sábado, 7 de septiembre de 2013

Dodecálogo de Cela para periodistas



     Camilo José Cela (1916-2002) presentó en Madrid su “Dodecálogo de Deberes del periodista” en Madrid, en septiembre de 1992, según recogían los diarios de la época, con el que les recomendaba “ser tan objetivo como un espejo plano”:

        I.- Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que se imagina que aconteció.

       II.- Decir la verdad, anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable.

   III.- Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y deliberadamente monstruosa de la imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo.

     IV.- Callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de figuras de cera.

      V.- Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.

      VI.- Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y las situaciones.

     VII.- Funcionar acorde con su empresa –con la línea editorial- ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la no coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición (a sí mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo) ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de estado son armas admisibles.

    VIII.- Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc, incluidas las de la propia empresa.

      IX.- Recordar en todo momento que el periodismo no es el eje de nada sino el eco de todo.

    X.- Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posibles y un total respeto a la lengua. Si es ridículo escuchar a un poeta en trance, ¡qué podríamos decir de un periodista inventándose el léxico y sembrando la página de voces entrecomilladas o en cursiva!

    XI.- Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance, manteniendo siempre los debidos respetos, no inclinarse ante nadie.


     XII.- No ensayar la delación ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación: al delator se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de los reptiles; al murmurador se le acaba cayendo la lengua y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en la espalda. 


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