El título original de la obra era Coplas
a la muerte del Maestre de Santiago don Rodrigo Manrique. Por razones
de economía lingüística el título sufrió una primera reducción (Coplas
a la muerte de su padre). Una siguiente y última reducción deja el
título simplemente en Coplas. Son las coplas por
antonomasia. Ello significa que, a pesar de ser un género muy cultivado, cuando
se alude a las coplas, todos sabemos que se refiere a las de Manrique.
Cada copla consta de 12 versos,
divididos en dos agrupaciones de seis. Cada una de ellas recibe el nombre de
sextilla.
La mayoría de los versos son
octosílabos, el verso castellano tradicional por excelencia, excepto los versos
números 3, 6, 9 y 12, que son tetrasílabos. Estos son los llamados pies
quebrados porque constan de un número de sílabas notablemente inferior
al del resto de la composición, de ahí que estas coplas sean llamadas “coplas
de pie quebrado” o “coplas manriqueñas”.
La rima es consonante y la
estructura métrica abc abc/ def def.
Copla 1
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
5
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro
parecer,
10
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Anticipa el tono que va a predominar
a lo largo de todo el poema, un tono de tipo imperativo, exhortativo (por
ejemplo, los tres primeros verbos con que se inicia la copla: recuerde, avive, despierte).
El verso 1 supone la primera llamada
de atención hacia los seres humanos que no se preguntan por el misterio de la
vida y de la muerte. Son seres superficiales, insensibles, plasmados a través
de la metáfora “alma dormida”.
El verso 2 constituye la primera de
las muchas antítesis desplegadas en el poema. Frente a la anterior alma
dormida, Manrique exhorta a un despliegue del intelecto (“avive el seso”). A su vez, este segundo verso inaugura el que será
el segundo campo semántico predominante: el guerrero militar. El primero será
el mortuorio. La primera muestra de ese campo militar es la oración “avive el seso”, tomada de la
terminología guerrera “avive el paso”. El despliegue de este campo semántico
está obviamente en relación con la profesión militar del autor.
El verso 3 es el primer pie
quebrado. Es un gerundio con la significación de mirar detenida y
reflexivamente. El gerundio marca un tempo
lento. Esa llamada a la reflexión está patente a lo largo de las 40 coplas.
Los versos 4 y 5 estilísticamente
contienen otro anticipo; en este caso, la repetición o anáfora. Las anáforas
darán al poema un tono meditabundo y paralelístico (cómo se pasa, cómo se viene). También a nivel formal prosigue la
antítesis, en este caso entre vida y muerte. Temáticamente estos versos y los
siguientes son un abanico de diferentes temas que se esbozan ahora para ser
tratados posteriormente con mayor amplitud (el tema primero, la fugacidad de la
existencia, en el verso 4; el segundo tema, la presencia de la muerte, en los
versos 5 y 6). A su vez, los versos 5 y 6 inauguran el variado tratamiento de
la muerte realizado por Manrique. La primera imagen de la muerte que se nos
presenta es una muerte silenciosa y traidora (tan callando).
La segunda sextilla formalmente
mantiene la anáfora y temáticamente continúa la constelación de temas; en este
caso, la fugacidad del placer. Mediante una nueva antítesis, esta fugacidad
desemboca en dolor. El final de la sextilla es un tópico popular: al ser humano
el tiempo pasado le resulta más feliz que el presente.
Destaca por último el verso 10, ya
que inicia una línea expresiva muy característica: Manrique con frecuencia
pluraliza, hace cómplices a los lectores de sus ideas y sentimientos. Se dirige
a un auditorio cercano y conocido, un auditorio cortesano que se solidariza con
su ideología (a nuestro parecer).
Copla 2
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y
acabado,
15
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de
durar
20
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Las Coplas tienen mucho de tratado de filosofía, de ahí la frecuencia
de distintos razonamientos, diferentes tesis que se van engarzando
lingüísticamente por medio de conjunciones. Esta segunda copla supone la
continuación de los razonamientos temáticos contenidos en la anterior. Esta
continuación se polariza ahora en torno a la fugacidad de la existencia,
introducido mediante un pues
consecutivo.
La copla segunda presenta una nueva
técnica estilística, la hipérbole, que se contiene en “en un punto”, en un instante. La hipérbole tiene como función
marcar el carácter absoluto, indiscutible, de la fugacidad existencial. Junto
con la hipérbole, la copla inaugura otra técnica expresiva: la redundancia (se es ido y acabado). La redundancia
tiene como objetivo mostrar el aniquilamiento de las glorias mundanas.
En el verso 16 vuelve la
pluralización (juzgamos) y el tono admonitorio
mediante el adverbio de modo sabiamente.
En los versos 17 y 18, la obsesión
por plasmar la fugacidad de la existencia lleva a Manrique a invertir el orden
cronológico, convierte el futuro (lo non
venido) en pasado. Este tiempo que devora supone un anticipo destructor de
una obsesión en autores como Quevedo y Azorín.
La segunda sextilla se inicia con
una redundancia (no se engañe nadie, no).
La continuación, en tono exhortativo, completa la imagen de la fugacidad
temporal iniciada en la primera sextilla. Se aporta una nueva idea: ningún ser
humano está exento del paso del tiempo. Además, tampoco ningún elemento de la
existencia puede burlar la temporalidad (todo
ha de pasar).
A nivel lingüístico, la segunda
copla presenta la vacilación entre la forma arcaica del adverbio de negación (non) y la forma moderna (no). Estas vacilaciones son normales en
las épocas de evolución de la lengua, de ahí su frecuencia en las coplas.
Copla 3
Nuestras vidas son los ríos
25
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y
consumir;
30
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus
manos 35
y los ricos.
Esta es una de las coplas más
famosas, por la fortuna de sus metáforas, a través de los siguientes símbolos:
Mar --à Muerte
Ríos caudales -à Vidas ricas
Ríos medianos -à Vidas mediocres
Ríos chicos -à Vidas pobres
La imagen del río a su vez puede
encerrar una significación sociológica. Los caudales aludirían a la nobleza y
aristocracia, los medianos serían la clase media y burguesía, los chicos, a los
villanos y al pueblo.
A partir de esta copla, el
simbolismo mar/muerte se ha mantenido preferentemente sobre mar/aventura (como
en la Canción del pirata de
Espronceda) y sobre mar/infancia, recordada nostálgicamente (que aparecerá en Marinero en tierra de Alberti).
La copla se inicia manteniendo la
pluralización (nuestras vidas). El
verso 28 introduce la primera nota de clasismo. El sentido aristocrático de la
existencia que poseía Manrique le lleva en la mayoría de las ocasiones a
nombrar, en lugar de privilegio, a su propia clase social (allí van los señoríos).
La primera sextilla se cierra con
una nueva alusión a lo inevitable de la muerte (ese derechos supone una línea recta que no admite quiebros). Aparece
nuevamente la redundancia (la destrucción total del acabar e consumir).
En la segunda sextilla repite el
adverbio de lugar allí, en clara
referencia a una muerte omnipresente. El cierre de la copla recoge el viejo
tópico de la muerte como igualadora social (son
iguales/los que viven por sus manos/ e los ricos).
El verso 35 tiene un componente
sociológico, ya que ese “vivir por sus
manos” se refiere a los trabajos manuales, propios del pueblo y no de la
nobleza. Cabe la posibilidad de que en el cierre de la copla, Manrique muestre
pesar por esa igualación, como si reprochara a la muerte el trato democrático
que concede a nobles y villanos.
Copla 4
Invocación:
Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus
ficciones, 40
que traen yerbas secretas
sus sabores;
A aquél sólo me encomiendo,
aquél sólo invoco yo
de
verdad,
45
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.
Temáticamente es una versión
poetizada de las invocaciones con que solían iniciarse los libros medievales.
Estructuralmente hubiera podido ser la primera copla.
Las dos sextillas giran en torno a
la antítesis falsedad/verdad. En la primera Manrique rechaza invocar a
escritores paganos por su condición de cristiano ortodoxo. Este rechazo se
plasma mediante la metáfora, donde ficciones
se refiere a literatura imaginada y fantasiosa, yerbas secretas significa venenos y sabores, escritos. Considera que la literatura clásica es una
literatura pagana y peligrosa. En esta disquisición sobre letras antiguas,
aparece no obstante el primer rasgo de cultura y sapiencia por parte del poeta,
cuando alude a “famosos poetas y
oradores”.
La segunda sextilla se decanta por
la invocación religiosa. Se encomienda a Cristo. Lo repite anafóricamente y lo
hace sinceramente (de verdad). El
final de la copla presenta un tono moralizador que se centra en un reproche que
el poeta realiza a la humanidad: no supo apreciar la condición divina de Cristo
(el mundo no conoció/ su deidad)
Copla 5
Este mundo es el camino
para el otro, que es
morada 50
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando
nacemos,
55
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
60
Temáticamente enlaza con la segunda
copla, ya que retorna al tema de la fugacidad de la existencia. La ideología
católica del poeta se manifiesta en la visión del mundo como camino, visión
positiva del más allá (morada/sin pesar)
y de la muerte (cuando
morimos/descansamos). El verso 49, con la identificación de mundo y camino,
supone un anticipo de la visión machadiana de la existencia. El final de la
primera sextilla trae de nuevo el campo semántico militar: buen tino (buena puntería), jornada
(marcha militar de un día). La existencia humana queda transformada en una
dificultosa peregrinación militar.
La segunda sextilla es de nuevo un
anticipo de la fugacidad existencial que encontraremos en Quevedo. La cuna y la
sepultura son aquí nacemos/morimos.
Copla 6
Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar
aquél
65
que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo
descendió
a nacer acá entre
nos,
70
y a vivir en este suelo
do murió.
Tonal y temáticamente es paralela a
la cuarta copla. El tono sigue siendo moralizador. Habla de la recta moralidad,
del comportamiento ético-religioso del ser humano (si bien usáramos de él). Temáticamente continúan las alusiones a la
pasión de Cristo. Mediante la pluralización en el verso 64, Manrique se dirige
a un auditorio católico (según nuestra fe).
Copla 7
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y
corremos,
75
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos
desastrados 80
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.
Es una copla calificable de preexistencialista,
porque presenta una condensación de temas que giran en torno a la fugacidad, a
la destrucción, al poco valor de las glorias mundanas. Se inicia con un verbo
en imperativo. De nuevo Manrique exhorta a una mirada contemplativa. “Ved” enlaza con el verso 3 (contemplando).
Los versos 74 y 75 son redundantes.
Presentan la imagen del ser humano corriendo enloquecidamente tras cosas que no
son nada (de cuán poco valor).
El verso 76 presenta una imagen del
mundo distinta a la que ofrecía la copla 5. En esta el mundo era un camino.
Ahora la imagen se tiñe con connotaciones negativas, el mundo es traidor.
El final de la primera sextilla
supone un leve anticipo de la variante temática de la vejez. Esta, para
Manrique, es un tiempo doloroso, en el que el ser humano contempla sus ruinas,
asistiendo conscientemente a su fracaso existencial (aun primero que muramos/las perdamos).
La segunda sextilla constituye la
explicación del anterior razonamiento; es decir, la enumeración de las causas
que llevan al ser humano a contemplar su propio fracaso. Las causas son dos: el
tiempo (deshace la edad) y desastres
naturales (casos desastrados).
Copla 8
Decidme: la
hermosura,
85
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se
para?
90
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al
arrabal
95
de senectud.
El tema es la juventud sometida
también al paso del tiempo. El tratamiento que recibe es doble: en la primera
sextilla se identifica con la belleza y en la segunda, con la fuerza.
Se inicia la copla con un verbo en
imperativo (decidme). Es una especie
de reto que el poeta lanza a los lectores, un reto que tiene como objetivo
contestar algo que es incontestable, el tema del ubi sunt? Se dirige en
primer lugar a la belleza femenina, marcada a través de unos sintagmas que son
términos laudatorios, cultivadas por Manrique anteriormente en sus
composiciones menores. Son temas laudatorios más propios de la lírica cortesana
que de un poema elegíaco (hermosura,
gentil frescura y tez, la color, blancura).
El verso 89 presenta el elemento
destructor de la anterior, la vejez. El verso 90 es, por un lado, la primera de
las muchas interrogativas retóricas que encontraremos y, por otro, la primera
aparición del ubi sunt?
En la segunda sextilla, la belleza
deja paso a otros elementos identificables con la juventud (mañas, ligerezas, fuerza), que también
desembocan en la vejez, que transforma en graveza
o pesadez la anterior ligereza.
El cierre de la copla presenta dos
sustantivos curiosos: arrabal
(proximidad) y senectud (vejez). La
curiosidad de este último radica en su carácter culto, que rompe la andadura
sobria, austera, del poema. Destacable es, así mismo, el presente de indicativo
en esta y en otras coplas, con el fin de actualizar los diferentes temas.
Copla 9
Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y
modos 100
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los
tienen!
105
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.
Es una copla fuertemente clasista,
porque se centra en el tema de la corrupción de la nobleza. Lamenta que la
alcurnia de la aristocracia se vaya perdiendo poco a poco. Son los godos los
que sirven como elemento ejemplificador de este lamento. La elección de los
godos no es gratuita, ya que han sido considerados como origen de la más
antigua y limpia nobleza.
La primera sextilla, a nivel
estilístico, inaugura una nueva técnica: las oraciones exclamativas, al
servicio de poetizar los muchos y diferentes caminos que conducen a la nobleza
al decaimiento (cuántas vías e modos).
La segunda sextilla especifica esos
caminos a los que ha aludido genéricamente. Las dos causas fundamentales del
decaimiento de la nobleza son, en primer lugar, que los nobles en su época
carecen de valimiento, han perdido la protección de los poderosos (por poco valer) y, en segundo lugar, la
penuria económica (por no tener). Esa
penuria, junto a la primera causa, le conduce a mencionar por segunda vez los
oficios inadecuados (no debidos) con
que se tienen que mantener algunos nobles de su tiempo.
Copla 10
Los estados y riqueza
que nos dejan a
deshora,
110
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de
Fortuna 115
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una
cosa.
120
Es monotemática. Se centra en el
tópico de la inestabilidad de la fortuna. Se identifica con el género femenino
(una señora/que se muda). Esta
identificación, de tipo misógino, tiene su raíz en Boccaccio. Los versos
iniciales marcan la primera consecuencia de la actuación inestable de la
fortuna. Cuando todavía se disfrutan los estados, la posición social, y la
riqueza, la fortuna los destruye.
En la segunda sextilla el tópico
clásico se completa cuando a la Fortuna se le dota del clásico instrumento de
la rueda.
Copla 11
Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa
125
como sueño;
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de
allá,
130
que por ellos esperamos,
eternales.
Supone una continuación temática de
la anterior. Los estados y la riqueza, manejados arbitrariamente por la
fortuna, solo sirven para acompañar al ser humano a la “huesa”, la tumba. La imagen escatológica del esqueleto acompañado
por sus títulos y símbolos de poder constituye el núcleo del poema de Quevedo A los
huesos de un rey. Será uno de los motivos de la conversación en el
cementerio entre Hamlet y Horacio.
La primera sextilla se cierra con
una imagen precalderoniana: la vida es sueño. La segunda sextilla presenta
diferentes antítesis, entre mundo terrenal (negativo) y mundo sobrenatural
(positivo). La primera es de tipo espacial (acá y allá), la segunda es de tipo
temporal (temporales/eternales), la
tercera es de tipo modal (deleites/tormentos).
Copla 12
Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que
tenemos,
135
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda
suelta
140
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.
Presenta un resumen de los temas
tratados: fugacidad, tiempo, muerte. Se inicia con la plasmación de las glorias
mundanas a través de los sustantivos placeres
y dulzores, cuyos componentes de
felicidad quedan anulados cuando se habla de vida trabajada en el sentido de “vida difícil” o, en consonancia
con la idea medieval, vida como valle de lágrimas.
El cierre de la primera sextilla es
de nuevo un retorno al campo semántico militar (corredores, celada). La celada se refiere a trampa y emboscada. Los
corredores son una alusión a los soldados que iban a la cabeza de los
ejércitos. Eran los exploradores y se reclutaban entre los que corrían con más
velocidad. Significa en último término el ser humano expuesto ante un peligro.
En la segunda sextilla continúa el
campo semántico militar. La carrera enloquecida y reflexiva del ser humano en
la vida se plasma a través de la imagen de jinetes montados en caballos
desbocados (a rienda suelta/sin parar).
Se cierra la copla con una
identificación vida/engaño. Y con la imposibilidad de rectificar, porque no se
vive dos veces, tal como encierra los dos últimos versos.
Copla 13
Si fuese en nuestro
poder 145
hacer la cara hermosa
corporal,
como podemos hacer
el alma tan glorïosa,
angelical,
150
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dejándonos la señora
155
descompuesta!
Es una copla de fuerte tono
moralizador. El poeta reprocha al ser humano un doble tratamiento en torno a
dos símbolos: la cativa y la señora. La primera significa belleza física y la
señora, belleza espiritual.
El poeta sostiene que si al ser
humano se le ofreciese la posibilidad de cuidar uno de esos dos elementos, el
ser humano preferiría el cuidado corporal, dejando descuidada (descompuesta) la belleza de tipo
espiritual.
Copla 14
Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes,
llorosos, 160
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y
prelados,
165
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
En la estructura general del poema,
esta copla se sitúa en el centro de la primera parte y tiene como objetivo
servir de nexo o unión entre los temas de filosofía general expuestos en las
trece primeras y los casos particulares
que vienen a continuación y que ejemplifican los anteriores temas
generales.
A partir de esta copla, hace su
aparición en el poemario el paisaje humano que presenta una gradación de lo
general (reyes, príncipes,…) a lo particular (la figura de su padre). Este
paisaje humano se inicia con la clase alta ensalzada.
Por otra parte, prosigue la
pluralización, dirigiéndose a un auditorio intelectual, leído (vemos por escrituras/ya pasadas).
Prosigue la rápida alternancia entre momentos gloriosos y negativos, que se
refleja en buenas venturas/trastornadas.
La segunda sextilla es otra versión
del tema de la muerte como igualadora social. La nómina de seres igualados por
la muerte se atiene a los estados o clases sociales medievales. Sigue un
riguroso orden, encabezado por el poder religioso (los Papas) y político
(emperadores) y termina con el más bajo pueblo (pastores de ganados).
Copla 15
Dejemos a los troyanos,
que sus males no los
vimos 170
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias.
No curemos de
saber
175
lo de aquel siglo pasado
qué fue de ello;
vengamos a lo de ayer,
que también es olvidado
como
aquello.
180
El núcleo temático podría resumirse
como actualismo. Manrique soslaya el tiempo histórico. Prefiere ejemplificar
con figuras y hechos coetáneos, a fin de conmover más eficazmente la
sensibilidad de sus lectores.
El rechazo del pasado histórico se
centra en la guerra de Troya y en el imperio romano. De ambos hechos históricos
tienen un conocimiento minucioso Manrique y sus lectores (leímos sus historias).
La segunda sextilla insiste en el
propósito actualizador (no curemos, siglo
pasado). El cierre de la copla deriva hacia una queja moralizadora.
Manrique alude a la insensibilidad del ser humano, justamente por la capacidad
de este de olvidar incluso lo más reciente (vengamos
a lo de ayer/que también es olvidado).
Copla 16
¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta
invención 185
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino
devaneos?
190
¿qué fueron sino verduras
de las eras?
Inaugura la variante temática del
desfile militar de muertos ilustres, unos con nombres y apellidos y otros,
mencionados genéricamente. Esta copla y las siguientes están dominadas por las
interrogaciones retóricas, como plasmación del tema del ubi sunt. La relación de muertos ilustres está encabezada por el
rey don Juan (Juan II de Castilla). A continuación, dos ilustres políticos de
su tiempo, los infantes de Aragón (hijos de Fernando de Antequera, rey de
Aragón). Ambos eran castellanos y jugaron un importante papel en las intrigas
palaciegas de la época. El mayor de ellos, don Enrique, murió en la batalla de
Olmedo. Después de estos personajes históricos, el verso 184 inicia las
alusiones genéricas, en concreto con los galanes,
otra reminiscencia de su poesía cortesana. También en ese verso se inicia la variante
temática del esplendor del boato cortesano, destruido también por el tiempo.
Este boato se plasma mediante la aparición de la invinción, en el sentido de hazañas y empresas.
En la segunda sextilla asistimos a
un razonamiento lógico-filosófico. Las anteriores hazañas desembocan primero en
devaneos y simples locuras y seguidamente en verduras de las eras, una metáfora que significa algo momentáneo,
ya que el trigo conserva muy poco tiempo su color verde en las eras. Se trata
de una metáfora de tipo popular, campesino, que está relacionada con la
sobriedad que preside el poema y supone una concesión a lo folklórico,
concesión que rompe a su vez el componente elitista del texto.
Los versos 190, 191 y 192
constituyen un nuevo campo léxico-semántico militar. Es una relación de
sustantivos que formaban parte de la terminología guerrera de la época. Destaca
paramentos, los atavíos con que se
cubrían los corceles en los torneos, y cimeras,
los penachos de plumas que remataban los cascos. En último término, la nómina
militar obedece a la idea de que ni siquiera el poder guerrero puede
enfrentarse con el paso del tiempo.
Copla 17
¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus
olores?
195
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas
acordadas
200
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
El boato cortesano adquiere en esta
copla su presencia más rotunda. Manrique hace un minucioso repaso de elementos
constitutivos de este boato, abocados inexorablemente a la destrucción.
Estilísticamente las interrogativas retóricas marcan la desaparición de estos
elementos cortesanos. El primero de ellos es el mundo femenino, plasmado con
cierta sensualidad, nuevo rasgo de poesía cortesana. Esta sensualidad la plasma
especialmente en la alusión a los olores perdidos, en el sentido de perfumes.
El resto de la primera sextilla da
paso al segundo elemento cortesano: el amor. La intensidad de las pasiones
amorosas que han quedado en nada se marca mediante la redundancia “fuegos encendidos”, en el sentido de
amores muy apasionados.
La segunda sextilla prosigue la
enumeración de elementos cortesanos que derivan hacia distintas artes: al de
componer versos (trovar), a la música
compuesta con perfección técnica, con gran sentido de la armonía (acordadas), y a la danza. La relación de
elementos finaliza con el detalle de las “ropas
chapadas”, bordadas con oro y plata. En esta relación de elementos, la
literatura, el trovar, también sucumbe al paso del tiempo. No es como en
Unamuno un vehículo para la inmortalidad.
Copla 18
Pues el otro, su
heredero, 205
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halaguero
el mundo con sus placeres
se le
daba!
210
Mas verás cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con
él
215
lo que le dio!
Estamos en un núcleo de coplas que
van alternando entre alusiones históricas y alusiones genéricas. Ahora le toca
el turno a las históricas, en concreto al rey Enrique IV. Los Manrique no eran
partidarios de su entronización, preferían al príncipe don Alfonso. A pesar de
esta discrepancia histórica, el poeta trata laudatoriamente al rey. Se diría
que todo lo que es noble, aristocrático, está exento de la más mínima nota
crítica.
La primera sextilla presenta el
momento álgido de la vida política de Enrique IV. Este momento álgido se
poetiza con una sucesión de términos laudatorios, potenciados por las
exclamativas.
La segunda sextilla marca el fin de
ese momento álgido. El final tiene connotaciones de intrigas políticas que
acabaron con el poder de Enrique IV. Estas intrigas se marcan fónicamente con
la aliteración (contrario, cruel) y
con la hipérbole, mediante la anáfora “cuán”.
Copla 19
Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,
220
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan
sobrados,
225
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
Esta copla vuelve a las alusiones
genéricas centradas en la extinción del boato cortesano. De nuevo aparece la
relación de elementos y la minuciosidad descriptiva, que abarca desde las “dádivas” hasta los “atavíos”. En esta relación de elementos aparece el dinero en las
alusiones “llenos de oro”,” enriques e
reales”. Los enriques eran monedas de oro acuñadas con la esfinge del rey.
En último término, la idea es que tampoco el poder del dinero puede enfrentarse
con la fugacidad del tiempo. Esta idea se opone al Arcipreste de Hita y a
Quevedo, donde el dinero es un poder que traspasa el tiempo.
Se cierra la copla con una metáfora
de tipo campesino para ejemplificar el ubi
sunt: rocíos y prados con idéntica significación que “verduras de las eras”, algo instantáneo (el rocío desaparece
rápidamente con el calor del sol).
Copla 20
Pues su hermano el inocente,
que en su vida
sucesor 230
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
le siguió!
Mas, como fuese
mortal,
235
metióle la muerte luego
en su fragua.
¡Oh, juïcio divinal,
cuando más ardía el fuego,
echaste
agua!
240
Vuelve a personajes históricos. El
hermano inocente, mencionado en ese verso 229, es el príncipe don Alfonso.
Siendo niño, fue proclamado rey en Ávila (1405) por el partido de los Manrique.
Murió muy joven, en 1408.
La andadura histórica de la primera
sextilla da paso a lo alegórico en la segunda. La primera alegoría es la muerte
identificada con la fragua. Hay una simbiosis entre el poder destructor del
fuego y el poder destructor de la muerte. Esa identificación entre la muerte y
la fragua supone una excepción a la típica identificación medieval entre muerte
y guadaña. La segunda alegoría es que cuanto más ardía el fuego, cuando estaba
en pleno apogeo de la juventud el príncipe don Alfonso, “echaste agua” y su
vida fue extinguida por la muerte.
Copla 21
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se hable,
sino sólo que lo
vimos
245
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino
lloros? 250
¿Qué fueron sino pesares
al dejar?
Aparece la figura histórica del gran
Condestable don Álvaro de Luna, el favorito o valido de Juan II. Murió
ajusticiado en 1455 en Valladolid. Fue combatido por el partido de los
Manrique, a pesar de lo cual el poeta mitifica al poderoso, cambiando la verdad
histórica.
Presenta la alternancia entre
momentos álgidos y negativos en la primera y la segunda sextilla
respectivamente. La alternancia se plasma a través de una andadura temática: el
poder político y las riquezas han quedado simplemente en lloros.
Copla 22
Y los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como
reyes,
255
que a los grandes y medianos
trajeron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
que tan alta fue
subida
260
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?
Prosiguen las referencias
históricas. Los dos hermanos fueron don Juan Pacheco, Marqués de Villena, y don
Pedro Girón, Marqués de Calatrava. Destacaron por su carácter intrigante y por
su concepción absolutista del poder. Curiosamente ese absolutismo es ensalzado
por Manrique (tan sojuzgados/a sus leyes).
La segunda sextilla presenta la
alternancia de momentos álgidos y negativos a través de una nueva imagen
cromática: la claridad, poderío, da paso a la oscuridad, muerte.
Coplas 23 y 24
Tantos duques
excelentes, 265
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y
traspones?
270
Y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las
atierras 275
y deshaces.
Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos
impugnables, 280
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué
aprovecha?
285
que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.
Estas dos coplas cierran la primera
parte del poema y suponen un colofón a la destrucción del boato cortesano,
centrado sobre todo en los aspectos militares de la corte.
La visión que presentan ambas coplas
de la muerte es negativa, antítesis de la muerte positiva que se desplegará en
las últimas coplas. En la copla 23 la muerte se identifica con la crueldad (cruda), una crueldad que se enfrenta al
estamento militar, venciéndolo. Este enfrentamiento adquiere dos vías de
tratamiento: la aliteración (cuando tú,
cruda, te ensañas/ con tu fuerza las atierras) y la redundancia (atierras e desfaces).
En la copla 24 se enumeran una serie
de elementos de defensa militar, fácilmente vencidos por la muerte, incluso la cava honda, chapada que es el foso
fortificado.
El final presenta una muerte
enfadada, airada, al que Manrique otorga un instrumento distinto a la guadaña,
la flecha.
Copla 25
Aquél de buenos abrigo,
amado por
virtuoso
290
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y
claros 295
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe
cuáles
fueron.
300
Inicia la segunda parte del poema,
la elegía propiamente dicha. Se inicia con una línea temática típica de los
plantos: el elogio al difunto. El primero de esos elogios es “abrigo” con la significación de
protector. El siguiente término laudatorio es de tipo religioso. Manrique alude
a la virtud de su padre, explicable por la ideología católica del poeta.
Los versos 290 y 291 presentan un
leve hipérbaton, debido a cuestiones métricas y no a un sentido de
retorcimiento del estilo. Es importante la inclusión del nombre completo del
padre en un encabalgamiento. Destaca la inclusión del tratamiento de cortesía “don”, junto a “maestre”. La copla prosigue ensartando hiperbólicamente diferentes
elogios y pluralizando acerca del conocimiento que sus lectores tenían de la
trayectoria vital y profesional de su padre (pues los vieron, el mundo todo sabe).
La segunda sextilla presenta la
técnica de la autocontracción. Manrique asegura que no va a hablar de las
hazañas de su padre, cuando en realidad va a ser lo contrario.
Copla 26
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de
esforzados 305
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los
sujetos! 310
¡A los bravos y dañosos,
qué león!
Mediante la repetición de
exclamativas, es una sucesión de diferentes cualidades de su padre, cualidades
que finalizan y se resumen en el último verso, con el simbolismo del león
identificado con fuerza y valentía.
Coplas 27 y 28
En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y
batallar;
315
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en
liberalidad
320
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Tulio en la verdad
que prometía.
Antonio Pío en
clemencia; 325
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen
talante;
330
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran
amor
335
de su tierra.
Según Menéndez Pidal estas coplas
son “una nómina pedante” que en nada favorecía la belleza del poema. Son dos
coplas en las que la figura de su padre queda oscurecida, arrinconada entre una
serie de referencias clásicas. Lo salvable de ambas coplas es el atisbo de
humanismo, en el sentido de presencia de la antigüedad clásica. Serían
clasificables como prerrenacentistas.
Destaca la mención de Africano,
Escipión, general romano que protagonizará una de las primeras obras teatrales
de Cervantes, La Numancia.
De Marco Aurelio destaca su
estoicismo (igualdad del semblante) y
que supone una conexión con el Marco Aurelio de Fray Antonio de Guevara.
Alejandro Magno supone la identificación de la valentía de este personaje con
la del padre de Manrique.
Copla 29
No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los
moros, 340
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron;
345
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.
A partir de aquí humaniza la figura del padre. Nos
presenta a un personaje más sencillo, sin referencias de otros personajes
históricos y clásicos. A partir de esta copla, veremos la poetización de la
hoja militar de servicios de su padre, con la aparición de dos datos. El
primero es que su padre peleó con un sentido altruista de las acciones
militares, no buscó el enriquecimiento personal, tal como señalan los versos
337, 338 y 339. En segundo lugar, se resalta su participación en la
reconquista. Era lo máximo a loque podía aspirar un caballero de la época.
Copla 30
Pues por su honra y estado,
en otros tiempos
pasados, 350
¿cómo se hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos
famosos 355
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aún más tierra
que
tenía.
360
Se aporta un nuevo dato. En el verso
352, puede estar aludiendo a una momentánea pérdida de protección por parte de
Enrique IV.
La
segunda sextilla retoma la actuación en la lucha contra los musulmanes y es,
posiblemente, la sextilla de más baja calidad estilística, por la repetición
pobre del verbo “hacer”. Esta
repetición significa que momentáneamente, la sobriedad expresiva deja paso a la
sequedad estilística.
Copla 31
Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las
renovó
365
en senectud.
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la
dignidad
370
de la gran Caballería
de la Espada.
Se centra en el tema de la vejez.
Denostada en las primeras coplas, se transforma ahora en un tiempo de éxitos
por parte de su padre. Se nos habla de anciançia/bien
gastada.
La cumbre de este período de vejez
nos la da el dato histórico del ingreso de don Rodrigo en la orden militar de
Santiago.
Copla 32
Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las
halló;
375
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que
obró
380
fue servido,
dígalo el de Portugal
y en Castilla quien siguió
su partido.
A nivel expresivo esta copla destaca
por la vacilación lingüística. En este caso la conjunción copulativa “y”. La repetición de este tipo de
partícula va encadenando rápidamente los últimos hechos militares de su padre
en política interior (primera sextilla) y exterior (segunda sextilla), con
alusión al rey de Portugal, Alfonso V.
Copla 33
Después de puesta la
vida 385
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero:
390
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a
llamar
395
a su puerta,
Destaca por la anáfora “después” con la significación de hecho
realizado plenamente, satisfactoriamente.
El primero de estos hechos se plasma
con la imagen del jugarse la vida como si fuese una partida de ajedrez (verso
387), conexión con el Libro de ajedrez de Alfonso X. El
segundo de los hechos satisfactorios es la fidelidad de su padre, al final de
la primera sextilla. El tercero de los hechos realizados con plenitud se resume
en “tanta hazaña”.
El cierre de la copla presenta el
último tratamiento de la muerte. Es una muerte personificada, que trata con
respeto a su padre. Además es una muerte educada, que “vino a llamar a su puerta”.
Copla 34
diciendo: «Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de
acero, 400
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la
fama,
405
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.
No hay una descripción de la muerte,
ya que solo podría hacerla con la imagen tenebrosa conocida por el hombre
medieval, la de las Danzas de la muerte, y si lo hubiera hecho así, habría
disonancia entre esa imagen tenebrosa y su comportamiento educado. A partir de
esta copla se desarrolla hasta el final un arte de bien morir, en oposición al
arte de amar. Es significativo en este arte de bien morir que no es la muerte
quien mata, sino que es el caballero el que se muere.
Inicia su intervención la muerte con
un término laudatorio, “buen caballero”.
Continúa con un tono moralizador, siendo en este punto el alter ego de Manrique
(dejad al mundo engañoso).
Hay que destacar la utilización de
metáforas. “Corazón de acero”,
significativamente guerrera, alude a la valentía de don Rodrigo. En el verso
402, “este trago” es un momento
difícil.
En la segunda sextilla hay un esbozo
de la vida de la fama, con carácter prerrenacentista. El hombre medieval creía
en dos vidas, la terrena y la sobrenatural. El renacentista aporta una tercera
vida: la de la fama.
“Esta
afrenta” significa la vergüenza de ser vencido por la muerte.
Copla 35
No se os haga tan amarga
la batalla
temerosa
410
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,
(aunque esta vida de
honor 415
tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.
420
Se inicia con una nueva metáfora
militar, que alude a la agonía (batalla
temerosa).
Insiste después en la vida de la
fama, que está no obstante por debajo de la vida sobrenatural.
Coplas 36 y 37
El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los
pecados
425
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros
famosos,
430
con trabajos y aflicciones
contra moros.
Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de
paganos,
435
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan
entera
440
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.»
La muerte habla en tono
excesivamente moralizador. Podría hablarse de un predicador que asiste a don
Rodrigo en sus últimos momentos. Este predicador proporciona vida en los versos
443 y 444.
Copla 38
«No tengamos tiempo ya
445
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para
todo;
450
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
455
es locura.
Registra la respuesta de don Rodrigo
a la muerte. Destaca su carácter estoico, un estoicismo a lo católico. Su
voluntad está conforme con la divina.
Copla 39
Oración:
Tú, que por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu
divinidad
460
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu
persona,
465
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona.»
Es una oración puesta en labios de
don Rodrigo. El tema es una invocación a Cristo para que le perdone. En los
versos 461 y 462 tenemos una visión negativa del ser humano. Se le identifica
con la vileza. Es un rasgo medieval, frente al humanismo que traería en el Renacimiento
una visión antropocéntrica de la existencia.
Hay una anteposición típicamente
medieval del pronombre personal (me
perdona).
Copla 40
Fin:
Así, con tal entender,
todos sentidos
humanos
470
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la
dio 475
(en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su
memoria.
480
Manrique la tituló “Cabo”
(término, final). El inicio de la copla insiste en la idea de que su padre
murió en uso de todas sus facultades, despierto ante la muerte. Junto con esta
lucidez, encontramos que murió rodeado de sus seres queridos. Manrique plasma
la idea con otro vocablo militar (cercado).
El final presenta el tema del no
morir del todo, a través del recuerdo de los seres que quedan aquí.
En último término, el poema ha
desarrollado la siguiente andadura:
Reflexiones
morales→ elegía→ triunfo
Buena informacion muy bien detallado.felicitaciones
ResponderEliminarFelicitaciones.Muy buena interpretacion de cada copla.Me encanto
ResponderEliminar😁
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Deyanira por tus comentarios. Nos alegra saber que te gustaron. Un saludo
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