). Originariamente pero tuvo un significado diferente de mas (mas
era opositivo.
            El empleo de mas se explica a partir de un movimiento de adición en el que el contexto se encarga de crear una sustracción subjetiva.
            De los compuestos de pero hay que señalar que “pero que” tiene valor concesivo y “empero” un prefijo procedente de “inde”.
            Como conjunción adversativa sino apareció en época muy antigua bajo la forma de si non. Su formación puede explicarse como una elipsis. La forma “sinon” aparece en el Poema de Mío Cid. La forma “sino” es ligeramente posterior, dentro del siglo XIII, y la variante leonesa “senon”, del siglo XII, presenta la alternancia I/E (como “sen”/”sin”) propia del dialecto.
            Vel, posiblemente de un primitivo velsi (aut.Tenía que reforzarse con otras palabras (rectificación, introducción de un concepto importante: vel potius, vel etiam, etc.). Iba unida a superlativos, intensificándolos o restringiéndolos, y en latín decadente se igualaba con et. Estos diferentes motivos muestran su debilidad y lo proclive que era a la desaparición. Su puesto fue ocupado por aut.
            Aut tenía el valor de elección exclusiva, entre otros, Gozó de una gran vitalidad, como acredita su persistencia en todas las lenguas románicas. La reducción del diptongo fue muy antigua, ya que o aparece en las Glosas silentes y así se transcribe en todos los documentos. La variante u está explicada por Juan de Valdés, que en el Diálogo de la lengua rechazaba el uso de u salvo que la palabra siguiente empezara por “o”.
            Las otras conjunciones conservadas son:
-         Nec: antiguo “nec”/”nin”, moderno ni, con “i” inexplicada, quizás debida al cruce con el adverbio “ni”.
-         Aut: o
-         Si: si
-         Quare: antiguo ca
            Entre las conjunciones perdidas encontramos:
-         Etsi: aunque, antiguo Moguer
-         Etiam: también
-         Otras como utque, sed, nam, quia, igitur y ergo.

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