La
publicidad es una forma de comunicación que tiene una serie de objetivos, tales
como dar a conocer una marca o mejorar su imagen, así como modificar las
tendencias de demanda de un determinado producto, bien o servicio. Para
alcanzar esto, busca mediante unos recursos y unas expresiones la consecución
de un objetivo determinado.
Cuando
el objetivo que se persigue con un anuncio es lograr el acercamiento al
público, se vale de recursos como expresiones populares (“Enróllate”, por
ejemplo):
Si
se busca la retención de una idea o provocar curiosidad, se utilizarán juegos
de palabras:
Para
conferir credibilidad científica o técnica al producto que se quiere vender,
aparecerán términos complicados:
Si
aparece el esnobismo que responde a la idea de que lo foráneo es mejor o más
original que lo nacional, aparecen extranjerismos:
Si
el objetivo es exaltar las cualidades del producto, el recurso utilizado será
el adjetivo:
Para
colocar el producto anunciado por encima de sus análogos, se usan los
superlativos:
Si
se desea conseguir la identificación con el producto, se usan los posesivos:
Para
eliminar distancias, la fórmula utilizada será el tuteo:
Si
el objetivo es persuadir autoritariamente, el recurso utilizado será el
imperativo:
Para
lograr convencer directamente, se realizan afirmaciones contundentes:
Si
se desea romper distancias, se consigue mediante la formulación de preguntas:
El
objetivo de sorprender intencionalmente se logra por medio de la hipérbole como
recurso:
Para
llamar la atención y reforzar el mensaje, se utilizan las exclamaciones y las
interjecciones:
Si
el objetivo es transportar al consumidor del producto las sensaciones evocadas
en el anuncio (felicidad, confort, belleza o posición social), el recurso
utilizado son frases que sugieren erotismo, novedad, jovialidad, sensualidad o
liberación:
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