(Apuntes de Toñi García Bernal)
La
decadencia y la crisis son las notas predominantes en el siglo XVII. Las causas
de este declive habían empezado ya desde mediados de la centuria anterior
(gastos excesivos en enfrentamientos bélicos y en aspectos administrativos).
Las consecuencias se manifiestan en una aguda crisis económica que afecta
también al terreno político y social.
La crisis política se acentúa
durante los reinados de Felipe III y Felipe IV, quienes favorecen la corrupción
al delegar poderes en sus validos. Mientras tanto, la vida de la corte se
impregna de lujo.
La crisis social se agrava con la
creciente tensión entre la burguesía y la nobleza. La burguesía se había
fortalecido durante los siglos anteriores, hecho que despierta recelos en la
nobleza que intenta establecer alianzas con la Iglesia.
El resultado es una visión del mundo
marcada por los contrastes: el reciente pasado glorioso convive con la
decadencia; el derroche de la corte lo hace, por su parte, con la estrechez
económica; la corrupción de los cargos políticos coexiste con actitudes
exageradamente patrióticas; y el deseo de disfrutar de los placeres mundanos
convive con las manifestaciones de religiosidad. Al mismo tiempo, el idealismo
y la confianza propios de la sociedad renacentista ceden ante nuevas actitudes
mentales: el pesimismo y el desengaño.
La crisis sigue agravándose durante
todo el siglo XVII y culmina con la llegada al trono de Carlos II en 1665.
Durante su gobierno, la situación española toca fondo. Tras su muerte sin
descendencia, en 1700, se acaba la dinastía de los Austrias y llega una nueva
dinastía a España, los Borbones.
Paradójicamente, la cultura española
alcanza en la época niveles muy elevados. Literatura, pintura, escultura y
arquitectura cuenta con grandes nombres y logros.
Conviene delimitar cronológicamente
a los poetas propios de la lírica barroca, ya que no podemos identificar sin
más Barroco y siglo XVII. A finales del siglo XVI coexisten poetas de
incuestionable renacentismo (Fernando de Herrera) con otros (Lope de Vega) que
se sitúan dentro de la denominación de Barroco. Hemos de situarnos, pues,
alrededor de 1580, como momento de cruce de tendencias, para marcar el comienzo
del Barroco, y 1681, fecha de la muerte de Calderón de la Barca, como fin del
Barroco y del llamado Siglo de Oro.
El Barroco presenta un panorama
poético difícil de trazar por su riqueza
y variedad, ya que surgen muchos
poetas y abundantes textos. La crítica tradicional señalaba la diferenciación
entre conceptismo y culteranismo para agrupar tendencias y autores. La crítica
actual ha desechado la concepción de estas escuelas como escuelas enfrentadas y
totalmente diferentes. Cada día es más aceptada la posición que considera el
conceptismo como la base del estilo barroco y el culteranismo como una variante
de dicho estilo.
-
Conceptismo (culto a la agudeza): un concepto afirma a la vez la semejanza y la
diferencia. En el choque está la agudeza. Podríamos explicarla como la
explotación ingeniosa de una analogía inesperada. Aparecen las palabras con
varios significados, las paradojas, los juegos de conceptos.
-
Culteranismo: estilo de extrema artificiosidad que equivale a una latinización
de la sintaxis y del vocabulario, a un uso constante de alusiones clásicas. Se
escribía con un estilo de dificultad deliberada.
Juan
Manuel Rozas ha intentado una clasificación de los poetas del Barroco en los
grupos siguientes:
a) Poetas nacidos hacia 1560, que comienzan
a escribir en torno a 1580: Lope de Vega, Góngora, Lupercio y Bartolomé
Leonardo de Argensola, Juan de Arguijo, Francisco de Medrano, Rodrigo Caro y
Andrés Fernández de Andrada.
b) Poetas nacidos a partir de 1580: Quevedo,
Soto de Rojas, Francisco de Rioja, Juan de Jáuregui,...
c) Poetas nacidos en torno a 1600, que
imitan a los grandes maestros, hasta finales del siglo XVII: Calderón, Gracián,
Polo de Medina, Sor Juana Inés de la Cruz...
Otras
clasificaciones han tenido en cuenta un criterio geográfico para señalar
“escuelas”:
a) Escuela antequerano-granadina: en torno
al estilo de Góngora. Su poesía es colorista, suntuaria, lujosa y ornamental.
(Ejemplo: Pedro Soto de Rojas)
b) Escuela sevillana: discípulos
intelectuales de la generación de Fernando de Herrera. Defienden un ideal de
poesía basado en la serenidad, el sosiego, la reflexión moral. (Ejemplos:
Francisco de Rioja o Andrés Fernández de Andrada con la Epístola moral a Fabio)
c) Escuela clasicista aragonesa: Lupercio y
Bartolomé Leonardo de Argensola.
d) Fuera de estas escuelas, los poetas que
reciben directamente la influencia de Góngora: Juan de Jáuregui, Polo de
Medina. Junto a ellos, los poetas castellanos al margen del gongorismo: Liñán
de Riaza, José de Valdivieso.
La
actividad poética (academias, certámenes, polémicas) es abundante, al igual que
las tendencias poéticas (manierismo, culteranismo, poesía moral, poesía
burlesca y satírica,...). Se desarrolla el romance artístico y otras formas de
poesía popular, y se mantienen formas cultas (soneto, silva, décima,...).
Esta
riqueza se muestra en la enorme variedad de temas. Los motivos renacentistas
(naturaleza, religión) siguen siendo fuente de inspiración, pero han perdido
vigor y se estilizan o quiebran hasta convertirse en juegos retóricos y
conceptuales.
-El
amor se expresa en caprichos galantes, en sutilezas sentimentales o en escenas
de gran sensualidad (Góngora). Barroca es la pasión recargada, la extremada
melancolía o la dolorosa desesperación asociada a la muerte (Quevedo).
-La
naturaleza tiene formas de grandes lienzos descriptivos y de profusión
decorativa de frutos, flores y pájaros, para crear una poesía brillante y
colorista. Amor y naturaleza, unidos en la recreación de mitos clásicos, se
combinan en la fábula y el poema mitológico.
-En
la poesía piadosa se humanizan sentimentalmente los temas religiosos: se canta
al Niño Jesús, la Virgen, San José y los santos locales.
-El
tema moral del desengaño: se manifiesta en las sátiras contra el lujo, el
dinero, la ambición y el poder; elogios de la pobreza, sentimiento de la
soledad; poesía de ruinas (Rodrigo Caro: Canción a las ruinas de Itálica);
reflexiones sobre la belleza fugaz de las flores (Góngora: Ayer naciste y
morirás mañana).
-El
dolorido sentir del paso inevitable del tiempo y la grave meditación sobre la
muerte.
Es importante el estoicismo senequista del que
el gran poeta será Quevedo. En el extremo opuesto de la melancolía
desilusionada, pero relacionada con ella, está la poesía cómico-burlesca.
Encontramos también la sátira y la denuncia política del mal gobierno o una
poesía puramente ornamental de panegíricos (adulación al rey, a los cortesanos
o a los grandes señores). Continúa el poema épico narrativo, de acuerdo con el
influjo de la épica cristiana de Torcuato Tasso.
Podemos hablar de tres géneros
líricos en el Barroco:
a) Poesía de tradición popular: son letras
para cantar que los autores recogen, crean o recrean partiendo del general
anonimato de la transmisión.
Los
romances nuevos se ciñen primero a cierta difusión minoritaria en un ambiente
aristocrático, en donde las composiciones se acompañan de partituras; luego se
difunden por medio de los pliegos impresos que realizan distintos compiladores
y, tercero, se lleva a cabo su divulgación en grandes compilaciones.
b) Poesía de filiación culta: se considera
que sólo el poema épico ha de permanecer en la memoria de los doctos.
Según
avanza el siglo XVII, otro género de poesía narrativa culta, la fábula
mitológica, sigue vigente. Aparece también el tratamiento paródico del tema.
Abundan
por otra parte las églogas, epístolas, elegías y canción.
c) Poesía circunstancial: La poesía cumple
una función social que se traduce en la proliferación de academias, certámenes,
justas o distintas celebraciones. Poemas de tema dado y métrica forzada eran
usuales ejercicios que se proponían al ingenio de los poetas en justas,
certámenes y fiestas cortesanas.
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