(Apuntes de Toñi García Bernal)
Frente
a la ausencia de textos medievales, conservamos numerosos testimonios de
autores y obras del teatro renacentista.
Por
un lado, continúa la corriente religiosa medieval, cuya existencia se supone a
pesar de que solo se conserva el Auto de
los Reyes Magos. En la segunda mitad del siglo XVI aparece el Códice de autos viejos, compuesto por
dramas religiosos, casi todos anónimos, que versan sobre temas propios de
Navidad y Semana Santa.
Por
otro lado, junto al teatro religioso comienza a surgir un nuevo drama profano,
inspirado en las compañías italianas que recorrían España y en las obras
clásicas, muy propias de los ambientes universitarios. Las representaciones de
este tipo de obras salen de los edificios religiosos y tienen lugar en salones
cortesanos. Avanzado el siglo, aparecen los corrales de comedias.
Los
primeros dramaturgos renacentistas conocidos nacieron a finales del siglo XV y
son conocidos como la “generación de los Reyes Católicos”: Juan del Encina,
Lucas Fernández, Torres Naharro (su Comedia
Himenea suele considerarse un antecedente de la comedia de capa y espada) y
Gil Vicente.
A
mediados de siglo aparece Lope de Rueda, figura fundamental, el primer “hombre
de teatro”, autor de obras al estilo italiano, director de una compañía y actor
de éxito. Su principal aportación son los
pasos, breves escenas cómicas que se intercalan en obras más largas,
antecedente de los entremeses del siglo XVII. El más conocido es el Paso de las aceitunas, en el que un
matrimonio discute sobre el precio de las aceitunas que obtendrán de unos olivos
que acaban de plantar.
En
el último tercio de siglo, en torno a la ciudad de Valencia, encontramos un
grupo de autores de inspiración clásica, autores de comedia, como Juan de
Timoneda, y de tragedia, como Lupercio Leonardo de Argensola. Entre ellos destaca
Juan de la Cueva por ser el primero en utilizar como tema la historia de
España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario