La casa de
Bernarda Alba es un drama poético. Es la escenificación de una familia
extrema andaluza y no de la situación general de las mujeres en España. Es la
obra maestra del teatro lorquiano por ser la culminación de una técnica cada
vez más depurada y por ser la expresión más radical del tema central de su
teatro: el enfrentamiento entre el individuo y la sociedad.
Hablar de realismo es difícil después de conocer el
comentario que hizo el autor tras una lectura de su nueva obra: “¡Ni una gota de poesía! ¡Realismo!
¡Realidad!”. Frente a Bodas de
sangre y Yerma, la
obra no contiene ni elementos líricos ni trágicos. Entendido así, sería su obra
más “realista”, sin darle a este concepto un sentido literal.
Para que el drama sea poético no hace falta verso. El
mismo Lorca decía “El teatro es poesía
que se levanta del libro y se hace humana y, al hacerse, habla y grita, llora y
se desespera.[…] El teatro necesita
que los personajes lleven traje de poesía y que al mismo tiempo se les vean los
huesos y la sangre.” Esta es una descripción perfecta de la obra. El traje
de poesía es el negro de luto y no cabe duda de que se les ven los huesos y la
sangre a las mujeres de la casa. Además, hablan poéticamente, aunque no
utilicen el verso.
El lenguaje de Bernarda Alba es el lenguaje andaluz
llevado muchas veces a su esencia. El problema reside en el hecho de que el
andaluz no emplea un lenguaje realista. Es difícil imaginar una sociedad más
conscientemente estilizada en el habla que el pueblo andaluz. En refranes y
dichos populares, piropos y obscenidades, hasta en el lenguaje más cotidiano,
hay conciencia de estilo. Y en ello Lorca es un maestro. Este lenguaje andaluz
que usa el autor en La casa de
Bernarda Alba, cuando se usa con densidad dramática, no puede ser
realista, porque cada frase va cargada de sentidos dobles, de sugerencias
irónicas y de simbolismo.
En cada uno de los tres actos podemos encontrar un
comienzo realista y elementos cotidianos, pero el lenguaje poético va in crescendo (el lenguaje realista es
aquel que no tiene más que un plano donde las palabras no significan más de lo que
dicen; el poético tiene dobles o múltiples significados, que convierten las
palabras en símbolos).
Acto I
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La Poncia sale a escena comiendo pan y chorizo.
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La criada, limpiando el polvo.
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La mendiga, pide limosna.
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Suena el doblar de las campanas por la muerte de
alguien.
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Acto II
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Mujeres cosiendo.
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El hombre de los encajes
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El formalismo de la declaración amorosa.
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Acto III
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Mujeres cenando.
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Se va perdiendo realismo en beneficio del carácter
poético, que aumenta en el tercer acto: la noche estrellada, la persecución en
la semioscuridad entre Adela, Martirio y Mª Josefa, la plasticidad de la imagen
de la anciana con la oveja en sus manos.
Además, Lorca se sirve del verso en dos ocasiones: en la
canción de los segadores y en la canción de cuna que la anciana le canta a la
oveja en brazos y en la que se refiere al mar como libertad.
Lo cierto es que todo en la obra está contemplado desde
la dimensión poética:
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La exageración en la descripción de los
caracteres.
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La proliferación de metáforas e imágenes
en el habla de los personajes.
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La estructuración de la obra en un doble
plano: el real, representado, y el imaginado, no visible y simbólico.
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El dominio de la antítesis.
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