El tema central de La
casa de Bernarda Alba es el sometimiento del instinto natural femenino
a las rígidas normas de la moral y las conveniencias dentro de una sociedad
que, en materia sexual, niega a las mujeres lo que le permite a los hombres.
Esta represión tiene consecuencias trágicas. Para Lorca, la frustración del
deseo solo encuentra solución con la muerte. Este es el gran fracaso del
hombre, pero al mismo tiempo, la única forma de liberación digna ante una
opresión brutal y absurda.
Bernarda es la autoridad y el elemento que impide la
realización personal de sus hijas. Es una madre inflexible, de corazón
endurecido, que pretende mantener a raya las pasiones y deseos de sus hijas. Lo
impositivo y letal se opone a lo afectivo y vital. Junto a ello, la presión del
ambiente, el miedo al qué dirán. Lorca muestra en esta obra las tres reacciones
frente al medio opresor: la integración de Bernarda, la lucha hasta la muerte
de Adela y la locura de Mª Josefa.
Lorca concibe una obra en la que la mera anécdota
trasciende y se transforma en un tema universalmente humano: la lucha entre la
ley individual anárquica, manifestada sobre todo en la sexualidad de Adela, y
la ley social, la necesidad autoritaria de Bernarda que reprime esta individualidad.
Esa represión que Bernarda impone para preservar a sus hijas de las
habladurías, las condena a permanecer encerradas en una casa que se convierte
en la cárcel de la juventud y de los deseos.
Bernarda es un ser malévolo en su manera de emplear la
autoridad. Es el personaje de esa autoridad y de la ley social, que se opone a
Adela, que representa la individualidad y la ley natural. Adela representa la
única posibilidad de amor que vemos en la obra. La rebeldía de Adela es el
emblema de un anhelo de libertad que Bernarda ha pretendido destruir desde el
principio. Bernarda es tiránica y ciega a las consecuencias, pero siempre dentro
de los límites sociales. Representa a la perfección la moral gazmoña y
retrasada de un pueblo hipócrita. Adela, en cambio, rompe con su rebelión las
normas establecidas y lo hace conscientemente: “Yo no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el
sabor de su boca. Seré lo que él quiere que sea. Todo el pueblo contra mí,
quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son
decentes”.
Bernarda y Adela representan los extremos, pero no son
las únicas que entran en la lucha. Angustias sujeta a Adela diciendo: “De aquí no sales con tu cuerpo en triunfo
¡Ladrona! ¡Deshonra de nuestra casa!” y Martirio después de su comentario
fatal para Adela comenta: “Dichosa ella
mil veces que lo pudo tener”. Su autoritarismo se ha transformado ahora en
libertad al sentir celos.
Bernarda es, en su tiránica ceguera, la más patética de
todas, pero ninguna escapa a la hipocresía trágicamente absurda. Todas tienen
la culpa de la ruina de esta casa, desde la lengua odiosa de la Poncia hasta
las irónicas expresiones de la locura de la abuela.
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