jueves, 27 de junio de 2013

Comentario de las Coplas de Manrique



            El título original de la obra era Coplas a la muerte del Maestre de Santiago don Rodrigo Manrique. Por razones de economía lingüística el título sufrió una primera reducción (Coplas a la muerte de su padre). Una siguiente y última reducción deja el título simplemente en Coplas. Son las coplas por antonomasia. Ello significa que, a pesar de ser un género muy cultivado, cuando se alude a las coplas, todos sabemos que se refiere a las de Manrique.
            Cada copla consta de 12 versos, divididos en dos agrupaciones de seis. Cada una de ellas recibe el nombre de sextilla.
            La mayoría de los versos son octosílabos, el verso castellano tradicional por excelencia, excepto los versos números 3, 6, 9 y 12, que son tetrasílabos. Estos son los llamados pies quebrados porque constan de un número de sílabas notablemente inferior al del resto de la composición, de ahí que estas coplas sean llamadas “coplas de pie quebrado” o “coplas manriqueñas”.
            La rima es consonante y la estructura métrica abc abc/ def def.

Copla 1

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte              5
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,             10
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

            Anticipa el tono que va a predominar a lo largo de todo el poema, un tono de tipo imperativo, exhortativo (por ejemplo, los tres primeros verbos con que se inicia la copla: recuerde, avive, despierte).
            El verso 1 supone la primera llamada de atención hacia los seres humanos que no se preguntan por el misterio de la vida y de la muerte. Son seres superficiales, insensibles, plasmados a través de la metáfora “alma dormida”.
            El verso 2 constituye la primera de las muchas antítesis desplegadas en el poema. Frente a la anterior alma dormida, Manrique exhorta a un despliegue del intelecto (“avive el seso”). A su vez, este segundo verso inaugura el que será el segundo campo semántico predominante: el guerrero militar. El primero será el mortuorio. La primera muestra de ese campo militar es la oración “avive el seso”, tomada de la terminología guerrera “avive el paso”. El despliegue de este campo semántico está obviamente en relación con la profesión militar del autor.
            El verso 3 es el primer pie quebrado. Es un gerundio con la significación de mirar detenida y reflexivamente. El gerundio marca un tempo lento. Esa llamada a la reflexión está patente a lo largo de las 40 coplas.
            Los versos 4 y 5 estilísticamente contienen otro anticipo; en este caso, la repetición o anáfora. Las anáforas darán al poema un tono meditabundo y paralelístico (cómo se pasa, cómo se viene). También a nivel formal prosigue la antítesis, en este caso entre vida y muerte. Temáticamente estos versos y los siguientes son un abanico de diferentes temas que se esbozan ahora para ser tratados posteriormente con mayor amplitud (el tema primero, la fugacidad de la existencia, en el verso 4; el segundo tema, la presencia de la muerte, en los versos 5 y 6). A su vez, los versos 5 y 6 inauguran el variado tratamiento de la muerte realizado por Manrique. La primera imagen de la muerte que se nos presenta es una muerte silenciosa y traidora (tan callando).
            La segunda sextilla formalmente mantiene la anáfora y temáticamente continúa la constelación de temas; en este caso, la fugacidad del placer. Mediante una nueva antítesis, esta fugacidad desemboca en dolor. El final de la sextilla es un tópico popular: al ser humano el tiempo pasado le resulta más feliz que el presente.
            Destaca por último el verso 10, ya que inicia una línea expresiva muy característica: Manrique con frecuencia pluraliza, hace cómplices a los lectores de sus ideas y sentimientos. Se dirige a un auditorio cercano y conocido, un auditorio cortesano que se solidariza con su ideología (a nuestro parecer).

Copla 2

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,                           15
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar             20
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

            Las Coplas tienen mucho de tratado de filosofía, de ahí la frecuencia de distintos razonamientos, diferentes tesis que se van engarzando lingüísticamente por medio de conjunciones. Esta segunda copla supone la continuación de los razonamientos temáticos contenidos en la anterior. Esta continuación se polariza ahora en torno a la fugacidad de la existencia, introducido mediante un pues consecutivo.
            La copla segunda presenta una nueva técnica estilística, la hipérbole, que se contiene en “en un punto”, en un instante. La hipérbole tiene como función marcar el carácter absoluto, indiscutible, de la fugacidad existencial. Junto con la hipérbole, la copla inaugura otra técnica expresiva: la redundancia (se es ido y acabado). La redundancia tiene como objetivo mostrar el aniquilamiento de las glorias mundanas.
            En el verso 16 vuelve la pluralización (juzgamos) y el tono admonitorio mediante el adverbio de modo sabiamente.
            En los versos 17 y 18, la obsesión por plasmar la fugacidad de la existencia lleva a Manrique a invertir el orden cronológico, convierte el futuro (lo non venido) en pasado. Este tiempo que devora supone un anticipo destructor de una obsesión en autores como Quevedo y Azorín.
            La segunda sextilla se inicia con una redundancia (no se engañe nadie, no). La continuación, en tono exhortativo, completa la imagen de la fugacidad temporal iniciada en la primera sextilla. Se aporta una nueva idea: ningún ser humano está exento del paso del tiempo. Además, tampoco ningún elemento de la existencia puede burlar la temporalidad (todo ha de pasar).
            A nivel lingüístico, la segunda copla presenta la vacilación entre la forma arcaica del adverbio de negación (non) y la forma moderna (no). Estas vacilaciones son normales en las épocas de evolución de la lengua, de ahí su frecuencia en las coplas.

Copla 3

Nuestras vidas son los ríos        25
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;                          30
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos          35
y los ricos.

            Esta es una de las coplas más famosas, por la fortuna de sus metáforas, a través de los siguientes símbolos:
Mar --à Muerte
Ríos caudales -à Vidas ricas
Ríos medianos -à Vidas mediocres
Ríos chicos -à Vidas pobres

            La imagen del río a su vez puede encerrar una significación sociológica. Los caudales aludirían a la nobleza y aristocracia, los medianos serían la clase media y burguesía, los chicos, a los villanos y al pueblo.
            A partir de esta copla, el simbolismo mar/muerte se ha mantenido preferentemente sobre mar/aventura (como en la Canción del pirata de Espronceda) y sobre mar/infancia, recordada nostálgicamente (que aparecerá en Marinero en tierra de Alberti).
            La copla se inicia manteniendo la pluralización (nuestras vidas). El verso 28 introduce la primera nota de clasismo. El sentido aristocrático de la existencia que poseía Manrique le lleva en la mayoría de las ocasiones a nombrar, en lugar de privilegio, a su propia clase social (allí van los señoríos).
            La primera sextilla se cierra con una nueva alusión a lo inevitable de la muerte (ese derechos supone una línea recta que no admite quiebros). Aparece nuevamente la redundancia (la destrucción total del acabar e consumir).
            En la segunda sextilla repite el adverbio de lugar allí, en clara referencia a una muerte omnipresente. El cierre de la copla recoge el viejo tópico de la muerte como igualadora social (son iguales/los que viven por sus manos/ e los ricos).
            El verso 35 tiene un componente sociológico, ya que ese “vivir por sus manos” se refiere a los trabajos manuales, propios del pueblo y no de la nobleza. Cabe la posibilidad de que en el cierre de la copla, Manrique muestre pesar por esa igualación, como si reprochara a la muerte el trato democrático que concede a nobles y villanos.

Copla 4

Invocación:

Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,            40
que traen yerbas secretas
sus sabores;
A aquél sólo me encomiendo,
aquél sólo invoco yo
de verdad,                           45
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.

            Temáticamente es una versión poetizada de las invocaciones con que solían iniciarse los libros medievales. Estructuralmente hubiera podido ser la primera copla.
            Las dos sextillas giran en torno a la antítesis falsedad/verdad. En la primera Manrique rechaza invocar a escritores paganos por su condición de cristiano ortodoxo. Este rechazo se plasma mediante la metáfora, donde ficciones se refiere a literatura imaginada y fantasiosa, yerbas secretas significa venenos y sabores, escritos. Considera que la literatura clásica es una literatura pagana y peligrosa. En esta disquisición sobre letras antiguas, aparece no obstante el primer rasgo de cultura y sapiencia por parte del poeta, cuando alude a “famosos poetas y oradores”.
            La segunda sextilla se decanta por la invocación religiosa. Se encomienda a Cristo. Lo repite anafóricamente y lo hace sinceramente (de verdad). El final de la copla presenta un tono moralizador que se centra en un reproche que el poeta realiza a la humanidad: no supo apreciar la condición divina de Cristo (el mundo no conoció/ su deidad)

Copla 5

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada          50
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,             55
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.                         60

            Temáticamente enlaza con la segunda copla, ya que retorna al tema de la fugacidad de la existencia. La ideología católica del poeta se manifiesta en la visión del mundo como camino, visión positiva del más allá (morada/sin pesar) y de la muerte (cuando morimos/descansamos). El verso 49, con la identificación de mundo y camino, supone un anticipo de la visión machadiana de la existencia. El final de la primera sextilla trae de nuevo el campo semántico militar: buen tino (buena puntería), jornada (marcha militar de un día). La existencia humana queda transformada en una dificultosa peregrinación militar.
            La segunda sextilla es de nuevo un anticipo de la fugacidad existencial que encontraremos en Quevedo. La cuna y la sepultura son aquí nacemos/morimos.

Copla 6

Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél                  65
que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo
descendió
    a nacer acá entre nos,               70
y a vivir en este suelo
do murió.

            Tonal y temáticamente es paralela a la cuarta copla. El tono sigue siendo moralizador. Habla de la recta moralidad, del comportamiento ético-religioso del ser humano (si bien usáramos de él). Temáticamente continúan las alusiones a la pasión de Cristo. Mediante la pluralización en el verso 64, Manrique se dirige a un auditorio católico (según nuestra fe).

Copla 7

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,                          75
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados           80
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

            Es una copla calificable de preexistencialista, porque presenta una condensación de temas que giran en torno a la fugacidad, a la destrucción, al poco valor de las glorias mundanas. Se inicia con un verbo en imperativo. De nuevo Manrique exhorta a una mirada contemplativa. “Ved” enlaza con el verso 3 (contemplando).
            Los versos 74 y 75 son redundantes. Presentan la imagen del ser humano corriendo enloquecidamente tras cosas que no son nada (de cuán poco valor).
            El verso 76 presenta una imagen del mundo distinta a la que ofrecía la copla 5. En esta el mundo era un camino. Ahora la imagen se tiñe con connotaciones negativas, el mundo es traidor.
            El final de la primera sextilla supone un leve anticipo de la variante temática de la vejez. Esta, para Manrique, es un tiempo doloroso, en el que el ser humano contempla sus ruinas, asistiendo conscientemente a su fracaso existencial (aun primero que muramos/las perdamos).
            La segunda sextilla constituye la explicación del anterior razonamiento; es decir, la enumeración de las causas que llevan al ser humano a contemplar su propio fracaso. Las causas son dos: el tiempo (deshace la edad) y desastres naturales (casos desastrados).

Copla 8

   Decidme: la hermosura,             85
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?                       90
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
  cuando llega al arrabal              95
de senectud.

            El tema es la juventud sometida también al paso del tiempo. El tratamiento que recibe es doble: en la primera sextilla se identifica con la belleza y en la segunda, con la fuerza.
            Se inicia la copla con un verbo en imperativo (decidme). Es una especie de reto que el poeta lanza a los lectores, un reto que tiene como objetivo contestar algo que es incontestable, el tema del ubi sunt? Se dirige en primer lugar a la belleza femenina, marcada a través de unos sintagmas que son términos laudatorios, cultivadas por Manrique anteriormente en sus composiciones menores. Son temas laudatorios más propios de la lírica cortesana que de un poema elegíaco (hermosura, gentil frescura y tez, la color, blancura).
            El verso 89 presenta el elemento destructor de la anterior, la vejez. El verso 90 es, por un lado, la primera de las muchas interrogativas retóricas que encontraremos y, por otro, la primera aparición del ubi sunt?
            En la segunda sextilla, la belleza deja paso a otros elementos identificables con la juventud (mañas, ligerezas, fuerza), que también desembocan en la vejez, que transforma en graveza o pesadez la anterior ligereza.
            El cierre de la copla presenta dos sustantivos curiosos: arrabal (proximidad) y senectud (vejez). La curiosidad de este último radica en su carácter culto, que rompe la andadura sobria, austera, del poema. Destacable es, así mismo, el presente de indicativo en esta y en otras coplas, con el fin de actualizar los diferentes temas.

Copla 9

Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos            100
se pierde su gran alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen!                      105
otros que, por no tener,
con oficios no debidos
se mantienen.

            Es una copla fuertemente clasista, porque se centra en el tema de la corrupción de la nobleza. Lamenta que la alcurnia de la aristocracia se vaya perdiendo poco a poco. Son los godos los que sirven como elemento ejemplificador de este lamento. La elección de los godos no es gratuita, ya que han sido considerados como origen de la más antigua y limpia nobleza.
            La primera sextilla, a nivel estilístico, inaugura una nueva técnica: las oraciones exclamativas, al servicio de poetizar los muchos y diferentes caminos que conducen a la nobleza al decaimiento (cuántas vías e modos).
            La segunda sextilla especifica esos caminos a los que ha aludido genéricamente. Las dos causas fundamentales del decaimiento de la nobleza son, en primer lugar, que los nobles en su época carecen de valimiento, han perdido la protección de los poderosos (por poco valer) y, en segundo lugar, la penuria económica (por no tener). Esa penuria, junto a la primera causa, le conduce a mencionar por segunda vez los oficios inadecuados (no debidos) con que se tienen que mantener algunos nobles de su tiempo.

Copla 10

Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora,             110
¿quién lo duda?
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de Fortuna            115
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.                         120

            Es monotemática. Se centra en el tópico de la inestabilidad de la fortuna. Se identifica con el género femenino (una señora/que se muda). Esta identificación, de tipo misógino, tiene su raíz en Boccaccio. Los versos iniciales marcan la primera consecuencia de la actuación inestable de la fortuna. Cuando todavía se disfrutan los estados, la posición social, y la riqueza, la fortuna los destruye.
            En la segunda sextilla el tópico clásico se completa cuando a la Fortuna se le dota del clásico instrumento de la rueda.

Copla 11

Pero digo que acompañen
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa           125
como sueño;
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,             130
que por ellos esperamos,
eternales.

            Supone una continuación temática de la anterior. Los estados y la riqueza, manejados arbitrariamente por la fortuna, solo sirven para acompañar al ser humano a la “huesa”, la tumba. La imagen escatológica del esqueleto acompañado por sus títulos y símbolos de poder constituye el núcleo del poema de Quevedo A los huesos de un rey. Será uno de los motivos de la conversación en el cementerio entre Hamlet y Horacio.
            La primera sextilla se cierra con una imagen precalderoniana: la vida es sueño. La segunda sextilla presenta diferentes antítesis, entre mundo terrenal (negativo) y mundo sobrenatural (positivo). La primera es de tipo espacial (acá y allá), la segunda es de tipo temporal (temporales/eternales), la tercera es de tipo modal (deleites/tormentos).

Copla 12

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,                         135
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta             140
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.

            Presenta un resumen de los temas tratados: fugacidad, tiempo, muerte. Se inicia con la plasmación de las glorias mundanas a través de los sustantivos placeres y dulzores, cuyos componentes de felicidad quedan anulados cuando se habla de vida trabajada en el sentido de “vida difícil” o, en consonancia con la idea medieval, vida como valle de lágrimas.
            El cierre de la primera sextilla es de nuevo un retorno al campo semántico militar (corredores, celada). La celada se refiere a trampa y emboscada. Los corredores son una alusión a los soldados que iban a la cabeza de los ejércitos. Eran los exploradores y se reclutaban entre los que corrían con más velocidad. Significa en último término el ser humano expuesto ante un peligro.
            En la segunda sextilla continúa el campo semántico militar. La carrera enloquecida y reflexiva del ser humano en la vida se plasma a través de la imagen de jinetes montados en caballos desbocados (a rienda suelta/sin parar).
            Se cierra la copla con una identificación vida/engaño. Y con la imposibilidad de rectificar, porque no se vive dos veces, tal como encierra los dos últimos versos.

Copla 13

Si fuese en nuestro poder          145
hacer la cara hermosa
corporal,
como podemos hacer
el alma tan glorïosa,
angelical,                           150
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dejándonos la señora                 155
descompuesta!

            Es una copla de fuerte tono moralizador. El poeta reprocha al ser humano un doble tratamiento en torno a dos símbolos: la cativa y la señora. La primera significa belleza física y la señora, belleza espiritual.
            El poeta sostiene que si al ser humano se le ofreciese la posibilidad de cuidar uno de esos dos elementos, el ser humano preferiría el cuidado corporal, dejando descuidada (descompuesta) la belleza de tipo espiritual.

Copla 14

Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes, llorosos,         160
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
         y prelados,                          165
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

            En la estructura general del poema, esta copla se sitúa en el centro de la primera parte y tiene como objetivo servir de nexo o unión entre los temas de filosofía general expuestos en las trece primeras y los casos particulares  que vienen a continuación y que ejemplifican los anteriores temas generales.
            A partir de esta copla, hace su aparición en el poemario el paisaje humano que presenta una gradación de lo general (reyes, príncipes,…) a lo particular (la figura de su padre). Este paisaje humano se inicia con la clase alta ensalzada.
            Por otra parte, prosigue la pluralización, dirigiéndose a un auditorio intelectual, leído (vemos por escrituras/ya pasadas). Prosigue la rápida alternancia entre momentos gloriosos y negativos, que se refleja en buenas venturas/trastornadas.
            La segunda sextilla es otra versión del tema de la muerte como igualadora social. La nómina de seres igualados por la muerte se atiene a los estados o clases sociales medievales. Sigue un riguroso orden, encabezado por el poder religioso (los Papas) y político (emperadores) y termina con el más bajo pueblo (pastores de ganados).

Copla 15

Dejemos a los troyanos,
     que sus males no los vimos           170
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias.
      No curemos de saber                  175
lo de aquel siglo pasado
qué fue de ello;
vengamos a lo de ayer,
que también es olvidado
           como aquello.                        180

            El núcleo temático podría resumirse como actualismo. Manrique soslaya el tiempo histórico. Prefiere ejemplificar con figuras y hechos coetáneos, a fin de conmover más eficazmente la sensibilidad de sus lectores.
            El rechazo del pasado histórico se centra en la guerra de Troya y en el imperio romano. De ambos hechos históricos tienen un conocimiento minucioso Manrique y sus lectores (leímos sus historias).
            La segunda sextilla insiste en el propósito actualizador (no curemos, siglo pasado). El cierre de la copla deriva hacia una queja moralizadora. Manrique alude a la insensibilidad del ser humano, justamente por la capacidad de este de olvidar incluso lo más reciente (vengamos a lo de ayer/que también es olvidado).

Copla 16

¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención           185
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?               190
¿qué fueron sino verduras
de las eras?

            Inaugura la variante temática del desfile militar de muertos ilustres, unos con nombres y apellidos y otros, mencionados genéricamente. Esta copla y las siguientes están dominadas por las interrogaciones retóricas, como plasmación del tema del ubi sunt. La relación de muertos ilustres está encabezada por el rey don Juan (Juan II de Castilla). A continuación, dos ilustres políticos de su tiempo, los infantes de Aragón (hijos de Fernando de Antequera, rey de Aragón). Ambos eran castellanos y jugaron un importante papel en las intrigas palaciegas de la época. El mayor de ellos, don Enrique, murió en la batalla de Olmedo. Después de estos personajes históricos, el verso 184 inicia las alusiones genéricas, en concreto con los galanes, otra reminiscencia de su poesía cortesana. También en ese verso se inicia la variante temática del esplendor del boato cortesano, destruido también por el tiempo. Este boato se plasma mediante la aparición de la invinción, en el sentido de hazañas y empresas.
            En la segunda sextilla asistimos a un razonamiento lógico-filosófico. Las anteriores hazañas desembocan primero en devaneos y simples locuras y seguidamente en verduras de las eras, una metáfora que significa algo momentáneo, ya que el trigo conserva muy poco tiempo su color verde en las eras. Se trata de una metáfora de tipo popular, campesino, que está relacionada con la sobriedad que preside el poema y supone una concesión a lo folklórico, concesión que rompe a su vez el componente elitista del texto.
            Los versos 190, 191 y 192 constituyen un nuevo campo léxico-semántico militar. Es una relación de sustantivos que formaban parte de la terminología guerrera de la época. Destaca paramentos, los atavíos con que se cubrían los corceles en los torneos, y cimeras, los penachos de plumas que remataban los cascos. En último término, la nómina militar obedece a la idea de que ni siquiera el poder guerrero puede enfrentarse con el paso del tiempo.

Copla 17

¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?                          195
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas                200
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

            El boato cortesano adquiere en esta copla su presencia más rotunda. Manrique hace un minucioso repaso de elementos constitutivos de este boato, abocados inexorablemente a la destrucción. Estilísticamente las interrogativas retóricas marcan la desaparición de estos elementos cortesanos. El primero de ellos es el mundo femenino, plasmado con cierta sensualidad, nuevo rasgo de poesía cortesana. Esta sensualidad la plasma especialmente en la alusión a los olores perdidos, en el sentido de perfumes.
            El resto de la primera sextilla da paso al segundo elemento cortesano: el amor. La intensidad de las pasiones amorosas que han quedado en nada se marca mediante la redundancia “fuegos encendidos”, en el sentido de amores muy apasionados.
            La segunda sextilla prosigue la enumeración de elementos cortesanos que derivan hacia distintas artes: al de componer versos (trovar), a la música compuesta con perfección técnica, con gran sentido de la armonía (acordadas), y a la danza. La relación de elementos finaliza con el detalle de las “ropas chapadas”, bordadas con oro y plata. En esta relación de elementos, la literatura, el trovar, también sucumbe al paso del tiempo. No es como en Unamuno un vehículo para la inmortalidad.

Copla 18

Pues el otro, su heredero,         205
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halaguero
el mundo con sus placeres
se le daba!                          210
Mas verás cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él               215
lo que le dio!

            Estamos en un núcleo de coplas que van alternando entre alusiones históricas y alusiones genéricas. Ahora le toca el turno a las históricas, en concreto al rey Enrique IV. Los Manrique no eran partidarios de su entronización, preferían al príncipe don Alfonso. A pesar de esta discrepancia histórica, el poeta trata laudatoriamente al rey. Se diría que todo lo que es noble, aristocrático, está exento de la más mínima nota crítica.
            La primera sextilla presenta el momento álgido de la vida política de Enrique IV. Este momento álgido se poetiza con una sucesión de términos laudatorios, potenciados por las exclamativas.
            La segunda sextilla marca el fin de ese momento álgido. El final tiene connotaciones de intrigas políticas que acabaron con el poder de Enrique IV. Estas intrigas se marcan fónicamente con la aliteración (contrario, cruel) y con la hipérbole, mediante la anáfora “cuán”.

Copla 19

Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,           220
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,                        225
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

            Esta copla vuelve a las alusiones genéricas centradas en la extinción del boato cortesano. De nuevo aparece la relación de elementos y la minuciosidad descriptiva, que abarca desde las “dádivas” hasta los “atavíos”. En esta relación de elementos aparece el dinero en las alusiones “llenos de oro”,” enriques e reales”. Los enriques eran monedas de oro acuñadas con la esfinge del rey. En último término, la idea es que tampoco el poder del dinero puede enfrentarse con la fugacidad del tiempo. Esta idea se opone al Arcipreste de Hita y a Quevedo, donde el dinero es un poder que traspasa el tiempo.
            Se cierra la copla con una metáfora de tipo campesino para ejemplificar el ubi sunt: rocíos y prados con idéntica significación que “verduras de las eras”, algo instantáneo (el rocío desaparece rápidamente con el calor del sol).

Copla 20

Pues su hermano el inocente,
    que en su vida sucesor               230
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
le siguió!
      Mas, como fuese mortal,              235
metióle la muerte luego
en su fragua.
¡Oh, juïcio divinal,
cuando más ardía el fuego,
      echaste agua!                        240

            Vuelve a personajes históricos. El hermano inocente, mencionado en ese verso 229, es el príncipe don Alfonso. Siendo niño, fue proclamado rey en Ávila (1405) por el partido de los Manrique. Murió muy joven, en 1408.
            La andadura histórica de la primera sextilla da paso a lo alegórico en la segunda. La primera alegoría es la muerte identificada con la fragua. Hay una simbiosis entre el poder destructor del fuego y el poder destructor de la muerte. Esa identificación entre la muerte y la fragua supone una excepción a la típica identificación medieval entre muerte y guadaña. La segunda alegoría es que cuanto más ardía el fuego, cuando estaba en pleno apogeo de la juventud el príncipe don Alfonso, “echaste agua” y su vida fue extinguida por la muerte.

Copla 21
           
Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se hable,
sino sólo que lo vimos               245
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?          250
¿Qué fueron sino pesares
al dejar?

            Aparece la figura histórica del gran Condestable don Álvaro de Luna, el favorito o valido de Juan II. Murió ajusticiado en 1455 en Valladolid. Fue combatido por el partido de los Manrique, a pesar de lo cual el poeta mitifica al poderoso, cambiando la verdad histórica.
            Presenta la alternancia entre momentos álgidos y negativos en la primera y la segunda sextilla respectivamente. La alternancia se plasma a través de una andadura temática: el poder político y las riquezas han quedado simplemente en lloros.

Copla 22

Y los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,                          255
que a los grandes y medianos
trajeron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
que tan alta fue subida              260
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

            Prosiguen las referencias históricas. Los dos hermanos fueron don Juan Pacheco, Marqués de Villena, y don Pedro Girón, Marqués de Calatrava. Destacaron por su carácter intrigante y por su concepción absolutista del poder. Curiosamente ese absolutismo es ensalzado por Manrique (tan sojuzgados/a sus leyes).
            La segunda sextilla presenta la alternancia de momentos álgidos y negativos a través de una nueva imagen cromática: la claridad, poderío, da paso a la oscuridad, muerte.

Coplas 23 y 24

Tantos duques excelentes,          265
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y traspones?                         270
Y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras           275
y deshaces.


Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,           280
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?                      285
que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.

            Estas dos coplas cierran la primera parte del poema y suponen un colofón a la destrucción del boato cortesano, centrado sobre todo en los aspectos militares de la corte.
            La visión que presentan ambas coplas de la muerte es negativa, antítesis de la muerte positiva que se desplegará en las últimas coplas. En la copla 23 la muerte se identifica con la crueldad (cruda), una crueldad que se enfrenta al estamento militar, venciéndolo. Este enfrentamiento adquiere dos vías de tratamiento: la aliteración (cuando tú, cruda, te ensañas/ con tu fuerza las atierras) y la redundancia (atierras e desfaces).
            En la copla 24 se enumeran una serie de elementos de defensa militar, fácilmente vencidos por la muerte, incluso la cava honda, chapada que es el foso fortificado.
            El final presenta una muerte enfadada, airada, al que Manrique otorga un instrumento distinto a la guadaña, la flecha.

Copla 25

Aquél de buenos abrigo,
amado por virtuoso                   290
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros          295
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe
cuáles fueron.                       300

            Inicia la segunda parte del poema, la elegía propiamente dicha. Se inicia con una línea temática típica de los plantos: el elogio al difunto. El primero de esos elogios es “abrigo” con la significación de protector. El siguiente término laudatorio es de tipo religioso. Manrique alude a la virtud de su padre, explicable por la ideología católica del poeta.
            Los versos 290 y 291 presentan un leve hipérbaton, debido a cuestiones métricas y no a un sentido de retorcimiento del estilo. Es importante la inclusión del nombre completo del padre en un encabalgamiento. Destaca la inclusión del tratamiento de cortesía “don”, junto a “maestre”. La copla prosigue ensartando hiperbólicamente diferentes elogios y pluralizando acerca del conocimiento que sus lectores tenían de la trayectoria vital y profesional de su padre (pues los vieron, el mundo todo sabe).
            La segunda sextilla presenta la técnica de la autocontracción. Manrique asegura que no va a hablar de las hazañas de su padre, cuando en realidad va a ser lo contrario.

Copla 26

Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados           305
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los sujetos!         310
¡A los bravos y dañosos,
qué león!

            Mediante la repetición de exclamativas, es una sucesión de diferentes cualidades de su padre, cualidades que finalizan y se resumen en el último verso, con el simbolismo del león identificado con fuerza y valentía.

Coplas 27 y 28

En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y batallar;                          315
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad                  320
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Tulio en la verdad
que prometía.

Antonio Pío en clemencia;          325
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante;                      330
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor               335
de su tierra.

            Según Menéndez Pidal estas coplas son “una nómina pedante” que en nada favorecía la belleza del poema. Son dos coplas en las que la figura de su padre queda oscurecida, arrinconada entre una serie de referencias clásicas. Lo salvable de ambas coplas es el atisbo de humanismo, en el sentido de presencia de la antigüedad clásica. Serían clasificables como prerrenacentistas.
            Destaca la mención de Africano, Escipión, general romano que protagonizará una de las primeras obras teatrales de Cervantes, La Numancia.
            De Marco Aurelio destaca su estoicismo (igualdad del semblante) y que supone una conexión con el Marco Aurelio de Fray Antonio de Guevara. Alejandro Magno supone la identificación de la valentía de este personaje con la del padre de Manrique.

Copla 29

No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros,         340
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron;                        345
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.

A partir de aquí humaniza la figura del padre. Nos presenta a un personaje más sencillo, sin referencias de otros personajes históricos y clásicos. A partir de esta copla, veremos la poetización de la hoja militar de servicios de su padre, con la aparición de dos datos. El primero es que su padre peleó con un sentido altruista de las acciones militares, no buscó el enriquecimiento personal, tal como señalan los versos 337, 338 y 339. En segundo lugar, se resalta su participación en la reconquista. Era lo máximo a loque podía aspirar un caballero de la época.

Copla 30

Pues por su honra y estado,
en otros tiempos pasados,            350
¿cómo se hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos           355
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aún más tierra
que tenía.                           360

            Se aporta un nuevo dato. En el verso 352, puede estar aludiendo a una momentánea pérdida de protección por parte de Enrique IV.
La segunda sextilla retoma la actuación en la lucha contra los musulmanes y es, posiblemente, la sextilla de más baja calidad estilística, por la repetición pobre del verbo “hacer”. Esta repetición significa que momentáneamente, la sobriedad expresiva deja paso a la sequedad estilística.

Copla 31

Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud,
con otras nuevas victorias
ahora las renovó                     365
en senectud.
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad                  370
de la gran Caballería
de la Espada.

            Se centra en el tema de la vejez. Denostada en las primeras coplas, se transforma ahora en un tiempo de éxitos por parte de su padre. Se nos habla de anciançia/bien gastada.
            La cumbre de este período de vejez nos la da el dato histórico del ingreso de don Rodrigo en la orden militar de Santiago.

Copla 32

Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las halló;                           375
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró             380
fue servido,
dígalo el de Portugal
y en Castilla quien siguió
su partido.

            A nivel expresivo esta copla destaca por la vacilación lingüística. En este caso la conjunción copulativa “y”. La repetición de este tipo de partícula va encadenando rápidamente los últimos hechos militares de su padre en política interior (primera sextilla) y exterior (segunda sextilla), con alusión al rey de Portugal, Alfonso V.

Copla 33
                             
Después de puesta la vida          385
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero:                           390
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar              395
a su puerta,

            Destaca por la anáfora “después” con la significación de hecho realizado plenamente, satisfactoriamente.
            El primero de estos hechos se plasma con la imagen del jugarse la vida como si fuese una partida de ajedrez (verso 387), conexión con el Libro de ajedrez de Alfonso X. El segundo de los hechos satisfactorios es la fidelidad de su padre, al final de la primera sextilla. El tercero de los hechos realizados con plenitud se resume en “tanta hazaña”.
            El cierre de la copla presenta el último tratamiento de la muerte. Es una muerte personificada, que trata con respeto a su padre. Además es una muerte educada, que “vino a llamar a su puerta”.

Copla 34

diciendo: «Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero,            400
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,                         405
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.

            No hay una descripción de la muerte, ya que solo podría hacerla con la imagen tenebrosa conocida por el hombre medieval, la de las Danzas de la muerte, y si lo hubiera hecho así, habría disonancia entre esa imagen tenebrosa y su comportamiento educado. A partir de esta copla se desarrolla hasta el final un arte de bien morir, en oposición al arte de amar. Es significativo en este arte de bien morir que no es la muerte quien mata, sino que es el caballero el que se muere.
            Inicia su intervención la muerte con un término laudatorio, “buen caballero”. Continúa con un tono moralizador, siendo en este punto el alter ego de Manrique (dejad al mundo engañoso).
            Hay que destacar la utilización de metáforas. “Corazón de acero”, significativamente guerrera, alude a la valentía de don Rodrigo. En el verso 402, “este trago” es un momento difícil.
            En la segunda sextilla hay un esbozo de la vida de la fama, con carácter prerrenacentista. El hombre medieval creía en dos vidas, la terrena y la sobrenatural. El renacentista aporta una tercera vida: la de la fama.
            “Esta afrenta” significa la vergüenza de ser vencido por la muerte.

Copla 35

No se os haga tan amarga
la batalla temerosa                  410
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,
(aunque esta vida de honor           415
tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.                          420

            Se inicia con una nueva metáfora militar, que alude a la agonía (batalla temerosa).
            Insiste después en la vida de la fama, que está no obstante por debajo de la vida sobrenatural.

Coplas 36 y 37

El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados             425
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,              430
con trabajos y aflicciones
contra moros.


Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,                          435
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera               440
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.»

            La muerte habla en tono excesivamente moralizador. Podría hablarse de un predicador que asiste a don Rodrigo en sus últimos momentos. Este predicador proporciona vida en los versos 443 y 444.

Copla 38

«No tengamos tiempo ya             445
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;                           450
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera         455
es locura.

            Registra la respuesta de don Rodrigo a la muerte. Destaca su carácter estoico, un estoicismo a lo católico. Su voluntad está conforme con la divina.

Copla 39

Oración:

Tú, que por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad               460
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu persona,                       465
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona.»

            Es una oración puesta en labios de don Rodrigo. El tema es una invocación a Cristo para que le perdone. En los versos 461 y 462 tenemos una visión negativa del ser humano. Se le identifica con la vileza. Es un rasgo medieval, frente al humanismo que traería en el Renacimiento una visión antropocéntrica de la existencia.
            Hay una anteposición típicamente medieval del pronombre personal (me perdona).

Copla 40

Fin:
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos               470
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio        475
(en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.                          480

            Manrique la tituló “Cabo” (término, final). El inicio de la copla insiste en la idea de que su padre murió en uso de todas sus facultades, despierto ante la muerte. Junto con esta lucidez, encontramos que murió rodeado de sus seres queridos. Manrique plasma la idea con otro vocablo militar (cercado).
            El final presenta el tema del no morir del todo, a través del recuerdo de los seres que quedan aquí.
            En último término, el poema ha desarrollado la siguiente andadura:
                                                   Reflexiones morales→ elegía→ triunfo