miércoles, 11 de enero de 2017

Poesía española en el siglo XX (esquemas)




            En esta entrada incluimos una visión esquemática sobre la evolución conjunta y las distintas tendencias en el grupo del 27, las tendencias en la poesía que se produce entre 1940 y 1955, la poesía de la experiencia en los poetas de la promoción de los 60, poetas y tendencias de los años 70 y finalmente las tendencias de los años 80.

            La evolución conjunta del Grupo del 27 es la siguiente:

Primera etapa (1920-28): Poesía tradicional  y popular
Segunda etapa (1928-36): vanguardismo y compromiso político
Tercera etapa (1936 en adelante): Dispersión, exilio y muerte
Influencia de Bécquer, Juan Ramón Jiménez, las vanguardias y Góngora.

Aprecio por la poesía tradicional.

Formas métricas cultas y populares.

Obras de esta etapa:
-         1918: Imagen de Gerardo Diego
-         1924: Marinero en tierra de Alberti
-         1926: Las islas invitadas de Altolaguirre
-         1928: Romancero gitano de García Lorca y Cántico de Jorge Guillén

Es el momento de mayor esplendor. En él los sentimientos humanos adquieren una mayor importancia y en su poesía se plasman las crisis personales y se hace patente el compromiso del escritor con la sociedad.

Se intensifica el culto a la metáfora atrevida y a la imagen extraña. El surrealismo abre el camino para todo tipo de audacias.

Obras de esta etapa:
-         1926-29: Fábula de Equis y Zela de Gerardo Diego
-         1927-29: Sobre los ángeles de Alberti, Pasión en la tierra de Altolaguirre y Poeta en Nueva York de García Lorca
-         1933-37: El llanto en la sangre de Emilio Prados
-         1937-40: Las nubes de Cernuda.
Dispersión del grupo a causa de la guerra civil. La poesía deriva hacia el humanismo existencialista y angustiado de Dámaso Alonso o solidario de Vicente Aleixandre.

Se exilian Guillén, Salinas, Cernuda y Alberti, que ejercen la docencia en universidades americanas.

La poesía refleja los problemas humanos y sociales. El lenguaje se hace más sencillo y se impone el romance como estrofa.

Títulos de esta etapa:
-         1944: Hijos de la ira de Dámaso Alonso
-         1946: Jardín cerrado de Emilio Prados y El contemplado de Salinas
-         1950: Clamor de Jorge Guillén
-         1951: Historia del corazón de Vicente Aleixandre


            Las distintas tendencias dentro del Grupo del 27 son las siguientes:

Neopopularismo
Gongorismo
Surrealismo
Poesía Política
Poesía de la nostalgia
Influida por la poesía de cancionero a través de su visión vanguardista
Temas andaluces, urbanos y eróticos con técnica gongorino-vanguardista
Influencia surrealista y neorromántica
Obra comprometida con el momento histórico
Mezcla verso culto y neopopular sin olvidar el compromiso social.
Marinero en tierra (1925), La amante (1926), El alba del alhelí (1927)
Cal y canto (1929)
Sobre los ángeles (1929)
Poeta en la calle (1938)
Entre el clavel y la espada (1941), Retorno de lo vivo lejano (1952)

            En la poesía que se da entre 1940 y 1955 podemos destacar las siguientes tendencias y autores:

Poesía
arraigada
Poesía
desarraigada
Poesía independiente
Tendencias marginales
Luis Rosales
Leopoldo Panero
Dionisio Ridruejo
L.Felipe Vivanco
Rafael Morales
Dámaso Alonso
V. Crémer
Eugenio de Nora
Gabriel Celaya
Blas de Otero (en su primera etapa)
José Hierro
J. Mª Valverde
Postismo: Humanismo vitalista, Edmundo de Ory

Cántico: P. García Baena, Ricardo Molina

            En la promoción de la década de 1960 encontramos la poesía de la experiencia:

Ángel González, nacido en 1925
José Ángel Valente, nacido en 1929
Francisco Brines, nacido en 1932
Gil de Biedma, nacido en 1929
Claudio Rodríguez, nacido en 1934
Sin esperanza, con convencimiento (1961)
Poemas a Lázaro (1960)
Las brasas (1960)
Compañeros de viaje (1959)
Don de la ebriedad (1954)

            Ya en los años 70 encontramos otros poetas y tendencias:

Poesía experimental
Poesía
Visual
Culturalismo
Metapoesía
Minimalismo
Cultiva la imagen surrealista
Mezclan lo verbal con juegos tipográficos y pictóricos
Inspirados en la literatura y en el arte
Poesía sobre el mismo lenguaje poético
Preferencia por el poema breve, reducido a lo esencial
J. Mª Millán
Francisco Pino y Fernando Millán
A. Colinas, Luis A. de Villena y Luis A. de Cuenca
Jenaro Talens
Jaime Siles y J. Luis Tovar

            Las tendencias y principales autores de la década de los 80 son los siguientes:

Cultismo
Minimalismo
Surrealismo
Sensismo
Poesía de la experiencia
Poesía de la vida
Antonio Carvajal y Luis Martínez Merlo
Antonio Sánchez Robayna
Blanca Andreu
Fernando Beltrán y Miguel Galanes
Andrés Trapiello y Luis García Montero
Luis García Montero


miércoles, 4 de enero de 2017

Ejercicios para trabajar la narración



(Ejercicios para alumnos de Secundaria) 

     Ejercicio 1:

Escribe un cuento en el que aparezca la técnica del flashback y que tenga un final abierto.

     Ejercicio 2:

Trata de recordar tu primer día en el instituto y nárralo con detalle.

     Ejercicio 3:

Quizá conozcas a algún héroe anónimo (en tu barrio, en la ciudad,…). Escribe un relato contando sus hazañas.

     Ejercicio 4:

Al llegar a clase se entregan a seis alumnos (escogidos al azar y que estén separados en el aula) seis tarjetas. Cada uno deberá responder a la pregunta que contiene la tarjeta que le haya correspondido con lo primero que se le ocurra. Las seis respuestas servirán para que cada alumno componga un cuento. Las preguntas son ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? ¿Qué dijo? ¿Qué dijo la gente? ¿Cómo acabó?

     Ejercicio 5:

Escribe un cuento sin utilizar la letra E.

     Ejercicio 6:

Se elige una fábula en verso. Una vez leída deben contar la misma historia en prosa.

     Ejercicio 7:

Elegid una noticia periodística e intentad contarla en forma de romance. Después se elegirá un romance y se convertirá en una noticia.

     Ejercicio 8:

Recortaremos fotos de revistas en las que aparezcan personas diversas. Después elegiremos una para escribir una posible biografía.

     Ejercicio 9:

Leeremos algunos cuentos populares como Cenicienta, Caperucita Roja, Barba Azul, etc. Cada alumno elegirá el que más le haya gustado. Ahora intentará contar la misma historia en primera persona y desde el punto de vista de un personaje concreto (el príncipe, el lobo, Caperucita, etc.)

     Ejercicio 10:

¿Cómo contaría su vida vuestro cuaderno de Ciencias? ¿y un coche? ¿y vuestro perro o gato?

     Ejercicio 11:

A partir de un cuento o una fábula, haced una historieta gráfica.

     Ejercicio 12:

Escribid un cuento completo de no más de cinco líneas.

     Ejercicio 13:

Escribe un cuento breve en que salga un hada, un molino, un tigre de bengala y un autobús  azul.

     Ejercicio 14:

Escribe un cuento de unas 150 palabras en el que aparezcan un membrillo, un gimnasio, algo que compartir y el mes de noviembre.

     Ejercicio 15:

Elige una de las opciones siguientes y redacta un cuento a partir de ella:
-         ¿Qué pasaría si un cocodrilo llamara a tu puerta pidiendo sal?
-         ¿Qué pasaría si se te perdiese la cabeza?
-         ¿Qué pasaría si tu ascensor aterrizara en la luna?
-         ¿Qué pasaría si Madrid se encontrara rodeado por el mar?
-         ¿Qué pasaría si desaparecieran todos los videojuegos?

     Ejercicio 16:

Debemos recordar uno de los cuentos que nos contaban cuando éramos pequeños (en casa o en la escuela), redactarlo y contarlo en clase.

     Ejercicio 17:

Narra una historia en la que el protagonista sea un animal.

     Ejercicio 18:

Escribe un breve relato que pudiera llevar por título alguna de las expresiones siguientes:
                        Los corsarios del espacio                 El secreto del ordenador
                        El regalo del fuego                           El delegado de Marte

     Ejercicio 19:

Cada alumno debe relatar algo que le haya ocurrido separando claramente tres momentos: introducción, nudo y desenlace.

     Ejercicio 20:

Escribid un relato siguiendo el orden del alfabeto, como “Ana Bajó Con Diligencia Entre…”

     Ejercicio 21:

Se prepara una bolsa llena de objetos diferentes y se sienta a los alumnos formando un círculo. Uno comienza a contar una historia y saca un objeto de la bolsa, que debe ser introducido en el relato. Luego pasa la bolsa al que está sentado a su lado, que seguirá la historia con un nuevo objeto y así hasta completar el círculo.
.


domingo, 1 de enero de 2017

La muerte en el prerrenacimiento




            Hasta llegar a las Coplas de Jorge Manrique existe todo un complejo cultural  sobre la experiencia de la muerte que se había ido elaborando a través de los tiempos. Podemos observar al menos seis factores que dieron lugar a ese complejo y que son los siguientes:
            1º) La idea presente en el Eclesiastés Vanidad de vanidades, todo es vanidad.
            2º El viejo tema también de origen bíblico que se resume en la fórmula Ubi sunt qui ante nos in hoc mundo fuere?
            3º) Con los dos temas anteriores aparece la meditación sobre la fugacidad de las cosas y la estimación positiva o negativa del plazo de la vida. La Edad Media resuelve esto con la actitud de contemptu mundi o desprecio del mundo causante del memento mori.
            4º) El tan arraigado en la literatura medieval planto o llanto por la desaparición de seres queridos o admirados, así como el elogio al sujeto arrebatado por la muerte. El planto está motivado por la ruina o caída de algún hombre ilustre y se vincula con el tema De casibus virorum illustrium de Boccaccio.
            5º) La presencia de la muerte como personaje, que ofrece diferentes aspectos: la igualación de grandes y chicos, el terror que produce la igualadora, que es pintada con rasgos horripilantes, la danza macabra, la podredumbre de los cadáveres o la intervención de la Fortuna.
            6º) La Fama o la memoria en forma de ejemplo que legan los que mueren, un tema clásico que adquiere nuevos matices en el prerrenacimiento.
            Por separado o fundidos entre sí, esos factores componen un tema de validez universal a finales de la Edad Media.

            En los siglos XIV y XV habrá dos visiones antitéticas del personaje de la muerte: una idea medieval que, al menos en teoría, recibe a la muerte con resignación e incluso con alegría, y una visión vitalista y gozosa que solo se ve turbada por la inoportuna llamada a la danza de la muerte.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Análisis y crítica literaria. Métodos, instrumentos y técnicas (resumen)




            Las obras literarias, como acto de comunicación, tienen como receptor al público (lectores no especializados para quienes se escribe la obra). Dámaso Alonso recordaba: No olvidemos (…) que las obras literarias no han sido escritas para comentaristas o críticos… Las obras literarias han sido escritas para un ser tierno, inocentísimo y profundamente interesante: el lector.
            Pero no siempre es suficiente este acercamiento para penetrar el misterio de la obra literaria, para poder entablar el diálogo profundo con el autor que culmina el proceso de creación. Con frecuencia se hace necesaria la ayuda del lector especializado, del crítico, que se acerca a la obra provisto de los instrumentos teóricos pertinentes para desentrañar ordenada y metódicamente los mecanismos que el autor ha puesto en juego para convertir en obra de arte lo que es un acto de comunicación lingüística.
            La palabra “crítico” deriva del griego “krités”, que significa juez. Su primer paso consistirá en que el crítico pueda reconocer la calidad de una obra literaria para lo que ha de contar con instrumentos adecuados y esto supone la existencia de patrones, normas o modelos absolutos cuya existencia no está admitida por todo el mundo.
            Por otra parte hay que señalar la existencia de poéticas (teorías de literatura). Aun cuando la subjetividad del crítico puede constituir el impulso inicial, su juicio ha de basarse en una teoría determinada porque la mera subjetividad es explicación para el propio lector, nunca una guía para los demás.
            Con respecto al análisis y la crítica literaria podemos señalar que las explicaciones que se han dado para basar los fundamentos de la crítica son esencialmente de tres tipos:
-         Unas ponen el énfasis en el factor genético.
-         Otras renuncian a definir los conceptos, lo que imposibilita la construcción de una teoría.
-         Otras miran el aspecto histórico y niegan la posibilidad de separar explicación de valoración.
            Una suposición frecuente sobre la crítica se basa en su dependencia de las corrientes que prevalecen en la literatura creativa; la crítica sistematiza los supuestos desde los que se escribe en cada momento. La crítica tendría un origen inmanente en la literatura. Pero también se puede argumentar que la crítica literaria surge por la relación que guarda con las teorías científicas y corrientes de pensamiento de cada época.
            Otra tendencia se basa en la idea de Wittgenstein de que el arte debe huir de cualquier definición (tesis de Watson: no es necesario para conocer el romanticismo decir qué es).
            Una tercera corriente que ha impedido el desarrollo de las teorías literarias proviene de la reacción contra el historicismo, que sostiene la imposibilidad de separar la exégesis del significado (interpretación) del juicio de valor (evaluación). El historicismo postula que la interpretación de una obra literaria solo puede hacerse sobre la base del sistema de valores total de la época en que se haya escrito, lo que haría imposible la crítica de obras del pasado, porque nunca se podrán reconstruir con certeza las normas históricas; pero aunque tal reconstrucción fuera posible, el juicio de valor basado en ellas no tendría sentido para el lector moderno.
            La mejor crítica a esta tendencia la realizó Wolfgang Kayser. Según él, el juicio crítico hay que emitirlo en y a través de la interpretación, ya que cada sistema de valoración se basa en una teoría literaria y cada intérprete es hijo de su tiempo.
            Aunque no es fácil, toda teoría literaria debe desarrollar métodos para garantizar que las observaciones y conclusiones del crítico no están mezcladas con sus preferencias personales.
            Los múltiples métodos existentes se pueden resumir en unos cuantos teniendo en cuenta el elemento del acto de comunicación en el que se centra el interés. Los elementos principales que encontramos en todo acto de comunicación son: emisor, receptor, código, mensaje o texto y contexto. Podemos resumir los métodos de análisis en dos:
-         Métodos extra o paratextuales (extrínsecos, eclécticos): El interés se centra en elementos ajenos al texto, aunque íntimamente relacionados con él. Si se fija en el emisor (autor) estamos ante métodos psicológicos (psicoanalíticos) o biográficos. Cuando es el receptor (lector), se emplean métodos sociológicos.
-         Métodos textuales (inmanentes): Cuando el polo de atención gravita sobre el texto estamos ante las teorías textuales, estructuralistas y formales. Especial importancia tiene la Estilística, a la que hay que añadir el Estructuralismo, los métodos semiológicos, la Teoría de la recepción y la Reconstrucción.

Métodos paratextuales

            En este apartado mencionaremos antecedentes (positivismo, historicismo, impresionismo), la literatura y la psicología, así como la literatura y el receptor.
            En cuanto a los antecedentes, la crítica literaria surge a finales del siglo XVIII y se consolida en el XIX. El siglo XVIII es el de las normas rígidas a las que debía ajustarse la obra para ser considerada artística.
            Se puede considerar el positivismo (siglo XIX) como uno de los momentos iniciales de la crítica, y dentro de él a H.Teine. Este parte de la idea de Sainte-Beuve sobre la necesidad de una explicación causal, genética, de los fenómenos psicológicos observados y descritos en relación a un determinado escritor. Las fuentes que originan el estado moral elemental, al que Taine llama “facultad maestra” son tres: la raza, el medio y el momento.
            Frente al positivismo surge una corriente que se centra en hacer acopio de datos objetivos de tipo histórico-filológico. Pueden incluirse aquí los acercamientos a la producción de un autor a través de su biografía.
            Con el fin de siglo encontramos teorías que exaltan la intuición, el inconsciente, el instinto, el vitalismo, etc. Aparecen las corrientes simbolistas e impresionistas. Muchos escritores hacen una crítica totalmente subjetiva en consonancia con el esteticismo.
            En los albores del siglo XX se asistió a una reacción contra el subjetivismo, dando lugar a las principales corrientes críticas de la primera mitad de ese siglo: formalismo ruso, estilística y new criticism.
            Con respecto a la literatura y la psicología, podemos recordar que el acceso a la psicología del autor implica que la literatura tendría la función de servir de vía para desahogar los sentimientos del escritor, eliminando cualquier filtro entre el mundo interior del escritor y su obra. Este psicologismo (ingenuo) dio paso a planteamientos como el análisis de la personalidad del escritor y su relación con los lectores y con los personajes que crea.
            Desde los tiempos de Grecia se consideró al escritor como un hombre con una psicología especial dentro de la comunidad humana.
            En cualquier caso, se parte de la convicción de que el escritor presenta una personalidad que se aparta de la normalidad y se preguntan si esa personalidad se refleja en sus obras.
            Freud consideraba al escritor como un neurótico al que su obra salva del derrumbamiento, pero a la vez le impide llegar a curarse verdaderamente.
            El subconsciente se expresa como un lenguaje y no hay producto lingüístico inmune al trabajo del subconsciente. El lugar de ese trabajo es el lenguaje, no el autor.
            Otros temas estudiados por la psicología es la obra, tipificando a los personajes de ficción (psicología de la obra literaria).
            En cuanto a la literatura y el receptor, habría que hablar del receptor como elemento integrante de lo literario como proceso semiótico (lo que nos lleva a la estética de la recepción).

Teorías textuales

            Se acercan a la obra desde supuestos inmanentistas y en este apartado encontramos al formalismo ruso, el New Criticism y la Estilística.
            El formalismo ruso apareció en el primer tercio del siglo XX, primero en Rusia y después en Checoslovaquia. Los autores de este movimiento fueron Jakobson, Tomachevsky, Schlovskij, Eichenbaum y Propp. Confluyen en él dos círculos, el de Moscú y el de San Petesburgo, con la “Sociedad para el estudio de la lengua poética”. Desapareció hacia 1930. A partir de 1920, Jakobson forma el Círculo Lingüístico de Praga.
            Los principios básicos del formalismo ruso son principalmente seis:
1)      Propugnan un estudio científico de la literatura. Su objeto es estudiar la “literariedad” (lo que hace que una obra sea literaria: el conjunto de rasgos distintivos del objeto literario, las propiedades universales). Comparaban el lenguaje literario con el lenguaje cotidiano.
2)      Según Jakobson, lo distintivo de la poesía es que en ella una palabra es percibida como una palabra. El lenguaje poético se resiste a la economía. Se formula la teoría del extrañamiento: La lengua literaria produce extrañamiento ante actos y acontecimientos habituales haciendo que la atención se quede en las palabras. Las dificultades para determinar los mecanismos según los cuales se produce el extrañamiento llevó a formular la teoría de la función poética. Esta (que se centra sobre el mensaje) consiste esencialmente en la recurrencia como característica básica del lenguaje literario; lo ya emitido vuelve a aparecer en la misma secuencia. La recurrencia la realiza la función poética proyectando el principio de equivalencia del eje de la selección (paradigmático) sobre el eje de la combinación (sintagmático). Por otra parte encontramos la teoría de los “coupling” o emparejamientos de Levin. El coupling consiste en la colocación de elementos lingüísticos equivalentes o en la utilización de posiciones equivalentes como engaste de elementos fónicos o semánticos equivalentes.
3)      Eichenbaum subraya la ambigüedad significativa como una característica del lenguaje literario. Según Tinianov, la palabra en poesía pertenece a dos planos: el del ritmo y el del significado (desempeñan un papel de selección de las palabras).
4)      El contenido está condicionado por la forma.
5)      La obra literaria es una estructura en la que se pueden descubrir distintas funciones. El análisis consiste en describir los elementos estructurales  y sus respectivas funciones. El método es esencialmente descriptivo y morfológico (el término función se refiere a la relación existente entre los elementos de una estructura).
6)      Su interés principal residía en descubrir la técnica de cómo se construye una historia. Para ello introdujeron muchos elementos técnicos:
A.- La distinción entre argumento y trama (de Tomachevski). La trama es el conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados a lo largo de la obra. Se expone el orden natural, cronológico y causal de los acontecimientos independientemente del modo en que han sido dispuestos en la obra (lo que ha ocurrido efectivamente). El argumento está constituido por los mismos acontecimientos, pero respeta su orden de aparición en la obra y la secuencia de informaciones que nos lo representan (el modo en que el lector se ha enterado de lo que ha sucedido).
b.- La función narrativa. Propp explica que “por función entendemos lo realizado por un personaje determinado desde el punto de vista de su significado para el desarrollo de la historia”.
            El New Criticism se dio en Estados Unidos a finales de los años 30 del siglo XX y en este movimiento aparece T.S. Eliot. Las principales ideas de este autor son las siguientes:
-         La creación poética es un proceso a través del cual el artista escapa a la obsesión de sus emociones y de su personalidad. Es un acto que se apoya en la tradición, la madurez y la reflexión.
-         Se debe estudiar las relaciones existentes entre las partes de un poema y su significado.
-         La teoría del “correlativo objetivo”, por la que la única manera de expresar una emoción en forma artística consiste en hallar un conjunto de objetos, una situación, una cadena de acontecimientos que serán la fórmula de la emoción particular. Es la obra literaria como estructura autónoma.
            Los principios fundamentales del New Criticism son tres:
1)      Exclusión del subjetivismo del crítico. Se postula una crítica ontológica, centrada en la obra en sí, considerada como un mundo autónomo de fuerzas organizadas en el que cada elemento se halla en dependencia funcional con los demás.
2)      El lenguaje literario se caracteriza por ser antilógico. La estructura de un poema está integrada por varios elementos que solo pueden ser interpretados y valorados dentro del contexto al que pertenece.
3)      El proceso crítico se desarrolla en un plano sincrónico, aboliendo toda referencia a las circunstancias históricas de la obra.
            Por otra parte, la Estilística es el estudio del estilo, el modo peculiar en que el lenguaje está plasmado en cada obra.
            Charles Bally explica que es una rama de la Lingüística, cuyo objeto es estudiar “los hechos de expresión del lenguaje organizado desde el punto de vista de su contenido afectivo; es decir, la expresión de los hechos del lenguaje sobre la sensibilidad”.
            Dentro de la Estilística literaria encontramos a Vossler, Spitzer y Dámaso Alonso:
-         Kart Vossler parte de la teoría de Croce que identifica lengua con poesía, al considerar que toda actividad lingüística es acto de creación individual. A la disciplina que estudia el lenguaje como creación teorética individual y artística la llama Estilística. El estudio de la literatura debe ser inmanentista, desde su propio lenguaje.
-         Leo Spitzer formuló los principios básicos de la Estilística, basándose en la teoría del desvío del lenguaje poético. La lengua literaria consiste en un desvío de la lengua estándar. El punto de partida del análisis estilístico es la obra. Cada obra requiere una estrategia distinta que excluye un método único aplicable a cualquier obra literaria. El inicio del análisis es una intuición inicial, ligada a la subjetividad y a la sensibilidad del público.
-         Dámaso Alonso adopta un punto de vista inmanentista. Para llegar a las obras literarias existen tres grados de conocimiento: el del lector (intuición totalizadora), el del crítico (lector excepcional) y conocimiento científico, la Estilística (estilo: lo peculiar).

Crisis del inmanentismo. Poéticas no inmanentistas

            Lo literario no viene definido por la literariedad, sino por el reconocimiento de una modalidad de producción y recepción comunicativa.
            Entre estas poéticas encontraremos las teorías textuales y la pragmática literaria, y la poética de la recepción.
            Con respecto a las primeras, recordemos que la gramática del texto parte del hecho de que los conocimientos sintácticos del hablante no son capaces de explicar por qué hay una determinada sucesión de periodos constituye un enunciado coherente y otra no. En sentido lato, la pragmática ha de entenderse como el estudio de los contextos de producción y recepción. En sentido estricto, la pragmática literaria es una teoría de los actos de habla, considerando al lenguaje como un modo de actividad.
            En este punto debemos hablar de la estructura del texto literario, de la estructura del texto lírico y de la estructura del texto narrativo:
-         Estructura del texto literario: como notas distintivas del texto, en primer lugar encontramos que su extensión no es pertinente. Para Lotean y Pjatigorsky, sería “una formación semiótica singular, cerrada en sí, dotada de un significado y de una función íntegra y no descomponible”. La coherencia implica y presupone una estructura a través de la cual se va desarrollando. Lotean señala que un texto presupone una estructura, un límite espacio-temporal y una jerarquía interna en sus constituyentes.
-         Estructura del texto lírico: el “impulso rítmico” atraviesa todo el poema y constituye su verdadera estructura rítmica. Otros elementos formales son el verso, la rima, las figuras, los tropos, etc. Recordemos también los “coupling” de Levin, esa colocación de elementos lingüísticos equivalentes en posiciones también equivalentes. También aparece la isotopía de Greimas, el conjunto de categorías semánticas redundantes que permiten la lectura uniforme de una historia.
-         Estructura del texto narrativo: hay conceptos muy importantes en narratología, como la distinción entre trama y argumento, el punto de vista o focalización, y la voz y niveles narrativos (polifonía de la enunciación).
            En cuanto a la poética de la recepción, recordemos que Pozuelo estudia los puntos de que se ocupa esta poética: el “uso” como constituyente del carácter literario de un texto, la “competencia literaria”, la “interpretación” o lectura de la obra y la “redefinición” de la historia de la literatura:
-         En cuanto al concepto de “uso”, una obra es literaria cuando una sociedad la acepta como tal.
-         La “competencia literaria” implica la posesión de unas convenciones que el lector actualiza y que son mayoritariamente de índole formal.
-         Otro de los puntos señalados es la interpretación de la obra literaria como un fenómeno de lectura. La recepción tiene una dimensión social de competencia, pero individualmente es un proceso de creación de sentido.
-         Obras que en algún momento han sido consideradas plenamente literarias, en otras épocas no lo son.
            Quizá el mayor interés resida en la distinción entre destinatario y receptor. El destinatario es la persona a quien efectivamente va dirigido el mensaje y que figura en la portada (como el Duque de Béjar en la primera parte del Quijote). El receptor literario es el lector genérico.
            Un concepto importante es el de la “cooperación interpretativa” de Umberto Eco.

            Podemos concluir señalando que en la interpretación de la obra literaria han de integrarse todos los elementos que intervienen en el proceso de comunicación literaria.

martes, 27 de diciembre de 2016

Estudios sobre Cervantes y el Quijote




            En esta entrada señalaremos algunas de las ideas que se han vertido sobre Cervantes y su obra principal, atendiendo a diferentes detalles de los mismos.
            Américo Castro, en El pensamiento de Cervantes (1980) señala que don Quijote es el mayor portador del tema de la realidad oscilante: Como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había oído (primera parte del Quijote, capítulo 2). Un mismo objeto puede ofrecer diferentes apariencias, aunque lo más frecuente sea que él perciba un aspecto de las cosas y nosotros, los lectores, con los demás personajes, otro distinto.
            A veces la vacilación ante la realidad no se produce espontáneamente, sino que es suscitada. La segunda parte del Quijote gira en torno a las aventuras que los demás crean al héroe, aventuras que en la primera parte surgen por sí mismas. Desde fuera de los fenómenos que ocurren, se hace que las cosas presenten una realidad ficticia al lado de la verdadera (por ejemplo, las bodas de Camacho). Intencionalmente se descubre el plano verdadero en que descansaba la ilusoria apariencia un “engaño a los oídos”.
            Cervantes se sirvió del hecho de ser interpretables en forma diferente las cosas que contemplamos: Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa.
            La España de 1600 estaba regida totalmente por la opinión, por las decisiones de la masa opinante, del vulgo irresponsable contra el cual una y otra vez arremete nuestro autor, porque sus decisiones afectaban a si uno era católico o hereje, o si tenía o no honra, o si escribía bien o mal, etc. Frente a esta opinión, monstruosa y avasalladora, Cervantes opuso una visión suya del mundo, fundada en opiniones. En lugar del ES admitido e inapelable, Cervantes organizó una visión de su mundo fundada en pareceres, en circunstancias de vida. En lugar de motivar la existencia de sus figuras desde fuera de ellas, de moldearlas al hilo de la opinión, Cervantes las concibió como un hacerse desde dentro de ellas, y las estructuró como unidades de vida itinerante, que se trazaban su curso a medida que se lo iban buscando.
            Cada observador posee un ángulo de percepción, en función del cual varían representaciones y juicios.
            El mejor pensamiento es el más sosegado (tal como se encuentra en el Persiles, “cuando no se mezcle con error de entendimiento”). El error puede consistir en la falsa interpretación de una realidad física (venta-castillo, molino-gigantes, carneros-ejército, etc.). Sus resultados se sitúan en la gama de lo cómico. Puede también el error consistir en mala interpretación de una realidad moral, las consecuencias de tales errores suelen ser trágicas.
            El error sobre las apariencias físicas supone ser francamente loco. El error moral se aloja fácilmente en quienes pasan por cuerdos.
            Hay un número considerable de personajes que se engañan moralmente. Muchos de ellos ni se equivocan ni aciertan sistemáticamente. Don Quijote está en lo firme más de una vez; Sancho suele desbarrar, pese a su evidente buen sentido.

            Edward C. Riley, en Literatura y vida en el Quijote, señala que el propósito declarado del autor era acabar con las novelas de caballerías.
            El héroe es un hombre que no sabe distinguir entre la vida y la ficción literaria.
            La crítica de las novelas de caballerías se hace de dos maneras: mediante juicios más o menos directos dentro de la ficción, y también mediante la ficción misma. Estas críticas en forma de ficción son casi siempre parodias, y el Quijote es hasta cierto punto una parodia, pero lo extraordinario del libro estriba en que el objeto de esa parodia está contenido dentro de la obra misma, como un ingrediente vital.
            La originalidad de Cervantes reside en hacer que el hidalgo loco las parodie involuntariamente en sus esfuerzos por darles vida, imitando sus hazañas.
            Don Quijote se ocupa ampliamente de sus preparativos. Como un escritor, piensa mucho antes de elegir los nombres. Cuando las condiciones son especialmente favorables, como con motivo de la penitencia en Sierra Morena, presta la mayor atención a los detalles y se preocupa mucho de los efectos.
            La idea de traer el arte a los asuntos del vivir no resultaba extraña.  La lección que se desprendía de la obra de Castiglione era que la vida del perfecto cortesano debía ser una verdadera obra de arte. Desgraciadamente, don Quijote es un mal artista, un artista frustrado. Lleva a cabo una parodia cómica.
            El Quijote es una novela de múltiples perspectivas. Cervantes observa el mundo por él creado desde los puntos de vista de los personajes y del lector en igual medida que desde el punto de vista del autor.
            Cervantes finge, mediante la invención del cronista Benengeli, que su ficción es histórica. En esta historia se insertan ficciones de varias clases.
            Cervantes introduce al público en la ficción. La segunda parte está llena de personajes que han leído la primera y conocen todas las anteriores aventuras de don Quijote y Sancho.
            En la novela de Cervantes, la literatura imaginativa ha actuado sobre la conducta de otras muchas gentes además del héroe. ¿Qué especie de dominio no ejerce la ficción, por ejemplo, en las mentes de los Duques y en todos aquellos que urden para su propia diversión fantásticas y rebuscadas situaciones en que se hallan envueltos don Quijote y Sancho?

            Leo Spitzer en Cervantes, creador expone que Cervantes no conoce a ciencia cierta el nombre de sus protagonistas. Cervantes finge no saberlo o que sus fuentes dan nombres distintos. Estas variaciones no son nada más que vindicaciones de su libertad artística para elegir los detalles de su historia entre infinitas posibilidades.
            En la segunda parte de la novela, cuando el duque y la duquesa piden que se les deje ver las figuras ya históricas de don Quijote y Panza, este último le dice a la duquesa: “… y aquel escudero suyo que anda, o debe andar, en tal historia, a quien llaman Sancho Panza, soy yo, si no es que me trucaron en la cuna; quiero decir que me trucaron en la estampa”. En tales pasajes, Cervantes destruye a propósito la ilusión artística: él, el titiritero, nos deja ver las cuerdas que mueven a sus marionetas, al modo de “mira lector, esto no es vida, sino un escenario, un libro, arte; ¡reconoce el poder que de dar vida tiene el artista como algo aparte de la vida!” Multiplicando sus máscaras (el amigo del prólogo, el historiador árabe, a veces los personajes que le sirven de portavoz), Cervantes no hace sino reforzar más su dominio sobre todo ese cosmos artístico que su novela representa. Y la fuerza de su dominio se ve realzada por la naturaleza misma de los protagonistas: don Quijote es lo que hoy día llamaríamos una personalidad escindida, a veces racional, a veces necia; también Sancho, que en ocasiones no es menos quijotesco que su amo, otras veces es incalculablemente racional. De esta manera el autor hace que le sea posible decidir en qué momento sus personajes se comportarán razonablemente, en qué otro lo harán neciamente (nadie es más imprevisible que un necio que pretenda ser sabio).
            Al empezar su viaje con Sancho, don Quijote le promete un reino en una isla en la que él gobernará, justamente lo que se hacía en los numerosos libros de caballerías. Pero, guiándose por su juicio crítico, don Quijote promete dárselo inmediatamente después de su conquista en vez de esperar a que el escudero se haga viejo. La vertiente quijotesca de Sancho acepta su futuro reino sin poner en duda su posibilidad, pero su naturaleza más realista prevé (y critica) la escena real de la coronación: ¿qué aspecto tendría su rústica esposa, Juana Gutiérrez, con una corona sobre la cabeza? Dos ejemplos de necedad, dos actitudes críticas. Ninguna de ellas corresponde a la actitud del escritor, que se mantiene por encima de las dos personalidades escindidas y de las cuatro actitudes.
            A veces Cervantes ni siquiera decide si las inferencias erróneas que don Quijote saca de lo que ve son o no totalmente absurdas. Este perspectivismo realza la figura del novelista.
            Con esta tolerancia hacia sus personajes, que es también un principio algo maquiavélico de “divide y vencerás”, el autor logra hacerse indispensable para el lector. Al mismo tiempo que en el prólogo Cervantes nos pide una actitud crítica de nuestra parte, nos hace depender aún más de él como guía que nos ayudará a atravesar las intrincaciones psicológicas de la narrativa. Cervantes gobierna imperiosamente sobre su propio ser: él fue quien creía que su ser estaba escindido en una parte crítica y otra ilusionista (desengaño y engaño); pero en este ego barroco él puso orden, si bien precario.
            Muy por encima del cosmos a escala mundial creado por él, en el que se funden centenares de personajes, situaciones, vistas, temas, tramas y subtramas, se halla entronizado el ser de Cervantes, un ser creativo que lo abarca todo, un creador artístico visiblemente omnipresente que graciosamente hace al lector partícipe de su confianza mostrándole la obra de arte en fase de creación, así como las leyes a las que está necesariamente sometida.
            Cervantes se inclina siempre ante la sabiduría suprema de Dios, tal como la encarna las enseñanzas de la Iglesia católica y del orden establecido del Estado y la sociedad.
            Su humor, en el que caben muchos estratos, perspectivas, máscaras de relativización y dialéctica, da testimonio de su alta posición por encima del mundo.

            Cesare Segre en Líneas estructurales del Quijote señala que tenemos un escritor (Cervantes) que inventa un personaje (don Quijote) que inventa al autor (Cide Hamete), que servirá como fuente a la obra del escritor (Cervantes). Y a menudo parece que las acciones de don Quijote están o pueden estar influenciadas por iniciativas del autor Cide Hamete. Esta construcción a lo Borges le permite a Cervantes depositar irónicamente la responsabilidad de lo que se ha narrado en un no creyente (por lo tanto, no merecedor de confianza) y mago (por lo tanto, depositario de noticias inalcanzables para un común mortal). Cide Hamete tiene entonces a su disposición la inmensa distancia entre lo auténtico y lo improbable, mientras el “segundo autor”, Cervantes, puede comportarse bien como narrador irresponsable, bien como crítico que rechaza o limita las afirmaciones de su fuente.
            El Quijote no habla solo de don Quijote y Sancho. Los dos personajes predominan en la atención y en la memoria de los lectores; pero soslayar los muchos capítulos en los que están ausentes significaría falsear la trabazón de la novela y, lo que es más grave, su significado.
            En la segunda parte las intercalaciones son más breves y todas conectadas íntimamente con la trama principal, como ocurre con la narración de doña Rodríguez (capítulo 48) o la inocente escapada de la hija de don Diego (capítulo 49).
            La segunda parte ve por primera vez mucho tiempo separados a don Quijote y Sancho, en todo el episodio de Sancho gobernador (entre los capítulos 44 y 53).
            La historia del caballero y del escudero mantiene su linealidad, que las interpolaciones pueden detener pero no desviar.
            Las interpolaciones tienen un elemento común, el amor, y pertenecen casi exclusivamente al género pastoril o sentimental, excepto la historia del cautivo, que es un relato de aventuras. Tantos amores colman el vacío de sentimientos dejado abierto por el culto totalmente fantástico, cerebral, de don Quijote por Dulcinea.
            Si la novela se desarrolla en dos planos, el de la irrealidad quijotesca y el de la realidad, los personajes de las interpolaciones pertenecen con pleno derecho al plano de la realidad fijado por el autor.
            Las interpolaciones están en la novela, además, para presentar otra realidad: la de la problemática social. A don Quijote, hidalgo pobre y falso caballero, y al labrador Sancho, se aproximan en las interpolaciones personajes de la nobleza, de la propiedad territorial, de la administración, del clero… Si se prescindiera de las interpolaciones, en la primera parte del Quijote el caballero encontraría casi siempre personas de clase social y de instrucción inferiores a él. También por esto las interpolaciones resultaban menos necesarias en la segunda parte, en la que los personajes de alcurnia, como el Duque, monopolizan ampliamente al Caballero de la Triste Figura, y participan de forma determinante en sus aventuras. En la segunda parte la sociedad señorial no necesita ir hacia don Quijote, es don Quijote quien va hacia ella, acepta su hospitalidad y sus condiciones.
            Es significativo que en la segunda parte, mientras la reducción de las interpolaciones le permite a don Quijote una presencia más dominante, la deformación de la realidad no se atribuye ya exclusivamente a la locura del caballero, sino a la fantasía, también cruel, de sus interlocutores.
            El esquema en espiral individualizado en las relaciones entre escritor y personaje, primer autor (Cide Hamete), obra, reaparece aquí en las relaciones entre realidad, verosimilitud, sueño e invención de nuevas realidades. Dos espirales afines que permiten una multiplicación de perspectivas y una disimulada vigilancia.
            La primera parte del Quijote es el relato de cómo el héroe no se ha convertido en un héroe de novelas de caballerías. Pero es también la historia del nacimiento de un héroe de novela: de la novela de Cervantes. El contexto de la segunda parte ha cambiado profundamente por este elemento. Todos los personajes, a partir del protagonista, conocen la existencia de la primera parte de la novela. Las nuevas aventuras de don Quijote, presentadas como verdaderas, están influidas por el conocimiento literario, de las precedentes y asimismo verdaderas. Tenemos así el impacto sobre la vida de dos tipos de libros: los caballerescos (mentirosos), dominantes sobre la inteligencia y sobre la acción de don Quijote, y la novela de Cervantes (verdadera, histórica), que ha popularizado la imagen del caballero, y por lo tanto cambia el ambiente en el que se mueve, y a él mismo.
            Ahora don Quijote está seguro de sí mismo: él es lo que se ha hecho a sí mismo, y es, gracias a la circulación de la novela, un personaje. No ya improvisaciones o caprichos fantásticos. Don Quijote habla y actúa de forma que enriquece y perfecciona los rasgos del personaje, con digna consciencia.
            En la segunda parte hay movimientos lineales hacia delante (por eso la sucesión horizontal de los episodios, que interrumpen pero evidencian las interpolaciones y los escasos ensamblajes) y movimientos de reorganización circular.

            Juan Bautista Avalle-Arce, en Locura e ingenio en don Quijote, cuenta que el autor nos describe las imágenes que se imprimen en el alma de un hombre cuya imaginativa está desarreglada, y es la imaginativa la receptora en el alma de lo que perciben los sentidos.
            En lo que se refiere a los demás personajes del libro, la realidad no oscila. Es una y la misma, aunque a veces violentamente torsionada por la intervención de un loco.
            Avalle-Arce recuerda lo que dice Covarrubias acerca de que vulgarmente llamamos ingenio una fuerza natural de entendimiento, investigadora de lo que por razón y discurso se puede alcanzar en todo género de ciencias, disciplinas, artes liberales y mecánicas, sutilezas, invenciones y engaños.

            Por otra parte, Francisco Márquez Villanueva, en Sancho Panza: tradición y novedad señala que Sancho es buen esposo y padre, feliz a su manera en su vida conyugal, varón respetado y querido por todos los sujetos a su firme mano de patriarca. La cálida vida familiar de Sancho, que comienza por ser exigencia estructural con miras a superar una fórmula técnica, termina por ser amplia y exquisitamente tratada por Cervantes en la primera parte del Quijote. Se ve así en el coloquio con su esposa sobre el casamiento de la hija (capítulo 5), igual que en el intercambio de cartas de ambos cónyuges (en los capítulos 36 y 52 de la segunda parte) o en la seriedad del padre que no tolera bromas con el buen nombre de las mujeres de su familia (capítulo 13 de la segunda parte).
            Con la ínsula se confirma su alcance de crítica social, ya que consiste en un dardo apuntado hacia la limpieza de sangre, incurable y putrefacta llaga.

            Martín de Riquer, en La variedad estilística del Quijote, explica que las cartas que se ve precisado a dictar Sancho Panza son ejemplares por su naturalidad, su gracia y su estilo directo y familiar, pero las superan las de su mujer, Teresa Panza, a la duquesa y a su marido (capítulo 52 de la segunda parte).
            En los pasajes de descripciones de pendencias y riñas, de palizas y tumultos, Cervantes logra transmitir la impresión de movimiento rápido, de desorden y de acumulación de distintas acciones y situaciones de personajes lanzados al desenfreno.
            Los personajes principales que hablan en el Quijote quedan perfectamente individualizados por su modo de hablar. Los casos del vizcaíno, del cabrero y de Sancho entran en una zona humorística, y Cervantes persigue con tales deformaciones idiomáticas suscitar la risa del lector.

            Por último, Ángel Rosemblat, en La primera frase y los niveles lingüísticos del Quijote, señala que Cervantes toma de la lengua popular los tópicos más manidos, los modos adverbiales y frases hechas, y los modifica o acumula, o juega con ellos para obtener un efecto expresivo o humorístico.
            La segunda parte del Quijote contiene solo una salida. El marco de las aventuras se amplía geográficamente.
            En el palacio de los duques los episodios toman dos direcciones que a veces se refieren en capítulos alternados: son los episodios en el castillo y los de Sancho gobernador.