viernes, 1 de julio de 2016

Esquema de la novela en el siglo XVI




      En el siglo XVI conviven en la literatura en español varias tendencias narrativas y diversos géneros novelescos. En el siguiente esquema se recogen los principales géneros, características y obras:

GÉNERO
CARACTERÍSTICAS
OBRAS
Novela pastoril
De tema amoroso, en una naturaleza idealizada, con refinados pastores y una acción embrollada
La Diana de Jorge Montemayor
La Diana enamorada de Gil Polo
Novela morisca
Con gran colorido ambiental y un personaje moro de grandes cualidades y que resulta atractivo
Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa
Novela bizantina
Con intriga sentimental, viajes, peligros, peripecias y un final feliz
Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes
Novela picaresca
De visión realista, en episodios, con un lenguaje vivo y espontáneo
Lazarillo de Tormes (anónimo)
Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán
Novela corta italiana
Con una intriga enmarañada y temas trágicos o burlescos
El Patrañuelo de Juan de Timoneda
Libros de caballerías
Exalta el espíritu caballeresco
Amadís de Gaula


Notas sobre realismo mágico




Llamamos realismo mágico a uno de los movimientos literarios más representativos de la literatura en español del siglo XX. Desarrollada a mediados de la centuria, se inició en torno a la década de los cincuenta y estalló con el boom de narradores latinoamericanos de los sesenta. Se guía por una expresión del escritor cubano Alejo Carpentier: lo real maravilloso.
Con estas palabras introdujo Carpentier su novela El reino de este mundo (1949), una de las primeras obras adscritas al realismo mágico. Los autores de este movimiento pretendieron mostrar lo irreal y lo extraño como algo cotidiano; se trata de una actitud ante la realidad, de su forma de contar el mundo.
El primer estudioso en utilizar el término realismo mágico es el crítico de arte alemán Franz Roh en su libro de 1925 Postexpresionismo: los problemas de la nueva pintura europea. Esta obra se traduce al español en 1927, cuando es publicada por la Revista de Occidente, traducida por José Ortega y Gasset. Después de su utilización por parte de escritores surrealistas de la época, como María Luisa Bombal, el polifacético intelectual venezolano Arturo Úslar Pietri recurre a él en El cuento venezolano (1947).
Si bien a finales de los cuarenta y durante los cincuenta encontramos a algunos de los autores pioneros del realismo mágico (como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, el cubano Alejo Carpentier o el mexicano Juan Rulfo), la expansión del movimiento coincide con la mayor visibilidad de los escritores del boom, vinculados en sus orígenes al realismo mágico. Todos ellos partieron de la experimentación para incorporar a sus obras cierto carácter político.
En palabras del crítico literario Brett Levinson, de acuerdo con los mandatos del realismo mágico, las cosas irreales son tratadas como realistas y las cosas mundanas como elementos irreales.

Algunas características que podemos señalar acerca del realismo mágico son las siguientes:
-                           Los elementos que sorprenden al lector por su carácter fantástico (y que, normales y acostumbrados, no obedecen a nada) son percibidos por los personajes como parte de su realidad cotidiana.
-                           Aparecen elementos mágicos intuitivos, pero nunca explicados.
-                           Los sentidos cobran una importancia enorme al tejer la historia. Vemos y escuchamos lo que ocurre, pero también lo olemos, lo saboreamos e incluso lo palpamos.
-                           La magia tiene que ver con la necesidad de huir, puesto que muchas de las historias del realismo mágico suceden en espacios de pobreza y marginalidad.
-                           Los hechos son reales, pero algunos no tienen explicación o sería muy improbable que ocurrieran.


Los principales autores dentro de la corriente del realismo mágico son:

-                           Miguel Ángel Asturias (Ciudad de Guatemala, Guatemala, 1899 - Madrid, España, 1974). Escritor, periodista y diplomático. En su obra literaria dio voz a las culturas indígenas, especialmente a las de su país, Guatemala. Durante su primera estancia de juventud en París entró en contacto con dos de las disciplinas que marcarían su escritura: la antropología y el surrealismo. Entre los títulos que publicó, podemos destacar Leyendas de Guatemala (1930), El Señor Presidente (escrita desde 1933, fue publicada en 1946), Hombres de maíz (1949), La trilogía bananera (compuesta por Viento fuerte, El papa verde y Los ojos de los enterrados, de entre 1950 y 1960) y Mulata de tal (1963). Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1967.
-                           Alejo Carpentier (Lausana, Suiza, 1904 - París, Francia, 1980). Periodista, musicólogo y narrador, considerado referencia del boom por sus integrantes. Sus distintos orígenes (nació en Suiza, su padre era francés y su madre rusa, y fue criado en La Habana) configuraron la diversidad de sus influencias. Entre sus novelas destacaron El reino de este mundo (1949), Los pasos perdidos (1953), El siglo de las luces (1962) y El recurso del método (1962). Fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes en 1977.
-                           Juan Rulfo (Saluya, México, 1917 - Ciudad de México, México, 1986). Le bastaron dos títulos para ser considerado uno de los mejores escritores latinoamericanos del siglo: los relatos de El Llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955). Escritor, guionista y fotógrafo, en la vertiente fantástica de su literatura se intuye una intención política (Pedro Páramo enlaza con la novela revolucionaria mexicana) que interesó a los escritores del boom. Entre sus reconocimientos se encuentra el Premio Príncipe de Asturias en 1983.
-                           Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927 - Ciudad de México, México, 2014). Escritor, guionista, editor, periodista... Muchos de los sucesos de su vida y muchas de sus realidades inspiraron su escritura. La traducción que Jorge Luis Borges realizó de La metamorfosis de Franz Kafka guio sus primeras obras. La aldea de Macondo es el lugar de invenciones como El coronel no tiene quien le escriba (1961), Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) o Crónica de una muerte anunciada (1981). Fue Premio Nobel de Literatura en 1982.

            Por otra parte, podemos señalar también las principales obras dentro del realismo mágico, entre las que destacan las siguientes:

-                           El reino de este mundo (1949), de Alejo Carpentier. Las peripecias del esclavo negro Ti Noel nos permiten conocer las tensiones entre las tradiciones africana y europea que chocan en un territorio americano: Haití. Recordemos que en el prólogo de esta obra, Carpentier describió su visión de “lo real maravilloso”, patrimonio y natural de Hispanoamérica.
-                           Hombres de maíz (1949), de Miguel Ángel Asturias. Extrae su título de uno de los mitos del Popol Vuh, uno de los libros sagrados de la cultura maya. Se refiere a la creencia de los mayas de que su carne estaba hecha de maíz. El argumento gira en torno a una comunidad indígena cuya tierra está amenazada por personas ajenas que desean explotarla comercialmente. Contrapone las costumbres tradicionales con aquellas que el colonialismo pretendía imponer.
-                           Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo. La novela está contada en primera y tercera persona. En la obra Juan Preciado regresa a Comala para cumplir la promesa que realizó a su madre moribunda: reclamar a su padre, Pedro Páramo, lo que les pertenece. La historia del viaje y la historia de la relación con su madre se entremezclan con la vida de aquellos a quienes conoce.

-                           Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez. Narra la historia de siete generaciones de la familia Buendía, residentes en el pueblo ficticio de Macondo. Una historia de guerras, revoluciones y desgracias, en la que García Márquez desarrolla su reflexión sobre la condena de la soledad y la salvación que ofrece la ficción. La historia se narra con una estructura cíclica temporal. Los acontecimientos del pueblo, de los Buendía y los nombres de los personajes se repiten una y otra vez, en una fusión de la fantasía y la realidad.