lunes, 28 de abril de 2014

Los géneros didácticos



            Dentro de los géneros literarios hay tres clásicos (épico, lírico y dramático) al que posteriormente se unió el didáctico, un género literario que tiene como finalidad la enseñanza o divulgación de ideas, que se expresan de forma artística y con un lenguaje elaborado.
            Los géneros didácticos se caracterizan porque las obras se valen de la palabra para expresar conocimientos o ideas, de forma que lo que predomina en ellas no es la ficción. Por otra parte, en estos géneros se da más importancia a la exposición del pensamiento que a los valores estéticos de las obras, aunque estos no se descuidan totalmente.
            Las obras didácticas pueden aparecer en cualquiera de las formas de expresión, en prosa, en verso, en forma dialogada…
            Los principales géneros didácticos son:
·        El ensayo: texto en prosa, generalmente breve, en el que el autor expone sus pensamientos e ideas acerca de un tema sin pretender hacer un análisis exhaustivo del mismo. Su estructura es flexible y está escrito con la voluntad de persuadir o convencer.
·        El diálogo: obra que simula una conversación entre varios personajes, uno de los cuales expone una tesis y la defiende ante las objeciones de los demás. Este género fue muy cultivado en la época clásica y en la renacentista. Históricamente hubo subgéneros, como los diálogos platónicos, los ciceronianos o los lucianescos.
·         La fábula: narración en prosa o en verso, cuyos personajes suelen ser animales y que pretende dar una enseñanza útil o moral. Suele llevar una moraleja al final.
·        La epístola: texto en verso o en prosa que expone algún problema general en forma de carta.
·        El artículo periodístico: escrito que expone un tema concreto en una publicación y que presenta la postura personal del autor acerca de ese tema. Para influir en la opinión de los lectores, el escritor emplea argumentos que seducen a dichos lectores, acercándolos a su postura.
·        El discurso: razonamiento o exposición sobre un tema determinado que se pronuncia en público y que pertenece a la oratoria. En esta el autor pretende convencer mediante la comunicación oral, y en ella encontramos además del discurso otros géneros como la arenga, la disertación, el sermón o el panegírico.
·        El Tratado: es un texto extenso en prosa, generalmente dedicado a expertos en la materia de la que se trate, por lo que su comprensión requiere por parte de los receptores una serie de conocimientos previos.
·        El poema didáctico: es un texto extenso en verso. Normalmente se realizaban para paganos en la materia de la que se tratara.

Hay otros géneros didácticos, entre los que se encuentran los apólogos, los refranes, las crónicas o los informes, además de otros equivalentes a los mencionados.

martes, 22 de abril de 2014

Literatura barroca: sor Juana Inés de la Cruz




            Doña Juana de Asbayo y Ramírez de Santillana, sor Juana Inés de la Cruz, nació el 12 de noviembre de 1651 en la alquería o hacienda de San Miguel Nepantla (actual México), de padre vasco y madre criolla.
            Se crio al lado de su abuelo materno, don Pedro Ramírez. A los tres años ya leía, a los seis o siete años rogó en vano a su madre para que “mudándole el traje” la mandara a la Universidad y ya a los ocho rimaba una loa eucarística, mientras saciaba su sed de leer con los libros del abuelo.
            Han sido muchos los críticos que han valorado a Sor Juana Inés de la Cruz. Según Vossler, “amaba todas las ciencias con una fresca manera femenina… para alegrar, consolar y sorprender…, en una cacería de extrañas asociaciones de ideas”. Y según Calleja, era mujer en todo caso que no podía hallar “par ni paz en el mundo”.
            Ella misma decía “Entreme religiosa porque… para la total negación que tenía al matrimonio, era lo más decente que podía en materia de mi salvación”. Y debido a su vocación religiosa, sor Juana consideraba que su genio era “una impertinencia”.
            En agosto de 1667 entró como carmelita descalza, pero su salud no resistió y a los tres meses tuvo que dejar el convento. Al año siguiente volvió a ser monja en la orden Jerónima.
            Hasta 1690 es difícil diferenciar su vocación religiosa de su vocación intelectual. Y en su convento llegó a ser una de las piezas centrales de la cultura mexicana.
            A partir de 1667 y durante doce años fue protegida por sucesivos virreyes, que fueron sus mecenas más importantes y que publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular.
            Su éxito y su prestigio invadían su celda, tras la muralla de una biblioteca que se calcula de cuatro mil volúmenes.
            Sor Juana podría haber sido filósofa, pero resultó ser una ingeniosa proveedora de versos con la excepción de un gran poema filosófico (El primero sueño) y de otros pocos poemas nacidos de una profunda necesidad: así ocurre con la famosa redondilla contra los hombres por su manía de acusar de livianas a las mujeres después de procurar que lo sean:

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan a vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que cuelga de raído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues, ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuera a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

            Los versos de amor profano de sor Juana Inés son suaves y delicados. En los de arte mayor puede encontrarse cierta afectación, pero en el romance de la Ausencia (que podría llamarse de la despedida) y en las redondillas en que describe los efectos del amor, todo parece espontáneo y salido del alma. Por eso acierta tantas veces sor Juana con la expresión feliz y única, la verdadera piedra de toque de la sinceridad de la poesía afectiva.
            Y no es menor en sus versos místicos, que son la expresión de un estado muy diverso de su ánimo, nacida a veces de esa reacción enérgica que dos años antes de su muerte, en 1693, llegó a su punto álgido.
            Lo mejor de su espiritualidad se encuentra en las canciones que intercala en el auto El divino Narciso, publicado en 1689, lleno de imitaciones del Cantar de los Cantares y de otros lugares de la poesía bíblica. En este auto, Sor Juana aprovecha un rito azteca, representado por un tocotín (un baile dramatizado), para introducir la veneración a la Eucaristía y ligar las creencias precolombinas con el catolicismo hispánico. Por otra parte, la obra es pionera al representar una conversión colectiva, ya que en el teatro europeo era común representar solo la conversión individual.
            Las canciones intercaladas en El divino Narciso parecen más del siglo XVI que del XVII y podrían parecer de algún discípulo de San Juan de la Cruz o de Fray Luis de León.
            El poema capital de sor Juana Inés de la Cruz es el Sueño o como dice la primera edición, Primero sueño, que compuso imitando a Góngora. Sin embargo esta imitación es más que formal y superficial. Aparte de la alusión del título a la  Primera Soledad, el paralelo se encuentra en la imaginería mitológica, en la frase solemne y la abundancia de hipérboles, además de en la ingeniosidad elusiva. Pero el problema es sustancialmente el contrario de las Soledades, ya que consiste en el relato de una experiencia intelectual en pleno sentido filosófico.

Que como sube en piramidal punta
al Cielo la ambiciosa llama ardiente,
así la humana mente
su figura trasunta,
y a la Causa Primera siempre aspira
—céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia,
que contiene, infinita, toda esencia—.
                                                                      
            De acuerdo con los críticos, es el poema más importante de sor Juana, y de acuerdo con lo que ella misma dijo, el único que escribió por gusto.
            Fue publicado en 1692, consta de 975 versos y trata un tema recurrente en la obra de la autora: el potencial intelectual del ser humano.
            Se ha querido ver en la obra un paralelismo con el Discurso del método y las meditaciones filosóficas de Descartes. También un símbolo de un fracaso: en su afán ilimitado por saber, sor Juana habría sido llamada al orden, teniendo que conformarse con una vida espiritual menor.
            El poema tiene una estructura rica, lenta y alguna vez digresiva. Sorprende en él la imaginación astronómica. El poema se hace más original cuando se entra en la descripción del sueño humano con un insólito uso de términos científicos combinado con metáforas líricas:

La cuantidad inmensa de la esfera,
ya el curso considera
regular, con que giran desiguales
los cuerpos celestiales [...]
pues las nubes -que opaca son corona
de la más elevada corpulencia,
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra-,
apenas densa zona
de su altiva eminencia,
 o a su vasta cintura
cíngulo tosco son, que -mal ceñido-
o el viento lo desata sacudido,
o vecino el calor del sol lo apura.

            La crisis decisiva del poema está en la sombra, ese despliegue de entendimiento que no se atreve a llegar a la cegadora intuición total y suprema del ser.
            Sor Juana enumera las cosas que no entiende y querría entender, haciéndonos pensar en Fray Luis de León y en su esperanza de poder saber en la vida futura los sonetos de la naturaleza.

El conticinio casi ya pasando
iba, y la sombra dimidiaba, cuando
 de las diurnas tareas fatigados,
--y no sólo oprimidos
del afán ponderoso
del corporal trabajo, mas cansados
del deleite también, (que también cansa
 objeto continuado a los sentidos
 aun siendo deleitoso:
que la Naturaleza siempre alterna
ya una, ya otra balanza,
 distribuyendo varios ejercicios,
ya al ocio, ya al trabajo destinados,
 en el fiel infïel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo)--;
 así, pues, de profundo
sueño dulce los miembros ocupados
quedaron los sentidos
del que ejercicio tienen ordinario,
 --trabajo en fin, pero trabajo amado
 si hay amable trabajo--,
si privados no, al menos suspendidos,
 y cediendo al retrato del contrario
de la vida, que--lentamente armado—
cobarde embiste y vence perezoso
con armas soñolientas,
desde el cayado humilde al cetro altivo,
sin que haya distintivo
que el sayal de la púrpura discierna:
pues su nivel, en todo poderoso,
gradúa por exentas
 a ningunas personas,
desde la de a quien tres forman coronas
soberana tiara,
 hasta la que pajiza vive choza;
desde la que el Danubio undoso dora,
a la que junco humilde, humilde mora;
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
 de la muerte) Morfeo
el sayal mide igual con el brocado.

El alma, pues, suspensa
del exterior gobierno,--en que ocupada
en material empleo,
o bien o mal da el día por gastado--,
solamente dispensa
remota, si del todo separada
no, a los de muerte temporal opresos
 lánguidos miembros, sosegados huesos,
los gajes del calor vegetativo
el cuerpo siendo, en sosegada calma,
 un cadáver con alma,
muerto a la vida y a la muerte vivo,
 de lo segundo dando tardas señas
el del reloj humano
vital volante que, si no con mano,
con arterial concierto, unas pequeñas
 muestras, pulsando, manifiesta lento
de su bien regulado movimiento.


                 El valor poético del Primero sueño se apoya en su carácter de narración de fábula sin moraleja.
            La obra se ha comparado con Muerte sin fin de Valèry. También se ha puesto de relieve su significado filosófico. Y se ha destacado el hecho único del poema científico en la literatura barroca.
            Esta silva de casi un millar de versos está construida sobre un pensamiento sistemático: el alma gracias al sueño nocturno se encumbra para alcanzar en un solo rapto la visión de todo lo creado y, fracasada, regresa para con más humildad, emprender el conocimiento conceptual y metódico de lo simple a lo complejo, con dudas, contradicciones, escrúpulos y miedos hasta que ella despierta y abre los ojos al mundo, iluminado por el sol del nuevo día.
            Sor Juana Inés simpatiza con la aventura del conocimiento, que se atreve a todo sin miedo al fracaso (“El mundo iluminado y yo despierta”, dice sor Juana al final de su poema).
            La autora gongoriza, pero ella es en el fondo muy distinta a Góngora. Es un estilo de época: versos bimembres y correlaciones, latinismos, neologismos, dislocaciones sintácticas, tropos y metáforas, ornamentos cromáticos, efectos musicales, charadas difíciles y deliberadas oscuridades.
            Poemas barrocos hubo muchos, pero en Primero sueño nos encontramos con una sincera identificación entre una vida personal y un estilo colectivo.
            Sor Juana Inés de la Cruz sintetizó las corrientes tradicionales, renacentistas y barrocas, populares, cultas y vulgares.
            Por la importancia de su obra, la autora recibió los sobrenombres de “el Fénix de América” o “la Décima musa”.
            Murió en México el 17 de abril de 1695, víctima de una epidemia. Había dejado de escribir dos años antes, aunque no se conocen los motivos. 








sábado, 19 de abril de 2014

Esquema para clasificar textos



    Para poder realizar una clasificación completa de un texto, se pueden seguir los siguientes criterios:


Según el código empleado
Los textos se dividen en Verbales (utilizan la lengua natural) y No verbales (utilizan otros sistemas de signos)
Según el canal empleado
Los textos son Orales o Escritos



Según la intención del emisor
Existen textos Informativos (transmiten conocimientos de forma objetiva), Explicativos (hacen comprender algo), Persuasivos (convencen de algo al receptor), Instructivos (obligan o aconsejan sobre algo) y Estéticos (no tienen una finalidad práctica, sino artística)

Según la variedad del discurso
Los textos pueden ser expositivos, argumentativos,descriptivos, narrativos y dialogados.

Según el tema o el lenguaje especializado utilizado
Los textos se dividen en científico-técnicos, jurídicos y administrativos, periodísticos, humanísticos y literarios.



viernes, 18 de abril de 2014

Discurso de García Márquez: La soledad de América Latina



         Cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez no quiso verse vestido con frac y adornado con una flor amarilla, así que vistió un liquiliqui blanco y, al parecer, guardó esa flor amarilla en su bolsillo. Durante esta ceremonia en Suecia, leyó su discurso titulado La soledad de América Latina:

Antonio Pigaffeta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía.
Muchas gracias.



lunes, 14 de abril de 2014

Actos ilocutivos



       La teoría de los actos de habla es una importante teoría dentro de la Pragmática Lingüística. Originalmente fue formulada por el filósofo británico J.L.Austin en su obra Cómo hacer cosas con palabras, publicada en 1962.
            Un acto de habla es una acción que se realiza con la lengua natural y está sujeta a reglas convencionales y a principios de pertinencia. Al mismo tiempo que se enuncia algo, esa enunciación constituye en sí misma un acto.
            El acto de habla consta de tres niveles: el locutivo, consistente en decir algo, el ilocutivo, que es la finalidad que se persigue, y el perlocutivo, que son las consecuencias de ese acto elocutivo.
            Los actos ilocutivos se clasifican de acuerdo con la intención o finalidad en:
1)      Representativos: Su propósito es comprometer al hablante con la verdad de la proposición expresada (afirmar, concluir, deducir, suponer).
2)      Directivos: son intentos para lograr que el oyente lleve a cabo alguna acción (ordenar, mandar).
3)      Compromisorios o conmisivos: para comprometer al hablante con algún futuro curso de la acción (prometer).
4)      Expresivos: transmiten un estado psicológico del hablante acerca del estado de cosas expresado en el enunciado (disculparse, alegrarse).

5)      Declaraciones: el éxito da lugar a la correspondencia entre el contenido del enunciado y el estado de cosas en la realidad (se usan verbos como “declarar” o expresiones como “por la presente”).

domingo, 13 de abril de 2014

Algunos disparates sobre Cervantes y el Quijote



           Estas son algunas respuestas, en exámenes, a cuestiones relacionadas con la vida y la obra de Cervantes, especialmente sobre la novela "El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha".

                      Sobre la vida y obra de Cervantes:
-          Tras venir de la guerra de Lepanto sin el brazo izquierdo, el de Austria lo mandó a prisión a Argel donde estuvo cinco años. Después fue liberado por los monjes “tenetrinos”.
-          (Sobre el cautiverio de Cervantes) Otra cuando lo cogieron los piratas Marmarechos que cinco años después fue rescatado por los frailes trinitarios.
-          Cervantes se fue a Italia donde participó en la Batalla de Lepanto donde fue encarcelado y perdió la mano izquierda.
-          La intencio que tenía Cervantes con la obra era ridiculizar a las novelas de cabarerías.
-          Cervantes escribió cuatro traducciones del Quijote en distintos idiomas.
         
       Sobre la caracterización de don Quijote:
-          El verdadero nombre del Quijote es Lorenzo Quijano.
-          El Quijote imita ser un caballero y busca a su escudero y va a buscar al bajito y regordete. También le dan paranoias con lo de los molinos de viento.

       Sobre el Quijote de Avellaneda:
-          Alonso Fernández de Avellaneda publicó en 1615 la segunda parte de “El Quijote” y en 1614 publicó el segundo tomo. Esta parte del Quijote escrita por Avellaneda no tuvo tanto éxito como la primera parte escrita por Cervantes, ya que Avellaneda en su segunda parte cuenta que el Quijote recupera su cabeza, es decir, que está bien, no comete tantas locuras y que se casa con Dulcinea del Toboso.

                   Publicación del Quijote:
-          En 1615 se publicó la segunda parte de don Quijote, pero antes, en 1614 se publicó el segundo tomo de la novela.

       Personajes del Quijote:
-          (Sobre Dulcinea) Después conocieron como en todos los cuentos de caballeros a una dama que era supuestamente su esposa.
-          Dulcinea es la amada del Quijote (Aldanza Lozana)
-          (Sobre Sancho Panza) Era un hombre robusto y del campo que se vuelve el escudero del Quijote.
-          Sancho Panza, llamado Alonso Quijada, es el escudero de don Quijote.

jueves, 10 de abril de 2014

Pautas para hacer el comentario de texto



            1.Lectura comprensiva

            Consiste en la lectura detenida y comprensiva del texto. Conviene tomar notas en un borrador o sobre el propio texto. Hay que leer varias veces hasta estar seguros de haber comprendido el sentido literal y el connotativo.

            2.Contextualización, localización o adecuación

·        Relaciona la obra con el autor, su vida y su obra.
·        Sitúala dentro del contexto histórico e ideológico de su tiempo.
·        Relaciona la obra con el contexto literario (época o movimiento literario) y con las características del género al que pertenece. Debes mencionar solo aquellas que influyen directamente en el texto u obra que vas a comentar.
·        Si lo que analizas es un fragmento, ubícalo dentro de la obra a la que pertenece y relaciona esta con el resto de la obra del autor. Indica también fecha, época, corriente literaria o influencias.
·        Analiza/menciona todos los aspectos que sean importantes: intención del autor, destinatario, clase de escrito, punto de vista del narrador/voz poética…

            3.Tema

            Establecer el tema es delimitar la idea central que origina y da sentido al texto. Hay que prescindir de los datos anecdóticos.

·        Determina el tema o temas presentes. Si aparecen tópicos literarios deberás mencionarlos y explicarlos (la formulación de los temas ha de ser breve y concisa).
·        Relaciona el tema o los temas con el período literario y con la producción del autor.
·        Resume brevemente el argumento.
·        Si se trata de un texto poético, alude al emisor y al receptor poéticos.
·        Si se trata de un texto narrativo, menciona brevemente los elementos constituyentes de este tipo de texto: punto de vista (narrador), personajes, espacio y tiempo. (Estos elementos se ampliarán después en el comentario).
·        Si es un texto teatral, deberás mencionar el espacio, tiempo, las acotaciones (si las hay) y los personajes que intervienen. Haz también referencia al tipo de diálogo que mantienen: respuestas rápidas o lentas, monólogo, aparte…

            4.Estructura

            4.1.Estructura externa

·        Si se trata de un texto poético, realiza el análisis métrico: medida, rima, estrofa, poema…
·        Si es un texto narrativo, indica cuántos párrafos o capítulos lo forman.
·        Si es un texto teatral, indica los cambios de escena o de acto y los diferentes planos que aparezcan: apartes, conversaciones cruzadas…

            4.2.Estructura interna
            (Partes en las que se articula o desarrolla el contenido)

·        Divide el texto en partes teniendo en cuenta el desarrollo lógico del contenido, la evolución de los temas. Para hacer la división puedes tener en cuenta diversos factores, tal como puedes observar en los siguientes puntos.
·        Las estructuras propias de los géneros y modos de elocución: por ejemplo, narración (planteamiento, nudo y desenlace, estructura circular, final abierto,…), texto teatral (monólogo, diálogo rápido, aparte…), exposición (exordio, narración, argumentación, epílogo)
·        La división en párrafos o estrofas.
·        Los conectores textuales.
·        Los cambios de tema.
·        El uso de los tiempos verbales…

            5.Análisis de la forma partiendo del contenido

            Siguiendo los apartados que has propuesto en la estructura interna, comenta el desarrollo de los temas que se da en las diferentes partes explicando no solo qué se dice, sino también cómo se dice. Es la parte más extensa del comentario. Describe la relación entre el contenido del poema y los recursos estilísticos presentes en el texto. Tienes que analizar la lengua, los recursos fónicos, morfosintácticos, semánticos y estilísticos, y relacionarlos con el desarrollo del tema y con la intención del autor.
Para que no olvides nada, aquí tienes algunas de las cuestiones lingüísticas y estilísticas que debes tener presentes y que te ayudarán a determinar la estructura y el desarrollo temático de un texto:
·        Aspectos fónicos: modalidades oracionales, métrica y peculiaridades fonéticas.
·        Aspectos morfosintácticos: personas y tiempos verbales, estructuración sintáctica (conectores), abundancia de adjetivos, sustantivos o verbos:
-         Análisis de los sustantivos (concretos, comunes, abstractos…)
-         Análisis de los adjetivos (especificativos, epítetos, sensoriales, evocativos, ponderativos…)
-         Análisis de los pronombres (personas gramaticales, uso enfático, afectivo…)
-         Análisis de los determinantes y verbos.
-         Estudio de la sintaxis (por ejemplo, en una descripción impresionista predominan las oraciones breves, simples o yuxtapuestas; en una argumentación retórica, los períodos son largos y subordinados).
·        Aspectos léxico-semánticos: campos semánticos predominantes, tecnicismos, neologismos, cultismos, presencia de mitos o tópicos, connotación y denotación, estudio del registro lingüístico…
·        Aspectos estilísticos: Debes señalar las figuras retóricas o estilísticas que aparecen en el texto y relacionarlas con el contenido: aliteraciones, comparaciones, metáforas, repeticiones…
·        Aspectos textuales: los modos de elocución (narración, descripción, diálogo, argumentación…)
·        Tipo de lenguaje: culto, común, coloquial…

            6.Conclusión y síntesis


            Valora el texto teniendo en cuanta los aspectos más relevantes que habrás comentado arriba. Debes resumir con un breve texto las cuestiones que más te hayan llamado la atención por su fuerza expresiva, por su originalidad y representatividad. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Trayectoria poética de Eloy Sánchez Rosillo



(Resumen de una conferencia de Gómez Espada en 2003)

          Eloy Sánchez Rosillo ganó el Premio Adonais de poesía de 1977 con Maneras de estar solo. Quemó toda su obra anterior porque pensaba que no servía.
            A partir de 1978 publica su primer poemario. Tiene treinta años. En 1981 publica Páginas de un diario, en 1984 Elegías, en 1989 Autorretratos y en 1996 La vida. Son cinco poemarios.
            En 1992, la editorial Pumares publica una edición completa: Las cosas como fueron. La segunda edición salió en 1995, con mínimas correcciones realizadas por el propio poeta.
            En relación con Rosillo, hay que recordar que en los años 70 reinan los “novísimos” (grupo de José Mª Castellet), los cuales plantean un cambio en la forma de ver la poesía, un panorama distinto en España. La crítica influyó en el reinado de los “novísimos”.
            Pero, a pesar de esto, hay en nuestro país otros poetas desconocidos entonces y con los que se va gestando un grupo, que recoge las enseñanzas de los poetas de los 50 y que hacen una poesía distinta a la de los “novísimos”. Se ha llamado “poesía de los disidentes”.
            En 1980 se publica Las voces y los ecos, una antología de novísimos reciclados y poetas jóvenes entre los que se encuentra Eloy Sánchez Rosillo.
            Se intenta crear una nueva generación (del 70), en la que se incluirían, además de Rosillo, Clara Janés o Villena. José Luis García Martín es el antólogo. Los poetas rechazan a los novísimos. Por ejemplo, Miquel D’Ors muestra un intento de marcar la diferencia entre su poesía y la que se estaba haciendo con anterioridad.
            Sin embargo Rosillo señala que “la voz de los poetas es siempre la misma, aunque se intente demostrar lo contrario (...). El ruiseñor cantaba igual en la época de Safo (.....) y en la nuestra”. Esto supone una bofetada a la crítica y la teoría.
            En la citada antología se incluyen poetas nacidos entre 1939 y 1963, todos los poetas que deberían ser novísimos pero no lo han sido por su concepción de la poesía. Es la poesía de la experiencia como movimiento. Se basa en un lenguaje conversacional, en un ambiente urbano y en un tiempo nocturno. La noche es especialmente importante.
            En este grupo los poetas se conocen y se dedican poemas entre sí.
            Se vuelve por otra parte a lo que hacía la generación del 50: intimismo, contenido anímico,....
            Recurren a las reflexiones, a las confidencias autobiográficas, como podemos comprobar a través de los títulos de Rosillo (Maneras de estar solo, La vida, Páginas de un diario).
            Las anécdotas traen consigo un distanciamiento mediante la ironía o la sustitución del Yo por la segunda y tercera persona. Esto proviene de Cernuda.
            Con esto se consigue un culturalismo, pero acorde con el lector de finales del siglo XX.
            Hay símbolos que se repiten, que son los de siempre. Se cantan las pérdidas (la juventud, por ejemplo). Se excluyen las metáforas y se cuentan historias en los poemas. Se muestra la poesía; por ejemplo, se muestra en el hecho mismo de componer un poema sobre París en verso dáctilo.
Rosillo compone poesía autobiográfica y cita a Montaigne en Autorretratos:
 “Por lo tanto, lector, yo mismo soy la materia de mis libros...”
            En el poema Confidencias da la imagen de sí mismo, aunque habla en tercera persona (bosteza, deja el libro que le aburre, refleja su estado anímico,...) Transmite las sensaciones a través de lo que hace.

            Maneras de estar solo es su ópera prima, su libro de juventud, y con él consigue el Premio Adonais. En él hay rasgos de la poesía de la experiencia y temas que Rosillo repetirá, aunque en algunos casos con variaciones (como la noche).
            Es el menos elegíaco de su producción, aunque el poeta dice no saber si es elegíaco, aunque sí el de la celebración y de la vida.
            Asombra la madurez del poemario por la sencillez y el lenguaje despegado de metáforas y símbolos difíciles.
            El libro está separado en apartados (“Acerca de la palabra”, “El mar y la sombra”, “Cuerpo recordado”,...).
            En Las cosas como fueron los apartados ya no tienen nombre (son I, II, III,...), quizás por la idea de la unidad del libro. Se estructura en un poemario. En los tres primeros libros comienza con un poema sobre la poesía y la función del poeta. Los cierra del mismo modo. “Acerca de la palabra” se compone de dos poemas: “El poema” y “El poeta”. En el segundo configura la imagen del que compone versos como un elegido de los dioses. Sería un dios minúsculo, con poder suficiente para igualar la palabra y la magnitud del mundo. Ello implica una búsqueda. Toda su vida se regirá por su oficio de poeta.
            Es un signo muy de juventud.
            La búsqueda de la palabra aparece en “El Poema”. Hay una visita de las musas. El momento álgido está en la ebullición que ha de romperse: “La noche se hace laberinto...”, “La voz es cárcel...”, “...me rodean las cosas...”, “...y esperan a que las nombre...”. Hay una recompensa tras la búsqueda.
            Los elementos se repiten: la noche, la ceguera, el camino,...
            En Rosillo no hay gozo, sino dolor que acecha. Antes de encontrar la palabra, todo es negativo.
            En la segunda parte hay un monólogo interior. El mar es símbolo del final de la búsqueda. Este final de viaje implica la soledad del poeta, del creador (de ahí el epígrafe de Maneras de estar solo, tomado como tal de Pessoa).
            “Cuerpo recordado” explica el porqué de la soledad. Son poemas amorosos, dedicados a un amor que se ha perdido. Rosillo toma conciencia de que su poesía sirve para revivir la vida que se ha perdido. Hay un juego de poemas amorosos.
            En “Palabras que regresan” la soledad es una elección del poeta. Es una vía escapatoria, una salida, que es la palabra.
            Sánchez Rosillo repite este tipo de apertura en Elegías. Trata sobre el regreso de la inspiración, como un canto del poeta: “Ten dispuesto el papel/ y que la pluma...”. Describe la ambientación para la escritura (el papel, la pluma, la música, los libros,...).
            El destino es más conciso que en la juventud. El lenguaje llega al prosaísmo poético, con un lenguaje más coloquial. Los poemas son demasiado narrativos.
            El leitmotiv del poeta es el siguiente: el poeta debe estar atento, provocando el momento y esperando. (El poeta debe ser paciente).
            En la forma de sentir la poesía hay una maduración. A excepción de Maneras de estar solo, hay en sus libros una muestra del gusto por el poema-epílogo.
            El poeta calla y deja paso al lector. Cuando el poeta termina el libro, nada de éste le pertenece.
            Con el paso del tiempo, el poeta madura su forma de ver el mundo y sus ideas ya no son las mismas: “Los días os harán diferentes...”, “dirás que son de otro....”.
            La poesía se ve marcada por el paso del tiempo. El tiempo te lo ha de quitar todo, pero la palabra y la poesía perdurarán tras la muerte del poeta.
            La forma de ver la ciudad en la poesía de la experiencia (en los 80) es, según la crítica, más urbana que nunca. Es un espacio en que viven poema y poeta.
            La ciudad es protagonista. Sus calles son uno de los decorados favoritos de estos poetas (por ejemplo, Felipe Benítez Reyes). Rosillo hace mención expresa de Murcia, pero su visión de la ciudad difiere de aquella a la que se refieren los críticos.
            En Maneras de estar solo la ciudad es el refugio natural de los amantes. El amor es vencido por el tiempo. El poeta se mantiene conectado al devenir de la ciudad por medio de la ventana, mientras espera que la inspiración lo visite.
            En “El Sur” oye “los rumores conocidos de la ciudad” y los mismos aspectos se repiten cuando visita otras ciudades (así, Roma en 1984).
            Para Sánchez Rosillo, la ciudad está presente a través de la ventana de su cuarto.
            El encuentro fortuito con alguien en la ciudad (la persona anónima que ve, por ejemplo, Baudelaire en Las flores del mal) se va reformando con el tiempo. Es un motivo de exaltación de la belleza anónima. Lo urbano sirve para exteriorizar los sentimientos del poeta. Ello supone una reflexión sobre el irremediable paso del tiempo.
            “Una muchacha” es la fugaz visión que le sirve para mostrar el paso del tiempo. Frente a la brevedad del momento, el encuentro supone un ejercicio de “voyeurismo”. No hay un cruce físico, hay un anonimato absoluto. El poeta está observando desde el balcón.