lunes, 13 de mayo de 2013

CONTEXTO DE LA LÍRICA BARROCA



(Apuntes de Toñi García Bernal)

         La decadencia y la crisis son las notas predominantes en el siglo XVII. Las causas de este declive habían empezado ya desde mediados de la centuria anterior (gastos excesivos en enfrentamientos bélicos y en aspectos administrativos). Las consecuencias se manifiestan en una aguda crisis económica que afecta también al terreno político y social.
            La crisis política se acentúa durante los reinados de Felipe III y Felipe IV, quienes favorecen la corrupción al delegar poderes en sus validos. Mientras tanto, la vida de la corte se impregna de lujo.
            La crisis social se agrava con la creciente tensión entre la burguesía y la nobleza. La burguesía se había fortalecido durante los siglos anteriores, hecho que despierta recelos en la nobleza que intenta establecer alianzas con la Iglesia.
            El resultado es una visión del mundo marcada por los contrastes: el reciente pasado glorioso convive con la decadencia; el derroche de la corte lo hace, por su parte, con la estrechez económica; la corrupción de los cargos políticos coexiste con actitudes exageradamente patrióticas; y el deseo de disfrutar de los placeres mundanos convive con las manifestaciones de religiosidad. Al mismo tiempo, el idealismo y la confianza propios de la sociedad renacentista ceden ante nuevas actitudes mentales: el pesimismo y el desengaño.
            La crisis sigue agravándose durante todo el siglo XVII y culmina con la llegada al trono de Carlos II en 1665. Durante su gobierno, la situación española toca fondo. Tras su muerte sin descendencia, en 1700, se acaba la dinastía de los Austrias y llega una nueva dinastía a España, los Borbones.
            Paradójicamente, la cultura española alcanza en la época niveles muy elevados. Literatura, pintura, escultura y arquitectura cuenta con grandes nombres y logros.

            Conviene delimitar cronológicamente a los poetas propios de la lírica barroca, ya que no podemos identificar sin más Barroco y siglo XVII. A finales del siglo XVI coexisten poetas de incuestionable renacentismo (Fernando de Herrera) con otros (Lope de Vega) que se sitúan dentro de la denominación de Barroco. Hemos de situarnos, pues, alrededor de 1580, como momento de cruce de tendencias, para marcar el comienzo del Barroco, y 1681, fecha de la muerte de Calderón de la Barca, como fin del Barroco y del llamado Siglo de Oro.
           
            El Barroco presenta un panorama poético difícil de trazar por su riqueza  y variedad,  ya que surgen muchos poetas y abundantes textos. La crítica tradicional señalaba la diferenciación entre conceptismo y culteranismo para agrupar tendencias y autores. La crítica actual ha desechado la concepción de estas escuelas como escuelas enfrentadas y totalmente diferentes. Cada día es más aceptada la posición que considera el conceptismo como la base del estilo barroco y el culteranismo como una variante de dicho estilo.

- Conceptismo (culto a la agudeza): un concepto afirma a la vez la semejanza y la diferencia. En el choque está la agudeza. Podríamos explicarla como la explotación ingeniosa de una analogía inesperada. Aparecen las palabras con varios significados, las paradojas, los juegos de conceptos.
- Culteranismo: estilo de extrema artificiosidad que equivale a una latinización de la sintaxis y del vocabulario, a un uso constante de alusiones clásicas. Se escribía con un estilo de dificultad deliberada.

Juan Manuel Rozas ha intentado una clasificación de los poetas del Barroco en los grupos siguientes:

a)      Poetas nacidos hacia 1560, que comienzan a escribir en torno a 1580: Lope de Vega, Góngora, Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, Juan de Arguijo, Francisco de Medrano, Rodrigo Caro y Andrés Fernández de Andrada.
b)      Poetas nacidos a partir de 1580: Quevedo, Soto de Rojas, Francisco de Rioja, Juan de Jáuregui,...
c)      Poetas nacidos en torno a 1600, que imitan a los grandes maestros, hasta finales del siglo XVII: Calderón, Gracián, Polo de Medina, Sor Juana Inés de la Cruz...

Otras clasificaciones han tenido en cuenta un criterio geográfico para señalar “escuelas”:

a)      Escuela antequerano-granadina: en torno al estilo de Góngora. Su poesía es colorista, suntuaria, lujosa y ornamental. (Ejemplo: Pedro Soto de Rojas)
b)      Escuela sevillana: discípulos intelectuales de la generación de Fernando de Herrera. Defienden un ideal de poesía basado en la serenidad, el sosiego, la reflexión moral. (Ejemplos: Francisco de Rioja o Andrés Fernández de Andrada con la Epístola moral a Fabio)
c)      Escuela clasicista aragonesa: Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola.
d)     Fuera de estas escuelas, los poetas que reciben directamente la influencia de Góngora: Juan de Jáuregui, Polo de Medina. Junto a ellos, los poetas castellanos al margen del gongorismo: Liñán de Riaza, José de Valdivieso.

La actividad poética (academias, certámenes, polémicas) es abundante, al igual que las tendencias poéticas (manierismo, culteranismo, poesía moral, poesía burlesca y satírica,...). Se desarrolla el romance artístico y otras formas de poesía popular, y se mantienen formas cultas (soneto, silva, décima,...).

Esta riqueza se muestra en la enorme variedad de temas. Los motivos renacentistas (naturaleza, religión) siguen siendo fuente de inspiración, pero han perdido vigor y se estilizan o quiebran hasta convertirse en juegos retóricos y conceptuales.
-El amor se expresa en caprichos galantes, en sutilezas sentimentales o en escenas de gran sensualidad (Góngora). Barroca es la pasión recargada, la extremada melancolía o la dolorosa desesperación asociada a la muerte (Quevedo).
-La naturaleza tiene formas de grandes lienzos descriptivos y de profusión decorativa de frutos, flores y pájaros, para crear una poesía brillante y colorista. Amor y naturaleza, unidos en la recreación de mitos clásicos, se combinan en la fábula y el poema mitológico.
-En la poesía piadosa se humanizan sentimentalmente los temas religiosos: se canta al Niño Jesús, la Virgen, San José y los santos locales.
-El tema moral del desengaño: se manifiesta en las sátiras contra el lujo, el dinero, la ambición y el poder; elogios de la pobreza, sentimiento de la soledad; poesía de ruinas (Rodrigo Caro: Canción a las ruinas de Itálica); reflexiones sobre la belleza fugaz de las flores (Góngora: Ayer naciste y morirás mañana).
-El dolorido sentir del paso inevitable del tiempo y la grave meditación sobre la muerte.
          
 Es importante el estoicismo senequista del que el gran poeta será Quevedo. En el extremo opuesto de la melancolía desilusionada, pero relacionada con ella, está la poesía cómico-burlesca. Encontramos también la sátira y la denuncia política del mal gobierno o una poesía puramente ornamental de panegíricos (adulación al rey, a los cortesanos o a los grandes señores). Continúa el poema épico narrativo, de acuerdo con el influjo de la épica cristiana de Torcuato Tasso.

            Podemos hablar de tres géneros líricos en el Barroco:

a)      Poesía de tradición popular: son letras para cantar que los autores recogen, crean o recrean partiendo del general anonimato de la transmisión.
Los romances nuevos se ciñen primero a cierta difusión minoritaria en un ambiente aristocrático, en donde las composiciones se acompañan de partituras; luego se difunden por medio de los pliegos impresos que realizan distintos compiladores y, tercero, se lleva a cabo su divulgación en grandes compilaciones.
b)      Poesía de filiación culta: se considera que sólo el poema épico ha de permanecer en la memoria de los doctos.
Según avanza el siglo XVII, otro género de poesía narrativa culta, la fábula mitológica, sigue vigente. Aparece también el tratamiento paródico del tema.
Abundan por otra parte las églogas, epístolas, elegías y canción.
c)      Poesía circunstancial: La poesía cumple una función social que se traduce en la proliferación de academias, certámenes, justas o distintas celebraciones. Poemas de tema dado y métrica forzada eran usuales ejercicios que se proponían al ingenio de los poetas en justas, certámenes y fiestas cortesanas.

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