sábado, 17 de septiembre de 2016

El romance



            Este es un género propio de la literatura española, emparentado con el corrido mexicano, que presenta tres características principales:
1)      Se emplea el verso octosílabo.
2)      Asonancia de los versos pares. Los impares quedan sin correspondencia en las rimas.
3)      Libre extensión.
4)      A veces puede producirse la disposición en cuartetas, sin alterar la asonancia.

Uno de los romances más conocidos es el Romance del Infante Arnaldos, del que recogemos una versión:

¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!

Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;

las velas trae de seda,
la jarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.

Marinero que la guía,
diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;

los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.

Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por mi vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.

Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.

            Hay varias formas especiales del romance: pareado, romancillo y heroico.
            El romance pareado contiene dos versos que riman entre sí (aa, bb, etc.). Pueden tener la misma o distinta medida. La rima habitual es la consonante. Se produce la disposición en cuartetas. En La razón de amor encontramos un ejemplo:

Yo connocí luego las alfayas,
que yo gelas avía enbiadas;
ella connoçió una mi cinta man a mano,
qu'ela la fiziera con la su mano.

            El romancillo es un romance cuyos versos tienen menos de ocho sílabas. Se caracteriza por:
1)      La asonancia continua en los versos pares. Los impares quedan sin correspondencia en la rima.
2)      Empleo habitual de cuartetas.
3)      Uso de versos con el mismo número de sílabas.
4)      Extensión libre de la composición.
Un ejemplo sería el Romancillo de mayo del poeta Miguel Hernández:

Por fin trajo el verde mayo
correhuelas y albahacas
a la entrada de la aldea
y al umbral de las ventanas.

Al verlo venir se han puesto
cintas de amor las guitarras,
celos de amor las clavijas,
las cuerdas lazos de rabia,
y relinchan impacientes
por salir de serenata.

En los templados establos
donde el amor huele a paja,
a honrado estiércol y a leche,
hay un estruendo de vacas
que se enamoran a solas
y a solas rumian y braman.

La cabra cambia de pelo,
cambia la oveja de lana,
cambia de color el lobo
y de raíces la grama.

Son otras las intenciones
y son otras las palabras
en la frente y en la lengua
de la juventud temprana.

Van los asnos suspirando
reciamente por las asnas.
Con luna y aves, las noches
son vidrio de puro claras
las tardes, de puro verdes,
de puro azul, esmeraldas;
plata puras, las auroras
parecen de puro blancas
y las mañanas son miel
de puro y puro doradas.

Campea Mayo amoroso
el amor ronda majadas,
ronda establos y pastores,
ronda puertas, ronda camas,
ronda mozas en el baile
y en aire ronda faldas...

            Finalmente, el romance heroico es aquel que está formado por versos endecasílabos. Se caracteriza por:
1)      La asonancia en los versos pares. Los impares no tienen correspondencia en la rima.
2)      Hay tendencia a la disposición en cuartetas.
3)      Se emplea el endecasílabo.
4)      Libre extensión de la obra.
Un ejemplo de romance heroico lo encontramos en Bernardino de Rebolledo, poeta del siglo XVII:

«Sócrates, sin salir jamás de Grecia 
pretende ser de todo el universo;
 yo, que con los extraños he vivido,
morir entre los propios apetezco».


            El romance heroico no se refiere a lo épico, pero sí es utilizado para asuntos serios y meditativos.

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