(Algunos detalles para establecer relaciones entre los tres personajes)
Entre los
personajes protagonistas de las novelas de Flaubert, Tolstoi y Clarín hay una
relación muy estrecha que puede percibirse a través de una serie de elementos
comunes y una serie de diferencias.
Los puntos en
común que podríamos destacar entre las tres mujeres son los siguientes:
En primer
lugar, el aburrimiento que les
provoca la insulsa vida diaria. En La
Regenta, por ejemplo, encontramos resumida esa monotonía en uno de los
momentos en que Ana Ozores reflexiona en su alcoba:
«— ¡Qué vida tan estúpida!» —pensó Ana,
pasando a reflexiones de otro género.
Aumentaba su mal humor con la conciencia de que estaba pasando un
cuarto de hora de rebelión. Creía vivir sacrificada a deberes que se había
impuesto; estos deberes algunas veces se los representaba como poética misión
que explicaba el por qué de la vida.
Entonces pensaba:
«—La monotonía, la insulsez de esta
existencia es aparente; mis días están ocupados por grandes cosas; este
sacrificio, esta lucha es más grande que cualquier aventura del mundo.»
En otros momentos, como ahora, tascaba el
freno la pasión sojuzgada; protestaba el egoísmo, la llamaba loca, romántica,
necia y decía: — ¡Qué vida tan estúpida!
En segundo
lugar, la frustración que crece cada
día por un matrimonio que les ha sido impuesto de alguna forma.
En el caso de
Ana Ozores, ella pregunta a su marido si no querría un hijo y aunque él, para
consolarla, le contesta afirmativamente, el lector sabe que no desea ser padre.
En una escena
de la novela, Emma Bovary mira a su marido mientras duerme y, encogiéndose de
hombros, se pregunta: ¿Por qué no tendría
al menos por marido a uno de esos hombres de entusiasmos callados que
trabajaban por la noche con los libros?
Por su parte,
Ana Karenina regresa a casa. Después de que Vronsky le diga que ha viajado para
estar cerca de ella, la protagonista baja del tren en San Petesburgo y se
reencuentra con su marido. Mira su figura
arrogante y fría […] Y entonces una
sensación desagradable oprimió el corazón de Ana cuando se encontró con la
mirada tenaz y cansada de su marido.
El tercer
punto en común entre los personajes es el deseo
de vivir de forma libre, intensamente, lo cual alimenta sus fantasías.
Ya hemos
señalado ese momento en que Ana Ozores hace un balance de su existencia con ese
“es la historia de toda la vida”. En
medio del tedio de su existencia, Emma Bovary desearía que su apellido fuera
ilustre y se viera en muchos lugares. Ana Karenina se siente descontenta
consigo misma cuando ve a su marido y experimenta una sensación “semejante a la hipocresía”.
Todos esos
elementos serán los que las empujen al adulterio.
Por
otra parte, también encontramos diferencias
entre los tres personajes, entre las que podemos destacar las siguientes:
Hay un
diferente origen social.
Emma se ha
criado en el campo, habita en una aldea con un médico rural al que desprecia, y
sueña con vivir las comodidades de la vida burguesa en las capitales de
provincias. Siente desdén por su esposo. Al comienzo de la historia, aparece un
episodio en que su marido le cuenta un encontronazo con un médico de Yvetot, y ella estaba exasperada de vergüenza, tenía
ganas de pegarle. La irritación que siente hacia él irá aumentando cada vez
más.
Ana Karenina es aristócrata, vive en una sociedad de nobles con título y
de funcionarios zaristas, pero no disfruta de sus privilegios por su matrimonio
con Karenin. Incluso siente odio por su marido. Sus sentimientos aparecen en
una escena cuando Ana miró hacia abajo,
reconociendo al punto a Vronsky, y un extraño sentimiento de alegría y de temor
agitó su corazón.
Ana Ozores está casada con don Víctor, el Regente, con
quien mantiene casi una relación filial (Don
Víctor se sentó sobre la cama y depositó un beso paternal en la frente de su
señora esposa). Viven en Vetusta, una ciudad dominada por la represión, la
hipocresía, la falsa religiosidad y los convencionalismos. Ana se verá seducida
por Don Álvaro, que es un donjuán, presidente del casino (Había estado, mientras pasaba hojas y hojas, pensando, sin saber cómo,
en don Álvaro Mesía, presidente del casino de Vetusta y jefe del partido
liberal dinástico). Ana Ozores siente compasión hacia su marido.
También hay
diferencias en cuanto a la culpabilidad
que sienten los personajes, en la que podemos observar grados distintos: en Ana
Karenina y Ana Ozores está presente la sensación o noción de pecado. Pero ese
sentimiento apenas afecta a Emma.
El retrato de
cada una de estas mujeres se completa a través de las relaciones con sus respectivos esposos, su papel en el triángulo amoroso que protagonizan y en
el final del mismo:
Emma Bovary es
una provinciana insatisfecha de sí misma y de cuanto la rodea. Tiene un marido
mediocre y estúpido (Con la edad iba
adoptando unos hábitos groseros), está inmersa en un tedioso ambiente
aldeano (En el fondo de su alma, sin
embargo, esperaba un acontecimiento). Primero es amante de Rodolphe (Se repetía: <<¡Tengo un amante!, ¡un
amante!>>, deleitándose en esta idea) y después de León, pero ambos
la traicionan y la abandonan. En el envenenamiento final de Emma hay un gran
dramatismo.
En Ana
Karenina se describe el triángulo amoroso minuciosamente. Tanto Ana como
Karenin y el conde Vronski son descritos en su vida exterior e interior (sus
pasiones y estados de ánimo). Sabemos cómo visten (Ana Karenina viste de negro
en un baile, y de ella se comenta que puede vestir así al no necesitar más
artificios), los salones a los que acuden, los bailes y ritos sociales. Cuando
se descubre el adulterio, la protagonista sufre una degradación ante los demás,
pero también ante sí misma. La sociedad hipócrita murmura de ella, y eso la
empuja también a estar celosa y a hacer reproches a Vronski. En el suicidio de
la protagonista hay menor dramatismo que en el de Emma Bovary. Tolstoi se
centrará en la maleta que deja abandonada Ana cuando se arroja a la locomotora.
En cuanto a Ana Ozores,
al triángulo amoroso se suma un personaje especial: el Magistral. Está
enamorado de Ana y quiere adueñarse de ella. Como no puede tenerla físicamente (por su
condición de sacerdote), querrá adueñarse de ella psíquica y
espiritualmente. La tensión creada por el ambiente entre los personajes gana la
acción.
muy bonito todo, un beso para la familia
ResponderEliminarmuchísimas gracias, me ha servido de mucho para mi comentario crítico en lengua. Es genial de verdad, lo agradezco muchísimo porque me ha quedado todo muy claro
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Me alegro de que te haya servido. Un saludo
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