jueves, 3 de abril de 2014

Prosa y teatro en el Barroco: Ruiz de Alarcón



           
           El barroco es el estilo artístico que se desarrolló entre el renacimiento y el principio del neoclasicismo. En Hispanoamérica se realizó de acuerdo con circunstancias propias. La variedad de materiales de cada región le dio un carácter local.
            La prosa hispanoamericana del barroco apenas tiene presencia en la Península. Existía cierta prohibición sobre las novelas que impidió que se publicaran en la colonia. De esta manera, lo único parecido a la novela serían cierto tipo de “reportajes” o crónicas sobre sucedidos ajenos o propios.
            Los principales autores fueron:
-         Juan Rodríguez Freile (Santa Fe de Bogotá, 1566-1639) fue un soldado y cronista colombiano. A los sesenta años escribió “Conquista y descubrimiento del Nuevo reino de Granada y fundación de Santa Fe de Bogotá”. Esta obra, conocida por “El Carnero”, constituyó la primera crónica anecdótica sobre la vida colonial del Nuevo Reino de Granada y permaneció inédita hasta 1859. Es una compilación de una colección de sucesos, generalmente sangrientos y picantes, donde se reflejan las costumbres de Santa Fe. El libro se divide en 21 capítulos y dos anexos y tuvo un gran éxito.
-         Francisco Núñez de Pineda y Bascuñana (Chillán, 1607-1682) fue un  escritor y militar chileno. En la batalla de Cangrejeras (1629) fue hecho prisionero por los araucanos y vivió un largo cautiverio hasta que fue rescatado. En 1637 escribió “Cautiverio feliz y razón de las guerras dilatadas de Chile” (publicado en 1863), en el que narra la vida y costumbres de los araucanos y denuncia los abusos cometidos con ellos, además de hacer una reflexión sobre las causas de las guerras con los indios. Núñez de Pineda mezcla hechos históricos con una trama argumental. El estilo se considera algo engolado y sentimental, casi más prerromántico que barroco, lo que contribuyó a su popularidad.
-         Carlos Sigüenza y Góngora (México, 1645-1700) fue un escritor mexicano, figura representativa del barroco y de la época colonial. Era sobrino del poeta Luis de Góngora y Argote. Concurrió asiduamente a certámenes literarios y poseía amplios conocimientos científicos e históricos. Se le considera precursor del periodismo mexicano y uno de los primeros cultivadores del género narrativo con la “Relación de los infortunios de Alonso Ramírez” (1690), contados por el personaje así llamado por el autor. Sigüenza anotó y publicó las andanzas de aquel aventurero que le contó cómo se trasladó a mares de Filipinas y fue prisionero de corsarios ingleses, con otras peligrosas aventuras. Es un reportaje que tiene algo de novela y sirve de modelo y referencia a muchas de ellas.
-         Francisco Bramón (muerto en 1664) fue un escritor mexicano. Se le conoce como autor de una novela pastoril a lo divino titulada “Los sirgueros (jilgueros) de la Virgen sin original pecado” (1622). Es una obra miscelánea donde se hace una apología del misterio de la Inmaculada Concepción, y que incluye diálogos de estilo platónico, discursos teológicos, composiciones líricas, una pieza teatral y alusiones múltiples a la realidad coetánea (actividades religiosas, artísticas y universitarias de México).
-         Juan de Espinosa Medrano (Cuzco, 1629-1688) fue un escritor peruano, llamado el Lunajero por los lunares de su cara. Su producción en castellano es exponente del barroco literario colonial. “La novena maravilla”, publicada en 1695, es una recopilación de treinta sermones en prosa culterana. La lectura de unos escritos antigongorinos del portugués Manuel de Faria y Souza le llevó a componer un “Apologético a favor de don Luis de Góngora” (1662), obra notable por la comprensión que revela el autor de los valores estilísticos de la poesía del cordobés.

            Por otra parte, debemos destacar la originalidad del barroco hispanoamericano. La conquista y la colonización habían terminado. La metrópoli pide a las nuevas tierras su plata y su oro, que contribuyen a fijar la relación entre España y las colonias. Esta centralización directiva no llega a establecer una unidad y una comunicación mutua entre las tierras americanas. México es el área de mayor cultura e importancia, aunque la plata de Potosí consolida también la importancia de esa zona, con un ámbito administrativo que llega hasta el Atlántico sur.
            Hay un largo período de estancamiento social y económico en México, que entra en crisis en el siglo XVII, para dar paso a una mejor administración en el siglo XVIII, cuando ya reinan los Borbones. Este período de quietud resulta propicio para los poetas.
            En el barroco, la poesía hispanoamericana tiene una gran vitalidad propia, aunque resulte decisivo el impacto de Góngora y Quevedo.
            El sentir de crisis histórica no llega a tener tanta importancia y presencia consciente en  Hispanoamérica como en España, telón de fondo de las obras poéticas.
            En general, el barroco poético hispanoamericano es de circunstancias y de salón. Es un juego ocasional de ingenio, a veces de encargo, a veces por asombrar y presumir, con una preferencia por los alardes de habilidad técnica (aparecen metros extraños, jeroglíficos, versos en eco,…). A este nivel, muchas veces se hace difícil distinguir las dos vertientes de la poesía barroca hispánica: el enfrentamiento simétrico y paradójico de ideas y palabras (conceptismo) y el chisporroteo de colores puros y de visiones fugaces y extremas sobre una penumbra hermética y pomposa (culteranismo).
            Góngora y el culteranismo adquieren la primacía del prestigio en la colonia.

Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (México o Taxco, 1581- Madrid, 1639)

            Este dramaturgo de familia noble castellana, inició sus estudios en México en 1592 y los continuó en España, a partir de 1600. Se graduó en Cánones y Leyes por la Universidad de Salamanca. Ejerció la abogacía en Sevilla entre 1604 y 1606. Regresó a México en 1608 y ya en 1614 se instaló definitivamente en Madrid. Un yerno del Conde-Duque de Olivares lo protegió y lo hizo relator del Consejo de Indias en 1625.
            Debemos señalar a propósito de este autor que como cualquier dramaturgo estaría condicionado por el lugar donde escribía y estrenaba sus obras y por ello no se le sitúa sin más como una figura del teatro en Hispanoamérica. Pero en Madrid se tenía conciencia de que venía de la otra orilla.
            Ruiz de Alarcón tuvo que afrontar un conflicto en el ambiente teatral madrileño. Llegaba de México, era pretendiente a magistrado en España con una sólida carrera judicial. Además, tenía una deformidad física.
            Su producción dramática consta de veinte comedias que él mismo editó en dos volúmenes. El primero (1628) contiene ocho piezas. El segundo, de 1634, abarca las doce restantes. Este número, relativamente escaso, responde a que tuvo poco éxito popular, además de que no necesitó buscarlo para vivir.
            El teatro de Ruiz de Alarcón va contra la corriente general y no siempre fue bien acogido por el público. Se caracteriza por la intención pedagógica y moralizadora. Como corresponde al barroco, el mundo se presenta como un lugar hostil y engañoso, donde prevalece la apariencia frente a la virtud y la verdad. Su sistema de valores moralista (el hombre bueno y justo triunfa sobre el mentiroso, aunque es este el que queda como más simpático) hace de Alarcón un caso singular en el teatro de su momento. Ejemplifica con alguno de sus personajes que representan vicios y virtudes. Su teatro se caracteriza también por el análisis e introspección psicológica de los caracteres que crea, ya que sus personajes tienen identidades muy bien definidas, y por el estilo mesurado, cuidado y sobrio.
            Cultivó la comedia de enredo, heroica, religiosa, dramática y de carácter, entre las que figuran algunas de sus mejores creaciones. Se suele dividir su producción en dos grandes grupos: la comedia histórica, centrada especialmente en la reconquista, y las comedias moralizadoras, que son las más conocidas. Entre todas ellas podemos destacar las siguientes:
            La verdad sospechosa se basa en el tipo del mentiroso que se enreda en sus propios embustes hasta no ser creído cuando dice la verdad, y hasta encontrarse con que por error tiene que casarse con quien no quiere. El castigo, aplicado por su padre, llega a ser excesivo. Hay desmesura en la pena porque la mentira asume a veces carácter artístico, por el placer de quedar bien en una conversación. Se considera una de las comedias clave del teatro barroco.
            Los pechos privilegiados presenta como temas la justicia cortesana y la ley natural. Dramatiza el caso de un ama de cría que, por haber sabido reivindicar el honor del que había sido su “hijo de leche”, logra del rey para ella y sus sucesoras en el cargo exención tributaria. Se conoce también con el título de Nunca mucho costó poco.
            El tejedor de Segovia es un drama prerromántico, con aventuras escénicas capaces de poner a un lector actual en igual suspensión que una novela de aventuras. La intención de la obra es presentar la necesidad de mejorar un buen gobierno.
            El Anticristo es una mezcla de ideas valiosas y de rarezas. Es un Anticristo seudo-Mesías entre los judíos. Compuesta entre 1623 y 1625, presenta con una correcta versificación una serie de horrendos crímenes cometidos por este ser infernal que es descendiente de Judas Iscariote.
            Podemos citar otras obras de Ruiz de Alarcón como la comedia de enredo Los empeños de un engaño en que se censuran algunas conductas sociales, la heroica Ganar amigos (conocida también como Lo que mucho vale mucho cuesta o también como Quien priva aconseje bien), la dramática Quien mal anda mal acaba de gran perfección formal, una comedia contra la maledicencia (y que constituye un alegato personal como réplica a los que lo zahirieron) como es Las paredes oyen en que se presenta el amor no correspondido, o la comedia contra la ingratitud La prueba de las promesas, basada en un cuento de El Conde Lucanor.


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