Los
fines que persigue la Lingüística americana son muy similares a los que
aparecen en otras corrientes estructurales: describir una lengua, segmentar sus
elementos constitutivos, clasificarlos y estudiar sus relaciones. Sin embargo,
la necesidad de trabajar con lenguas de estructura no muy conocida por parte del
investigador y recurrir únicamente a los datos directamente observables,
produjo sistemas refinados que, en apariencia, por su riqueza de procedimientos
de análisis y por su abundancia terminológica, dan aspecto original al
descriptivismo estadounidense.
En
la investigación sobre las lenguas indígenas destacan dos científicos: Franz Boas (1858-1942), que preparó una
completa introducción para el estudio de las lenguas amerindias, y Edward Sapir (1884-1939), autor de uno
de los libros más sugestivos de la historia de la Lingüística, Language, de 1921. En Sapir aparece la
influencia de Humboldt, Croce y Saussure. Concibe la lengua como un sistema
simbólico y funcional, concede gran importancia a los elementos culturales y
hace un completo estudio de la clasificación etimológica de las lenguas, además
de formular los supuestos de estructuralismo fonológico (de modo no muy
distinto al que se seguiría en el Círculo de Praga).
En
la década de 1920 comienza el auge de los estudios lingüísticos en Estados
Unidos. En 1924 se funda la Linguistic
Society of America y un año más tarde comienza la publicación de la revista
Language. Este auge va ligado a la
figura de Leonard Bloomfield (1887-1949).
Frente
al idealismo y mentalismo que traslucen las páginas de Sapir, el libro Language de Bloomfield establecerá las
bases para el desarrollo del descriptivismo estadounidense hasta la década de
1960. Bloomfield estuvo al principio influido por Wilhelm M. Wundt (1832-1920),
pero pronto sus trabajos muestran la influencia del enfoque estadounidense en
psicología conocido como behaviorismo o conductismo, en especial los trabajos
de A.P.Weiss (1879-1931).
De
Bloomfield procede el análisis de constituyentes inmediatos por el que las
emisiones se van descomponiendo en sus constituyentes hasta llegar a los
últimos elementos lingüísticos provistos de significación, los morfemas,
formados por fonemas, elementos que ya no presentan carácter significativo, y
que se van reconociendo por la posibilidad de repetirse en distintos morfemas.
También procede de él la distinción entre formas libres y formas trabadas.
El
descriptivismo americano a partir de Bloomfield sigue preferentemente los
métodos de carácter inductivo y se situará preferentemente en el análisis del
plano sintagmático, ya que es el único que presenta posibilidades de acceso
directo. La lengua será para ellos un complejo sistema de hábitos que se
manifiestan en una serie de emisiones que los reflejan y dependen de ellos.
El
descriptivismo americano comenzó con el análisis de elementos fónicos, análisis
basado en la “distribución”. Posteriormente se extendió, a partir de 1942, al
estudio de la morfémica, parte de la gramática especializada en los morfemas.
Ambas zonas de la investigación lingüística fueron exhaustivamente examinadas,
mientras que la sintaxis y la semántica quedaban relegadas.
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