viernes, 29 de enero de 2016

La prosa en los siglos XIII y XIV: Alfonso X el Sabio y don Juan Manuel




            Las primeras manifestaciones de la prosa en castellano escrita no fueron de tipo literario, pero tienen una gran importancia desde el punto de vista lingüístico, ya que testimonian que ya no se usaba el latín como lengua de comunicación entre el pueblo y son decisivas para poder comprender la evolución histórica del español.
Las glosas son la primera manifestación escrita en lengua romance. Son pequeñas anotaciones manuscritas, realizadas en latín y vascuence medieval, entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino a finales del siglo X o a principios del siglo XI.
         Los textos completos en prosa romance más tempranos datan del siglo XII, más tarde que la épica y la poesía, y no alcanzarán la categoría literaria hasta el siglo XIII. La evolución sintáctica de la lengua romance, junto con la necesidad de escribir en la lengua vernácula documentos políticos, doctrinales y didácticos, propició que el romance le fuera ganando terreno al latín.

La Escuela de Traductores de Toledo

Con este nombre se designa a los distintos procesos de traducción e interpretación de textos clásicos grecolatinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo al latín sirviéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares», principalmente al castellano.
         A partir del siglo XII se encuentra un aluvión de obras árabes, judías y griegas que penetran en la cultura occidental a través de España y Sicilia. Libros de medicina, matemáticas, astronomía, magia y filosofía serán traducidos al latín. Con Alfonso X se producirán las traducciones al castellano. 
         La Escuela de Traductores estuvo dirigida por Domingo Gundinsalvo. Alcanzó fama internacional ya que a través de esta Escuela penetra el pensamiento griego en occidente. Las traducciones de obras griegas, árabes y judías son el destello de ilustración en un ambiente cultural pobre, con una Iglesia que dictará algunas prohibiciones (Aristóteles, por ejemplo).

Alfonso X el Sabio

Nació en Toledo en 1221. Las razones que le llevaron a convertir la lengua vernácula en oficial son fundamentalmente dos: dotar de una lengua común a las tres comunidades (cristianos, musulmanes y judíos) y facilitar así la unidad cultural de su reino, al tiempo que pretendía apartar la cultura del contexto clerical, en el que se utilizaba el latín, y acercarla a la gente de la Corte, que sabía leer pero no conocía la lengua latina.
     Alfonso X fue el impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo. Fue un rey polifacético interesado por muchas de las disciplinas de su época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura… Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y obras, revisar su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos tratados.
Preocupado por la trascendencia cultural de su idioma, él mismo dirigió la intensa actividad científica y literaria que se desarrolló en su corte. Hizo del castellano una lengua apta para la transmisión del saber en una época en que se reservaba al latín toda manifestación científica. Su doble afán, enciclopédico y divulgador, dio al castellano el empuje que necesitaba para su fijación en prosa y la unificación lingüística de todo el Reino.  
Al referirnos a la finalidad enciclopédica de la obra de Alfonso X el Sabio destacamos el deseo de recopilar todo el saber de la época en una unidad cultural que abarcara todas las disciplinas: derecho, historia, astronomía, poesía y entretenimiento.
También tenía una finalidad divulgadora. De ella se deriva el hecho de que el castellano se convierta en la lengua de cultura.
Las obras de Alfonso X el Sabio son de varios tipos y pueden clasificarse de la siguiente forma:
1)     Entre las jurídicas podemos citar el Fuero real (un corpus jurídico que dotaba de legislación a las ciudades castellanas), el Setenario y Las siete partidas (código jurídico de carácter universal que regulaba la vida en Castilla en todos sus ámbitos).
2)     Las obras históricas son la Estoria de España (desde los orígenes bíblicos hasta Fernando III) y la General Estoria, que aspiraba a ser una historia universal desde la creación del mundo y que quedó incompleta.
3)    Las obras científicas proceden de los avances de la ciencia andalusí y comprenden el Libro de saber de astronomía, las Tablas alfonsíes, el Lapidario y el Libro cumplido de los judizios de las estrellas.
4)     La obra recreativa es el Libro de ajedrez, dados e tablas, que incluye numerosas miniaturas.
5)     En cuanto a las Cantigas de Santa María son una obra personal del Rey, se componen de 427 poemas narrativos y líricos, escritas en gallego, acompañadas de música y de miniaturas, y suponen una prueba de la devoción que siente el rey por la Virgen.

La prosa del Siglo XIV

Esta incluye las categorías de obras didácticas, crónicas y prosa de ficción, ya que con el ascenso social de la burguesía hace su aparición una nueva literatura de tono realista y satírico, que pretende ser un reflejo directo de la vida ordinaria y que muestra enseñanzas de tipo ordinario para enfrentarse a la vida. Hay dos autores que destacan por encima del resto: don Juan Manuel y Pero López de Ayala.

Prosa de Ficción

Durante el siglo XV la prosa de ficción presentará dos manifestaciones fundamentales: las novelas de ficción sentimental y los libros de caballerías. Todas estas obras constituyen un antecedente de la novela moderna. Frente a ella, sin embargo, la novela medieval aún se centra en el tema amoroso y se caracteriza por la presentación de abundantes elementos fantásticos e inverosímiles que a menudo sirven para la evasión de los lectores.
La leyenda artúrica aportó un mundo ficticio altamente idealizado, donde primaba la aventura, los valores caballerescos, la magia y los elementos simbólicos y míticos. Los temas bretones dejarán una profunda huella en los primeros libros de caballerías españoles. Prueba de ello es que esa influencia llega al Quijote, que sueña en la Cueva de Montesinos con un mundo en donde se mezclan elementos de la tradición sobre Carlomagno con la artúrica.

Don Juan Manuel: El conde Lucanor

Máximo representante de la prosa del siglo XIV, sobrino de Alfonso X, recibió una esmerada educación en latín, teología y derecho.
Es el primer autor español que ofrece una clara conciencia de escritor y de la propiedad intelectual, y también el primero que se preocupa en la transmisión de sus escritos.
Predominan en su estilo dos características: la preocupación por el lenguaje y el deseo de claridad y concisión, con lo que tiende a decir lo esencial con una gran sobriedad de recursos.
Su fin es moralizador, y su medio el entretenimiento. Dentro de la tradición didáctica medieval se distingue porque antepone varios intereses materiales a uno espiritual, la salvación del alma.
Conocemos la totalidad de su obra porque él mismo se ocupó en dos ocasiones de presentar sendos catálogos de sus obras. Entre sus obras destaca El Conde Lucanor, terminada en 1335. En la obra se desarrolla un diálogo entre el Conde y su ayo Patronio y sus relatos internos.
La obra consta de un prólogo en el que se incluye el catálogo general de sus obras, y cinco partes, que se diferencian entre sí notablemente, pero que poseen una coherencia interna determinada por la presencia continuada de los dos protagonistas: 51 ejemplos, tres partes que recogen proverbios y un ensayo sobre la salvación del alma. Se repite la misma estructura en los cincuenta y un cuentos mencionados: el conde plantea un problema moral o pide consejo a su Ayo Patronio, quien le contesta mediante un apólogo, fábula, alegoría o cuento, del que se extrae una moraleja que el autor refleja en un dístico final.
Don Juan Manuel trata de dar impresión de verosimilitud, haciendo uso de una técnica realista en la descripción de detalles y comportamientos. También combina elementos reales y ficticios. Son varios los ejemplos protagonizados por personajes históricos que conviven con otros ficticios.
Un rasgo importante de don Juan Manuel es su humor que llega a rozar la ironía.

La proyección del Conde Lucanor es enorme, llegando algunos de sus cuentos a autores de la talla de Cervantes, Calderón o Shakespeare.

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