lunes, 26 de enero de 2015

Realidad y poesía en La casa de Bernarda Alba




                        En La casa de Bernarda Alba se combinan realidad y poesía. No se puede hablar de drama realista con respecto a esta obra, ya que supera los límites del realismo. Sí es cierto que se toman datos de la realidad, que la acción dramática se sitúa en un marco realista, que la dimensión humana de los personajes es verosímil y que Lorca ha procurado crear la impresión de verosimilitud.
            Pero tanto los personajes como la situación dramática, el espacio simbólico, todo está contemplado desde una dimensión poética. La hipérbole en la descripción de los caracteres, la acentuada diferencia de edad entre Angustias y Pepe el Romano, las metáforas e imágenes en el habla de los personajes, la estructuración de la obra en un plano real (representado) y otro imaginado (no visible, simbólico), así como la antítesis nos hablan de la poetización de la realidad. La aproximación a los problemas humanos de su tiempo se hace desde la poesía y no desde el realismo literario.
            Quizá el mayor mérito de García Lorca resida en integrar el lenguaje poético en el habla de los personajes, de forma que parezca natural y espontáneo.
            Junto a expresiones coloquiales, andalucismos, vulgarismos, insultos o frases hechas, encontramos las imágenes sorprendentes y propias de la lírica de Lorca (por ejemplo cuando Poncia dice en el acto I que En el Pater Noster subió, subió la voz que parecía un cántaro llenándose de agua; o la intervención de Martirio en el acto III, Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura)
            Con estos procedimientos, el autor se aleja del realismo del XIX y ofrece al espectador la posibilidad de juzgar los hechos desde la distancia y a través de su sensibilidad artística.
            Si nos situamos en el realismo, son muchos los rasgos y notas tomados de la realidad (nombres de personajes, situación dramática básica, ambientación espacial). En el primer acto Poncia nos sorprende con una acción sumamente vulgar y prosaica, ya que sale a escena comiendo pan y chorizo. La criada lleva a cabo un acto doméstico habitual e inicia su actuación limpiando.
Podemos señalar otros elementos de carácter realista en el primer acto, como la mendiga pidiendo limosna, el doblar de las campanas por la muerte de Antonio María Benavides, la llegada del notario para leer el testamento, la mención de Enrique Humanes, los zapatos desabrochados de Magdalena, etc.
En el segundo acto disminuyen los detalles realistas, aunque podemos encontrar algunos como las mujeres cosiendo al inicio, las declaraciones amorosas, la visita del hombre de los encajes, los cantos de los segadores, el calor sofocante, el retrato de Pepe el Romano o el linchamiento de la hija de la Librada.
El realismo pierde aún más fuerza en el tercer acto. Los personajes se van diluyendo, constituyendo imágenes fotográficas y siluetas perfiladas. No obstante, podemos señalar elementos realistas como las mujeres cenando en la escena inicial, los golpes del caballo en el corral, los ladridos de los perros o el que Adela salga del corral con las enaguas llenas de pajas de trigo.
En lo que respecta a la poesía, en el tercer acto se introducen elementos mágicos, fantásticos o poéticos, como la noche estrellada, la persecución en la semioscuridad entre Adela, Martirio y María Josefa o la plasticidad de la imagen de la anciana con la oveja en sus brazos.
La obra va perdiendo realismo en beneficio del carácter poético.
Además debemos señalar que García Lorca se sirve del verso en cuatro ocasiones:
-                           En la letanía (creada por el poeta) del primer acto, que rezan Bernarda y las mujeres del duelo.
-                           En la canción de los segadores, que atrae la atención de las muchachas y les recuerda la libertad, la alegría y el amor que existen en el mundo fuera de la casa. La canción está compuesta por dos cuartetas asonantadas (versos octosílabos con rima asonante cruzada 8a8b8a8b). La segunda cuarteta es repetida por Martirio y Adela. Los segadores actúan como coro que pone de relieve las pasiones ocultas de las mujeres.
-                           En un dicho popular al que se da forma estrófica, cuando en el tercer acto Adela pregunta: Madre, ¿por qué cuando se corre una estrella o luce un relámpago se dice: Santa Bárbara bendita/ que en el cielo estás escrita/ con papel y agua bendita? (son tres versos octosílabos con rima consonante)

-                           En la canción de cuna que canta María Josefa con la oveja en brazos en el acto III. En esta canción vuelve a referirse al mar como símbolo de libertad e insulta a Bernarda y a Magdalena.

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