En
el siglo XVI el desarrollo del teatro presenta un estrecho paralelismo en los
principales países de Europa: de las formas dramáticas medievales (religiosas y
profanas) se pasa, de una parte, a manifestaciones de teatro popular más
acordes a los nuevos tiempos, y de otra parte se desarrollan formas de teatro
culto, inspiradas en las tragedias y comedias clásicas.
Las
principales modalidades del espectáculo teatral en Europa son las siguientes:
1)
Un teatro eclesiástico, con autos y misterios que la iglesia promueve con
motivo de las fiestas de Semana Santa o del Corpus.
2)
Un teatro cortesano, que responde a los nuevos gustos de las cortes renacentistas,
en las que el teatro es uno de los pasatiempos favoritos. En los salones se
representan obras de tipo profano y de inspiración clásica.
3)
Un teatro popular. Es el de los comediantes profesionales que recorren las
ciudades representando en plazas, posadas o corrales, hasta que aparezcan los
teatros fijos. Se trata de farsas, enredos, a veces improvisaciones, que solo
se proponen divertir, y que más tarde cobrarán una inesperada dignidad, al ser
transformados por autores de genio.
A
partir de estas manifestaciones se irán perfilando las características de las
dramaturgias nacionales, durante los últimos años del siglo XVI y el primer
tercio del XVII.
En
Inglaterra y España prevalecen temas y formas procedentes del teatro popular,
ennoblecido por Shakespeare y Lope de Vega. Los géneros cultos de estirpe
clásica apenas dieron frutos ni consiguieron arraigar. En Francia, tras una
etapa de características semejantes pero de escaso relieve, triunfará el teatro
de tipo cortesano y moldes clásicos a partir de 1630.
De
países como Alemania, apenas se puede consignar nada, pero sí hay que tener en
cuenta el caso de Italia, por la influencia que su teatro tuvo en los demás
países.
Frente
a las sacre representación y a los
espectáculos populares (commedia
dell’arte), la lectura de los clásicos griegos y latinos provocó en Italia
numerosas adaptaciones e imitaciones en latín (“teatro humanístico). En
italiano se sitúan los dos creadores del teatro culto: Ariosto, con comedias de
corte terenciano, y Maquiavelo, cuya obra La
Mandrágora es la comedia más importante de la literatura italiana.
Junto
a estos dos autores figuran otros (Cechi o Dolce), importantes por el género
que cultivaron, que tendrá fuertes repercusiones en el teatro de otros países:
se trata de la “comedia de enredo”, cuyos orígenes se encuentran en Plauto y
Terencio. A ello se añade el influjo de los novellieri,
autores de relatos breves en la línea de Boccaccio.
El
enredo o imbroglio pasa a primer
término. Los argumentos se basan en malentendidos, confusiones entre
personajes, naufragios, secuestros o personajes que se ven separados y que se
vuelven a encontrar en circunstancias novelescas.
En
numerosos casos, estas comedias son una forma de diversión palaciega o urbana.
Pero se difundieron por toda Europa y proporcionaron argumentos, situaciones y
tipos a los autores españoles, a Shakespeare y a Molière.
Por
lo que se refiere al teatro español, las comedias de Lope de Rueda son
versiones de comedias italianas de este género. Uno de los méritos de Rueda fue
precisamente introducir en España el imbroglio
a la italiana.
La
commedia dell’arte es la aportación
más original de Italia al teatro universal y nos interesa especialmente por su
influencia sobre Molière.
Esta
comedia se caracteriza por ser un espectáculo porpular, cuyas obras carecen de
texto previo y fijo. La trama de la comedia se reducía a un breve guion (scenario o canavaggio) sobre el que los actores improvisaban lances y
diálogos. Los personajes, identificados por el atuendo y la máscara que usaban
los actores, eran invariables. Los principales son: los viejos antipáticos
(Pantalón y el Doctor), los criados o zanni
ingeniosos (como Arlequín) o simples, la servetta
o criada cómplice de los amores, el Capitán Spavento, el soldado fanfarrón, y
los enamorados, que componen la “parte grave” de la comedia.
La
improvisación lo era casi todo. Cada representación venía a ser una recreación
colectiva, con un amplio margen para el ingenio y el arte de los comediantes.
Lo fundamental era el puro juego teatral del actor: la mímica, las bufonadas,
zancadillas, piruetas,… Todo lo que hoy denominamos “expresión corporal”.
La
difusión de la commedia dell’arte por
Europa fue inmensa. En España distintas compañías se hicieron famosas desde
mediados del siglo XVI. El gracioso de nuestro teatro debe mucho al zanni, por ejemplo. Ya en el siglo XVII,
en Francia, gozaron de protección real. Molière reconocía su deuda con los
italianos, lo cual queda de manifiesto en bastantes situaciones y tipos de sus
comedias.
El teatro en Inglaterra
El
carácter relativamente tardío del renacimiento inglés explica que el teatro
religioso perviviera más tiempo que en otros países. Pero junto a él terminarán
desarrollándose manifestaciones de teatro cortesano y popular. Este último es
el que alcanza mayor auge. Su consolidación se debió a diversos factores:
1)
La influencia italiana: de la commedia dell’arte, pero también de los novellieri. Varias obras de Shakespeare se inspiran en cuentos
italianos, como Romeo y Julieta y Otelo.
2)
La inspiración en la historia y tradiciones nacionales:
Inglaterra había vivido una historia dramática, con numerosas guerras civiles y
luchas por el poder. En esa historia los autores encontrarían asuntos con los
cuales conmover a un pueblo inmerso en los acontecimientos. Así surgirá el llamado
“teatro isabelino”.
La formación del
teatro isabelino
Con
el nombre de teatro isabelino, alusivo al reinado de Isabel I (1559-1603), se
conoce el ciclo teatral que se extiende de 1580 a 1642, fecha en la que los
puritanos del Parlamento disponen el cierre de los teatros. El autor que supone
el máximo exponente de este teatro es William Shakespeare.
Los teatros y su
público
La
situación es similar a la española con sus “corrales de comedias”. Al principio,
las representaciones se realizaban en locales improvisados, preferentemente en
patios de posadas. Hacia 1575, prohibidas las representaciones en Londres, se
construyeron en sus alrededores diferentes teatros. Los más famosos fueron “El
Cisne” y “El Globo”, en el cual se instalaría la compañía de Shakespeare.
Los
teatros eran construcciones circulares o hexagonales, en cuyo patio central,
rodeado de galerías, se hallaba la escena. No había decorado y la imaginación
del espectador tenía que suplirlo todo.
En
el prólogo de Enrique V,
Shakespeare, tras lamentarse de las limitaciones de la escena, dice: “Suplid mi insuficiencia con vuestro
pensamiento. Multiplicad un hombre por mil y cread un ejército imaginario (…)
porque son vuestras imaginaciones las que deben hoy vestir a los reyes,
transportarlos de aquí para allá, cabalgar sobre las épocas, amontonar en una
hora los acontecimientos de numerosos años…”
El
público era heterogéneo, aunque dominaba el elemento popular (artesanos,
comerciantes, soldados,…). Es un público nuevo que busca movimiento y emoción,
“ruido y furia”. El público busca que le diviertan y que le hagan temblar de
espanto. Y a esos gustos se plegaron todos los autores.
En
un breviario de la época se describen algunas formas de actuación por parte del
público. En primer lugar, no existía separación aristocrática, con estrados o
balcones de reserva. Era de buen tono llegar tarde y molestar para llegar a las
primeras filas hablando a voces y preguntando por los detalles de la
representación. Los soldados interpelaban a los actores. El ruido era continuo
y múltiple. Se fumaba. El ambiente de la representación se iba caldeando, de
manera que los triunfos se ganaban con mucho esfuerzo.
Todo
esto supone que el teatro isabelino se orienta hacia lo que se llamará el “gran
público”.
Formas y géneros
La
raíz eminentemente popular de este teatro explica sus principales rasgos
formales. Es un arte al margen de las reglas clásicas. En el prólogo de Enrique V se alude a la variedad de
tiempos y lugares. No se respeta siempre la unidad de acción, frecuentemente se
busca la multiplicidad para servir al enredo.
Se
hace caso omiso de la separación de géneros. Lo cómico cabe en la tragedia (de
la que el clown y nuestro “gracioso”
son personajes fundamentales). Tampoco se observa la unidad de estilo, de forma
que en una misma obra se mezcla la prosa con el verso y lo sublime con lo
popular e, incluso, lo obsceno.
Los
géneros del teatro inglés fueron:
1)
La comedia, que presenta una gran variedad (novelesca,
pastoril, fantástica,…), aunque es común la sutileza del enredo, un rasgo que
proviene de Italia.
2)
La tragedia se orienta a suscitar la emoción, el
escalofrío y la compasión en un público acostumbrado por su historia a la
sangre y la violencia. Todas sus modalidades (tragedia de caracteres, familiar,
de venganza o romana) se encontrarán en Shakespeare.
3)
Las tragicomedias son abundantes, por la imprecisión en
la separación de géneros. A veces es difícil dilucidar si nos hallamos ante una
tragedia o un drama.
4)
Obras de tema histórico (tragedias o tragicomedias), un
género muy característico del teatro isabelino (en lo que coincide con el
español). El peso de la historia sobre el espectador inglés explicaría su gusto
por ver en escena episodios de su pasado. Además los grandes dramaturgos
elevarán estos dramas a una auténtica reflexión histórica y política,
ejerciendo así un notable papel en la educación de la conciencia popular.
Los autores
La nómina de
dramaturgos es amplia y variada. Junto a autores formados en las universidades,
como Marlowe y Jonson, hay escritores autodidactas, como Shakespeare. Es común
a todos, no obstante, el escaso sentido de la “propiedad literaria”. Es
frecuente que un autor refunda obras de otros.
Entre
los predecesores de Shakespeare encontramos a Thomas Kyd y Christopher Marlowe.
Kyd
era conocido como “el Séneca inglés”, ya que aplicó la experiencia senequista a
su modo de realizar la tragedia. Es autor de Tragedia española y de un primer Hamlet, ambos modelos de “la tragedia de la venganza”.
Marlowe
es el verdadero umbral de Shakespeare. Su obra se caracteriza por una extraña
originalidad, a pesar de cierta falta de armonía. Las tragedias que de él se
conservan consisten en el retrato de una figura excepcional. Ya los títulos
tienen significado de nombres propios: El
gran Tamerlán, La trágica historia del doctor Fausto (primera
versión escénica de la leyenda alemana), La
famosa tragedia del rico judío de Malta, El turbado reino y la trágica muerte de Eduardo II, rey de
Inglaterra, La tragedia de Dido, reina de Cartago (en
colaboración con Nashe) y el incompleto La
matanza de París, sobre la noche de San Bartolomé.
Contemporáneo
de Shakespeare es Ben Jonson, cuyo Volpone
es un retrato implacable de la codicia, la lujuria y la hipocresía. Otras
piezas suyas son El alquimista
y El diablo es un asno, donde
un diablillo de vacaciones visita Londres, a cuyo lado el infierno es “una
escuela elemental”). El teatro de Jonson prepara el reinado de la dramaturgia
racionalista, moral e ingeniosa que dará a Europa figuras como Molière, Goldoni
y Leandro Fernández de Moratín.
También
fue contemporáneo de Shakespeare John Marston. Su mayor obra trágica es Antonio y Mellida y en la
comedia, su mejor logro es El
descontento. Aunque también podemos recordar La cortesana holandesa, que es una réplica a la Prostituta honesta de Dekker.
Por
otra parte, el tema de “la casada infiel”, a través de varias versiones,
cobrará casi tanta importancia como el “tema de la venganza” en, por ejemplo,
la obra de Thomas Heywood Una mujer
muerta con la bondad.
Entre
los dramaturgos inmediatamente posteriores a Shakespeare se encuentran Webster,
Beaumont o Middleton.
John
Webster aprovechó la Italia predilecta de Shakespeare para sus truculentas
fantasías.
Beaumont
y Fletcher escribieron en colaboración durante seis años, en los que produjeron
tragicomedias de enredo amoroso, tragedias y obras de género pastoril.
Philip
Massinger revela en su teatro un profundo sentido religioso, un tanto diverso
del imperante entonces en Inglaterra, como se ve en obras como El renegado, donde se atreve a
poner a un católico como héroe protagonista. Este autor tuvo más éxito en la
comedia que en la tragedia, aunque le dio al género una intención moral, de
acuerdo con su personalidad. En cierta manera, Massinger es precusor del futuro
teatro, posterior al corte puritano de la vida dramática.
Thomas
Middleton destaca por sus tragedias como Mujeres,
guardaos de las mujeres, aunque hemos de destacar La gitana española, una de cuyas intrigas sigue el argumento
de La fuerza de la sangre de
Cervantes, y La bruja, famosa
por la interpolación de algunos de sus pasajes, sobre todo canciones, en Macbeth.
Gradualmente,
la tragedia inglesa entró en decadencia, cada vez más sofisticada, refugiándose
en teatros de minoría y en la Corte, descuidando el vigor poético.
James
Shirley representa el comienzo de la influencia directa del teatro español.
Algunas de sus piezas reflejan otras de Lope y Tirso. Las más logradas son El traidor y El Cardenal, de 1641. Un año después el Parlamento decreta
el cierre de los teatros.
William
Davenant representa la “resistencia” del teatro. Con el pretexto de la música,
en círculos particulares y con óperas de palacio, ayudó a la vuelta del teatro.
El sitio de Rodas tuvo su
continuación en otros dramas musicales como La
crueldad de los españoles en Perú y La
historia de Francis Drake, todas ellas caracterizadas por el tono
patriótico.
William Shakespeare: datos biográficos y trayectoria
Hijo
de un comerciante, Shakespeare nació en 1564 en Stratford-upon-Avon. En 1592
estaba en Londres cosechando sus primeros triunfos como actor y autor. En la
capital había empezado guardando los caballos a la puerta de los teatros, para
hacerse luego actor y comenzar su obra, defendiendo dramas de otros autores.
Perteneció
a varias compañías antes de entrar en la protegida por Lord Chambelán. Pronto
poseía su propia compañía, que se instaló en el teatro del Globo a partir de
1599.
Partiendo
de los géneros usuales del teatro isabelino, Shakespeare fue enriqueciendo su
arte en más de una docena de obras de diverso tipo, con predominio de piezas
históricas y de comedia, como La
fierecilla domada o El sueño
de una noche de verano. En conjunto, lo que domina su producción hasta
1600, salvo alguna muestra trágica como Romeo
y Julieta, es un tono risueño.
A
partir de 1600 su obra se hace más grave. Llegan las “comedias sombrías”, como A buen fin no hay mal principio,
a la vez que Julio César y Hamlet preludian la época de las
grandes tragedias, como Otelo,
El rey Lear o Macbeth.
El
paso del reinado de Isabel al de Jacobo I son años difíciles y se produce un
giro en los gustos del público. Eso y una mayor madurez del autor explicarían
la evolución que mencionábamos.
En
1608 termina la “etapa sombría”, vuelve a la comedia y al final feliz. Sus
últimas obras muestran una grandiosa serenidad que culmina con La tempestad, en 1611.
Shakespeare
pasa sus últimos años en su ciudad natal, donde murió el 23 de abril de 1616.
Shakespeare
fue, además de dramaturgo, uno de los mayores poetas líricos y narrativos
ingleses. Sus sonetos suponen una de las cimas de la poesía amorosa de todos
los tiempos.
Su
obra dramática se compone de 37 piezas, entre tragedias, comedias y dramas. El
sistema dramático de Shakespeare desborda los moldes y reglas del arte clásico
(solo coincide con él en el mantenimiento de los cinco actos del modelo
clásico). No hay en su obra ni unidades ni uniformidad de estilo, las formas
métricas son variadas, incluso se mezclan prosa y verso en una misma obra.
Es
especialmente importante la mezcla de lo trágico y lo cómico, ya que hay un
aspecto particular en la obra de Shakespeare: la utilización del clown. Las compañías inglesas contaban
con un actor cómico llamado así, que representaba el papel de gracioso o de “fool” (loco y bufón). Shakespeare elevó
este papel, de forma que en sus gracias o chistes encierra sentencias
filosóficas, dentro de una visión cínica y desengañada de la vida.
En
El rey Lear el bufon desempeña
una función muy importante. En Hamlet
aparecen dos clowns, los
sepultureros, y el mismo Hamlet (cuando finge estar loco, asimila el papel del
“fool”).
Esta
inclusión de algo cómico incluso en las mayores tragedias es la base de lo que
se ha denominado “comic relief”, un
contrapunto cómico que realza los temas y episodios más graves, oponiéndoles un
espejo irónico o deformante. Esta es una de las aportaciones más originales de
Shakespeare.
Las comedias
Shakespeare
partió de una fórmula ya consagrada: la comedia novelesca y de enredo, de
raíces terencianas e italianas. Encontramos intrigas amorosas que se
entrecruzan, salpicadas de dificultades, celos, malentendidos provocados por el
parecido entre personajes o por disfraces, etc. Pero Shakespeare enriquece esa
materia convencional dándole hondura humana. Los estereotipos se convierten en
criaturas individualizadas.
Por
otra parte, el autor renueva continuamente el placer de los espectadores con
giros inesperados o con mezcla de fantasía y realidad. En el estilo, combina lo
exquisito con el lenguaje más popular.
Todo
ello puede observarse ya en las comedias de su primera época, como La comedia de las equivocaciones
(basada en los Menaechmi de
Plauto), La fierecilla domada
(tema procedente de un cuento de don Juan Manuel, y que fue tratado también por
Lope de Vega), El sueño de una noche
de verano, Los dos hidalgos de
Verona y Las alegres casadas
de Windsor.
En las “comedias sombrías” (dark comedies), de 1601 a 1604, los
temas graves cobran especial importancia: el conflicto entre apariencia y
realidad, los límites de la felicidad, o la muerte, empañan de melancolía obras
como A buen fin no hay mal principio
y Medida por medida. La
serenidad y el optimismo caracterizan sus últimas comedias, como Cuento de invierno o La tempestad.
Los dramas históricos
La
inspiración en temas nacionales es esencial en el teatro isabelino. A esta
línea corresponden diez de las obras de Shakespeare, desde los tres dramas
sobre Enrique VI (sus primeras
obras, de 1592) a Enrique VIII
(tal vez su última obra), pasando por Ricardo
III o Enrique V.
Los
dramas históricos de Shakespeare abarcan unos dos siglos de la historia de
Inglaterra, del XIII al XV, con sus guerras, sus luchas dinásticas, sus
conjuras. El drama histórico permitía llevar ante el pueblo la historia, a
menudo con la intención de justificar el actual reinado de paz frente a las
tormentosas épocas anteriores.
Pero
Shakespeare no es un historiador. En sus dramas se interesa por los hombres.
Busca lo humano detrás del personaje histórico, de ahí el alcance universal de
sus obras. En Ricardo III ve una encarnación de la iniquidad; en Falstaff,
personaje de varios de sus dramas, descubre una fuerza vital y cínica
inolvidable. Shakespeare encierra en sus dramas históricos la violencia del
gusto de la época. Algunos de ellos, como Ricardo
III, son intensas tragedias.
Podemos
hablar también de sus “piezas romanas”: Julio
César y Antonio y Cleopatra.
En ellas supera el autor lo histórico para atender a los conflictos interiores
de los personajes. Su fuente es Plutarco y el enfoque es predominantemente
moral. Julio César es una
meditación sobre la tiranía. El personaje realmente trágico es Bruto, un
“idealista puro”, un “intelectual”, lanzado a pesar suyo a la acción por
imperativos morales de justicia.
Las grandes tragedias
Shakespeare
había cultivado ya en su primera época este género, del que es muestra Romeo y Julieta. Luego,
preludiada por Hamlet, vendría
la época de la madurez trágica, con obras como Otelo, El rey Lear
y Macbeth.
Romeo y Julieta (1597) se inspira
en una historia italiana, además de estar influida probablemente por La Celestina (traducida al inglés
desde 1530). Sus protagonistas, amantes por encima de la enemistad de sus
familias, han traspasado el tiempo como modelos de un amor juvenil que salta
por encima de las convenciones y barreras, y sucumbe como consecuencia de
ellas.
Hamlet, príncipe de Dinamarca se
escribió entre 1600 y 1601. El 26 de julio de 1602 fue inscrita en el registro
legal de publicaciones como “La venganza
de Hamlet, príncipe de Dinamarca, según fue presenciada recientemente por los
servidores de Lord Chambelán”.
La
obra está distribuida en cinco actos, cada uno de ellos formado por un número
variable de escenas. La división de la obra se sustenta en efectos de la acción
dramática y en los diálogos de los personajes.
En
la obra se produce la alternancia de verso y prosa. Esta se utiliza en las
situaciones donde es necesario mayor realismo y donde la locura fingida de
Hamlet debe quedar patente. El verso es la forma de las alocuciones de los
personajes. El esquema métrico es el de los “blank verse”, de quince pies
yámbicos o diez sílabas y sin rima. Además, en algunos finales de parlamentos o
escenas relevantes, Shakespeare incluyó pareados con rima (couplets), para subrayar la caracterización de los personajes o
aspectos pintorescos de la acción.
Hamlet dramatiza una leyenda
escandinava, unida a diversos materiales históricos y dramáticos. Las
principales fuentes de la obra fueron Historias
de los reyes y héroes de los daneses de Saxo el Gramático, el drama La venganza de Hamlet atribuido a Thomas
Kyd, y un relato originalmente escrito en italiano, La muerte de Gonzago.
Shakespeare
plantea en Hamlet la ambición
de poder, fuente de desorden moral y político, que produce violencia y
venganzas. Esta ambición lleva en última instancia a la destrucción del propio
conspirador y de la forma de estado, y exige un castigo inmediato, que es
requerido incluso desde el mundo sobrenatural.
El
tema está tomado, como ya se ha dicho, de una leyenda escandinava y responde al
contenido típico de las llamadas “tragedias de venganza”. El fantasma de una
persona ultrajada reclama venganza contra un rey asesino, y el vengador finge
estar loco para poder realizar su cometido.
Sobre
ese tema hay elementos que revelan el pensamiento del autor acerca de la
ambición de poder, la gestión política, la venganza, el dolor, las relaciones
familiares y de amistad, la influencia de la razón y de la pasión en el ser
humano, el valor de la apariencia o la existencia de la fatalidad.
La
trama se dispone encadenando las situaciones de una forma rápida. La obra parte
de la intervención sobrenatural del rey Hamlet, provocada por el desorden moral
de Claudio. Así se inicia el conflicto moral del príncipe Hamlet, que causará
las muertes de Polonio y Ofelia, y hará que la fatalidad intervenga en las
muertes de Hamlet, los reyes y Alertes.
Los
personajes pertenecen en su mayoría a la aristocracia. Los reyes funcionan como
agentes del desorden moral y político, Polonio es colaborador de ese desorden.
El fingimiento como valor social está representado por los cómicos. Ofelia,
Rosencrantz y Guildenstern aparecen degradados moralmente por ese fingimiento.
Horacio es el punto de referencia ético. Y entre todos ellos destaca Hamlet por
su individualidad y universalidad. Es presentado como un hombre religioso y
humanista, de una profunda sensibilidad, al que caracteriza fundamentalmente su
intelectualismo.
En
Hamlet aparecen ricas y
variadas expresiones, la ironía, el cinismo y el sarcasmo. Habría que señalar
dos grandes vectores en la expresión dentro de la obra: la profundidad de
pensamiento y la belleza de la expresión. En la obra abundan las máximas y los
aforismos.
Otelo (1604) está basada en una novella italiana y es la tragedia de los
celos. El protagonista se ve arrastrado por las sospechas que hace nacer en él
Yago. Desdémona, la víctima inocente, y el ofuscado Otelo suscitan piedad. La
máxima creación de la obra es Yago, resentido, diabólico, hábil para manipular
a los demás personajes. Es el verdadero motor de la tragedia.
El rey Lear (hacia 1605), basada
en una leyenda celta, es el drama de la ingratitud filial. Lear, abandonado por
sus dos herederas, se ve arrastrado a la desesperación, la locura y la muerte
sin que pueda impedirlo el amor de su tercera hija, a la que él había
desheredado. El tema inicial se ensancha en los enfrentamientos entre fidelidad
y deslealtad, amor y odio, pureza y degradación. Es un enfrentamiento entre el bien
y el mal, en el que este alcanza toda su fuerza destructora.
Macbeth (¿1606?) desarrolla un
suceso de la historia de Escocia. Lady Macbeth impulsa a su marido al asesinato
del rey Duncan. Es el paradigma de la ambición destructora.
Alcance y valor del
teatro de Shakespeare
Shakespeare
consiguió elevar los géneros populares y convencionales. Aunque los asuntos de
sus obras no eran originales, supo profundizar en ellos, dándoles un sentido
nuevo y universal.
Shakespeare
destaca como troquelador de prototipos universales de una pasión o de un
carácter. Otelo quedó para siempre como encarnación de los celos, Macbeth lo
fue de la ambición, Hamlet de la duda paralizadora y Romeo y Julieta son
representantes del amor juvenil desgraciado.
El teatro en Francia
Siglo XVI
Los
géneros medievales se siguieron representando durante la primera mitad del
siglo XVI. En 1548 se prohibieron los “misterios” por irreverencias frecuentes
en los espectáculos. En el mismo año se instauraron en París los comediantes
italianos. Pronto las compañías francesas los imitaron.
Por
otra parte, se había extendido el interés por el teatro de los antiguos. En
1561, la Poética de Scaligero
difundió los ideales clásicos y las leyes de la tragedia.
El teatro barroco
En
el primer tercio del siglo XVII el teatro francés sigue una línea semejante a
la de España o Inglaterra. Hay mezcla de géneros y estilos, y se transgreden las
“reglas”. La comedia responde a su doble procedencia (farsas medievales y
comedia italiana). La tragicomedia dará entrada a lo inverosímil, lo
sobrenatural, lo patético, buscando la piedad en los espectadores.
Entre
los autores de comedias destacó Corneille y entre los de tragedias o
tragicomedias, Hardy.
El ambiente teatral
Además
de los locales improvisados donde actúan los cómicos ambulantes, en París había
teatros fijos ya a finales del siglo XVI. Estos teatros son salas cubiertas con
palcos para principales, un parterre
donde la gente común asiste al espectáculo de pie, escena iluminada con
candelabros y una escenografía que se irá enriqueciendo con la tramoya
italiana, para simplificarse cuando se imponga la unidad de lugar.
El teatro clásico
francés
Hacia
1630 cobra fuerza la reacción contra el teatro barroco. Varios factores
contribuyen al triunfo de los ideales del clasicismo:
-
La protección regia impone los gustos aristocráticos,
orientados hacia un arte disciplinado, ordenado y solemne.
-
Los preceptistas colaboran esgrimiendo los preceptos
aristotélicos, a menudo llevados al extremo. Los modelos antiguos cobran nueva
vigencia.
-
Es la edad del cartesianismo (el Discurso del método de Descartes es de 1637), que significa
el gusto por lo ordenado, claro y riguroso. Es el imperio de la razón frente a
la imaginación libre. El preceptista D’Aubignac expondrá que “las reglas se basan en la razón”.
En
1636 el estreno de Le Cid de
Corneille provoca una gran polémica. Los preceptistas le reprochan que no se
haya sujetado plenamente a las reglas. Corneille las adoptará en adelante, lo
que supone el triunfo del clasicismo.
Los
principales rasgos estructurales del teatro clásico francés son los siguientes:
1)
Hay una neta separación de géneros y estilos. La
tragedia será grave, sin resquicios, en un estilo solemne, y siempre en verso.
Los personajes burgueses o bajos quedan en las comedias, en verso o en prosa,
con un lenguaje común, aunque siempre dentro de un tono discreto, nunca vulgar.
2)
Las obras constan de cinco actos, según el modelo
clásico atribuido a Horacio (frente a las tres jornadas del teatro español).
3)
En nombre de la bienséance
(el buen gusto), se proscriben los excesos de patetismo propios del teatro
anterior (muertes en escena, sangre,…).
4)
Debe respetarse la regla de las tres unidades:
-
Unidad de acción, que responde al gusto por la claridad
de composición, frente a la dualidad (frecuente en el teatro español o inglés)
-
Unidad de lugar, que impone un decorado único, en
nombre del ideal de verosimilitud.
-
Unidad de tiempo, que restringe la duración de la
acción a un día.
Tales
reglas serían duramente criticadas por los románticos, ya que las acusaron de
ser tan convencionales e inverosímiles como otras, así como de limitar
arbitrariamente la naturalidad y la libertad del autor.
Aunque
podemos señalar que las reglas contribuyeron a favorecer virtudes dramáticas,
como la concentración, la intensidad y la interiorización de los conflictos
humanos, al reducir la acción a la presentación de una “crisis”, dentro de unos
límites estrictos.
Dos grandes trágicos:
Corneille y Racine
Pierre
Corneille (1606-1684) comenzó cultivando la comedia barroca, hasta que presentó
Le Cid con éxito y
controversia. A partir de ese momento escribió grandes tragedias, inspiradas en
la historia de Roma, como Polyeucte.
A partir de 1652, su producción decayó.
La
tragedia de Corneille se caracteriza por la presentación de personajes en busca
de libertad y gloria. En esa búsqueda surge el conflicto, que escinde al héroe
entre contradicciones insalvables: seguir los impulsos de su voluntad o actuar según los dictados del deber. Es el caso del Cid, entre su amor por Jimena y su
honor, que le obliga a vengar la afrenta infligida por el padre de esta a su
propio padre. En todos los casos el deber, un deber trágico, se impondrá.
Jean
Racine (1639-1699) es profundamente pesimista. Una implacable atmósfera de
fatalidad, un sentimiento de imposibilidad de vivir, impregnan sus grandes
tragedias, como Fedra.
La
tragedia de Racine es una tragedia de dramas interiores producidos por una
pasión desbordante. Sus héroes son personajes nobles, cegados o rebajados por
un amor prohibido o imposible, marcados por una maldición hereditaria o por un
destino adverso. En el caso de Fedra, se degradará por el amor a su hijastro
Hipólito, hasta provocar la muerte de este y su propia destrucción.
Dentro
de las unidades, las tragedias de Racine poseen una construcción rigurosa. La
acción se limita a una crisis y se desarrolla con implacable seguridad hasta el
desenlace fatal. La coherencia psicológica es absoluta. El estilo es sobrio,
intenso y repleto de imágenes.
Moliére: datos biográficos y trayectoria
Jean-Baptiste
Poquelin nació en París en 1622. Su padre era un tapicero proveedor del rey y
pudo educarlo en un colegio de los jesuitas. A los veinte años decidió
dedicarse al teatro, aunque la profesión de actor estaba excomulgada. En 1634
funda una compañía con la familia Béjart y adopta el nombre de Molière.
Durante
quince años recorrerán las provincias francesas. Son los “años de formación”,
muy fecundos por el contacto con públicos diferentes. A veces Molière se cruza
con compañías italianas y se entusiasma por la commedia dell’arte. Sus primeras obras son bufonadas al estilo de
aquella.
En
1658 regresa a París, donde obtiene su primer gran éxito con Las preciosas ridículas, una
divertida farsa, en la que apunta la comedia de caracteres que constituirá su
gran aportación al teatro. Esa fórmula se encuentra ya fijada en La
escuela de las mujeres, estrenada en 1662, en la que hay una defensa de
la tolerancia y la libertad en la educación.
Sus
enfoques y su éxito le acarrean envidias y enemigos. Los ataques contra Molière
fueron continuos y alcanzaron su mayor virulencia con Tartufo, pero contaba con la protección de Luis XIV, que le
nombra “comediante titular del rey” y llega a hacerle “intendente de los
espectáculos reales”.
En
sus últimos años Molière se inclina hacia la comedia más ligera, aunque con
mayor perfección que en su juventud, como observamos es El burgués gentilhombre y El enfermo imaginario. Esta última se estrena en 1673 y en
ella, el autor encarnaba el papel del enfermo, pero estaba enfermo de verdad.
Un día en escena sufrió un ataque, fue sacado de las tablas y murió pocas horas
después.
Algunas obras de
Molière
Molière
escribió unas treinta comedias que pueden dividirse en farsas y “altas
comedias”.
Sus
primeras obras pertenecen a ese grupo de las farasas. A su época cumbre
pertenece El médico a palos.
Con
el nombre de “alta comedia” se quiere reflejar la elevación que Molière dio al
género, sacándolo de sus convencionalismos y de la comicidad superficial, para
ofrecer una pintura crítica de su tiempo y hacer pensar. Los mejores ejemplos
son los siguientes:
-
La escuela de
las mujeres (1662) muestra lo pernicioso de una educación gazmoña y de
los matrimonios impuestos contra la inclinación natural.
-
En Don Juan
(1665) Molière adapta al ambiente francés el tipo creado por Tirso de Molina,
convirtiéndolo en el retrato del cortesano sin escrúpulos, un tipo libertino y
descreído.
-
El misántropo
(1666) es una obra compleja. Su protagonista, Alcestes, es un hombre íntegro,
totalmente desplazado en el ambiente mundano, superficial y mediocre de los
salones.
-
En El avaro
(1668) aparece Rapagón. Se basa en la Aulularia
de Plauto.
-
Entre estas comedias está Tartufo. En ella se desarrollan las mañas de un intrigante que,
fingiéndose un santo y aprovechándose de la beatería y necedad de Orión,
pretende imponer su poder en casa de este y quedarse con su fortuna. Es una
comedia en cinco actos, en verso. Está sujeta a las tres unidades: una acción
única, desarrollada en una sala de la casa de Orión, y en un solo día.
Esta obra
provocó escándalo y fue perseguida desde el principio. En los orígenes de esta
persecución se hallaba una institución religiosa, la “Compañía del Santísimo
Sacramento”. Sus estatutos señalaban a sus miembros la necesidad de
sacrificarse y santificar a los demás, pero se dedicaban a influir en las casas
notables y “se metían en política”.
Para el Tartufo se han señalado varias
fuentes: italianas, francesas, incluso La
Garduña de Sevilla de Castillo Solórzano. La sátira contra la
hipocresía contaba con una larga tradición y Tartufo se inscribe en esa tradición.
La profunda
renovación de un género
Molière
aprendió de las comedias de procedencia italiana, pero tuvo unos objetivos más
amplios: sin dejar de divertir al público, se propuso gustar también a los
“discretos”.
Llevado
por los gustos cortesanos, aceptó las reglas, aunque advirtiendo que una
comedia podía ser excelente sin respetarlas y otra mala respetándolas (“Cuando me he divertido, no me pregunto si
las reglas de Aristóteles prohibían que me riera”).
Frente
a los argumentos inverosímiles, los lances descabellados y los personajes
convencionales de la comedia anterior, Molière busca la verosimilitud, la
naturalidad y la penetración psicológica: “cuando
se pintan héroes, uno hace lo que quiere, pero cuando se pintan hombres, hay
que pintar del natural”. Ese “pintar del natural” es la gran revolución de
Molière en el teatro francés.
La pintura de
costumbres y caracteres
Molière
se propuso trazar un completo retrato de su época y para ello era esencial la
intención satírica, de manera que se intentaba corregir a los hombres
divirtiéndolos.
Por
su obra desfilan los más diversos tipos, profesiones y estamentos (cortesanos,
médicos, profesores, usureros, comerciantes, ricos, criados,…) Se muestran
todos los vicios y deformidades: la pedantería, la ignorancia, el engreimiento
de los nuevos ricos, la hipocresía en general.
Si
Shakespeare era el gran creador de personajes trágicos, Molière lo será de los
cómicos. Sus personajes son criaturas individualizadas y complejas. Por
ejemplo, don Juan es un cínico depravado, pero es admirable su valor, su
inteligencia y su simpatía. Alcestes, el misántropo, es admirable por su
entereza moral, ridículo por los extremos a los que la lleva, y conmovedor por
la burla de que es objeto por parte de personajes mediocres.
Desde
el punto de vista técnico, Molière maneja con maestría la caracterización de
los personajes a través de lo que ese personaje hace, dice o dicen de él otros
personajes.
El fondo ideológico
De
las comedias de Molière se desprende una concepción de la vida. Su centro sería
el sometimiento a las leyes naturales y a los dictados de la razón. La
naturaleza es sabia y lo que se opone a ella resulta pernicioso. La moral
social debe ser natural y razonable, con moderación, tolerancia, libertad y
equilibrio.
Molière,
en nombre de “lo natural”, rechaza el rigor religioso y defiende la
indulgencia. Propugna una educación libre y consciente de los jóvenes y fustiga
a los padres autoritarios que les imponen matrimonios contrarios a sus
inclinaciones naturales. Asimismo critica la pedantería y el rebuscamiento
literario de los cultistas.
Rechaza
la intolerancia, el parasitismo y las pretensiones que llevan a los nuevos
ricos a adoptar las costumbres de una clase superior. En general, combate todos
los excesos ridículos.
La comicidad
La
comedia debe “corregir a los hombres” divirtiéndolos. Molière domina desde la
carcajada bufonesca hasta la sonrisa inteligente con agudezas sutiles. Este
autor lleva a la perfección los tres grandes tipos de recursos de la comicidad:
-
de gestos y movimientos (muecas, piruetas, carreras)
-
verbal (juegos de palabras, repeticiones ridículas)
-
de situaciones (encuentros inesperados, personajes
escondidos)
Algunos
de estos recursos provienen de la antigua farsa, que nunca está ausente de las
comedias de Molière. Pero la principal fuente de comicidad es la que brota de
los caracteres mismos. Molière pone al descubierto lo cómico de la pasión del
personaje (normalmente, un desajuste entre el carácter retratado y las leyes de
la naturaleza o la razón).
El estilo
Molière
respeta las reglas. El suyo es un arte clásico.
Sus
comedias están escritas en prosa y verso. Para las comedias menores en tres
actos (como El médico a palos)
prefiere la prosa. Sus grandes comedias en cinco actos dan preferencia al verso.
La métrica consiste en pareados de alejandrinos. El lenguaje es muy expresivo y
busca la naturalidad.
Por
otra parte, Molière busca la adaptación del lenguaje a la índole de los
personajes (lo que los españoles llamaban “decoro”).
Relaciones y diferencias con el teatro español
Desde
finales del siglo XVI y hasta bien entrado el XVII, el teatro era una actividad
popular. En los teatros se reunía un variado mosaico de la sociedad de la
época: la aristocracia, las clases medias, gente que vivía de sus manos,… El
teatro se convertía en punto de unión de la sociedad urbana.
En
España e Inglaterra dos importantes autores contribuyeron a su popularidad
(Lope y Shakespeare). En Francia esa figura no se produjo tempranamente.
Además, el teatro fue tomado pronto bajo la protección del rey y esto
condicionó sus estructuras y su carácter. Durante el gobierno de Richelieu, por
impulso de los preceptistas y de la Academia francesa, se impondrá el teatro
clásico, que contará con tres autores importantes (Corneille, Racine y
Molière).
Los
teatros nacionales de España e Inglaterra se asientan sobre la libertad
creativa que supone el no sujetarse a las normas clásicas. No se respetan las
tres unidades, ni la pureza de géneros y estilos, se mezclan la prosa y el
verso, las obras no se atienen al criterio de verosimilitud. Los autores del
teatro francés siguieron esos criterios, pero en el período clásico lo normal
fue el seguimiento estricto de los preceptos aristotélicos y horacianos.
Si
observamos el enorme caudal temático de la producción dramática de los tres
países, podemos destacar:
-
Es muy importante en todos los autores el conocimiento
de la historia nacional. El que la historia y la realidad de cada país sea el
fundamento de la creación dramática dota a este teatro de su sello más
característico.
-
Si concretamos el punto anterior veremos que en Lope
esa historia tiene un peso sustancial. Sus mejores piezas son las versan sobre
un asunto español (Fuenteovejuna,
El mejor alcalde, el rey o Peribáñez). Los dramas históricos
de Shakespeare son un elemento principal de su producción (Ricardo III o Enrique
V). Molière, en sus comedias de costumbres, se esfuerza por reflejar lo
más profundo de la sociedad francesa.
Hay
que resaltar también influencias comunes en los grandes autores:
-
Los grandes temas de la mitología o de la tragedia
clásica: El marido más firme
de Lope recrea el mito de Orfeo, Fedra
es una obra de Racine, y Andrómana
de Corneille.
-
Temas de la historia antigua, leídos en Plutarco (como Julio César de Shakespeare) o en
Herodoto (en Contra valor no hay
desdicha de Lope se cuenta la historia de Ciro, rey de Persia).
-
Los temas de la historia antigua española fueron el
material preferido por Lope, pero también por otros autores. Corneille se basa
en Las mocedades del Cid de
Guillén de Castro en Le Cid,
además de que su comedia heroica Don
Sancho es de tema español. Molière recrea el mito de don Juan y
Shakespeare escribe La fierecilla
domada sobre un asunto presente en El
conde Lucanor. En Tartufo
hay huellas de La garduña de Sevilla
de Solórzano.
-
En la configuración de la comedia en los tres países
tuvieron una gran influencia las modas italianas (la commedia dell’arte y los novellieri).
Por
lo tanto, hay todo un universo temático que iba a recibir un tratamiento
específico en cada uno de los países y de los autores.
Quizá
la mayor relación que podemos observar es entre Shakespeare y Lope. Ambos
nacieron con solo dos años de diferencia (Lope en 1562 y Shakespeare en 1564).
Ambos revolucionan el teatro en sus idiomas respectivos y respetan profundamente una muy
arraigada tradición.
Lope
rompe los preceptos clásicos, dando al traste con la preceptiva aristotélica, y
fijará al pueblo como centro de su teatro, a la vez destinatario y
protagonista. Justifica su trasgresión en el Arte nuevo de hacer comedias, afirmando que se dirige al
vulgo, al que “pues lo paga/es justo/
hablarle en necio para darle gusto”. Hace caso omiso de las tres unidades y
mezcla lo trágico con lo cómico.
En
relación con los personajes, crea y potencia la figura del “gracioso”, que
representa el elemento cómico y opera en contraste para establecer el doble
plano de la estructura interna de la obra, peculiar de nuestro teatro clásico.
Shakespeare
acepta el género de la crónica histórica, cultiva la comedia italianizante
(parecida a la de capa y espada) y, de entre la galería de personajes y tipos,
siente debilidad por el clown, el
tonto rústico, al que cultiva esmeradamente convirtiéndolo no en una parábola
múltiple de un sector de la humanidad, sino de una tendencia inquietante,
profunda y definitoria de la misma.
Shakespeare
acentúa la ruptura de las normas en el teatro inglés: ni unidades, ni fijeza de
actos y escenas, ni distinción de tonos trágicos o cómicos.
Por
último, otro punto de contacto entre Lope y Shakespeare es el elemento lírico,
diseminado y abundante en la obra de ambos.
Está genial. Gracias
ResponderEliminarGracias a ti
EliminarHola:) Me gusta mucho cómo lo has organizado, y me ha ayudado mucho. Ahora bien, me gustaría pedirte un favor enorme: necesito preguntarte de qué libro o fuente has sacado todo lo relacionado con Molière, pues estoy haciendo un trabajo del teatro clásico francés en primero de carrera y me estoy ayudando de unos apuntes muy buenos que tengo del año pasado, pero son fotocopias y, aunque por cómo está configurado el diseño de las páginas parece un libro de texto, no sé cuál es, pues son hojas sueltas. El problema es que tengo que citar las fuentes en la bibliografía, y cuando he copiado algunas frases literales de esos apuntes en el buscador de google para ver si me salía algo ha aparecido tu blog con muchas partes casi idénticas, así que te lo agradecería sobremanera si me dijeses de qué libro vienen los datos. Muchísimas gracias por adelantado :)
ResponderEliminarHola, muchísimas gracias por tu comentario. Voy a poder ayudarte a medias, ya que esencialmente el tema lo redacté para prepararme las oposiciones y fue a través de varios manuales, con ayuda de un preparador y escogiendo algunos apartados de ediciones de las obras que tenían más relevancia. Algunos tienen bastante tiempo y desconozco en qué libros de texto se han utilizado. Pero acudí a una "Historia de la literatura universal" de Martín de Riquer, la "Breve Historia de la literatura francesa" de Clouard, "El teatro en el siglo XVII" de Díez Borque y "La dramaturgia clásica en Francia" de Scherer. Además la obra para poder comparar a Molière con Lope fue básicamente el "Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo" de Lope de Vega. La edición de la editorial Cátedra del "Tartufo" también me ayudó bastante, ya que repasaba toda la obra de Molière. Espero que te sirva de ayuda para al menos poder consultar directamente algunas fuentes bibliográficas. Un saludo.
EliminarPerfecto, muchisimas gracias por la información, me viene de perlas. Consultaré esas obras, a ver si encuentro algo relacionado con los apuntes para poder citarlo, y si no, seguramente habrá cosas que encuentre en estos libros y pueda poner en el trabajo en vez de lo de mis fotocopias. De verdad, te lo agradezco muchísimo, y sigue así con el blog, es muy útil :)
EliminarMe alegro mucho de que te sirva y espero que sea útil como bibliografía. Muchísimas gracias por tus comentarios y tu opinión. Un saludo.
Eliminar¡Muchísimas gracias! Me ha ayudado mucho a completar mi tema de la oposición.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Nos alegramos de que te haya servido el tema. Un saludo.
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