sábado, 1 de marzo de 2014

El mito de Drácula en el siglo XXI




            En mi opinión, en los comienzos del siglo XXI, podemos encontrar por una parte el aprovechamiento del vampiro clásico y por otra una revisión bondadosa del mito.
            Creo que es muy importante en la visión algo distinta que se tiene en estos momentos del no-muerto la versión creada por Stephanie Meyer en la saga de Crepúsculo.
            Pero antes de señalar las principales obras que en estos primeros años de siglo tienen como protagonistas a los vampiros, creo que sería interesante recordar aquellas características de Drácula que siguen vigentes en las diferentes versiones, así como destacar los nuevos valores que acompañan al personaje.
            Así, entre las características que continúan en los vampiros modernos, Drácula (con sus múltiples variantes) sigue siendo un no-muerto, un ser inmortal pero que no puede gozar de esa inmortalidad que muchas veces le atormenta.
También es hematófago, pero esta característica ha evolucionado. En el caso que mencionábamos, la obra de Meyer, aparecen vampiros que solo se alimentan de sangre de animales, así que aparecen transformados en una especie de vampiros “vegetarianos”. Son capaces de controlar su apetito y no atemorizan a los seres humanos. Entre las leyendas populares, sobre todo en África, los vampiros están motorizados, utilizan coches para raptar a sus víctimas y en lugar de usar los colmillos para extraer la sangre, utilizan jeringuillas. En la película Daybreakers por ejemplo, el vampiro es un ser inteligente y el protagonista es un científico que  intenta encontrar un sustituto de la sangre humana.
En las diferentes versiones de los modernos Drácula, el personaje sufre transformaciones, pero no tiene por qué transformarse en animales. Puede sufrir apariencias diversas (el más famoso, el protagonista de Crepúsculo, tiene una apariencia brillante).
Algunos aspectos del mito quedan relegados, como su odio por el ajo o la imposibilidad de verse reflejado en los espejos. Tampoco son atacados con símbolos religiosos cristianos en la mayoría de las nuevas versiones.
La modernidad y el progreso se ven también en la imposibilidad de vivir a plena luz. En el caso de Edward (Crepúsculo) tan solo evita esa exposición por su cambio de apariencia (para no asustar a la gente corriente). Ed Dalton, el protagonista de Daybreakers viaja en un coche blindado, con las lunas tintadas, haciendo uso de un sistema de cámaras que le permite conducir sin que le dé el sol.
Por otra parte, y antes de repasar someramente algunas de las obras que recogen en este siglo XXI a Drácula, debemos recordar que actualmente la figura del vampiro está presente de varias maneras. En primer lugar, en lo que podríamos considerar una vulgarización o una popularización de esta figura, sigue siendo un icono que se repite en fiestas como Halloween. La forma más repetida de este disfraz es la que utilizó Bela Lugosi en los años 30 del siglo XX. Además de en este detalle, el clasicismo a la hora de interpretar la figura de Drácula fue aprovechada precisamente en una serie estrenada en 2013 en Estados Unidos a propósito de la festividad de Halloween, y en la que destacaba la utilización del color rojo en la ambientación para referirse en todo momento a la pasión del vampiro por la sangre.
En la época contemporánea, también está presente el vampiro en algunas tribus urbanas o grupos culturales, como la gótica. Este movimiento se creó alrededor de 1970 y pronto se les conoció como “criaturas de las tumbas”. En los orígenes del movimiento tiene un lugar destacado la obra de Polidori El vampiro. Dentro de las influencias más cercanas a nuestro tiempo encontramos las obras de Anne Rice, que pone el acento en los sentimientos de soledad que sufren los vampiros. A la cultura gótica pertenece el juego de rol Vampiro: la mascarada, que dio lugar a una nueva versión en 2004 (Vampiro: el réquiem), que se sitúa en un mundo de tinieblas. En el juego los nuevos vampiros se crean mediante el “abrazo”, por el que se vacía de sangre a una persona, para darle después esencia vampírica.
Precisamente el arquetipo del vampiro contemporáneo está muy presente en cómics, juegos de rol y videojuegos. Aunque es importante señalar en este caso que los creadores de videojuegos han optado mayoritariamente por recoger el modelo de Bram Stoker y basarse en su creación. Por ejemplo, en Drácula: Resurrección se representa fielmente la ambientación y los personajes tal como los imaginó Stoker, aunque la acción se sitúa en un momento posterior al de la acción de la novela. El conde retratado en los videojuegos es Vlad Tepes, un vampiro que decide abandonar la disciplina de las sectas de su especie. Sí que debemos señalar el caso de un juego influenciado por Crepúsculo, el vampiro de Dracula Origin, que es un joven adolescente engominado, creado en 2008 y que aunque se separa de la visión de Stoker, recoge todos los personajes de su novela.
El personaje de Drácula goza de fama en nuestro siglo. Tanto en los juegos, como en cine y televisión o en el terreno literario, encontramos múltiples versiones del mito que nos ocupa.
Una de las versiones más destacadas del vampiro es la novela Déjame entrar, del escritor sueco John Ajvide Lindqvist, publicada en 2004. En ella hay dos protagonistas, un niño llamado Oskar y una criatura con apariencia de niña, pero con hábitos vampíricos, llamada Eli. A través de estos personajes, el autor recoge el lado oscuro de la humanidad al tratar temas como el acoso escolar, las drogas o la pedofilia.
En el terreno teatral, en 2005 se estrenó una ópera rock en Argentina, Drácula. En 2006 se estrenó en Québec el musical Drácula: Entre l’amour et la mort, de Bruno Pelletier.
En 2005 aparece una de las sagas más famosas, y que ya he mencionado: la compuesta por Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, en la que el vampiro Edward Cullen se enamora de una adolescente humana, Bella Swan.
En 2008 se publica otra saga de vampiros y adolescentes, escrita por Claudia Gray (Medianoche, Adicción, Despedida, Renacer y Balthazar). En ella, Bianca (hija de vampiros) se enamora de un joven cazavampiros, Lucas. Al descubrir su origen, él permitirá que ella beba de su sangre algunas veces.
En 2009 se publicó la secuela oficial de la novela de Stoker, autorizada por su familia. Se trata de Drácula, el no muerto, escrita por el bisnieto del autor (Dacre Stoker). La acción se sitúa veinticinco años después del final de la novela original, y en ella aparecen todos los personajes que sobrevivieron. El protagonista es el hijo de Jonathan y Mina, Quincey Harker.
En 2012 se publicó una novela gótica, El umbral del bosque, de Patricio Sturlesse. Está ambientada en el siglo XVII y en ella el autor incorpora los vampiros que pertenecen al folclore escandinavo. 
En el siglo XXI, en conclusión, Drácula y el vampiro tradicional han sufrido una gran evolución debida a la popularización del vampiro, la cercanía con los adolescentes, pero también al ser trasladados al mundo moderno.

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