martes, 4 de marzo de 2014

Contenido y estructura narrativa en El amor en los tiempos del cólera



             Gabriel García Márquez dijo a propósito de El amor en tiempos del cólera que esta era la historia de un hombre y una mujer que se aman desesperadamente y que no pueden casarse a los veinte años porque son demasiado jóvenes y no pueden casarse a los ochenta porque son demasiado viejos.
            Asimismo, el autor reconoce que ha tenido cuatro grandes maestros: Sófocles y la tragedia clásica, especialmente Edipo Rey, de donde tomará el tema del destino; Kafka y La Metamorfosis, del que imita la realidad distorsionada y las postergaciones infinitas (cómo lo que deseamos y no conseguimos se dilata en el tiempo, como el amor de Florentino por Fermina que duró más de cincuenta años); Juan Rulfo y su Pedro Páramo, del que recoge temas como el amor y la muerte, los amores tardíos sin final trágico, las sagas familiares, las obsesiones, el interés por la estructura narrativa; y Faulkner, con Absalon, Absalon, que le enseñó a crear espacios.
            Otras presencias visibles en El amor en tiempos del cólera son “el amor constante más acá y más allá de la muerte” y la novela francesa de Flaubert, en concreto La educación sentimental, sintagma que define la educación recibida por Florentino Ariza, y Madame Bovary, cuyo primer capítulo nos habla de la infancia del marido de Emma y no de ella, que es la protagonista, al igual que García Márquez nos habla del doctor Juvenal Urbino. Otros puntos de unión son la descripción de personajes, costumbres, ropas, perfumes, la descripción del carácter femenino, la introspección psicológica y el episodio del carruaje, en el que el doctor Juvenal invita a Fermina y a su prima a subir, que se corresponde con el célebre capítulo del landó. También la novela corta Un corazón simple, crónica burguesa de una sirvienta que ama a los animales, como Fermina, y donde aparece un loro. La presencia del loro, un capricho del destino, la encontramos también en La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. Finalmente, Gabriel García Márquez reconoce la influencia de Bola de sebo de Maupassant. En esta obra aparece la mirada tierna hacia el personaje marginado que es una prostituta y que se refleja en El amor en tiempos del cólera.
            De la novela modernista destacamos a Leopoldo Lugones y el cuento Abuela Julieta de Lunario sentimental, inspirado en Romeo y Julieta de Shakespeare, que trata de los amores incestuosos y secretos entre una tía y su sobrino. Es un amor que perdura toda la vida y que él rechaza porque se da cuenta de que ella es vieja, sin reparar en el parentesco. También hay un subtema paralelo, las partidas de ajedrez entre tía y sobrino, que se reflejan en las visitas de Florentino a Fermina viuda. De la novela De sobremesa y de los Nocturnos de José Asunción Silva, García Márquez recoge el erotanatismo (la relación entre amor y muerte), que es el eje temático de El amor en tiempos del cólera.
            De la novela rusa, concretamente de Tolstoi (La muerte de Iván Ivanovich) recoge el accidente absurdo que lleva a la muerte (es el caso del doctor Juvenal Urbino).
            El amor es el de la novela sentimental (María o La vorágine de Jorge Isaac), el amor romántico (Cumbres borrascosas), pero sin tragedia, el de la novela rosa y de la novela erótica.
            De La vita nova de Dante está presente el amor adolescente (Fermina-Florentino, América Vicuña-Florentino), el amor flechazo, súbito, propio del amor cortés.
            De la novela epistolar, las cartas. El amor en tiempos del cólera está llena de cartas entre los personajes, que el lector nunca lee. Desde la carta que le manda el doctor Juvenal a su amigo Jeremiah (que se acaba de suicidar) a las que se cruzan entre los amantes. En este punto destaca el arte de la omisión de Gabriel García Márquez, que no nos deja “leer”.
            De la novela de aventuras provienen los episodios dedicados a la navegación y la aparición de Joseph Conrad, convertido en un personaje de la novela.
            Finalmente, de Viaje a la semilla de Alejo Carpentier, está presente el viaje retrospectivo hacia los orígenes del amor para que pueda materializarse. El final es un principio.
            Por lo que se refiere a los temas y motivos de la novela, destacamos la fatalidad, que marca la estructura, la semántica y la narración. El destino es fruto de la voluntad o el deseo de los personajes. Así lo vemos en el momento en que Florentino también se cae de una escalera, pero siente que él no podía morir de la misma manera que el doctor Juvenal. Los dos hombres que amaban a Fermina no podían morir de la misma manera. Los amores desgraciados determinan un nuevo amor (tal como sucede en Más allá de Ignacio Quiroga).
            Eros y Tanatos (amor y muerte) son temas relacionados. El fallecimiento de Jeremiah, que se niega a envejecer, coincide con la muerte de Juvenal. Las campanas resuenan por un hombre insigne que ha muerto de forma absurda (lo que constituye una ironía romántica), los relatos de los muertos por el cólera se sitúan como telón de fondo (el doctor Juvenal se siente defraudado cuando al volver a su país, después de estudiar en París, se encuentra con un país pobre, enfermo y atrasado) y la única manera de salvar el amor es izar la bandera amarilla del cólera. De esta manera, la muerte es una estrategia para el amor. Amor y muerte se unen también en el personaje de América Vicuña, que se suicida cuando descubre las cartas entre Florentino y Fermina. La muerte por amor está también presente en la amenaza de Lorenzo Daza a Florentino y que a este no le importa, ya que no hay mejor muerte que la que se produce por amor.
            El amor romántico de Florentino hacia Fermina, de “paciencia mineral” (recordemos que Ortega y Gasset hablaba del amor como cristalización), que no entiende por qué los demás no sienten lo que él cuando la espía, se opone al doctor Juvenal Urbino, que no sintió ninguna emoción al conocerla. El amor aparece también imaginario, frenético, voluble e inconsciente. Fermina lo ama imaginariamente después de haber realizado su viaje del olvido. Cuando lo ve se desilusiona y se da cuenta de que los suyo era “una ilusión”. Después nos hablará de amor verdadero. Podemos relacionar también el amor adúltero del doctor Juvenal con B.Lynch y que el doctor necesita confesar, frente a los amores secretos de Florentino, el amor fatal de América Vicuña. Es muy importante el sexo en la relación de Florentino y sus amantes, que van desde la violación que sufre (Rosalba), pasando por la ruptura de su promesa de fidelidad, hasta la relación con una menor, que entroncaría con la novela erótica y pornográfica. También destaca el amor de las viudas, que empiezan a vivir desde el momento en que mueren sus maridos. También el triángulo amoroso, el amor dentro y fuera del matrimonio.
            Otro de los temas y motivos de la novela son las edades del hombre, de la juventud a la vejez, pasando por la infancia de los personajes.
            En cuanto al universo femenino, hay un paralelismo entre Florentino que envejeció para Fermina y Leona Casiani, que envejeció para él y que García Márquez define como el verdadero amor de Florentino, aunque ninguno de los dos lo supo y nunca hicieron el amor. Por otra parte, hay un ataque a la aristocracia colonial, que representa Blanca Urbino y posteriormente su nieta Ofelia, y a los matrimonios convencionales.
            La historia de la navegación se nos presenta a través de la Compañía fluvial del Caribe. Hay una evolución en las costumbres, avances sociales y de los medios de comunicación (aparece el primer viaje en globo), la prensa política (a partir de los negocios de Lorenzo Daza) y rosa (con la presunta relación del doctor Juvenal).
            Aparece el afrancesamiento de la sociedad colombiana que representa el doctor Juvenal, quien se especializa en París, donde por otra parte, siempre fue feliz con Fermina.
            Identificamos en el personaje de Florentino el amor por lo autóctono, ya que él no quiere abandonar su país.
            Otro de los temas que aparecen son las referencias culturales a la música popular, a los tangos, a la música culta (Juvenal), bailes, juegos, al doctor Adrián Proust (padre del novelista), epidemiólogo y maestro de Juvenal, así como al estreno de Los cuentos de Hoffman.
            También encontramos referencias a la ecología, con el empobrecimiento de la flora y fauna autóctonas y el interés por los animales de Fermina, sobre todo por las aves.
            El mito americano de “El Dorado” se ve al final de la novela en el espacio idílico (“La Dorada”) que construyen Florentino y Fermina.
            El tema epistolar es muy importante. Destaca la carta humillante que le escribe Fermina a Florentino después de que este le vuelva a declarar su amor y que es típico de la literatura hispanoamericana (El túnel, de  Sábato). Por otra parte, encontramos las cartas morales, que son reflexión sobre la vida y consolación para la muerte y que adquieren un carácter simbólico de lo que significa la novela: la historia contenida de un amor.
            El libro está estructurado en seis partes, y ese número es simbólico en la novela (es el resultado de 3 por 2, trío y pareja; seis pliegos tiene la carta infamante de Fermina a Florentino cuando es viuda; seis días duró la creación). La primera y la sexta parte enmarcan el resto, que suponen la analepsis hacia el inicio, y están dedicados a la vejez.
            En cuanto a las técnicas narrativas, podemos señalar en primer lugar que en esta novela no podemos separar autor de narrador. Estamos ante un cronista omnisciente, que forma parte de la colectividad y que se permite utilizar la primera persona del plural e incluso citar a su mujer Mercedes. Además, utiliza una omnisciencia selectiva: se cuela en la mente de un personaje y nos lo cuenta todo y, sin que nos demos cuenta, salta a la mente de otro personaje. Este perspectivismo, que Vargas Llosa llama “mudas continuas”, se mueve en las conciencias de Juvenal, Florentino y Fermina. Así se pone en evidencia la capacidad de introspección psicológica de un narrador omnisciente que profundiza hasta lo que sus personajes desconocen (como en la relación entre Leona y Florentino). Gabriel García Márquez dota de vida a los personajes.
            Es una novela de ritmo lento, pautado, de vaivenes y alternancias, con episodios perfectamente engarzados, llena de descripciones detallistas, recordatorios al lector, sumarios, paréntesis (en el sentido de Cervantes, al dejar un capítulo y reanudarlo después), analepsis lineal y retrospectiva del capítulo dos al cinco.
            Hay un predominio del estilo indirecto, a veces libre, y escaso estilo directo, que cuando se introduce en la narración (normalmente al final de una larga descripción) es para poner en boca de un personaje una frase a modo de sentencia, lo que anticipa con el uso de los dos puntos.

            Finalmente, otra técnica es la poética de la onomástica, que va desde Fermina y Florentino destinados a estar juntos por sus nombres, pasando por nombres de Papas o simbólicos como Jeremiah de Saint Amour, hasta los autóctonos como Juvenal o Tránsito.

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