sábado, 15 de octubre de 2016

El concepto de poesía en Antonio Machado. Técnica y estilo



            Antonio Machado define la poesía como “la palabra esencial en el tiempo”. Esencialidad y temporalidad son dos imperativos en cierto modo contradictorios. Por un lado se trata de ahondar en la esencia de las cosas (del hombre, del mundo,…) y por otro de captar su fluir temporal. El pensamiento lógico capta lo esencial, lo general, y la intuición su fluir temporal, lo individual, lo concreto (vemos en su poesía ejemplos de esencialidad, que expresa por medio del estilo nominal: frases en las que hay ausencia de verbos).
            Más tarde Machado añadirá a estas ideas algún matiz particular y dirá que la poesía es “el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo”. Esto enlaza con el deseo de Machado de que el hombre y el poeta estén comprometidos con su tiempo.
            En el prólogo de sus Poesías completas dice Machado: “Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu… lo que dice el alma si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto con el mundo.” (No obstante se sigue advirtiendo el empleo del símbolo y determinados rasgos modernistas).
            En efecto, en la poesía de Machado aparece una rica gama de sentimientos, como la melancolía, la tristeza, la emoción, la pasión, el deseo o la rabia. Para Machado la poesía es un sentir hondo, una intuición viva que surge al contacto con el mundo… y hay que expresarla con claridad para que su voz alcance a todos.
            La técnica y el estilo de Antonio Machado varían según el carácter de la obra. En Soledades predomina el elemento estético. En Campos de Castilla los elementos estéticos que utiliza se adecuan al tono reflexivo y crítico y su lenguaje se hace más directo y menos ornamental. En Nuevas canciones, su tercera etapa, el elemento poético se condensa y el poeta desarrolla una poesía sentenciosa, filosófica y epigramática.
            En Campos de Castilla la sobriedad, la sinceridad, la sencillez y el realismo son las notas que caracterizan la poesía. Pero a veces, a pesar del lenguaje claro y sencillo, hay “hondas realidades del espíritu” que no pueden expresarse en un lenguaje corriente, de modo que el poeta acude a los símbolos.
            Machado piensa que por el símbolo se cargan de trascendencia las cosas más elementales, lo que de otra manera sería puro realismo.
            Los símbolos más importantes en la poesía de Antonio machado son los siguientes:
-         La tarde: siendo como es “tiempo”, diríamos que es “lugar”, el lugar donde se cita la conjunción del tiempo. En relación con la tarde están los ocasos, la puesta de sol con su idea de paso del tiempo, de decadencia, de premonición de muerte. La noche es un fenómeno asociado al abismo del tiempo, abocado a la muerte o a la trascendencia. En sentido contrario debemos entender la mañana, la parte del día con connotaciones de futuro y esperanza. La luna y el sol se oponen paralelamente a la noche y la mañana. La tarde sintetiza todos estos parámetros como conjunción del tiempo.
-         Las estaciones: normalmente los poemas machadianos se ubican en una estación. Las estaciones contienen la concepción dinámica de la existencia y cíclica del tiempo. Hay una estación de vida y esperanza (la primavera) y otra de muerte (el invierno). El estío representa una estación agobiante y dura (como las condiciones de la existencia) pero abierta a la esperanza, a la vida futura (la primavera) tras la decadencia del otoño y la muerte (el invierno). El otoño tiene una connotación paralela a la del ocaso: decadencia, paso del tiempo, proximidad de la muerte (invierno o noche).
-         El agua: volvemos a la concepción dinámica y esencial de la existencia, a los ríos de Heráclito, el Eclesiastés y Manrique. En Machado encontramos el Duero, el Guadalquivir y las fuentes. El agua corriente es dinamismo, vida, esperanza y ello en oposición al agua estancada (la laguna negra) o congelada (la nieve del invierno), que connotan muerte y desesperanza. A veces el agua adopta la forma de lluvia, en íntima conexión con la idea de fertilidad y riqueza, y de vida futura (suele ir asociada a la figura del sembrador).
-         El mar es el agua “inmensa y profunda”. Representa la muerte y la eternidad que Machado busca tras la muerte. El marinero es el hombre que se interna, que navega, que camina en el mar de la muerte y busca a Dios en la eternidad y la trascendencia.
-         El camino: siguiendo un tópico medieval (el hombre como romero por la romería de la vida) que se constata en Berceo, el camino y todas sus variantes (carretera, sendero o ruta), con su dimensión dinámica, es otro de los símbolos de la vida y de la existencia. Es un símbolo del vivir del hombre a lo largo del tiempo y de su búsqueda. Por él transcurre el hombre bajo el símbolo del caminante o viajero. Se establece un paralelismo entre el caminante y el marinero. El primero transita los caminos (la existencia, la vida), el segundo se aventura en el mar (la muerte, la existencia trascendente, Dios, la eternidad).
-         Los árboles: en el poema de Las encinas Machado desvela las significaciones connotativas que portan los árboles y en las que podemos distinguir tres. La encina simboliza la esencia de Castilla, sobre todo en tiempo presente. El roble representa la fuerza, el vigor de Castilla, y se refiere especialmente a la tradición y al pasado. El álamo es el árbol de la vida (suele ubicarse en los lados del camino o del río), de la esperanza (pintado de dorado o verde) y del amor. Alude también al paso del tiempo.
-         Las flores y la hierba aportan una nota de color y de alegría en el paisaje. Connotan por tanto esperanza, regeneración, el resurgir de la vida en consonancia con el ciclo del tiempo.
-         El hacha y la hoz son portadoras de una significación negativa de muerte y destrucción.
-         El aire acostumbra a representar un soplo de lo espiritual, de lo trascendental. Que actúa sobre la materia terrenal confiriéndole vitalidad y eternidad. Mueve las hojas de los álamos y eleva o espiritualiza el polvo de los caminos elevándolo hacia el cielo. En él se intuye la parte espiritual, lo trascendente de la existencia.
-         El fuego es otro símbolo positivo de fuerza, vigor y riqueza. Es la energía latente de los fundamentos esenciales de Castilla o de la vida. Aparece en los hogares castellanos o bien en el ocaso, contrarrestando la idea de pobreza, decadencia o desesperanza.
-         El sueño: por medio de esta dimensión virtual, irracional o irreal, Machado intuye dentro de la realidad inmanente la esperanza de la trascendencia. En el sueño se reúnen los deseos imposibles, el reencuentro con Leonor, la confirmación de la eternidad o el contacto con Dios.
-         La abeja es símbolo de riqueza y de ilusión (está relacionado con el sueño) que espera lo difícil o lo imposible.
-         El sembrador es una figura que, con las connotaciones sociales (simpatía ideológica de Machado por las clases populares) comporta otras filosóficas. En las duras condiciones de la existencia (simbolizadas en la pobreza y en el trabajo) se “siembra” potencialmente la “semilla” de la “riqueza” futura (es decir, la esperanza de una vida tras la vida-trascendencia conforme al dinamismo cíclico de Machado).
            Por otra parte habría que señalar algunas formas y palabras tal como aparecen en la obra de Machado:
-         La metáfora es una especie de rodeo por el que evitamos el nombre directo de las cosas. Por ejemplo, Antonio Machado llama a la luna Panal de luz/ que labran blancas abejas: las estrellas. Aunque nuestro poeta utiliza este recurso parcamente, solo cuando carece del nombre apropiado para expresar una intuición y no como elemento ornamental. Las metáforas que construye subrayan lo individual del objeto, no lo genérico. Así con las metáforas identifica los ríos de España. El Duero es “una curva de ballesta en torno a Soria”. Del Guadalquivir a su paso por Baeza dijo que “como un alfanje roto/ y disperso, reluce y espejea”. Del Ebro, despeñado de monte a mar dijo que era “la rúbrica de España”. Cuando halla las metáforas precisas, Machado las repite, introduciendo a veces pequeñas variantes.
-         Los adjetivos, muy abundantes en Machado, son individualizadotes, subrayan la nota distintiva del objeto. Rara vez son definidores, porque con los primeros el poeta subjetiva el paisaje, lo convierte en paisaje del alma, como ocurre en “frutos risueños”, “limoneros lánguidos” o “tierra amarga”. De las tierras de Castilla dice que son “tan tristes que tienen alma”. A veces para que estas visiones temporales no queden sueltas, las enmarca con imágenes genéricas, sobre todo en Campos de Castilla, donde hay “rebaños trashumantes”, “pardas encinas”, “lentos bueyes”, “espesos bosques” y “cigarras cantoras”. Hay que tener en cuenta aquí la importantísima dimensión simbólica de la adjetivación y de algunos complementos nominales. Los adjetivos precisan la connotación simbólica de los sustantivos. Una tarde “dorada, azul, de fuego” no es lo mismo que una tarde “gris, mustia, parda”. Los colores azules, verdes dorados, verdes, rojos… serán colores vivos con una connotación positiva. Los grises, cenicientos, pardos, plateados o plomizos representarán una connotación “neutra”, de sobriedad, pobreza, humildad, vinculada especialmente a la esencia de Castilla o de la existencia. Los colores violeta, cárdeno, tornasol o rosado implicarán nostalgia y melancolía. Los colores oscuros, el negro, serán negativos. A veces con la técnica del claroscuro, del blanco/negro, Machado combinará simultáneamente las ideas de pobreza/riqueza, desilusión/esperanza o muerte/vida.
-         Los demostrativos son muy útiles para Machado, ya que individualizan los objetos. Así, cuando el poeta dice “esta luz de Sevilla” o “el olmo aquel del Duero” se refiere a la luz que vivió en un momento de su vida o a ese olmo determinado que dio lugar a todo un poema. Son visiones temporales.
-         El verbo lo usa con mucha frecuencia por ser la parte de la oración que mejor expresa el tiempo. Entre los tiempos verbales prefiere el imperfecto de indicativo, cuyas terminaciones –ía y –aba usa como rima en muchos romances.
-         Los adverbios son también elementos muy adecuados para dar temporalidad al verso. Por los adverbios sitúa las cosas en el tiempo o señala las transformaciones sufridas por estas en el transcurso del tiempo. Los adverbios ayer/hoy marcan ese ritmo pendular del pasado al presente y a la inversa. Pero no solo le sirve para contrastar el ayer con el hoy, sino también para señalar la presencia del pasado con el presente como un todavía que se proyecta en el futuro (“hoy es siempre todavía”, fundiendo el pasado con el presente y proyectándolo en el futuro). El adverbio “ya” es seguramente el más empleado, porque le sirve para expresar un pasado que lentamente se hace presente, o para manifestar la realización inmediata de un acontecimiento.
-         Machado define la rima como “el encuentro de un sonido con el recuerdo de otro”, lo que produce una emoción temporal. Las palabras rimadas deben espaciarse con inteligencia, ya que si están muy cerca resulta una rima pesada por lo insistente, y si están muy lejos el recuerdo se ha extinguido cuando la sensación se repite y entonces la rima es un artificio superfluo. Machado prefiere la rima asonante a la consonante, hasta le punto de que la asonancia es una de las características más sobresalientes de su poesía.
-         En cuanto a las estrofas, además de todas las combinaciones libres, Machado usó todas las tradicionales (seguidillas, soleares, coplas y, sobre todo, el romance). Sobre todo utilizará para el romance los versos octosílabos, pero también usará endecasílabos (romance heroico), heptasílabos (romance endecha), hexasílabos (romancillo) e incluso alejandrinos. El romance, por su asonancia alterna, era para Machado un fiel reflejo de lo temporal, pero tenía dos peligros: la monotonía debida a su uniformidad y el exceso, debido a su número ilimitado de versos. El primer defecto lo supera usando el encabalgamiento y el pie quebrado, el segundo haciendo romances muy cortos, exceptuando el romance de Alvargonzález. La estrofa más usada por Machado es la silva romanceada o silva romance, que es para el poeta una combinación caprichosa e ilimitada de versos de 7 y 11 sílabas con rima asonante única en los versos pares. Consideró la silva romance como una estrofa perfecta, ya que participaba de la alternancia del romance (rima balanceada) y no se hace monótona al oscilar entre la brevedad equilibrada del heptasílabo y la elegancia contenida del endecasílabo.

-         En el vocabulario que corresponde a realidades físicas de Castilla, referentes al relieve, la fauna y flora y la vida rural, podemos destacar las palabras cargadas de sabor tradicional y terruñero (cambrones, por ejemplo) y que gustaban tanto a otros autores como Unamuno o Azorín.

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