La lírica renacentista en el
siglo XVI se desarrolla en torno a dos grandes períodos:
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La poesía del primer
Renacimiento, durante el reinado de Carlos I (1516-1556), cuyo principal
representante es Garcilaso de la Vega.
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La poesía del segundo
Renacimiento, que coincide con el reinado de Felipe II (1556-1598), en la
que destaca Fray Luis de León.
La
poesía renacentista tiene fuentes diversas: la literatura popular, los clásicos
(como Virgilio, Horacio o Séneca), la biblia o la literatura italiana.
En
la poesía española del siglo XVI se desarrollaron varias corrientes:
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Lírica culta en
versos castellanos: poesía cortesana, leal a la tradición castellana, en la
que se cultivaba el octosílabo.
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Lírica
tradicional y romancero: todos los poetas cultivaron la canción
tradicional, con composiciones escritas generalmente en coplas reales, coplas
castellanas y coplas de pie quebrado, y cuyo tema central era el amor cortés.
Los romances se difundieron y recopilaron igualmente.
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Poesía
italianista: en el siglo XVI, el petrarquismo se difundió rápidamente por
toda Europa. En España los metros italianos fueron introducidos por Juan Boscán tras una entrevista con Andrea Navagero, el embajador de Venecia.
Boscán pidió consejo a su amigo Garcilaso de la Vega, que fue el que realizó
plenamente la revolución poética. A las obras de ambos amigos debemos la
introducción del soneto, la canción petrarquista, el terceto encadenado, la
octava real y la lira. Esta última debe su nombre en castellano precisamente a
la obra de Garcilaso, que fue quien la empleó por primera vez en nuestro idioma
en la Oda a la flor de Gnido. Petrarca había creado una poesía en la
que la naturaleza y lo bucólico constituían un marco idealizado para expresar
el sentimiento amoroso o el gusto por la mitología. El verso utilizado fue el
endecasílabo, que se convirtió en el más adecuado (junto al heptasílabo) para
los géneros clásicos que se reintrodujeron: la epístola, la égloga, la elegía y
la oda.
POESÍA DEL PRIMER RENACIMIENTO:
GARCILASO DE LA VEGA
Nació
en Toledo en 1501 en una familia noble. Entró al servicio de Carlos I en 1520.
En 1525 se caso con doña Elena de Zúñiga, aunque poco tiempo después conoció a
Isabel de Freyre, que fue la inspiradora de sus versos. En 1531 fue confinado
en una isla del Danubio y, poco después, desterrado a Nápoles, donde completó
su formación humanística y escribió sus poemas más importantes. Murió en 1536.
La
obra de Garcilaso fue breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco
canciones, treinta y ocho sonetos, además de ocho canciones de tipo tradicional
y dos composiciones de estilo latino.
En
la evolución poética de Garcilaso podemos hablar de tres etapas:
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La influencia de
la lírica hispánica, que permiten enlazar su obra con la poesía de los
cancioneros.
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La asimilación
del petrarquismo. De Petrarca tomó Garcilaso metros, estrofas, temas e
imágenes. Durante su estancia en Nápoles, Garcilaso conoció la influencia de
los clásicos, como Virgilio y Horacio.
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La plenitud.
A raíz de la muerte de Isabel de Freyre, Garcilaso compuso poemas de gran
belleza, en la que se percibe una total asimilación del clasicismo.
En
los sonetos y canciones Garcilaso combina el estilo petrarquista con la
retórica amorosa y los tópicos de los Cancioneros. En las elegías es donde
queda manifiesto el influjo de los clásicos.
Las
obras más importantes de este autor son las églogas, composiciones poéticas de
tono bucólico en las que dos pastores dialogan acerca de temas amorosos.
Garcilaso compuso tres églogas:
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La Égloga I
es la más conocida. Está compuesta en estancias, dividida en dos partes y
precedida de una dedicatoria al duque de Alba. En ella Salicio y Nemoroso
narran sus amores con Galatea y Elisa, y se quejan por el desdén y la muerte de
la amada, respectivamente. Los dos pastores son una representación del autor y
las dos amadas representan a Isabel de Freyre.
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La Égloga II
es la primera que compuso, y es la más extensa y la que puede representarse. En
ella se relatan los amores desgraciados entre Camila y Albanio, el cual
representa al duque de Alba o a su hermano.
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La Égloga III
está escrita en octavas reales. En ella cuatro ninfas bordan sus historias de
amor. Las tres primeras tejen los mitos de Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, y
Venus y Adonis. La cuarta borda la historia de la ninfa Elisa.
El tema
principal de la obra de Garcilaso es el amor.
Otro elemento que incorpora constantemente es la naturaleza, en la que se muestra la tradición bucólica recogida de
los clásicos grecolatinos. La lengua poética que utiliza se caracteriza por el
equilibrio y la armonía.
LA POESÍA DEL SEGUNDO
RENACIMIENTO
En
esta época la poesía sigue el estilo italianizante marcado por Garcilaso. Dos
autores son los grandes inspiradores en este momento: el italiano Petrarca y el
poeta latino Horacio.
La
poesía petrarquista tuvo como máximo
exponente en esta época al sevillano Fernando de Herrera.
La
poesía horaciana tuvo como principal
representante a Fray Luis de León. La estrofa predilecta de esta poesía es la
lira, que combina endecasílabos y heptasílabos y hace que la poesía tenga una
gran agilidad expresiva.
Además
de estas tendencias, destaca la poesía
religiosa, que expresa la unión del alma con la divinidad. Su principal
representante es San Juan de la Cruz. Es una poesía cargada de símbolos que
intentan expresar lo inefable, lo que no se puede expresar con palabras.
Fray Luis de León (1528-1591) ingresó
en el convento agustino de Salamanca, donde se licenció en Teología y de cuya
universidad fue profesor. Fue denunciado a la Inquisición por haber traducido
al castellano el Cantar de los Cantares.
Pasó cuatro años encarcelado en Valladolid.
Fray
Luis escribió tanto en prosa como en verso. Su obra lírica se puede dividir en tres apartados: traducciones sacras o bíblicas, traducciones de clásicos como Horacio o
Virgilio, y las poesías originales,
que son la parte más interesante de su obra. Este apartado está constituido en
su mayor parte por odas, de temas
variados, que siguen el modelo de Horacio, de quien toma el tema del Beatus Ille (la alabanza de la vida
sencilla y retirada). Algunas de las más conocidas son Oda a la vida retirada y Oda
a Salinas.
El
estilo de Fray Luis se caracteriza
por su preocupación lingüística, que se refleja en la precisión léxica y
semántica y en las observaciones etimológicas. Su estilo es elegante y
sencillo, dentro de las normas renacentistas.
La
poesía religiosa se desarrolló extraordinariamente en la época del reinado de
Felipe II. Aparecieron versiones “a lo divino” de obras de tema amoroso, en las
que se introducían cambios para fomentar la devoción y las enseñanzas morales.
Al
hablar de la poesía religiosa en esta época, debemos considerar la ascética y la mística, que son dos partes de la Teología que afirman que es
posible conseguir la unión del alma con Dios antes de la muerte.
La
ascética trata de perfeccionar a las personas mediante una vida de esfuerzo y
sacrificio, En esta corriente, las obras más importantes están escritas en
prosa y son de autores como Fray Luis de León.
La
mística aspira a la unión del alma con
Dios. Este proceso se desarrolla en tres etapas o vías:
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La vía purgativa,
de purificación, es aquella en la que el alma se libera de los lazos terrenales
y de las pasiones humanas.
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La vía
iluminativa se produce una vez superada la purgativa y en ella el alma se
va aproximando a Dios, siente su presencia, de forma que se ilumina el camino.
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La vía unitiva
es el último estadio y en él se produce la unión plena del alma con Dios, en la
que todas las potencias quedan en suspenso.
Los
místicos escriben por lo general en verso. Destacan San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús.
San Juan de la Cruz (1542-1591) profesó
en la orden del Carmelo en 1563 y, a partir de 1567, emprendió una reforma que
propugnaba una vuelta a la vida en soledad de los ermitaños. Fue encarcelado,
pero escapó. Durante esa estancia en prisión escribió sus tres poemas místicos
fundamentales, de los cuales el más importante es Cántico espiritual, un
poema formado por cuarenta liras en el que dialogan una pastora (la esposa) y
un pastor (el esposo), a quien ella busca hasta lograr reunirse con él. El
poema es una adaptación del Cantar de los
Cantares y va acompañado de un comentario en prosa en el que se explica el
proceso de las vías místicas que mencionábamos.
El
estilo de San Juan se caracteriza por la musicalidad y la utilización de la
alegoría y el símbolo.
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) fue
la impulsora de la reforma del Carmelo y la fundadora de diversos conventos.
Escribió obras en prosa y en verso. Sus poemas místicos están escritos en
metros cortos, al estilo de la poesía tradicional. En ellos expresa sus
experiencias religiosas de forma directa. El poema más célebre de Santa Teresa
es una glosa del Vivo sin vivir en mí.
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