viernes, 31 de enero de 2014

Las vanguardias literarias




            A la primera guerra mundial le suceden los “felices años 20”, en los que domina aparentemente la despreocupación y la alegría de vivir.
            Históricamente los años 20 son una etapa de entreguerras que prepara el choque de los fascismos y los frentes populares, lo cual llevará a la segunda guerra mundial.
            Se podría considerar que esa “alegría vital” de esos años es una manifestación de la desorientación e inseguridad que sigue a la experiencia de la guerra.
            El término “vanguardia”, de origen militar, y los movimientos que se acogen bajo este rótulo, se caracterizan por querer romper con el arte anterior. Son la avanzada estética.
            Hay múltiples variantes (cubismo, futurismo, ultraísmo, dadaísmo…). Su estética no es uniforme y no tuvieron la misma acogida. Pero además se pueden diferenciar movimientos que aparecieron de manera programática  de otros que nacieron sin un manifiesto previo. Los segundos normalmente eran fruto de la descomposición de tendencias anteriores.
            Los primeros movimientos de vanguardia son una exaltación de la ciudad y de lo mecánico.
            A estos movimientos les atrae el hombre interior y subconsciente, enmarañado y complejo, que había descubierto el psicoanálisis.
            En cierta manera, las vanguardias se adscriben a la revolución estética de Baudelaire, que rechazó “lo bello” como objetivo general del arte. El arte moderno olvida las formas atractivas, los tonos agradables de la novela romántica y costumbrista. Destruye el sentimiento y las imágenes coherentes en la poesía.
            El experimentalismo del siglo XX lucha contra los medios expresivos convencionales.
            El principal historiador de esta literatura, Guillermo de la Torre, elaboró una lista de “ismos” tradicionales (futurismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo, imaginismo, ultraísmo, personalismo, existencialismo, letrismo, concretismo, neorrealismo, iracundismo, frenetismo y objetivismo).

FUTURISMO

            Cronológicamente, es el primer movimiento vanguardista coherente, aunque en sus comienzos coincide  con el cubismo francés y el expresionismo alemán.
            Su afán máximo fue el antihistoricismo y el querer mostrarse con un carácter de espectacularidad.
            Hablar de Futurismo es hablar de Marinetti y de programa, más que de obra. Enamorado de la modernidad (definió el espíritu del futurismo como “modernolatría”),  se desarraigó de lo pretérito con una expectación volcada en lo inmediato. Atacó las bibliotecas y los museos por ser instituciones que fosilizaban la producción pictórica y literaria.
            El primer manifiesto del futurismo fue publicado en Le Fígaro, en París, el 22 de febrero de 1909: “queremos cantar el amor del peligro, el hábito de la energía y la temeridad”. Entre sus consignas figuraron las expresiones “palabras en libertad” y las frases “vivir peligrosamente” y “matemos el claro de luna”.
            Algunos de los elementos de la poesía futurista fueron el valor, la audacia y la revolución.
            En Milán, en 1912, aparece el Manifiesto técnico de la literatura futurista. En él se afirmaba que era menester destruir la sintaxis, la abolición del adjetivo para que el sustantivo guardase su color esencial, que no hubiera más puntuación… Fomentaban una escritura que admitía todos los signos ortográficos y tipográficos, incluyendo fórmulas químicas y matemáticas.
            Los poemas de Marinetti eran sucesiones fragmentarias y caóticas de sustantivos y verbos en infinitivo sin conexión lógica ni rítmica.
            El concepto sobre el teatro es que debía ser sintético, rapidísimo, expresado por medio de la simultaneidad con escenarios que presentaban acontecimientos ubicuos y decorados de orientación abstracta y cubista. En pocos minutos y en pocas y condensadas palabras y gestos, debían darse multitud de ideas y símbolos (lo cual está de acuerdo con el mito de la velocidad).
            El movimiento se disolvió hacia 1920, aunque tuvo gran influencia en Italia. Popularizó el poema fragmentario en verso libre y el teatro “de lo grotesco”.

CUBOFUTURISMO

            Este movimiento proliferó en Rusia a partir de la aparición del futurismo, del que se diferenció por el cuidado científico con el que sus principales representantes (Maiakovsky y Pasternak) elaboraban los poemas.
            La poética de estos autores trataba el poema como una urdimbre de intuiciones y propuestas que jugaba con la imagen gráfica de la página rasgada por versos, escalonados, con el fin de producir ciertas impresiones en el ánimo de los lectores.
            Utilizaron los ritmos y rimas internos, las paronomasias y los juegos de palabras.

EXPRESIONISMO

            Es un movimiento de vanguardia germánico. Probablemente fue el movimiento más serio y riguroso de la historia del experimentalismo de vanguardia.
            Cristalizó en grupos que fundaban revistas como Der Sturm y Die Aktion de Berlín y que vertebraban tertulias y cabarets artístico-literarios. Allí se recitaba poesía y prosa, se interpretaban pantomimas y se cantaban canciones ligeras.
            La génesis del movimiento se produce en 1905 y alcanza especial auge en 1914, planteando un enfrentamiento abierto con el medio, para declinar hacia 1927.
            Los principales artistas expresionistas fueron Karl Kraus, Kandinsky y Paul Klee.
            El expresionismo poético se caracteriza por el odio a la guerra, por tener una intención pacifista, que se apoya en brillantes metáforas.
            En lo que se refiere a la novela y al teatro, aparece el tema de la falta de entendimiento entre dos generaciones y la rebelión de los hijos contra los padres. Algunos títulos de esta corriente son El hijo, Parricidio, El asesino no es el culpable, sino la víctima,… Entre los autores destacan Kaiser, Toller, Werfel y Bertolt Brecht.
            Por otra parte, la maquinaria teatral del expresionismo se basaba en escenarios giratorios, claroscuros, objetos distorsionados, varios niveles donde se representaban escenas simultáneas, histeria, personajes perversos y diabólicos. Pasó directamente al cine alemán, donde dio frutos como El Golem y El gabinete del Dr. Caligari.
            Los expresionistas barajaron conceptos abstractos como la Idea, el Hombre y la Naturaleza, la Acción y el Espíritu, la Humanidad y la Vida, el Bien y el Mal, la Culpa y la Muerte, la Inocencia y la Destrucción Apocalíptica, la Masa y el Individuo, lo Masculino y lo Femenino, las Máquinas y el Desdoblamiento de la personalidad, casi siempre en dualidades y pares antitéticos cuyo objetivo principal era desentrañar las contradicciones inherentes a valores burgueses, como el nacionalismo, el militarismo y el realismo artístico.

CUBISMO

            El cubismo literario es un cierto espíritu manifiesto en algunos escritores franceses al mismo tiempo que se daba el cubismo pictórico.
            El nombre de este movimiento parte de un comentario de Matisse sobre una exposición de Braque, al hablar de “caprichos cúbicos” a propósito de ciertas representaciones de tejados y árboles en perspectiva planista.
            La mitad derecha de Las señoritas de Aviñón de Picasso (1907) se considera punto de arranque del cubismo.
            Literariamente, el cubismo (1917-1920) es resultado de una estrecha camaradería entre pintores y poetas, con mutuas influencias. El cubismo literario se basa en la reestructuración de la realidad mediante el bidimensionalismo y la simultaneidad de visión. Otros rasgos son la supresión de lo descriptivo y anecdótico y el predominio de lo intelectual sobre lo sensorial.
            Los Poemas conversación de Apollinaire son lo más representativo en el movimiento con mezcla de recuerdos, percepciones inmediatas, diálogos fragmentados oídos por la calle, titulares de periódicos, todo en el mismo plano.
            Es característica de los poemas cubistas la mera sucesión de anotaciones, estados de ánimo sin conexión, en una técnica discontinua y donde el tiempo juega sus tres posibilidades.
            Los máximos representantes del cubismo son Louis Aragon, Eluard, Max Jacob y sobre todo Apollinaire, con dos obras: Alcools (1913) y Caligrammes (1918), con la técnica de representación visual que suponen los poemas dibujados.

DADAÍSMO

            El primer manifiesto de este movimiento es del 14 de julio de 1916 y se debe a Tristan Tzara: “Dadá… cuatro letras… ¿qué significan? Dadá no significa nada”.
            Dadá nació en 1916 en el cabaret Voltaire de Zurich, fruto de un deseo de independencia, de desconfianza. Su meta es la ruptura con lo precedente. Tiene una motivación histórico-social, producto de una nube de derrotismo y de ineficacia política.
            Es el antiespectáculo, que provoca y deshace moldes estéticos y literarios superados. Abogaba por la supresión de las relaciones convencionales entre el pensamiento y la expresión. Quería destruir lo que obstaculizara la libertad absoluta.
            El movimiento dura hasta 1921 y contribuyó en París a la aparición del surrealismo. La época de máximo apogeo dadaísta es hacia 1920.
            Los mismos seguidores del movimiento representaron sus propias obras, que eran una provocación al espectador, por vía del humor y del absurdo. Era un humor corrosivo y una ironía violenta. Algunos de los títulos (El paso de la achicoria rizada, El canario mudo o El ventrílocuo desacordado) fueron recibidos por el público con una lluvia de hortalizas.
            En poesía destaca la receta de Tzara para hacer un poema dadaísta: “Tomad un diario y unas tijeras. Cortad un trozo de artículo que tenga la expresión prevista para vuestro poema. Recortad cada una de las palabras y metedlas en una bolsa. Removedlas suavemente. Extraed después cada una de las palabras al azar. Copiadlas concienzudamente… Y heos aquí un escritor infinitamente original y de una sensibilidad encantadora, aunque incomprendido por el vulgo”.

SURREALISMO

            Emparentado con el dadaísmo, ofrece perspectivas distintas y se afana más por explorar y sacar a la superficie algo oculto (el inconsciente y el mundo de los sueños) que por sembrar el absurdo estético y vital tras romper con todo.
            En el surrealismo hay un rigor y una intransigencia estética notables.
            En el primer manifiesto (1924), de Breton, se elogian “los descubrimientos de Freud, gracias a los cuales el explorador humano podrá ir más lejos en sus búsquedas, autorizado ya a no consolidar únicamente las realidades sumarias”.
            Breton define el surrealismo como “automatismo psíquico, mediante el cual se pretende expresar, sea verbalmente, por escrito o de otra manera, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento con ausencia de toda vigilancia ejercida por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”.
            Todo ello abocaría en una libertad de pensamiento y de expresión que culminó en una riqueza de imágenes y metáforas insólita y extraordinaria. Se propuso sobrepasar las limitaciones de la realidad, aportar a la literatura un material nuevo (la ensoñación, los sueños, la asociación automática). El escritor surrealista dejaba que sus obras se organizaran al margen de la lógica para que sus “normas” tradujeran la dinámica del inconsciente.
            Utilizaron la llamada escritura automática y realizaron experimentos psicoanalíticos.
            Hay una relación con el romanticismo en lo que se refiere al culto al yo, la importancia de la intimidad, la potenciación del espíritu y la tendencia al suicidio. Romanticismo y surrealismo tuvieron en común la preferencia por lo diverso frente a lo uniforme, por lo asociativo frente a lo lógico. Desconfiaban de lo racional y deseaban “asombrar al burgués”.
            El surrealismo triunfó sobre todo en poesía, con Breton, Eluard y Aragon. En el cine, destacó Luis Buñuel. Y en pintura, encontramos figuras como Chirico, Dalí y Max Ernst.
            El movimiento alcanzó hasta la guerra, en 1939, aunque continuaron las actividades en un segundo período, hasta 1959.

EXISTENCIALISMO

            Es una corriente más filosófica que literaria. Alcanzó sus grandes manifestaciones a través de la literatura, la cual ganó en intelectualidad. Entre sus antecedentes se encuentran Unamuno y Kierkegaard.
            Las grandes figuras del existencialismo fueron Sartre y Simone de Beauvoir. El primero plantea la angustia de la existencia en la novela La Náusea. En piezas teatrales encontramos una particular recreación de la clásica Orestiada titulada Las moscas, y A puerta cerrada, en la que la eternidad y el infierno aparecen simbolizados en una habitación incomunicada.
            De Simone de Beauvoir son El segundo sexo y Los mandarines.
            Por otra parte hay que recordar que Camus, independiente de esta tendencia, es ejemplo de existencialismo en el modo de plantear sus temas, como la antigua metafísica  de Calígula, y el absurdo de una situación en El malentendido y en la novela El extranjero.
            Lo más importante del existencialismo en literatura fue la aportación del compromiso literario, una cuestión tratada en ¿Qué es Literatura? De Sartre.

IMAGINISMO

            Este movimiento floreció en Gran Bretaña y Estados Unidos entre 1910 y 1917. Fue un movimiento de poetas que se oponían a los cánones heredados del romanticismo. Se expresó por medio de antologías poéticas de diversos autores que tenían en común su forma de elaborar las imágenes literarias.
            La primera antología, Des imagistes (1914) fue obra del norteamericano Ezra Pound. En ella participaron once poetas. En 1913, en Poetry, el mismo Pound había expuesto el ideario del movimiento.
            La poesía imaginista se reconocía por consistir en versos cortos, de música concisa, que evitaba las abstracciones y conjugaba imágenes objetuales descritas con gran claridad. En los orígenes de este movimiento  influyó el descubrimiento de la poesía japonesa.

ULTRAÍSMO

            Fue un movimiento estrictamente español que se fundó en 1919 con un manifiesto titulado Ultra, que firmó un grupo de literatos del momento, de los cuales el más célebre era el crítico Guillermo de la Torre. Luego se unieron al movimiento otros autores como Jorge Luis Borges y Gerardo Diego. Pedían la renovación de la literatura española y admitían todas las tendencias sin excepción, con tal de que expresaran un anhelo nuevo.
            Los ultraístas iban contra la rutina, la retórica hueca y el sentimentalismo en que habían degenerado las tendencias modernistas y neorrománticas. Querían acabar con el modernismo.
            Cultivaban la metáfora atrevida, prescindiendo arbitrariamente de la lógica expresiva. Preferían los temas y motivos de la vida moderna. Utilizaron el verso libre y prescindían de algunos signos de puntuación. La disposición tipográfica de la página era aprovechada como un suplemento expresivo.
            1925 es la fecha de disolución del movimiento.

CREACIONISMO

            Fue un invento personal del poeta chileno Vicente Huidobro, que vivió en París durante la primera guerra mundial y que en 1918 se trasladó a Madrid, donde introdujo las últimas ideas francesas.
            Alguno de sus libros de poemas, por su tipografía y organización formal, estaban vinculados con el dadaísmo, aunque temáticamente pertenecían al simbolismo.
            En Madrid publicó un breve libro de poemas, que incluía Arte poética, un poema en que se repetía sin cesar el término “crear”, “creación” y palabras derivadas de estas.
            El creacionismo consistía en elaborar imágenes que sugerían germinación y nacimiento.
            En 1921, Huidobro publicó un escrito justificando su movimiento personal e intransferible, En él dividía la historia del arte en tres etapas: la del arte inferior al medio de expresión (fase reproductiva), la del arte equilibrado con el medio de expresión (fase de adaptación) y la del arte superior al medio de expresión (fase creativa o creacionista).

LETRISMO

            Este movimiento surgió en Francia cuando empezaba a ponerse de moda el existencialismo.
            Entre 1945 y 1948 ya solo quedan las letras para jugar a novedad con ellas. Isidore Isou y Sarane Alexandrian comienzan la tendencia letrista, la cual suscitó burlas del público y contó con escaso radio de acción.
            En 1946 se publicó el único número de una revista con el llamativo título de La dictadura letrista.
            El letrismo pretendía una poesía universal, una pura alineación de letras. No hay nada que comunicar y quizás solo se logre algún juego de sonidos agradable.
            Se descomponían las palabras, se reducían a sílabas y letras y se acumulaban sobre la página en blanco.
            Algunas de las consignas de este movimiento fueron “la poesía no tiene nada que ver con la literatura” y “la poesía letrista  es la poesía atómica de nuestro siglo”.

IRACUNDISMO

            En este movimiento inglés y americano destacan Osborne y Colin Wilson.
            El iracundismo es una réplica rebelde y disconforme a las formas consagradas y a la sociedad.

NEORREALISMO

            Este movimiento nació al amparo del cine de De Sica y Rosellini y ofrece una imagen de lo cotidiano, lo vulgar, de la vida en las bajas esferas sociales del mundo obrero y humilde.
            Los representantes más destacados del neorrealismo fueron Cesare Pavese y Alberto Moravia.

OBJETALISMO

            El objetalismo francés surgió en los años 50 con las teorías estructuralistas y se manifiesta exclusivamente en la novela. Es el movimiento del nouveau roman. Se vuelve la mirada a objetos, a cosas concretas, a lo tangible. Lo exterior se abre paso. La nueva novela es un cúmulo de descripciones, una serie de monólogos pronunciados por iniciales, de dudosa coherencia. Se proponía describir con absoluta objetividad los movimientos de los personajes alrededor de objetos tan significativos como ellos en el seno de la narración.
            Entre los autores del objetalismo encontramos a Natalie Sarraute, Robbe-Grillet y Michel Buttor.
            En 1963 Robbe-Grillet publicó un libro de ensayos que se titulaba Pour un nouveau roman, lo que dio nombre al movimiento. Pero este no se ciñó a una poética uniforme, sino que cada autor ensayó fórmulas y teorías propias.

            Michel Buttor conjugó el cambio de persona narrativa. En otros autores el lector no sabe en ningún momento quién narra la historia.

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