jueves, 3 de octubre de 2013

Realidad y poesía en La casa de Bernarda Alba




            La casa de Bernarda Alba es un drama poético. Es la escenificación de una familia extrema andaluza y no de la situación general de las mujeres en España. Es la obra maestra del teatro lorquiano por ser la culminación de una técnica cada vez más depurada y por ser la expresión más radical del tema central de su teatro: el enfrentamiento entre el individuo y la sociedad.
            Hablar de realismo es difícil después de conocer el comentario que hizo el autor tras una lectura de su nueva obra: “¡Ni una gota de poesía! ¡Realismo! ¡Realidad!”. Frente a Bodas de sangre y Yerma, la obra no contiene ni elementos líricos ni trágicos. Entendido así, sería su obra más “realista”, sin darle a este concepto un sentido literal.
            Para que el drama sea poético no hace falta verso. El mismo Lorca decía “El teatro es poesía que se levanta del libro y se hace humana y, al hacerse, habla y grita, llora y se desespera.[…] El teatro necesita que los personajes lleven traje de poesía y que al mismo tiempo se les vean los huesos y la sangre.” Esta es una descripción perfecta de la obra. El traje de poesía es el negro de luto y no cabe duda de que se les ven los huesos y la sangre a las mujeres de la casa. Además, hablan poéticamente, aunque no utilicen el verso.
            El lenguaje de Bernarda Alba es el lenguaje andaluz llevado muchas veces a su esencia. El problema reside en el hecho de que el andaluz no emplea un lenguaje realista. Es difícil imaginar una sociedad más conscientemente estilizada en el habla que el pueblo andaluz. En refranes y dichos populares, piropos y obscenidades, hasta en el lenguaje más cotidiano, hay conciencia de estilo. Y en ello Lorca es un maestro. Este lenguaje andaluz que usa el autor en La casa de Bernarda Alba, cuando se usa con densidad dramática, no puede ser realista, porque cada frase va cargada de sentidos dobles, de sugerencias irónicas y de simbolismo.
            En cada uno de los tres actos podemos encontrar un comienzo realista y elementos cotidianos, pero el lenguaje poético va in crescendo (el lenguaje realista es aquel que no tiene más que un plano donde las palabras no significan más de lo que dicen; el poético tiene dobles o múltiples significados, que convierten las palabras en símbolos).

Acto I
-          La Poncia sale a escena comiendo pan y chorizo.
-          La criada, limpiando el polvo.
-          La mendiga, pide limosna.
-          Suena el doblar de las campanas por la muerte de alguien.
Acto II
-          Mujeres cosiendo.
-          El hombre de los encajes
-          El formalismo de la declaración amorosa.
Acto III
-          Mujeres cenando.

           
            Se va perdiendo realismo en beneficio del carácter poético, que aumenta en el tercer acto: la noche estrellada, la persecución en la semioscuridad entre Adela, Martirio y Mª Josefa, la plasticidad de la imagen de la anciana con la oveja en sus manos.
            Además, Lorca se sirve del verso en dos ocasiones: en la canción de los segadores y en la canción de cuna que la anciana le canta a la oveja en brazos y en la que se refiere al mar como libertad.
            Lo cierto es que todo en la obra está contemplado desde la dimensión poética:
-          La exageración en la descripción de los caracteres.
-          La proliferación de metáforas e imágenes en el habla de los personajes.
-          La estructuración de la obra en un doble plano: el real, representado, y el imaginado, no visible y simbólico.

-          El dominio de la antítesis.

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