miércoles, 29 de octubre de 2014

La Divina Comedia





            En Dante se funden la edad vieja duecentesca y la nueva del Trecento. Por una parte, encontramos en él los motivos de la pureza de la fe, la contemplación de la belleza y la participación política; por otra tiene una concepción del gusto más moderna, un interés más directo por los clásicos y una visión más amplia de la vida moral.
            Dante sobresale entre sus contemporáneos por su genialidad y la amplitud de su experiencia poética, desde la lengua a la técnica del verso, la riqueza de motivos y la creación de nuevas imágenes.
            Su obra maestra, la Divina Comedia es un largo itinerario hacia Dios, aunque su intensa humanidad le lleva a profundizar en el hombre y a describir la realidad.

            Dante (forma abreviada y familiar de Durante) Alighieri nació en Florencia entre mayo y junio de 1265. Durante su juventud se dedicó al estudio de la gramática, la filosofía y la retórica. Fue soldado y participó en la batalla de Campaldino en 1289. Participó activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo que sufrió el destierro a partir de 1302. Tuvo una vida familiar corriente: se casó con Gemma Donati en 1277 y tuvieron tres hijos.
            En lo que se refiere a su vida poético-amorosa, debemos recordar su obra Vida Nueva, donde el mismo Dante habla de la figura de Beatriz. La conoció en 1274, volvió a verla en 1283 (es el momento en que escribe el primer soneto de Vida Nueva) y ella murió en 1290. Beatriz se presenta como la guía segura hacia Dios.
            Dante habla de un período de extravío, que se puede entender en un sentido filosófico o amoroso.
            Entre 1304 y 1307 escribió un tratado sobre la lengua, De vulgari eloquentia, y una vasta enciclopedia del saber, el Convivio. Quizás es en 1309 cuando surge la idea de la Divina Comedia, a la que se dedicó hasta sus últimos años. Dante elaboró también una doctrina política que recogió en el tratado Monarchia, alrededor de 1310. Murió en Rávena en septiembre de 1321.

            El llamado Dolce Stil novo es el movimiento artístico que impregna la producción juvenil de Dante. Como tal movimiento deriva de diversas fuentes:
-         La tradición trovadoresca, de la que toman las convenciones del amor cortés: la gentileza, el trasfondo religioso de la experiencia amorosa, la idealización de la mujer y la creencia de que el amor ejerce un influjo beneficioso y ennoblecedor sobre el amante.
-         El franciscanismo, que valoraba la sinceridad y la armonía entre el hombre y la naturaleza.
-         El pensamiento aristotélico
-         La escuela poética siciliana de la primera mitad del siglo XIII, pionera en la utilización de la lengua vernácula vulgar y a la que se deben composiciones como el soneto.
            Dante acepta todos los fundamentos filosóficos y culturales del “stilnovismo”: el concepto del amor hacia la mujer como preparación y tránsito del espíritu humano desde la vivencia terrenal a la contemplación sublime de Dios, el gusto por formas poéticas agradables o la poesía como sutil razonamiento acerca del amor.
            El motivo característico del stilnovismo de Dante es la alabanza de Beatriz, la admiración por la mujer amada que logra la elevación espiritual del amante, el temor a que el sueño se rompa y al mismo tiempo alcanzar altas meditaciones en ese galanteo.

La Divina Comedia

            Esta obra es una epopeya alegórica en tercetos encadenados, escrita en toscano, y se divide en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Cada una de sus partes está dividida en 33 cantos. La composición se ordena según el simbolismo del número tres (la trinidad: padre, hijo y espíritu santo). Y en ella hay tres personajes principales: Dante, que es la personificación del hombre, Beatriz, que personifica a la fe, y Virgilio, que personifica a la razón.
            Dante compuso la obra en los últimos quince años de su vida. Según testimonio de Gemma Donati, el autor había dado forma a la primera cantiga ya en 1307. El Infierno estaba terminado en 1308, aunque sufrió una revisión, y el Purgatorio en 1312. Dante trabajó en el Paraíso hasta el final de su vida, de forma que fue publicado póstumamente.
            La Divina Comedia encierra una materia compleja y supone un formidable empeño de carácter científico, filosófico, teológico e histórico. El conjunto corresponde a un elevado propósito de alta poesía, condicionado por la profunda religiosidad de Dante. La visión que presenta el autor sobre los reinos de ultratumba rompía la frialdad de la literatura alegórica de épocas anteriores para convertirse en un relato sentido y profundo sobre una experiencia ascética que arrastra al poeta hasta la contemplación mística. Todo en la Comedia está sometido a un impulso moral, investido de fe cristiana, pero al mismo tiempo relacionado con los ideales humanos de la época, presentando diálogos y hechos coetáneos, sin sustraerse de juzgar, pero con el empeño de comprender y censurar el presente y lamentar el pasado.
            Para la composición de esta obra, Dante utiliza el estilo trágico, el medio y el humilde, usa vocablos clasicistas, términos del lenguaje popular e incluso expresiones descuidadas. Aprovechó los nuevos recursos de la lengua italiana en cuanto al léxico, la sintaxis y la rima. Destaca en la expresión la variedad de efectos y figuras retóricas.
            Dante utiliza tres tonos o estilos fundamentales, que corresponden a las tres cantigas del poema: un tono realista, dramático y vulgar en el Infierno; un tono lírico y lleno de citas bíblicas en el Purgatorio; y un tono arrebatado, estático, musical, de himnos y cantos litúrgicos en el Paraíso.

            Antes de emprender el viaje, Dante despierta en una selva oscura sin saber por qué ha llegado hasta ahí. Se describe un paisaje en el que se observa el sol (Dios) y una colina (el camino que se debe seguir para llegar a Dios). En el camino, Dante encuentra varias fieras (pecados) que lo obstaculizan. Se encuentra con Virgilio y comienzan el viaje.

Infierno

            El infierno es una inmensa fosa cónica en forma de un gigantesco anfiteatro, que se abre en el hemisferio boreal hasta el centro de la tierra. El eje vertical del infierno une Jerusalén con el centro del globo. La entrada, por tanto, no está lejos de la Ciudad Santa. De acuerdo con la concepción de Tolomeo, La Tierra está inmóvil en el centro del universo. Solo el hemisferio austral está habitado porque es el más próximo a Dios. Cuando los ángeles se rebelaron, Dios los precipitó y la tierra que debía recibirlos retrocedió, quedando sepultada por las aguas. Lucifer ocupó con la mitad de su cuerpo el fondo del abismo infernal. Alrededor de este abismo se extiende una vasta llanura con un río. En ella se coloca el Anteinfierno, donde se encuentran los ángeles neutrales, los que cuando Lucifer se rebeló no tomaron partido. Mezclados con ellos están los cobardes, los pusilánimes.
            El anfiteatro infernal está dividido en nueve círculos concéntricos, pero esas circunferencias se van estrechando hasta el círculo donde está confinado Lucifer. Hacia el centro aumenta la gravedad de la culpa. Los condenados están divididos según el esquema aristotélico de los pecados, clasificados todos en tres malas disposiciones: la incontinencia, la bestialidad y la malicia. Los pecadores por incontinencia (los que no han sabido frenar los instintos naturales) se encuentran entre el segundo y el quinto círculo. El primero comprende el Limbo, donde están los niños muertos antes del bautismo y los que vivieron antes de Cristo y no pecaron. Son científicos, filósofos, príncipes y héroes del mundo pagano. Entre ellos se encuentra Virgilio.
            Los cuatro círculos de los incontinentes están habitados por los lujuriosos, los glotones, los avaros y pródigos, y los iracundos y acidiosos.
            La segunda gran sección infernal es la de los heréticos (sexto círculo) y el de los violentos (el séptimo). Esta última sección está dividida en tres recintos: homicidas y ladrones (violentos contra el prójimo), suicidas y derrochadores (violentos contra sí mismos), y blasfemos, sodomitas y usureros (violentos contra Dios, contra la naturaleza y contra el arte).
            El octavo círculo comprende a los fraudulentos, que usan el engaño. Está dividido en diez fosas, ocupadas por los seductores, aduladores, simoniacos, barateros, hipócritas, ladrones, malos consejeros, sembradores de escándalo y discordia y falsificadores. El noveno círculo comprende a los que usaron el engaño contra quien se fía (traidores) y está dividido en cuatro zonas, según sean traidores a los familiares (Caína), políticos (Antenora), a los huéspedes (Tolomeo) o a la Iglesia y al Imperio (Judea).
            La construcción alegórica del Infierno y los símbolos que aparecen está relacionada con la idea central del poema como viaje de un alma desde el extravío a la salvación.
            El texto poético debe ser entendido según cuatro sentidos: el literal, el alegórico (escondido en la fábula), el moral (según la utilidad) y el anagórgico (el supra sentido, la explicación espiritual de un texto que está ordenada hacia la vida eterna).

Purgatorio

            El Purgatorio es una montaña, antítesis del Infierno que era una cavidad subterránea. Además están situados en hemisferios opuestos.  El Purgatorio está en una gran isla que lo contiene y que tiene forma de cono truncado, en un punto central respecto al gran océano que cubre el hemisferio austral. La playa entre el mar y la ladera del monte es breve. Los dos poetas salen a la luz del sol en un punto donde una nave, guiada por un ángel, lleva a las almas enviadas a la expiación.
            En las primeras estribaciones de la montaña está el Antepurgatorio, donde las almas de los que dejaron el arrepentimiento para el final esperan ser admitidos a la purificación.
            El Antepurgatorio está dividido en cuatro repechos. En el primero esperan, avanzando lentamente, las almas que murieron en estado de excomunión (o sea, condenados por la iglesia), pero que se arrepintieron al final de su vida. En el segundo repecho esperan las almas de los que fueron perezosos en vida y tardaron en arrepentirse. En una zona posterior se encuentran los pecadores que tuvieron una muerte violenta. Entre este tercer repecho y el cuarto tiene lugar el encuentro con el trovador italiano Sordillo, que introduce a los dos poetas en un valle florido (el cuarto repecho), donde esperan los príncipes negligentes, aquellos que en la vida no se preocuparon de la misión política que Dios les había encomendado.
            Durante la fatigosa subida, Dante conoce gracias a Virgilio explicaciones sobre el movimiento del sol y la constitución de la montaña.
            Dante cae en un sueño y es transportado por Santa Lucía (símbolo de la gracia iluminante) ante la puerta del verdadero Purgatorio. El ángel custodio graba en la frente de Dante con la espada siete P, que corresponden a los siete pecados capitales. Las siete señales le serán borradas después por otros ángeles, ya que Dante sufrirá un proceso de purificación.
            En las siete cornisas del Purgatorio el poeta se encuentra con los soberbios, que avanzan lentamente cargados con grandes peñascos; luego con los envidiosos, que llevan cilicio y tienen cosidos los ojos con un hilo de hierro; después con los iracundos, sumergidos en humo y oscuridad; después con los acidiosos, que van corriendo; con los avaros y pródigos, postrados en la tierra y atados de pies y manos; con los glotones, enflaquecidos hasta ser solo piel y huesos, devorados por un hambre y una sed insoportables; y por último, con los lujuriosos, envueltos en un mar de fuego, y divididos en dos grupos que caminan en sentidos opuestos (una fila es la de los pecadores según la naturaleza y otra, la de los “contra natura”).
            De pronto, Dante llega al Paraíso terrenal, al que se asciende a través de una escalera excavada en la montaña. El poeta cae en un sueño en el que aparece una mujer joven y bella, Lía, que es símbolo de la vida activa. Cuando se despierta, Dante está acompañado por Virgilio y por otro guía, el poeta latino Estacio. Llega a las orillas del río Leteo, del que surge una bella mujer, Matelda (Santa Matilde). La sigue y se interna en una floresta luminosa, donde asiste a una procesión mística. La procesión se detiene y aparece Beatriz, mientras Virgilio desaparece. La dama le reprende por los pecados que le han llevado al extravío, por lo que Dante deberá mostrar su arrepentimiento.
            Matelda hará que el poeta beba de los ríos Leteo y Eunoé, que hacen olvidar las cosas malas y recordar las buenas. Así Dante está preparado y en condiciones de seguir a Beatriz y conocer la beatitud del Paraíso, el tercer y último reino.
            El sistema de penas del Purgatorio, a diferencia de lo que ocurría en el Infierno, es doble: las almas no solo deben padecer, sino que también deben superar la fase de sufrimiento, como forma de preparación para la dicha eterna. El arrepentimiento está unido al ejemplo moral, opuesto al pecado que las almas purgan. Así podrán ejercitar la virtud que no tuvieron en vida, meditando y aspirando a conseguirla. Los ejemplos nacen de la historia sacra y profana antigua, así como de narraciones devotas.
            La variedad de ejemplos morales es excepcional. En el primer repecho, los soberbios deben contemplar varios altorrelieves esculpidos en la montaña (por ejemplo, la Anunciación o la danza de David ante el Arca). En la segunda cornisa hay ejemplos de caridad, la virtud opuesta a la envidia (unas voces pregonan los ejemplos de, por ejemplo, la Virgen María). A los iracundos se les aparecen visiones místicas de mansedumbre (como las palabras de San Esteban durante su martirio). En la cuarta cornisa dos almas pregonan ejemplos de solicitud a los perezosos. En el repecho de los avaros y pródigos, el rey Hugo Capeto pronuncia ejemplos de pobreza y generosidad. En la cornisa de los glotones, una voz pregona ejemplos de templanza. Los lujuriosos alternan ejemplos de castidad (la Virgen María) con casos de lujuria especialmente graves (Sodoma y Gomorra).
            Dentro del Purgatorio hay que destacar el canto XVI. En él, Dante interroga a Marco Lombardo acerca del libre albedrío humano. A causa del pecado original se inicia la degeneración humana. Para llevar a la humanidad por el buen camino, Dios ha querido que su hijo se encarnase y padeciera el suplicio, de forma que el género humano se libre de ese pecado original. Pero esa liberación no ha impedido la culpa, el continuo riesgo de pecar. La clemencia de Dios ha querido proporcionar a los hombres los medios para huir de la tentación, evitar el pecado, practicar la virtud y aspirar a la dicha eterna.
            Dante pone en evidencia el hecho de que el hombre intenta alcanzar la felicidad en la vida terrena para poder aspirar a alcanzar el cielo después de la muerte.
            Dios creó dos instrumentos para lograr esa felicidad: el Imperio y la Iglesia. Pero la codicia y la avaricia han hecho que abandonen su misión y se preocupen solo del poder temporal.
            En la concepción política de Dante se inserta un elemento de esperanza: la regeneración del mundo. Esta se apoyará en dos fuerzas, la Filosofía (representada por Beatriz, a la que se llega obrando virtudes) y la Revelación (simbolizada por Virgilio y a la que se llega mediante la fe, la esperanza y la caridad, verdades que trascienden la razón humana).
            Llegará la hora del triunfo del Espíritu Santo y tanto la Iglesia como el Imperio volverán a ejercer sus misiones.

Paraíso


            Todos los bienaventurados se reúnen en el Empíreo, donde están invitados a gozar eternamente de la visión y el conocimiento de Dios. La fuente esencial de esta dicha es la Gracia. Ella es la que otorga el premio de la visión de Dios.
            Los bienaventurados descienden del Empíreo a los cielos de los planetas, revelan su individualidad a Dante, hablan de sí mismos y le cuentan detalles de su vida futura, lo interrogan, le aclaran lo esencial de la ciencia divina, responden a sus preguntas (o las que Beatriz hace por él) y preparan su espíritu para acoger la visión del Empíreo y la de Dios.
            La topografía del Paraíso responde a fines didácticos. Aparecen nueve cielos, además de uno, el décimo, que es el cielo inmóvil o Empíreo. A cada cielo le corresponde uno de los nueve coros angélicos, y en cada uno de ellos hay una disposición para el bien. En cada uno, los espíritus bienaventurados se presentan de diversas formas. Existe también una subdivisión entre los cielos. En los tres primeros (Luna, Mercurio y Venus) se presentan espíritus que en vida supieron mitigar los apetitos por medio de la razón, y que ejercitaron la virtud de la templanza. En los siguientes tres cielos (Sol, Marte y Júpiter) descienden los espíritus que observaron prudencia, fortaleza o justicia. En el séptimo cielo (Saturno) se presentan los espíritus que practican la vida contemplativa y están más cerca de Dios. El cielo estrellado o de estrellas fijas es el octavo, que está poblado por bienaventurados en forma de luces ardientes. El cielo noveno o cristalino encierra movimientos circulares sencillos. Por último, el décimo cielo es la sede del Paraíso celeste y es la morada de los ángeles y los bienaventurados:
-         El primer cielo es el de la Luna y está movido por los ángeles del primer coro de la jerarquía celeste. A él llegan volando Beatriz y Dante desde el Paraíso terrenal. En este cielo se encuentran los espíritus de los que en vida faltaron a sus votos por culpa de la violencia de otros. Los espíritus se dejan ver como imágenes reflejadas.
-         El segundo cielo, Mercurio, está movido por el coro de los arcángeles, que se aparecen a Dante como luces que cantan y bailan. Son los espíritus que en vida actuaron para conquistar fama y honor. Destaca el espíritu de Justiniano, que describe las fases triunfantes del Imperio de Roma.
-         Los que estuvieron sujetos al amor se presentan en el cielo de Venus, movido por la jerarquía angélica de los Principados. Son luces que dan vueltas velozmente.
-         El cuarto cielo es el del Sol, movido por las Potestades. En él se encuentran los espíritus sabios, danzando y cantando en tres coronas. En la primera de ellas está Santo Tomás de Aquino. La tercera corona es la más luminosa, aunque Dante no puede identificar a los sabios que se encuentran en ella.
-         Los motores del cielo de Marte son las virtudes. Allí Dante conoce a los espíritus militantes, aquellos que han combatido por la fe. Se presentan como luces en forma de cruz, en la que brilla la imagen de Cristo. Allí se encuentra Dante a su tatarabuelo Cacciaguida, que le profetiza el exilio y le muestra a otras almas combatientes, como Carlomagno.
-         El sexto cielo, de Júpiter, muestra las almas de los justos y los piadosos. Este cielo está regido por las Dominaciones. Allí Dante aprende que la fe no es suficiente para obtener la salvación. Debe ir acompañada de buenas obras. Se nombran algunos gobernantes justos, como Trajano, Constantino o el héroe troyano Rifeo.
-         El séptimo cielo, el de Saturno, es movido por los tronos. Dante encuentra ahí a los espíritus contemplativos, en diferentes grados (unos suben, otros permanecen quietos, otros bajan,…). Dos almas (San Pedro Damián y San Benito) se dirigen a él.
-         El octavo cielo es el estrellado, que está movido por los querubines. Aquí se le aparece al poeta el triunfo de Cristo, rodeado de bienaventurados que se presentan como luces ardientes. También se aparece a Dante la Virgen, coronada por una luminosidad angélica. Los apóstoles San Pedro, Santiago y San Juan interrogan al poeta acerca de la fe, la esperanza y la caridad. Una vez superado el examen, aparece Adán que le explica la naturaleza del primer pecado, el tiempo transcurrido desde la Creación y el tiempo que permaneció en el Paraíso Terrenal.
-         El noveno cielo se llama Primer Móvil y está a cargo de los serafines. Dios se aparece a Dante como un punto de luz y los nueve círculos giran en torno suyo. La belleza de Beatriz le parece a Dante superior a la de los ángeles.
-         El décimo cielo es el Empíreo, la sede del Paraíso celeste. Allí habitan los ángeles y los bienaventurados en forma de una esfera que recubre el Primer Móvil. Un río luminoso se transforma en un amplio anfiteatro, en cuyas gradas están los bienaventurados. Allí recuerda Dante los desengaños del hombre. Espera que Beatriz le explique cómo está hecho el Empíreo, pero ella ya no está a su lado, sino en la tercera grada. Junto al poeta ahora está San Bernardo, que le explica la distribución de los bienaventurados (la Virgen, Eva, las mujeres hebreas,…). Todos dirigen a la Virgen una plegaria y así Dante puede ver a Dios. El sueño místico llega al final del cántico trigésimo tercero.

            La tercera cantiga está concebida como visión mística y mensaje profético. Dios revela su mensaje al místico para que haga partícipe de él a toda la humanidad.
            La Comedia es un sueño místico que, como el de Eneas y el de San Pablo, ha permitido a Dante visitar en vivo el reino de los muertos y transmitir a los vivientes un mensaje de purificación interior, con la finalidad de que se conviertan.
            El clima religioso de la época en que está escrita la Divina Comedia y la costumbre de la lectura de textos místicos, pudieron inducir a los lectores y glosadores a tener la certeza de que Dante Alighieri hubiera sido sujeto de un verdadero éxtasis místico, un sueño donde se le apareció la visión del mundo del más allá.
            En un momento de la historia se pasó de una interpretación literaria (de experiencia mística) a una alegórica. Esto fue para poder salvar a Dante de la acusación de herejía.
            Para componer su obra, Dante utilizó los textos más importantes de la mística medieval. Intentó producir una contribución personal para dilucidar importantes cuestiones de la ciencia divina y humana.
            La estructura general del poema es la de una visión mística, pero reconstruyendo el mundo del más allá. Por otra parte, el autor se refiere a acontecimientos de su propia vida y de su época, pero no tanto a las propias experiencias personales. Personajes dispares hablan de sí mismos y de sus vidas. La estructura del Paraíso está concebida como la tercera fase del proceso de expiación. El esquema ascético por el que el alma puede purificarse no acaba en el Paraíso. Hay un continuo proceso de redención y de aprendizaje, para no volver a caer en el pecado.
            Los diferentes sentimientos que muestra el poeta son auténticos, fruto de experiencias vitales, pero en el poema se vierten de acuerdo con una estructura razonadora del autor.
            En la Divina Comedia hay reminiscencias de grandes obras de pensamiento del Duecento, abundantes reminiscencias clásicas, similitudes, metáforas y la invención de colores, sonidos y luces.

            

lunes, 20 de octubre de 2014

Hanns Eisler



(Apuntes de Fernando Pérez Cárceles)

       HANNS EISLER (Leipzig, 1898-Berlín, 1962) fue un músico alemán comprometido políticamente, simpatizante del partido comunista aunque no fue militante, autor de la gigantesca Deutsche Sinfonie y el ciclo de canciones Hollywood Songbook. A la edad de tres años, se trasladó con su familia a Viena. Luchó en la Primera Guerra Mundial. Fue alumno de Schoenberg y de hecho fue el primero en utilizar el dodecafonismo  en sus primeras obras, dedicando a su maestro su Sonata para piano, nº 1. En 1925 se trasladó a Berlín y allí conoció a Bertolt Brecht, con quien colaboró hasta su muerte en 1956, entre otras obras en La madre (1931) y Terror y miseria del Tercer Reich (1945). Con la llegada de los nazis al poder, marchó al exilio por diversos países. El 10 de enero de 1937 viajó a España y compuso varias canciones (No pasarán, Marcha del 5º Regimiento) para la XI Brigada Internacional, a la cual visitó en Murcia, donde sus componentes se encontraban reponiéndose tras los duros combates en la Ciudad Universitaria de Madrid después de lograr detener el avance de las tropas rebeldes en su asalto a la capital; pocos días después la Brigada fue enviada a participar en la Batalla de Guadalajara (del 8 al 23 de marzo de 1937), la cual supuso la victoria del ejército de la República y el desprestigio militar para Mussolini.


Eisler se asentó finalmente en Estados Unidos, donde dio clases en varias Universidades. Trabajó en Hollywood componiendo música para películas de Fritz Lang (Los verdugos también mueren, 1942, nominada al oscar), Clifford Odets (None but the Lonely Heart, 1944, nominada también al oscar y Jean Renoir (Woman on the Beach, 1946), entre otros.
En 1947 tuvo que declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas (la célebre caza de brujas organizada por el senador Mac Carthy), pues fue acusado de ser el Karl Marx de la música. Fue defendido por varias personalidades como Charles Chaplin y Leonard Bernstein, aunque finalmente fue expulsado de Estados Unidos en 1948. Se instaló en Berlín Este y se dedicó a la composición y la enseñanza en el Conservatorio. Pese a componer el himno de la República Democrática Alemana, su figura fue muy contestada por el régimen comunista, hasta el punto de que su ópera Fausto fue censurada.
Del ciclo de canciones Hollywood Songbook (El cancionero de Hollywood) he escogido el lied undécimo con texto de Bertholt Brecht. El título que puso Brecht a su poema es Gedenktafel für einen im Krieg des Hitler gegen Frankreich Gefallenen (Epitafio para un caído en la guerra de Hitler contra Francia).



11. Epitaph auf einen in der Flandernschlacht Gefallenen
Epitafio para un caído en combate en Flandes


Daß er verrecke! ist mein letzter Wille.                                   ¡Que él muera! Es mi última voluntad.  
Er ist der Erzfeind. Hört ihr, das ist wahr!                 Él es el enemigo mortal. ¡Escuchadlo, es verdad!
Ich kann es sagen, denn nur die Loire                                 
Puedo decirlo, pues solo el Loira
Weiss, wo ich nunmehr bin.
Und eine Grille.             sabe donde estoy ahora. Y un grillo.

Aunque no fue musicado por Eisler, sino por Paul Dessau (Hamburgo, 1894-König Wusterhausen, 1979), quiero transcribir un poema de Bertolt Brecht referido a nuestra guerra civil, que es un homenaje a los jóvenes que lucharon en España en contra del fascismo:

Mein Bruder war ein Flieger,                                        Mi hermano era un aviador;
Eines Tags bekam er eine Kart,                                    un buen día recibió una carta,
Er hat seine Kiste eingepackt,                                       ha hecho su petate
Und südwärts ging die Fahrt.                                        y viajó hacia el sur.

Mein Bruder ist ein Eroberer,                                       Mi hermano es un conquistador;
Unserm Volke fehlt's an Raum,                                    a nuestro pueblo le falta espacio vital,
Und Grund und Boden zu kriegen, ist                            y conseguir tierras abundantes
Bei uns ein alter Traum.                                              
es un viejo sueño para nosotros.

Der Raum, den mein Bruder eroberte,                           El espacio, que mi hermano conquistó,
Liegt im Quadaramamassiv,                                         está en la sierra de Guadarrama.
Er ist lang ein Meter achtzig                                         Mide un metro ochenta de largo
Und einen Meter fünfzig tief.                                       
y un metro cincuenta de profundidad.




domingo, 19 de octubre de 2014

Dramaturgia: la estructura de la obra



(Colaboración de Gonzalo Fernández Díaz)

            El conocimiento de la estructura básica de una obra y las razones por las que el dramaturgo la escribió tal como lo hizo puede ayudar al director a lograr una mejor comprensión de lo que significa.
            Construida de cierto modo, la obra será una en la que la acción y el movimiento predominen, y los problemas del director se limitarán en gran parte a controlar el movimiento y afinar la mímica. Construida de otro modo, habrá poca acción y el director trabajará fundamentalmente aspectos psicológicos y matices de interpretación y vocalización.

La estructura dramática

            Estructura indica que las partes constituyentes del sistema se organizan según un orden que produce el sentido de totalidad. Hablar de una estructura dramática es lícito si se examina el caso de la dramaturgia clásica, aristotélica, que responde a los criterios de la Poética. Es fácil caracterizar esta estructura por medio de rasgos pertinentes:
-         el acontecimiento sucede en el presente ante el espectador, el suspense y la incertidumbre de su conclusión son adquiridos teóricamente.
-         El texto se distribuye según sus locutores, cada actor asume su papel y es el resultado de los discursos y de los roles lo que funda el sentido.
-         La presentación de la acción es objetiva: el poeta no habla en nombre propio, sino que da la palabra a sus personajes.
            El drama es siempre “una imitación de cierta amplitud”, para que “pueda recordarse fácilmente”. La materia de los acontecimientos será concentrada, unificada y organizada teleológicamente en función de una crisis, una evolución, un desenlace o una catástrofe.
            Todas estas propiedades fueron objeto de artes poéticas que se preocupaban de la configuración de la acción.

            Forma cerrada/ Forma abierta

            Esta oposición no es absoluta. Estos tipos de dramaturgia no existen en estado puro. Se trata más bien de un recurso cómodo para comparar dos tendencias formales de construcción de la obra y de su modo de representación. Esta distinción solo coincide parcialmente con las parejas épico/dramático, aristotélico/no aristotélico y dramaturgia clásica/teatro épico.
            El criterio de clausura/apertura proviene del estudio de las formas artísticas, en particular de las artes de la representación. Según Los conceptos fundamentales de la historia del arte de Wölfflin (1959), la forma cerrada es “una representación que, por medio de técnicas más o menos tectónicas hace del cuadro un fenómeno cerrado en sí mismo”, mientras que la forma abierta intenta “dar una impresión ilimitada”. V.Klotz (1960) retomó esta distinción al aplicarla a la historia del teatro y de este modo puso en evidencia, no dos escuelas dramatúrgicas, sino dos estilos de construcción dramática, que podríamos hacer coincidir con dos modos de representación escénica.
            El rasgo distintivo de la forma cerrada es la homogeneidad de las estructuras espacio-temporales que proporcionan el marco adecuado a una fábula que forma “un todo bien redondeado”, articulado en una serie de episodios de número limitado, todos centrados en torno al conflicto principal. Cada tema o motivo se subordina al esquema general, el cual obedece a una estricta lógica temporal y causal. La progresión de la intriga se realiza dialécticamente a través de “golpe y contragolpe”, las contradicciones resueltas conducen siempre a nuevas contradicciones, hasta el punto final que resuelve definitivamente el conflicto principal. Todas las acciones son integradas en la idea directriz, que coincide con la búsqueda del sujeto principal.
            La forma cerrada es propia del género de la tragedia: la fábula se construye de manera que todas las acciones parezcan converger hacia la catástrofe. Desde Aristóteles se considera que el drama debe presentar una sola acción divisible en partes orgánicamente enlazadas unas con otras, y así hay tres fases que son imprescindibles:
-         Prótasis, exposición y puesta en marcha de los elementos dramáticos.
-         Epítasis, complicación y enmarañamiento del nudo.
-         Catástrofe, resolución del conflicto y retorno a la normalidad.
            La tragedia griega no conocía las subdivisiones en actos. Su ritmo venía dado por las apariciones del coro, que separaba los episodios (en número de 2 a 6). Son los autores latinos (Horacio, Donato en su comentario de Terencio,…) y sobre todo los teóricos del Renacimiento quienes tienden a formalizar la segmentación, añadiendo al esquema terenciano dos elementos intercalados, cambiando el número de actos de tres a cinco:
-         El acto II se ocupa del desarrollo de la intriga, asegurando el paso de la exposición al clímax.
-         El acto IV prepara el desenlace o incorpora un último suspense, una esperanza de solución que se desvanece rápidamente.
            En Séneca ya encontramos los cinco actos, siguiendo aquí el precepto de Horacio. La obra en cinco actos llegará a ser norma en el siglo XVIII francés: es el resultado de una estructura dramática que se ha hecho uniforme.
            La palabra acto proviene del latín actus, acción, y permite la división de la obra en partes más o menos iguales en función del tiempo y del desarrollo de la acción. La distinción entre los actos y el paso de uno a otro son señalados de diversas maneras en la historia del teatro occidental. Lo mismo ocurre con los medios para señalar el cambio de acto: intervención del coro, caída del telón (a partir del siglo XVII), cambio de iluminación o “apagón”, estribillo musical, carteles,… Las rupturas entre actos responden a necesidades diversas:
-         Rupturas temporales: el acto señala a veces la unidad temporal, un momento de la jornada (clasicismo), una jornada completa (drama español del siglo de oro), y a veces (aunque es menos común) un período más extenso (Chejov, Ibsen).
-         Rupturas narratológicas: desde Aristóteles se considera que el drama debe presentarse en una sola acción divisible en partes orgánicamente enlazadas unas con otras. El acto se define como una unidad temporal narrativa, en función de sus límites más que por sus contenidos: termina cuando salen todos los personajes y cuando hay un cambio notable en la continuidad espacio-temporal. Por lo tanto, su función es segmentar la fábula en grandes momentos, permitiendo que los personajes se reencuentren bajo nuevos términos, sin que resulten enlazados por un principio de vinculación equivalente al existente entre las escenas.
            La escena es un segmento temporal del texto basado en un número estabilizado de personajes que se encuentran presentes simultáneamente en el lugar de la acción. Una escena comienza con la entrada o la salida de un personaje. No se limita a la presentación de un tema único sino que puede contener varios, que no tienen que estar forzosamente conectados entre sí. Puede contener distintos tonos o uno solo, que tal vez variará de intensidad en el transcurso de la escena. Una escena puede poseer una pequeña escala que le es propia, dentro de su estructura: una introducción, un crescendo y un punto culminante o clímax, seguido de un alivio de la tensión en su propio desenlace o gradación descendente.
            Si la forma cerrada recibe la mayor parte de sus características del teatro europeo, la forma abierta se define como reacción contra esa dramaturgia y presenta multitud de variantes y subproductos. La apertura casi conduce a una destrucción total del modelo precedente, aunque obras tan distantes como las de Shakespeare, Büchner, Brecht o Beckett reciban a veces la etiqueta de obra abierta.
            El libro de Eco sobre La obra abierta (1965) inaugura un acercamiento parasemiótico del texto literario. Este se concibe como depositario de una multiplicidad de sentidos, varios significados que pueden coexistir en un significante. La apertura se realiza en el plano de la interpretación y de la práctica significante que el crítico impone al objeto de estudio.
            Los rasgos fundamentales de esta forma podemos apreciarlos en los siguientes apartados:
-         La fábula es un montaje de motivos no estructurados en un conjunto coherente, sino presentados de manera fragmentaria o discontinua. La escena o el cuadro forman las unidades de base que, al sumarlas, producen una serie épica de motivos. No se espera que el dramaturgo organice sus materiales según una lógica y un orden que excluya la intervención del azar. Alterna las escenas según un principio de contradicción, incluso de distanciamiento (para Brecht, el cuadro es un fragmento típico pero incompleto, sin la perspectiva crítica y reestructuradota del espectador: cada cuadro forma un todo, no se proyecta en el siguiente, termina brutalmente cuando amenaza con “cuajar” en una sustancia válida por sí misma y que no fuerza a compararla con lo que sigue). No integra las diferentes intrigas en una acción principal, sino que juega con las repeticiones o variaciones temáticas y con las acciones paralelas. A veces estas últimas, al ser dispuestas libremente, se reúnen sin embargo en un punto de integración.
-         La estructura espacio-temporal está fragmentada. El tiempo no fluye de manera continua. Se extiende naturalmente sobre toda una vida humana, incluso una época. El espacio escénico se abre en dirección al público (con la demolición de la cuarta pared), permitiendo todas las rupturas escenográficas imaginables, y estimulando las apelaciones directas al público. El lugar y el sentido de los objetos escénicos varían sin cesar: el espectador es invitado a hacer el esfuerzo de aceptar las convenciones.
-         Los personajes no son reductibles a una conciencia o a un conjunto finito de caracteres. Son instrumentos dramatúrgicos utilizables de diversas maneras, sin que haya que preocuparse por lo verosímil y el realismo.

            La estructura de la intriga

            Nos referimos a los episodios o sucesos empleados para contar el argumento, considerados en relación con el orden que tiene la secuencia de episodios.
            La intriga se encuentra más próxima al término inglés plot que al de story. Como el primero de esos términos, la intriga acentúa la causalidad de los acontecimientos según su sucesión temporal.
            Existen básicamente dos formas de desarrollar la intriga:
-         Lineal: cuando el principio, el medio y el final de la acción principal aparece en el mismo orden que los sucesos que se siguen en la progresión lógica mediante la operación lógica de la ley de causa-efecto.
-         Algebraica: cuando el dramaturgo no comienza por el principio de una acción, sino que comienza en cualquier otro lugar y avanza o retrocede, o ambas cosas simultáneamente.

            Una de las diferencias principales entre la estructura clásica (en la que la historia ya está dada y el héroe, atrapado, ya no puede huir ni decidir) y la romántica (donde el héroe puede decidir, aunque cometa un error trágico) reside precisamente en el punto de ataque, ese momento en la historia de la vida de los personajes que escoge el dramaturgo para comenzar su narración. En la escuela romántica el punto de partida aparece pronto y los sucesos principales se muestran en la acción. En la escuela clásica el punto de partida se encuentra hacia el final de una larga serie de acciones previas, por lo general poco antes de la catástrofe, y los antecedentes no se muestran, sino que se resumen en forma de relato.
            La estructura lineal ortodoxa se podría predecir con una certidumbre casi mecánica:
-         Acto I: el comienzo, presenta la complicación, se introducen los personajes, se describe la situación y se inicia el paso hacia la acción siguiente, y en ese momento es precisamente cuando empieza el cambio en la situación original, o cuando alguien comienza a cambiarla.
-         Acto II: la consumación, una continuación del cambio en la situación original, mediante la tirantez de la tensión hasta la culminación principal, ese instante explosivo en que algo se produce para impedir un retorno a la situación original. En el momento de culminación llega la acción a un punto decisivo, a una crisis irrevocable.
-         Acto III: las consecuencias, cuando la situación, que ha sido llevada al punto decisivo por el clímax, se lleva más allá de ese punto, y expone en la caída de la acción o desenlace los intentos de los personajes para ajustarse a las situaciones que siguen al momento culminante. El fin o catástrofe, el suceso terminal, es el resultado final del clímax y muestra ya a los personajes dentro de relaciones nuevas e inalterables entre ellos. Estas son distintas a las que prevalecían en la situación original o, si son las mismas, son elevadas a un nuevo nivel de intensidad.

            El mismo principio se aplicaría a la forma en cinco actos, cuando se utiliza la construcción lineal de la intriga, salvo que los dos actos suplementarios permiten que la progresión avance más lentamente a través de la acción:
-         Acto I: el comienzo.
-         Acto II: el final del comienzo.
-         Acto III: el medio.
-         Acto IV: el comienzo del final.
-         Acto V: el final.

La intriga y la acción

            La intriga, en oposición a la acción como lógica temporal y causal del sistema actancial, es la sucesión detallada de los resurgimientos de la fábula (serie concreta de discursos y peripecias), el entrelazamiento y la sucesión de conflictos y obstáculos y de los medios puestos en marcha por los personajes para superarlos. Describe el aspecto externo, visible, de la progresión dramática, y no los movimientos de fondo de la acción interior. En palabras de Simon (1970), “la intriga es el asunto de la obra, el juego de circunstancias, el nudo de los acontecimientos. La acción es el dinamismo profundo de este asunto”.
            Si reconstruimos el modelo actancial en un punto dado de una obra, estableciendo la relación entre los personajes, determinando el sujeto y el objeto hacia el cual tiende, así como los oponentes y los ayudantes, obtendremos un esquema que se modificará cuando los actantes adquieran una posición y un valor nuevos en el universo dramático (por ejemplo, si el motor de la acción pasa de un personaje a otro, el objeto perseguido es eliminado y adquiere otra forma o se modifican las estrategias de los oponentes/ayudantes). La acción se produce tan pronto como los actantes toman la iniciativa de un cambio de posición en la configuración actancial, alterando así el equilibrio de fuerzas del drama. La acción es por lo tanto el elemento transformador y dinámico que permite pasar lógica y temporalmente de una situación a otra.
            El análisis del relato permite articular toda la historia en torno al eje equilibrio/desequilibrio o trasgresión/mediación, potencialidad/realización o no realización. El paso de un estadio al otro, de una situación de partida a una situación de llegada, describe exactamente el recorrido de cada acción. Aristóteles no decía otra cosa cuando dividía toda fábula en principio, medio y fin.

Gráfica tensional: motivos, elementos de culminación y clímax principal

            La mayoría de las obras avanza con un movimiento palpitante con momentos de tensión que se alternan con otros de alivio, en una sucesión de gradaciones ascendentes y descendentes. La energía que impulsa a la acción hacia esos puntos culminantes puede derivar de una fuente emocional, psicológica o física. Sea cual sea su naturaleza, debe representar una reunión ascendente de presiones crecientes que conduzcan a la explosión inevitable, la cual irá seguida por la disipación o decadencia de esa energía en la gradación descendente. El punto más elevado representa la culminación principal o clímax.
            Si representáramos visualmente esa escala en una gráfica, la evolución de la acción de una obra a través de los sucesos que constituyen su intriga, obtendríamos la denominada gráfica tensional, donde un eje vertical representaría el nivel de tensión y uno horizontal, su progresión en el tiempo.
            La unidad indivisible de la intriga es el motivo. El tema de cada motivo constituiría la unidad autónoma de la acción. Los motivos, según su integración en la acción, se dividen en:
-         Dinámicos (el episodio), que hacen avanzar la acción.
-         Estáticos, que caracterizan a los personajes y neutralizan provisionalmente la acción.
-         Retardadores, que impiden la realización de un proyecto, procurando un cierto suspense. Para la tragedia clásica el retardamiento es una etapa esencial antes de la catástrofe. Se trata de procurar cierto suspense, de dar al héroe la última posibilidad de otra decisión o de retroceder ante el obstáculo.
-         De regreso atrás (flash-back) o de anticipación de un acontecimiento futuro (flash-forward).
-         De encuadramiento (marco), cuando se señala con un mismo motivo el comienzo y el fin de una obra, dando la impresión de un círculo que se cierra sobre sí mismo.
-         Central (leitmotiv), ciertos temas fundamentales, repetitivos, que forman una cadena a la vez poética y narrativa.

            Igualmente se puede hablar de motivo de:
-         una obra
-         un autor (tema obsesivo)
-         una tradición literaria (por ejemplo, Fausto)
-         arquetípico o antropológico (propio del inconsciente colectivo)

La unidad motivacional

            Cada escena es susceptible de ser dividida en unidades más pequeñas denominadas subescenas o unidades motivacionales, que son bloques homogéneos y coherentes de la intriga contenida en cada escena, caracterizados por:
-         Un tema propio y donde el pensamiento se exprese en forma continua.
-         Personajes relacionados entre sí en forma simple y estabilizada.
-         Una emoción dominante que lo impregna todo y que puede variar de intensidad pero no de naturaleza.
-         Los personajes están motivados por una serie de estímulos, y responden solamente a estos, los cuales no son reemplazados ni traspuestos en el curso de las cosas por nuevos factores que afecten a esa motivación.
-         El diálogo se limitará a consideraciones sobre un solo tema.


            Estas pueden expresarse en una gráfica tensional propia de cada escena, con su punto culminante o clímax.

sábado, 11 de octubre de 2014

Significado de los símbolos en “La casa de Bernarda Alba”




            En Esta obra de García Lorca hay símbolos animales, vegetales, cósmicos, tradicionales, así como un tratamiento especial de los colores. En la siguiente tabla se ofrecen de manera esquemática los valores de dichos símbolos:

CABALLO
-         Instintos exaltados, deseo erótico y, con respecto a Pepe el Romano, potencia sexual.
-         Presagio de muerte
OVEJA
-         Relación simbólica con Cristo, lo que se identifica con Adela, a cuyo sacrificio asistimos.
-         Imagen de niño y de fertilidad en brazos de Mª Josefa.
PERRO
-         Sumisión tanto social como de la mujer ante el hombre (Pepe llama a Adela como si fuera una perra).
-         Animalización.
-         Presagio de muerte.
-         Peligros del exterior de la casa.
TRIGO
-         Masculinidad y feminidad (aparición de los segadores).

FLORES
-         Feminidad, erotismo y amor (abanico de flores o las flores en la cabeza de Mª Josefa)
-         Relación sexual, pasión.
-         Por contraste, la corona de espinas (Adela dice: “me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado”)
ÁRBOL
-         Fuerza y virilidad.

AGUA
-         La sed es el deseo (Adela siente mucha sed en el acto III)
-         El río es la vida y el erotismo. Por contraste, es muerte, ya que Adela muere ahogada por ese río que la arrastra (la relación con Pepe).
-         El pozo es la muerte.
SONIDOS
-         Las campanas son la muerte (hay además otro aspecto religioso: el rosario)
-         Los golpes del bastón de Bernarda representan la autoridad.
-         Los panderos de los segadores representan la alegría exterior frente a la tristeza del interior de la casa.
-         Los ruidos del corral que oye Martirio son la sexualidad.
-         El golpe final (junto a la expresión de la Poncia) simbolizan la muerte de Adela.
COLORES
-         El blanco es la obsesión por la pureza y virginidad de las hijas, el afán de limpieza relacionado con guardar las apariencias, la pasión sexual a través de las enaguas de Adela, la inocencia de la oveja que Mª Josefa lleva como si fuera un niño. Es vida, alegría, libertad y amor.
-         El negro es la represión e intolerancia de Bernarda, el luto por la muerte (ropas, abanicos, pozo, noche, mantones de Bernarda y Martirio en la escena previa al suicidio). Es tristeza, prisión y muerte.
-         El azulado o grisáceo son las paredes del patio, un símbolo lunar y el presagio de la muerte.
-         El verde es fertilidad, vitalidad y esperanza en el abanico de flores, pero también es muerte.
CALOR
-         Hay una atmósfera opresiva, cargada de excitación instintiva.

SOL
-         Vida, alegría.

SANGRE
-         Esencia vital y deseo sexual (“Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente”).

LUNA
-         Muerte y erotismo.

PERLAS
-         En la tradición popular simbolizan las lágrimas (aparecen en el anillo de pedida).

SAL
-         El derramamiento de sal es señal de mala suerte (es Adela quien la derrama).

LADRIDOS
-         Cuando suenan en la puerta de la casa son el anuncio de la muerte de alguno de sus moradores.