domingo, 12 de febrero de 2017

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Modernismo y 98 (EBAU)




La disconformidad con el arte y la literatura de fines del siglo XIX llevan a una renovación de la literatura, tanto en las formas como en el contenido, a la que contribuyen el movimiento denominado Modernismo y un grupo de escritores que quedan englobados bajo  el nombre de Generación del 98.
El Modernismo supone el surgimiento de una estética nueva que se desarrolla sobre todo en la poesía y cuyo impulso inicial viene de Hispanoamérica, con autores como José Martí y Rubén Darío. Es España son modernistas Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina, los hermanos Machado o el primer Juan Ramón Jiménez. Este movimiento se desarrolla entre 1880 y 1914.
Las características principales de la poesía modernista son la renovación y riqueza del vocabulario (con la utilización de términos exóticos y elegantes, de gran sonoridad y con poder de evocación, así como la adjetivación abundante), con abundancia de imágenes y símbolos, la utilización de versos dodecasílabos y alejandrinos y del verso libre, y una evasión de la realidad mediante referencias a lo exótico, lo oriental, lo mítico, así como también la mirada hacia el mundo interior, resuelta en ocasiones en pesimismo y tristeza. El Modernismo reacciona contra el retoricismo. Se nutre básicamente de dos movimientos líricos surgidos en Francia, en la segunda mitad del siglo XIX: el Parnasianismo y el Simbolismo.
El Parnasianismo es una escuela literaria que tiende a la idea del “arte por al arte”. Según esta tendencia  artística encabezada por Theóphile Gaurier, se desarrollaba una poesía de una confección perfecta, separada de la realidad, y que reaccionaba contra los poetas sociales y el hombre burgués. Los escritores buscaban la perfección a través de una poesía descriptiva, basada principalmente en la temática grecolatina. Por su parte, el Simbolismo es una corriente literaria subjetiva, que pretende superar la realidad percibida por los sentidos y llegar a sus significados más profundos, para lo que utiliza los símbolos (por ejemplo, el cisne con el significado de belleza).
En el desarrollo del Modernismo, podemos identificar una primera generación modernista en la que encontramos a José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera. La culminación del movimiento se produce en 1888, cuando Rubén Darío publica su libro Azul. La nueva estética se acentúa en los versos de Prosas profanas (1896), donde abundan los motivos exóticos, el lenguaje colorista y los versos rítmicos. Cantos de vida y esperanza (1905) incluye poemas de gran brillantez formal y en él aparece el interés por temas sociales.
En España la figura más destacada de los modernistas es Manuel Machado, autor de poemas de amor galante y sensual. Destacan también en su poesía la evocación de lugares, el arte y la preocupación religiosa. Por otra parte, Juan Ramón Jiménez recibe influencias de la estética modernista en su primera etapa.
Como decíamos al comienzo, junto a los modernistas, surge un grupo de escritores que buscan nuevas concepciones estéticas y formales. Hay en sus obras un estilo sobrio, cuidado en el lenguaje, términos de sabor tradicional y reflexiones ante el paisaje y en torno a lo religioso y existencial. Son los autores de la Generación del 98. La denominación hace referencia al año del “desastre” por la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam), así como a la nueva mentalidad que la situación del país generó en muchos intelectuales.
Como notas distintivas del 98 podríamos señalar en primer lugar el patriotismo y el pesimismo nacional, de manera que estos autores reaccionan ante la crisis de 1898 con una actitud de rebeldía frente a las deficiencias del país. Por otra parte, se mira a Europa de la que se sienten separados, pero volviendo los ojos a la España pobre y olvidada. Se valora sobre todo a Castilla, con un pasado glorioso. Su paisaje, sus ciudades y su población inspiran a estos escritores. En el aspecto religioso, salvo Azorín y Maeztu, son heterodoxos y, si se abren al catolicismo, lo hacen de una forma superficial. En el aspecto literario, se revaloriza la poesía de Berceo, Hita y Manrique. Además, se pone el acento en la subjetividad, se expresan las emociones que las cosas provocan en la intimidad del autor. Aparece la influencia de Nietzsche o Schopenhauer. Adquieren también especial relevancia las preocupaciones existenciales.
Los principales autores de esta generación son Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Valle Inclán, Manuel y Antonio Machado y Azorín.   
De las obras de Antonio Machado destacan Soledades, galerías y otros poemas (con versos íntimos que tienen un tono melancólico, y símbolos como las galerías, el sueño y el agua; además plasma sus sentimientos y sus recuerdos y acude a temas universales como el tiempo, el amor, la muerte y Dios), Campos de Castilla (con un lenguaje poético comedido, descripciones de las tierras de Soria, una reflexión crítica sobre España a partir del paisaje castellano y el recuerdo de su esposa Leonor) y Nuevas canciones (formado por apuntes y evocaciones del paisaje andaluz y castellano, con composiciones breves que siguen la línea filosófica iniciada en las obras anteriores).
Miguel de Unamuno cultivó la lírica, la novela, el ensayo y el teatro, pero podemos destacar en su producción la novela y el ensayo. En la primera el autor proyecta sus inquietudes y dota a sus obras de una profunda carga intelectual. Busca la renovación de las técnicas narrativas a través sobre todo de lo que denomina “nivola”. Este término puede aplicarse a Niebla. En esta novela el protagonista (Augusto Pérez) va a Salamanca a ver a Unamuno, quien decide matar a su personaje. Este se subleva, señalando que tiene tanto derecho a vivir como su creador. También destaca en su producción la novela San Manuel Bueno, mártir que trata el problema de la fe.
Por otra parte, en el terreno del ensayo, podemos recordar que hay dos temas centrales del pensamiento de Unamuno: España y el ser humano. A propósito del primero, el autor señala que hay que acudir a la verdadera tradición española, a la “intrahistoria” (“la vida silenciosa de millones de hombres sin historia”). Como expresión del alma española destaca la obra cervantina y así escribe Vida de don Quijote y Sancho. Sobre el ser humano, el sentido religioso y existencial o la muerte, habla en Del sentimiento trágico de la vida.
Azorín es un prosista excepcional, con un lenguaje cuidado y pulcro, que utiliza enunciados breves y sencillos, con un léxico preciso. El principal tema presente en la obra de Azorín es el de la nostalgia y la melancolía por el paso del tiempo. Entre sus novelas destaca La voluntad (entre la novela y el ensayo, tiene descripciones detallistas y subjetivas del paisaje y las cosas). En el terreno del ensayo encontramos principalmente dos temas: el paisaje español y la reinterpretación de obras literarias clásicas. Podemos destacar el título de Castilla, en el que intenta profundizar en la tradición cultural española. También Ruta de don Quijote, en el que desea despertar la curiosidad y el interés por la obra cervantina.
Pío Baroja, por otra parte, es autor de diferentes novelas que él mismo ordenó en diversas trilogías. Zalacaín, el aventurero pertenece a las novelas de ambiente vasco, y en ella las guerras carlistas sirven para situar al hombre de acción que es el protagonista. El árbol de la ciencia narra la vida y la angustia existencial de Andrés Hurtado, el protagonista que tras su paso por la Universidad ejerce como médico. Baroja presenta en esta novela una visión pesimista y crítica de la vida española de la época.
Valle Inclán fue un excelente dramaturgo y un gran novelista. En su obra destaca el esperpento, una estética personal y renovadora. Mediante el esperpento, Valle Inclán realiza la deformación de la realidad. Su lenguaje es rico, recoge diversos registros. Se produce la degradación de los personajes, que son “cosificados”, como si fueran peleles. Valle Inclán utiliza la parodia y aspectos trágicos, al igual que situaciones absurdas, que intensifica.
Las principales obras teatrales que escribió Valle Inclán son Comedias bárbaras y Divinas palabras, de ambiente rural gallego, las farsas (que ya muestran la deformación caricaturesca), y los esperpentos. En este último punto se sitúa Luces de Bohemia. A través del último peregrinaje nocturno del poeta ciego Max Estrella y su acompañante don Latino de Híspalis, el autor nos muestra una visión esperpéntica de la vida de la época.
En el terreno de la novela, la obra de Valle Inclán se sitúa en el Modernismo y en el esperpento. Las Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno) narran los episodios amorosos del Marqués de Bradomín, un personaje decadente “feo, católico y sentimental”. Tirano Banderas pertenece a la técnica del esperpento. Trata sobre la figura de un dictador despótico que sirve para ofrecer una visión deformada y grotesca de Hispanoamérica.

                               

sábado, 4 de febrero de 2017

Novela "Ae Renasci"




(Artículo de Santi Jiménez Serrano)

Pedro García Jiménez es un autor murciano que acaba de publicar su segunda novela. La primera, El perfil, es un relato policiaco. La segunda, de ciencia ficción, es Ae Renasci. En ella presenta una realidad a unos miles de años de la nuestra, en el año 4101. He asistido al nacimiento y al desarrollo, al proceso de creación de esta segunda novela y me siento feliz por verla terminada y publicada con acierto.

Con respecto a El perfil, cambiamos de registro, de estilo, de siglo, de temática, de voz, pero hay un hilo, un nexo conductor que es el talento, la sensatez, el estudio minucioso, la inteligencia y la capacidad de soñar, de crear y de escribir pensando en lo que a él, un hombre culto, leído y con buen gusto, le gustaría leer y con eso consigue una lectura apasionante, que nos deja con ganas de más. Cuando lo leo, cuando hablo con él, me doy cuenta de que es un gran profesional, que no repara en documentarse concienzudamente. Algo que está presente en ambas novelas es el aire cinematográfico, los diálogos ágiles, una acción que no se detiene y unas descripciones que te sitúan de lleno en el lugar. Igual que en la propia vida, Pedro García Jiménez es un creador de ambientes. Cuando uno lee esta novela sucede como con la primera, ya quieres ver la película. 
El autor confiesa en varias ocasiones que escribe aquello que le gustaría leer. El gusto por la lectura lo vamos desarrollando a través de autores y obras que nos van calando. Y yo me preguntaba cuáles serían esos referentes en el caso de Ae Renasci.
El principal, sin duda, es Julio Verne. La aventura que viven los personajes está inspirada en la lectura de obras como Viaje al centro de la Tierra o Cinco semanas en globo, obras en las que el autor nos sumerge en una travesía  repleta de retos que los héroes culminan con extraordinarias hazañas. Pero si hablamos de novelas específicas del género de ciencia-ficción, 2001, una odisea del espacio, de Arthur C. Clarke,  es la que lo marca más directamente. Si en ella Clarke quiere dar una explicación al origen de la inteligencia humana, García Jiménez se permite imaginar sus consecuencias en un futuro a largo plazo. Tampoco podemos olvidar en este punto la magistral obra de H.G.Wells, La guerra de los mundos.

Y, ¿qué nos vamos a encontrar cuando estemos ante Ae Renasci? Antes de abrir el libro nos enfrentamos ya a un objeto bello, una pieza casi en blanco, haciendo honor a aquello de que “menos es más”, en blanco, como invitándonos a soñar, a crear. Deslumbrando, llamando la atención, por su sencillez y contundencia. Con esas letras semiborrosas que hacen que te fijes aún más. Porque no es lo mismo mirar que ver. En la contraportada de esta aventura futurista de ciencia ficción viene escrito: “Año 4101. Ae Renasci nos presenta un mundo en el que nuestro destino está más allá de las estrellas y donde es imprescindible como nunca antes cumplir la ley.
El sabotaje en un laboratorio precipitará al protagonista a una lucha contrarreloj para evitar un destino fatal, en una sociedad corrompida que nos muestra el contraste entre las maravillas tecnológicas y las debilidades humanas.
Una aventura fantástica que sobre pasa los límites de la evolución de la mente”.
Además en esta contraportada podemos disfrutar de un fragmento de una de sus ilustraciones.
Y antes de comenzar a leer la novela, encontramos esa puerta abierta a la esperanza que es la dedicatoria: “A los niños, porque construirán un futuro tan maravilloso como para desear imaginarlo”.


La obra se divide en un prólogo, un epílogo y siete capítulos entre ambos, que ocupan siete días. Cada uno es una aventura, una huida, una búsqueda. Al final de cada uno de ellos aparece una ilustración del propio novelista, otra puerta más a su imaginación, a ese mundo que nos presenta y son tan detalladas, tan cuidadas, tan conseguidas que realmente dudo de si no habrá usado el teletransporte él mismo. Yo he tenido la suerte de verlo dibujando a tinta con apenas cuatro trazos en un boceto previo, en riguroso directo alguno de ellos y puedo deciros que también es mago. Nos presenta naves, cabinas teletransportadoras y lugares y espacios tan minuciosa y ágilmente retratados que, impresionada, le comenté a su hijo mayor: “Es que parece que tu padre ha estado allí, que los ha visto” Y Sam me respondió: “Es que ha estado allí, los ha visto”, señalando con el dedo su propia cabeza.

Nos vamos a enamorar de los cuatro personajes principales que actúan y hablan casi a coro, a los que une una causa común, un misterio, y que dejan oír las reflexiones de este autor. A pesar de ese espíritu afín y esa armonía, ha logrado que cada personaje tenga entidad propia y nos dé razones para simpatizar con él.
El protagonista, Piort Galian es un hombre decidido, arriesgado, capaz. Patricia es una mujer fuerte a pesar de la historia que tiene detrás. El personaje del viejo Hunter, un anciano que conserva la ilusión, energía y valentía suficientes para emprender una aventura sin garantías. Un personaje que encarna el amor y la experiencia y que nos emociona por el vínculo que mantiene hacia su nieto, del que se muestra tan orgulloso.
Y por último y no menos importante, el joven Pit Dolphin. Dolphin es un auténtico crack y no deja de sorprendernos con un manejo increíble de las tecnologías, su ingenio, su descaro y su chispa en determinadas ocasiones. Yo me he enamorado irremediablemente de él, también en la novela. Del benjamín del grupo me he enamorado, pero es que además he deseado ser Patricia, el principal personaje femenino, de la que el protagonista, Piotr Galian dice en su presentación que es su única alternativa al abismo. Tampoco faltan gotas de poesía en la novela. Especialmente significativa es una escena en la que Patricia sale de la ducha y el protagonista nos confiesa que la falta de interés de ella despierta el suyo propio.

El autor explicaba que evidentemente todos los personajes tenían algo de él mismo, pero también es cierto que en este caso hay uno que está inspirado en uno de sus hijos, incluso el nombre con el que aparece en la novela es el apodo con el que sus amigos lo conocen. Dolphin actúa, reacciona y habla tal y como lo haría su propio hijo. Para acompañarlo en su aventura en la ficción, creó un superabuelo que contiene características de la personalidad de su padre y su suegro, los dos abuelos de la familia. Y rinde homenaje a otros bautizando a los personajes con los nombres de familiares o amigos.

En Ae Renasci corre el año 4101, como decíamos, y el mundo se ha desarrollado hasta límites insospechados tecnológicamente, sin embargo aparece una sociedad mansa, dormida, ajena a determinados hechos cruciales que suceden a sus espaldas, de los que se salvan quizá nuestros protagonistas. Pero al hilo de los avances tecnológicos, sorprende un poco que no aparezcan robots entre tanta nave, cabina de teletransporte, etc.

García Jiménez se ha permitido imaginar un futuro, pero no un futuro cualquiera. Ha querido imaginar un porvenir posible y para ello se ha basado en la propia historia de la humanidad desde sus orígenes. Siguiendo la evolución de nuestra especie ha dado continuidad a la curva ascendente de nuestros avances para presentar una sociedad del siglo XLII. La mayor parte de los logros científicos que se prometen en la novela son aún un sueño, pero no un imposible. Sin embargo, otros son ya una realidad en nuestros días. Quizás por este estudio, pero también por propia intuición, no ha incluido robots humanoides o cíborg. Estamos rodeados de robots desde el siglo XX, de cocina o de producción en cadena, pero son máquinas fabricadas para trabajos específicos. Por ejemplo, una tuneladora es un gigantesco robot que construye prácticamente sin supervisión humana. Avanza a través de la roca de una montaña y, metro a metro, instala hasta el último detalle del túnel. Es mucho más eficaz que una cuadrilla de cíborg albañiles, por muy eficientes que estos sean. En palabras del autor, el robot humanoide es solo un capricho de nuestra fantasía.

Ae Renasci es un libro apto para todos los públicos. Y cuando digo que es para todos los públicos, me refiero también a nuestros políticos, los cuales deberían tomar nota. Se nos presenta una sociedad bastante más saludable que la nuestra, sin delincuencia, sin paro, sin necesidad de usar dinero... Podemos leer en las páginas 15 y 16: “hemos decidido voluntariamente servir a la humanidad responsabilizándonos, de nuestra labor para beneficio de nuestra especie (…) Las prioridades de la población están por encima de cualquier cosa. (…) La estabilidad siempre es frágil. (…) La justicia es justa si es para todos.” Se trata de una sociedad donde el hombre vive “en paz y armonía con la naturaleza en un planeta sin pobreza ni desigualdad. En un mundo donde todos hablamos muchas lenguas pero un solo idioma”, tal y como leemos en la página 21.

Me preguntaba si en esa sociedad tan ideal, la gente se sigue casando o ha evolucionado realmente. También reflexionaba acerca de que desde que el mundo es mundo, el ser humano ha sentido la necesidad de creer en uno o varios seres superiores. En el siglo XLII, ¿seguiría esa necesidad?, ¿existirían las religiones?

El autor está convencido de que en el futuro se celebrarán uniones, porque el hombre es un animal de costumbres y celebrar con amigos y familiares forma parte de las tradiciones de nuestra especie. Aunque a colación de la otra pregunta, duda de que esas celebraciones sean religiosas. En la novela no se menciona ninguna expresión que incluya una divinidad. “¡Dios mío!”, “¡Santo cielo!” o “¡Por el amor de Dios!” no son expresiones utilizadas por ninguno de los personajes.

En este mundo de contrastes o contradicciones que vivimos a día de hoy, igual oímos hablar de una tendencia a la globalización, como nos llega noticia de que alguien pretende levantar nuevos muros, por no mencionar la existencia de aduanas, fronteras, nacionalismos, etc. ¿Qué pasa con todo esto de aquí a dos mil años?
La inutilidad de las fronteras es una de las reflexiones que plantea la novela. Ahora que está tan de moda la construcción de muros, esta obra señala la necesidad de darnos cuenta de que solo son barreras simbólicas. Los verdaderos límites están en nuestra mente. Las fronteras dividen, separan y aíslan. El racismo, la intolerancia, el desprecio por los que son diferentes nos lleva al aislamiento acabando con el concepto de comunidad que proporcionó el éxito a nuestra especie. Esas son las verdaderas fronteras, las de nuestra propia conciencia.

Un buen libro te cambia en cierta manera, no te deja indiferente, te hace aprender y disfrutar y esto sucede con Ae Renasci. Algunas frases podrían ser consideradas auténticas joyas y personalmente, me han desvelado verdades esclarecedoras, que han cobrado un significado especial, en momentos puntuales, como si fuesen respuestas que andaba buscando.
Por ejemplo, en la página 25 podemos leer: “Cuando lo de siempre no funciona solo hay un camino: cambiar. Aun a sabiendas de que no siempre el cambio es para mejorar.” O en la página 27 está escrito: “sólo tenía un camino, hacia adelante”. Solo son palabras escritas en un papel, pero no son vacías pues están respaldadas por los actos del autor, aunque esto el lector no lo sabe, por sus cambios de vida en busca de sus sueños. Y aquí estamos, con este libro entre las manos. También nos recuerdan estas páginas que la vida tiene un curioso sentido del humor y, a veces, ofrece señales inequívocas y contradictorias. Sin ir más lejos, en la página 55 leemos: “Un indicador en la pared nos anunciaba que ese era el camino que debíamos seguir: No Trespassing.” Además en inglés, más claro el agua.
Ciertamente, leyendo la novela he sentido la necesidad de subrayar frases que destilan humor, ingenio, belleza o invitan a la reflexión. Imagino que cada uno encontraréis esas palabras que os lleguen.

Finalmente, el autor señala que una de las mayores dificultades con que se ha encontrado es que, como creador de relatos tiene que describir los ambientes en los que se desarrolla la acción. Narrar las condiciones de un hábitat desconocido plantea una seria dificultad. Pero al mismo tiempo se convierte en un reto muy gratificante, que le ha llevado a ilustrar la novela plasmando su imaginación.

Por otra parte reconoce que para cualquier artista el aplauso del público es el mayor de los regalos. Pero no es solo la ovación de un foro, sino el pequeño reconocimiento, ese sincero del amigo que entusiasmado te felicita por el trabajo bien hecho, con la honestidad que supera al halago solo por el halago.


Por mi parte he acabado. Sinceramente, os invito a que leáis esta novela porque, sencillamente, vais a disfrutar de un viaje al futuro maravilloso y porque más que la pena, merece y mucho la alegría. A Pedro García Jiménez le pido que no deje de soñar, de afrontar nuevos retos y sobre todo, que no deje de compartirlos con nosotros.