Las
primeras manifestaciones de la prosa en castellano escrita no fueron de tipo
literario, pero tienen una gran importancia desde el punto de vista
lingüístico, ya que testimonian que ya no se usaba el latín como lengua de
comunicación entre el pueblo y son decisivas para poder comprender la evolución
histórica del español.
Las
glosas son la primera manifestación escrita en lengua romance. Son
pequeñas anotaciones manuscritas, realizadas en latín
y vascuence medieval,
entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino a finales
del siglo X o a
principios del siglo
XI.
Los textos completos en prosa romance más tempranos datan del siglo XII, más
tarde que la épica y la poesía, y no alcanzarán la categoría literaria hasta el
siglo XIII. La evolución sintáctica de la lengua romance, junto con la
necesidad de escribir en la lengua vernácula documentos políticos, doctrinales
y didácticos, propició que el romance le fuera ganando terreno al latín.
La
Escuela de Traductores de Toledo
Con
este nombre se designa a los distintos procesos de traducción e interpretación
de textos clásicos grecolatinos,
que habían sido vertidos del árabe
o del hebreo
al latín sirviéndose del romance
castellano o español
como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares»,
principalmente al castellano.
A partir del siglo XII se encuentra un aluvión de obras árabes, judías y
griegas que penetran en la cultura occidental a través de España y Sicilia.
Libros de medicina, matemáticas, astronomía, magia y filosofía serán traducidos
al latín. Con Alfonso X se producirán las traducciones al castellano.
La Escuela de Traductores estuvo dirigida por Domingo Gundinsalvo. Alcanzó fama
internacional ya que a través de esta Escuela penetra el pensamiento griego en
occidente. Las traducciones de obras griegas, árabes y judías son el destello
de ilustración en un ambiente cultural pobre, con una Iglesia que dictará
algunas prohibiciones (Aristóteles, por ejemplo).
Alfonso
X el Sabio
Nació
en Toledo en 1221. Las razones que le llevaron a convertir la lengua vernácula
en oficial son fundamentalmente dos: dotar de una lengua común a las tres
comunidades (cristianos, musulmanes y judíos) y facilitar así la unidad
cultural de su reino, al tiempo que pretendía apartar la cultura del contexto
clerical, en el que se utilizaba el latín, y acercarla a la gente de la Corte,
que sabía leer pero no conocía la lengua latina.
Alfonso X fue el impulsor de la Escuela de
Traductores de Toledo. Fue un rey polifacético interesado por muchas de las
disciplinas de su época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura…
Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y obras, revisar
su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos
tratados.
Preocupado
por la trascendencia cultural de su idioma, él mismo dirigió la intensa actividad
científica y literaria que se desarrolló en su corte. Hizo del castellano una
lengua apta para la transmisión del saber en una época en que se reservaba al
latín toda manifestación científica. Su doble afán, enciclopédico y divulgador,
dio al castellano el empuje que necesitaba para su fijación en prosa y la
unificación lingüística de todo el Reino.
Al
referirnos a la finalidad enciclopédica de la obra de Alfonso X el Sabio destacamos
el deseo de recopilar todo el saber de la época en una unidad cultural que
abarcara todas las disciplinas: derecho, historia, astronomía, poesía y
entretenimiento.
También
tenía una finalidad divulgadora. De ella se deriva el hecho de que el
castellano se convierta en la lengua de cultura.
Las
obras de Alfonso X el Sabio son de varios tipos y pueden clasificarse de la
siguiente forma:
1) Entre
las jurídicas podemos citar el Fuero real (un corpus jurídico que dotaba de legislación a las ciudades
castellanas), el Setenario y Las siete partidas (código jurídico de carácter universal que
regulaba la vida en Castilla en todos sus ámbitos).
2) Las
obras históricas son la Estoria de España (desde los orígenes bíblicos hasta Fernando III) y la General
Estoria, que aspiraba a ser una historia universal desde la creación del
mundo y que quedó incompleta.
3) Las
obras científicas proceden de los avances de la ciencia andalusí y comprenden
el Libro de saber de astronomía, las Tablas alfonsíes, el Lapidario
y el Libro cumplido de los judizios de las estrellas.
4) La
obra recreativa es el Libro de ajedrez, dados e tablas, que incluye
numerosas miniaturas.
5) En
cuanto a las Cantigas de Santa María
son una obra personal del Rey, se componen de 427 poemas narrativos y líricos,
escritas en gallego, acompañadas de música y de miniaturas, y suponen una prueba
de la devoción que siente el rey por la Virgen.
La
prosa del Siglo XIV
Esta
incluye las categorías de obras didácticas, crónicas y prosa de ficción, ya que
con el ascenso social de la burguesía hace su aparición una nueva literatura de
tono realista y satírico, que pretende ser un reflejo directo de la vida
ordinaria y que muestra enseñanzas de tipo ordinario para enfrentarse a la
vida. Hay dos autores que destacan por encima del resto: don Juan Manuel y Pero
López de Ayala.
Prosa
de Ficción
Durante
el siglo XV la prosa de ficción presentará dos manifestaciones fundamentales:
las novelas de ficción sentimental y los libros de caballerías. Todas estas
obras constituyen un antecedente de la novela moderna. Frente a ella, sin
embargo, la novela medieval aún se centra en el tema amoroso y se caracteriza
por la presentación de abundantes elementos fantásticos e inverosímiles que a
menudo sirven para la evasión de los lectores.
La
leyenda artúrica aportó un mundo ficticio altamente idealizado, donde primaba
la aventura, los valores caballerescos, la magia y los elementos simbólicos y
míticos. Los temas bretones dejarán una profunda huella en los primeros libros
de caballerías españoles. Prueba de ello es que esa influencia llega
al Quijote, que sueña en la Cueva de Montesinos con un
mundo en donde se mezclan elementos de la tradición sobre Carlomagno con la
artúrica.
Don
Juan Manuel: El conde Lucanor
Máximo
representante de la prosa del siglo XIV, sobrino de Alfonso X, recibió una
esmerada educación en latín, teología y derecho.
Es
el primer autor español que ofrece una clara conciencia de escritor y de la
propiedad intelectual, y también el primero que se preocupa en la transmisión
de sus escritos.
Predominan
en su estilo dos características: la preocupación por el lenguaje y el deseo de
claridad y concisión, con lo que tiende a decir lo esencial con una gran
sobriedad de recursos.
Su
fin es moralizador, y su medio el entretenimiento. Dentro de la tradición
didáctica medieval se distingue porque antepone varios intereses materiales a
uno espiritual, la salvación del alma.
Conocemos
la totalidad de su obra porque él mismo se ocupó en dos ocasiones de presentar
sendos catálogos de sus obras. Entre sus obras destaca El Conde Lucanor,
terminada en 1335. En la obra se desarrolla un diálogo entre el Conde y su ayo
Patronio y sus relatos internos.
La
obra consta de un prólogo en el que se incluye el catálogo general de sus
obras, y cinco partes, que se diferencian entre sí notablemente, pero que
poseen una coherencia interna determinada por la presencia continuada de los
dos protagonistas: 51 ejemplos, tres partes que recogen proverbios y un ensayo
sobre la salvación del alma. Se repite la misma estructura en los cincuenta y
un cuentos mencionados: el conde plantea un problema moral o pide consejo a su
Ayo Patronio, quien le contesta mediante un apólogo, fábula, alegoría o cuento,
del que se extrae una moraleja que el autor refleja en un dístico final.
Don
Juan Manuel trata de dar impresión de verosimilitud, haciendo uso de una
técnica realista en la descripción de detalles y comportamientos. También
combina elementos reales y ficticios. Son varios los ejemplos protagonizados
por personajes históricos que conviven con otros ficticios.
Un
rasgo importante de don Juan Manuel es su humor que llega a rozar la ironía.
La
proyección del Conde Lucanor es enorme, llegando algunos de sus cuentos a
autores de la talla de Cervantes, Calderón o Shakespeare.
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