viernes, 18 de octubre de 2013

Miguel Hernández y la poesía española desde principios del siglo XX hasta la posguerra






            Leopoldo Alas Clarín afirmaba a finales del siglo XIX en su ensayo Apolo en Pafos que en España nadie siente la llamada de la poesía porque no hay poetas jóvenes con vocación y capacidad de innovación.

            En España se produce un romanticismo muy tardío. Son muy pocos los autores que destacan, escriben durante un largo período de tiempo y tienen escasa difusión. Bécquer es el único poeta que consiguió innovar, aunque también con escasa difusión en su tiempo. Paralelamente surge la escuela realista, con una poesía prosaica (en ella destacan Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce). Frente a lo que estaba ocurriendo en España, Clarín conocía la escuela simbolista francesa, que había surgido sobre la base del Romanticismo, y que había creado un nuevo lenguaje poético a través de los símbolos; es decir, le había dado a la palabra la capacidad de significados ambiguos y múltiples desde el punto de vista del autor. En el simbolismo encontramos autores como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé. Baudelaire en Las flores del mal define el simbolismo en un solo verso (El mundo es un bosque de símbolos). Estos autores aportan además el mundo del paisaje, los colores, la música cercana a la poesía impresionista en la que la impresión del poeta es la que modifica la palabra poética. De aquí nace una escuela parnasiana (Parnasianismo), que enriquece la poesía francesa de los setenta con la incorporación de la tradición cultural grecolatina.

            Con la publicación de Azul de Rubén Darío en 1888 se introducen el Simbolismo y el Parnasianismo en la poesía española, especialmente por la utilización de los símbolos y del verso alejandrino, que no se utilizaba en la poesía española desde el mester de clerecía y que era el verso heroico francés por excelencia, aclimatado perfectamente a nuestra lengua. La maestría de Darío es haber dotado de musicalidad a este verso. Así nace el Modernismo, núcleo primero de la poesía del siglo XX. En España no constituyó una escuela ni sólida ni cohesionada. Algunos autores se entusiasmaron por él: Juan Ramón Jiménez y los hermanos Machado publicaron sus primeros libros bajo la estela modernista (Juan Ramón Jiménez Ninfeas y Almas de voleta, y Antonio Machado Soledades), pero pronto la abandonaron por caminos individualizados, incluso renegaron de esta etapa, como fue el caso de Juan Ramón Jiménez. Otros autores como Manuel Machado, Villaespesa y Marquina fueron fieles seguidores de Darío.

            El segundo núcleo importante de la poesía del siglo XX lo constituyen las Vanguardias. Surgen en el seno de las tertulias modernistas y utilizan sus revistas como cauce de expresión. Así por ejemplo, en la revista Prometeo se traduce el manifiesto futurista de Marinetti. En 1917-1918 empiezan a conocerse movimientos de vanguardia franceses como el Dadaísmo y el Cubismo, este último por influencia de la pintura de Picasso y Juan Gris. Por otra parte comienza a formarse el Ultraísmo, promovido por Guillermo de Torre, con las revistas Ultra y Horizonte. Por estos movimientos comienzan a interesarse autores como Gerardo Diego, que entra en contacto con Vicente Huidobro, impulsor del Creacionismo, y con los intelectuales franceses de los años 20 (Dadaísmo), con lo que traen las novedades a España.

            En 1916, Juan Ramón Jiménez publica Diario de un poeta recién casado, con el que se acerca a la poesía pura en verso libre y los poemas en prosa que hacía en Francia Paul Valèry. Juan Ramón Jiménez empieza a ser el maestro de una nueva generación de poetas que será la futura Generación del 27 (Guillén, Salinas, Lorca, Aleixandre, Gerardo Diego…). El 27 funde todas las tendencias anteriores: la tradición literaria de los siglos de oro, el modernismo, las vanguardias y la poesía pura. Esto constituiría el tercer núcleo de la poesía española hasta 1936. En torno a 1929 estos poetas abandonaron la estela del maestro y se fueron aproximando a otro movimiento de vanguardia, el Surrealismo (Lorca, harto de que su andalucismo no fuera entendido más allá de lo folclórico, viaja a Nueva York y se integra en este movimiento con la obra Poeta en Nueva York). De esta forma nace una escuela surrealista dentro del Grupo del 27.

            Miguel Hernández comienza a escribir muy joven por su afición a la lectura, especialmente de los clásicos y poetas como Darío o Vicente Medina. Cuando tiene unos dieciséis años conoce a Jorge Guillén, catedrático en la Universidad de Murcia, quien influirá en unas décimas que Hernández escribe imitando su Cántico. A través de él conoce a otros autores del 27. A raíz de una conferencia de García Lorca sobre Góngora, titulada “Imagen poética de Góngora”, Miguel Hernández lee el Polifemo y Soledades y empieza a escribir las octavas reales de Perito en lunas. En este libro están presente la poesía pura de Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Lorca y Góngora. De este toma, además de la estrofa anterior, la manera de utilizar las metáforas como símbolos. Desarrolla entonces su capacidad de crear un lenguaje poético nuevo, el suyo.

            En 1934 Miguel Hernández viaja a Madrid y conoce a los dos poetas que más le van a influir en su creación poética: Pablo Neruda, que lo acercará a una poesía más comprometida y cercana al pueblo, y Vicente Aleixandre, que le aportará la capacidad de crear un mundo irracional.

            A partir de 1935, con la muerte de Ramón Sijé, sufre un proceso acelerado de transformación que le llevará a escribir la Elegía a su amigo y que se publicará en El rayo que no cesa. Con este libro supera el gongorismo y se acerca a Lope y Quevedo, con algunos de los mejores sonetos de la poesía del siglo XX.

            En 1936 se incorpora al frente y se convierte en un poeta de guerra, combativo, con Viento del pueblo y El hombre acecha, que recupera nuevamente a Neruda.
            El Miguel Hernández más original es el último, el que se desprende de todo lo anterior y se convierte en el poeta popular que quiso ser al principio. Estando en la cárcel escribe Cancionero y Romancero de ausencias. No es un trovero, es un poeta popular con fortaleza lingüística, en el que siguen funcionando los símbolos. En definitiva, con el hermetismo que siempre lo ha caracterizado.
 

2 comentarios:

  1. Genial! Tu resumen es perfecto! Fluido y fácil de estudiar, recogiendo casi todos los aspectos importantes de la poesía española desde principios del siglo XX hasta la posguerra enfocados en Miguel Hernández. Me acabas de salvar la vida, lo necesitaba para un examen de literatura.

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    1. Me alegro mucho de que te haya servido. Gracias por tus valoraciones sobre la fluidez y facilidad de los apuntes. Ánimo para el examen.

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