martes, 4 de febrero de 2014

Lenguaje y pensamiento





            La preocupación por la relación entre pensamiento y lenguaje ha estado presente a lo largo de la historia del pensamiento desde la antigüedad, aunque no siempre se ha contado con instrumentos científicos para abordarla correctamente.
            El pensamiento y el lenguaje constituyen formas exclusivamente humanas de reflejar la realidad; aparecen y viven en el hombre como procesos, movimientos; es decir, son totalidades dinámicas. Ambas ocurren en el tiempo y se relacionan con las otras formas temporales, históricas que sitúan al ser humano como un complejo de actitudes: culturales, estéticas, afectivas, psicológicas, políticas, etc. El pensamiento y el lenguaje tocan todas las manifestaciones humanas y revelan un nombre y un valor para cada cosa. No hay objeto en el mundo que no sea un signo, una imagen de la realidad que el pensamiento recoge, como tampoco hay una idea que no pueda ser representada por el lenguaje.

            Esta preocupación ha dado lugar a diversos enfoques:

            Desde un punto de vista general, y relacionando esta cuestión con la del origen del lenguaje, se ha discutido sobre la prioridad de uno u otra, tratando de responder a la pregunta sobre qué fue antes, si la lengua o el pensamiento, y cuál influye en la formación del otro.

            Desde la filosofía se han planteado dos problemas: la relación entre lenguaje y referente y el de los universales del lenguaje.

            Desde la etnolingüística se plantean las relaciones entre lengua y pensamiento en la configuración de la mentalidad de los pueblos; la lengua como generadora de una cultura determinada, como configuradora de las estructuras mentales de los pueblos. Encontramos dos teorías en este enfoque: la teoría de la imagen del mundo (Humboldt) y el relativismo lingüístico americano (Sapir y Whorf).

            Desde una perspectiva psicológica, se trataría de qué relaciones guardan la formación de la función simbólica y la lengua; qué condicionamientos mutuos mantienen lengua y pensamiento.

            Finalmente, desde una perspectiva lingüística, en conexión con la filosofía, se enfoca el problema de las relaciones de la lengua con los universales lingüísticos y, por otra parte, se analiza el pensamiento lingüístico.

            De estas perspectivas, la primera no es relevante desde el punto de vista científico porque apenas aporta nada al problema y porque se presta más a ejercicios especulativos que a la construcción de una hipótesis de trabajo; sus métodos no pueden ser científicos porque es imposible comprobar empíricamente ni el origen, ni la posible dimensión teológica, que por su naturaleza queda fuera de la discusión científica. Además no puede aportar ningún dato de interés para el conocimiento de la lengua y de los mecanismos comunicativos del hombre. Desde la perspectiva psicológica se ve que el surgimiento de uno y otro probablemente es simultáneo e interactivo.

            LENGUAJE Y PENSAMIENTO EN LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA

            Las relaciones entre lengua y pensamiento han constituido una de las preocupaciones recurrentes de la Filosofía desde Platón y Aristóteles, centrando su preocupación en dos problemas: el paso del referente a la referencia lingüística y los universales.

            Respecto al primer problema, se perfilaron dos posturas ya en la filosofía griega, representadas por Platón y Aristóteles. Para el primero, partiendo de su teoría de la Fisei en la que la palabra “pinta” a su objeto, se establece una relación de necesidad entre palabra y referente. Cada palabra es la que corresponde por la naturaleza del referente.

            Aristóteles parte del principio del Zesei, que afirma el convencionalismo de la palabra, la arbitrariedad de la palabra, la cual es tal por decisión colectiva de la comunidad social que la emplea como referente. Ambas posturas permanecieron en la historia de la filosofía hasta desembocar una en el ontologismo conceptualista, y la otra en el nominalismo.

            La otra preocupación de la filosofía ha sido tradicionalmente la de los universales del pensamiento y su relación con la lengua. Esta cuestión, planteada en el Renacimiento, se formula con claridad en la Gramática de Port-Royal. Los filósofos cartesianos del siglo XVIII consideraron como un hecho evidente la existencia de una gramática universal subyacente a las diversas gramáticas del mundo, que se diferenciarían sólo por aspectos superficiales. Si la lengua es el reflejo del hombre, es lógico pensar que la estructura de las lenguas sea la misma para todas, por debajo de las apariencias. Surge así el universalismo lingüístico como característica innata del hombre.

            Una tesis similar defiende en nuestros días Chomsky, que en Lingüística cartesiana reivindica la gramática universal, que después de su floración en los siglos XVII y XVIII, sufrió una larga interrupción durante el Romanticismo y el Positivismo. Éste es el postulado básico que subyace en todos los modelos de gramática formulados hasta ahora: la existencia de una gramática innata y universal que refleje la capacidad lingüística del hombre. Podríamos resumir el pensamiento de Chomsky en tres tesis:

-         El lenguaje es generado por una capacidad lingüística innata que es localizable cerebralmente y su estructura funcional aporta la base para las estructuras profundas lingüísticas.
-         Hay una gramática universal. Su estudio es el estudio de la naturaleza de las capacidades intelectuales.
-         Con la capacidad lingüística está en conexión directa la competencia relativa al lenguaje en general y a una lengua en particular.

Estos postulados son la base de la gramática generativa y de la rección y ligamento, que es el modelo en el que trabaja Chomsky.

LENGUAJE Y PENSAMIENTO DESDE LA PERSPECTIVA ETNOLINGÜÍSTICA

            La antropología lingüística estudia la intersección del lenguaje, por una parte, y cultura, pensamiento, visión del mundo y conducta correspondiente a la cultura, por otra. De las diversas orientaciones de la etnolingüística, la que más nos interesa es la que concibe el lenguaje como “la imagen del mundo de un pueblo, que al mismo tiempo modela el pensamiento”, como encontramos en el estructuralismo funcionalista en Humboldt, en el neohumboldtianismo y en la teoría relativista. La etnolingüística supone que la lengua particular representa la visión del mundo, el pensamiento y conducta cultural de sus hablantes.

            1. Teoría de la imagen del mundo. Humboldt.

            En la etnolingüística estructuralista europea, el lenguaje es relación entre hombres y mundo que ha llegado a ser forma.

            Esta concepción, que se constituye en el Romanticismo como reacción a la teoría de los universales del lenguaje defendida por la Ilustración, cuenta entre sus seguidores con Humboldt (1767-1835), cuyas ideas tuvieron gran repercusión. Humboldt ve al lenguaje en esa función unas veces como resultado de un proceso de formación o transformación continua (ergon, papel pasivo), y otras como algo que actúa sobre el pensar y el decir (energeia, fuerza activa y creadora). Podemos resumir su pensamiento en cuatro puntos:
            1) A través del lenguaje, el espíritu crea entre él y los objetos un mundo intermedio, la visión del mundo. Esta visión representa el resultado de la captación, el ergon o producto hecho. Esta visión del mundo específica de cada nación que crea la lengua es producto de las circunstancias sobre las que va pasando la nación y explica la diversidad de lenguas. Humboldt postula un nexo de implicación cuya secuencia es: Nación y circunstancia del mundo exterior è Lengua particular è pensamiento.
            2) La visión del mundo que proporciona una lengua no es algo en reposo, sino un centro dinámico de configuración espiritual. El lenguaje capta el mundo, es energeia, fuerza creadora, que genera la realidad de la conciencia.        
            3) Cada mundo intermedio lingüístico creado por la energeia tiene su propia estructura, su propia “forma interna del lenguaje”. Las lenguas particulares son una labor del espíritu orientadas hacia una meta determinada, un modo de ver el mundo, o una conexión de pensamientos.
            4) La lengua particular (cada lengua concreta) tiene forma fónica y forma interna. Esta consiste en el tipo de unión del pensamiento con los sonidos, en la segmentación y clasificación del mundo; es el verdadero mundo que ha de colocar el espíritu entre él mismo y los      objetos por la fuerza interna de su trabajo. La segmentación y clasificación del mundo son el resultado de la aplicación de la fuerza de la lengua y del espíritu al mundo. Como cada nación tiene una lengua distinta, cada una tendrá una cosmovisión distinta. Si tenemos en cuenta la influencia del mundo en la configuración del carácter de cada lengua, nos encontramos con una relación circular entre lengua y          mundo que Ebneter sintetiza así:

                                                à fuerza del espíritu
            mundo exterior                          y
                                               ß sentido de la lengua
                                     
                                                          Lengua  à  pensamiento

            Por sentido interno de la lengua se entiende “toda la capacidad espiritual referida a la formación y al uso de la lengua”. La lengua particular es una configuración de forma fónica e interna que traduce la imagen del mundo. Por eso la lengua aparece en Humboldt al mismo tiempo como actividad y como obra, como energeia y como ergon. Por otra parte, la lengua presta al pensamiento configuración firme.

            La corriente neohumboldtiana cuenta con Trier y su teoría de los campos léxicos, y Weisberger y la Escuela de Bonn, de la que destacan dos aspectos:

            1- La lengua como actividad cognitivo/conceptual: el mundo exterior sólo existe formulado en el contenido de lengua. La estructura lingüística objetiviza la estructura del mundo.
            2- La lengua como fundamento de la comunidad étnico/cultural y como constituyente de la nación. La comunidad condiciona la adquisición de la lengua materna que se presenta bajo la forma de una estructura superindividual. Los mecanismos lingüísticos representan la base de una diferenciación irreductible entre grupos humanos.

            Las ideas de Humboldt y sus seguidores tuvieron repercusiones políticas por su identificación de lengua, pueblo y nación, que fueron utilizadas en distintos momentos históricos de Alemania, el último durante el III Reich.

            2. Relativismo Lingüístico

            Mientras que los relativistas europeos (Humboldt y sus seguidores) se inclinan más por el registro de las estructuras de las lenguas particulares, los americanos ponen más énfasis en las relaciones entre lengua y cultura.

            La génesis del relativismo lingüístico americano obedece a causas autóctonas y responde menos a una ruptura teórica con el comparatismo (como le sucedió a Saussure), que a los problemas prácticos que planteaban las lenguas amerindias (más de mil), habladas por los indios de América del Norte. Eran lenguas muy distintas entre sí, irreductibles a las categorías gramaticales indoeuropeas y carentes de una tradición escrita. Estas circunstancias impusieron una metodología específica de investigación lingüística, en estrecha relación con la etnología, la sociología y la psicología. Los lingüistas más conocidos son Sapir y su discípulo Whorf.

            La teoría de la relatividad lingüística afirma que la visión del mundo y el pensamiento dependen de la lengua, estableciendo una íntima conexión entre la concepción del mundo y la forma lingüística. Este principio incluye la tesis de que la imagen del mundo y el pensamiento dependen de la estructura lingüística correspondiente. Posiblemente fue Sapir el primero que en América formuló la teoría relativista de la lengua, con algunas afirmaciones valiosas:
            “Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con distintas etiquetas. La lengua no es sólo un inventario de distintos ítems sino que define la experiencia de un modo efectivo para nosotros... a causa de nuestra proyección inconsciente...”

            Para Sapir, el proceso lingüístico se presenta inconsciente. En términos similares se plantea el relativismo de Whorf que formula explícitamente:
            “Vamos hacia un nuevo principio de relatividad que afirma que la misma evidencia física no conduce a todos los observadores a la   misma imagen del mundo, a no ser que sus trasfondos lingüísticos sean semejantes o puedan hacerse coincidir. Los usuarios de gramáticas diferentes son llevados por sus gramáticas a tipos diferentes de observaciones y a valoraciones distintas de acciones de observación parecidas externamente, y por eso no son equivalentes como observadores, sino que tienen que llegar a diferentes observaciones del mundo”

            La hipótesis de Whorf tiene su origen en los estudios de las lenguas de los indios americanos, especialmente del hopi y de su comparación con las lenguas indoeuropeas. Comprobó que el verbo hopi es rico en aspectos y diátesis, pero no tiene tiempos. El hopi no posee el concepto del tiempo como un continuo de futuro, presente y pasado. Mientras que nuestra imagen del mundo se basa en los pilares espacio, tiempo y materia, la lengua hopi lo organiza oponiendo lo abiertamente objetivo y lo subjetivo no manifiesto, o lo subjetivo que se manifiesta. “Lo manifiesto u objetivo -dice Whorf- comprende todo lo que es accesible a los sentidos, el universo físico entero, sin distinción de presente y pasado, pero excluido todo lo futuro. Lo subjetivo comprende lo futuro y lo espiritual, psíquico, todo lo que se muestra en el corazón de hombres, animales y plantas.” Mientras lo objetivo tiene un carácter estático, lo subjetivo se ve como dinámico.

            El estudio de la lengua hopi demuestra que el análisis que hace de la realidad es diferente al que se hace en las lenguas SAE (siglas en inglés de promedio-europeo-estándar). Las lenguas europeas analizan el mundo ubicándolo en las coordenadas espacio-temporales. En el modo de ver SAE, lo existente se forma a partir de un continuo espacial informe; lo no espacial recibe una forma espacial y el espacio está localizado sobre el eje temporal. El hopi analiza la realidad en el sentido de lo que acaece objetiva y subjetivamente, clasificando todos los acontecimientos del mundo sobre lo interno y externo, lo objetivo y subjetivo.
           
            En otras lenguas amerindias se dan ejemplos similares. Recuerda Whorf la lengua navajo en la que existe una clasificación de los objetos basada en parte en su movilidad y en parte en su forma, habiendo tenido que reconocer la categoría de “objetos redondos” y “objetos largos”. En la lengua hopi no sólo existen diferencias en la segmentación de la realidad y en el comportamiento pragmático con respecto a las lenguas SAE, sino que existen también diferencias gramaticales referentes a la conjugación de los verbos, a la polaridad nombre-verbo, al concepto de pluralización nominal, etc. De esto deduce las conclusiones que forman su hipótesis:
            1) La infraestructura lingüística o la gramática de cada lengua no constituye solo un instrumento que permite expresar ideas, sino que determina formas, orientando la actividad mental del individuo: “Recortamos la naturaleza según las vías trazadas por nuestra lengua materna. Mediante este recorte mediático, la organizamos en conceptos y le atribuimos significaciones, en virtud de una convención que determina nuestra visión del mundo”.
            2) Principio de relatividad lingüística, según el cual usuarios de gramáticas distintas se ven llevados a valoraciones y a observaciones diferentes sobre hechos externamente similares.
                       
            Tanto en Humboldt como en la tesis relativista americana, la lengua particular, considerada de forma absoluta, está en función de la experiencia del mundo exterior, pero por su parte, actúa de modo determinista sobre el pensar y el sentir del hablante individual en la actuación lingüística.

            Se puede establecer una serie de implicaciones comunes a las teorías que representamos con Ebneter:


Mundo exterior
           

Nación

à



ß

Fuerza del espíritu.
Facultad del lenguaje
Intuición

Proceso de conciencia más profundo



ß




à



Lengua
particular

à




ß


Pensamiento


Imagen del mundo



Las críticas que se han hecho a la tesis de Whorf provienen de diversos frentes. Una objeción que se le hace es que si las lenguas fueran tan irreductibles como se presentan, no sería posible la traducción de una a otra. Lo mismo se podría decir de los hablantes bilingües; si cada lengua marcara de forma absoluta a los hablantes creándoles estructuras mentales definidas, sería imposible que alguien usara dos lenguas de forma habitual.

            El único ámbito lingüístico en el que pudiera aceptarse viene constituido por el léxico, que dentro de cada lengua es menos sistemático y más sujeto a modificaciones que la gramática. El léxico se organiza en estructuras mayores (“campos”) y se puede decir que cada lengua recorta la experiencia del mundo de forma distinta respecto al mismo campo. Es posible hablar de relatividad.

PERSPECTIVA  PSICOLÓGICA

            El interés de la psicología por el lenguaje se centra en el lenguaje como actividad. Y si el lenguaje es actividad, es lógico que se pregunte para qué esa actividad y cómo surge en el individuo (ontogénesis del lenguaje) y formule hipótesis sobre su origen en la especie (perspectiva filogenética).

            Desde el punto de vista funcional, el lenguaje implica una actividad cuya función principal se ha dicho que es expresar ideas, afirmación que debe ser matizada. El lenguaje cumple la función principal de transmitir ideas, pero si observamos los intercambios lingüísticos, veremos que la actividad de comunicación va más allá de los contenidos explícitamente expresados; parece con frecuencia como si alguna de las ideas expresadas sirvieran sólo como vehículos para definir ante el interlocutor intenciones, partiendo del supuesto de que el interlocutor será capaz de inferir tales intenciones. Esto nos lleva a algunas conclusiones sobre la naturaleza del lenguaje:
            1- El lenguaje actúa sobre conjuntos de ideas, creencias, deseos e      intenciones. O lo que es lo mismo, sobre los mundos internos y los contextos cognitivos de las personas.
            2- Los usuarios competentes saben que actúan sobre los mundos internos de sus interlocutores y saben que estos son capaces de hacer lo mismo. Los interlocutores competentes poseen ese nivel de intencionalidad consistente en tener procesos mentales acerca de los          procesos mentales de los otros y saber que los otros hacen lo mismo.
            3- Al interactuar, los interlocutores ponen en juego una serie de conocimientos compartidos que versan: a) sobre el lenguaje mismo (conocen las reglas sintácticas, elementos léxicos, etc.); b) sobre relaciones generales en el mundo que comparten, y c) sobre propiedades esenciales de sus mundos intencionales internos.

            Hablar es mantener una actitud intencional que consiste en la estrategia de comprender y predecir la conducta de los congéneres mediante la imputación de ciertos estados de naturaleza intencional, tales como las creencias y los deseos. No sólo tenerlos uno, sino atribuirlos al otro. En esta actitud intencional, el lenguaje ocupa una posición central: por una parte toma su sentido de la estrategia intencional (no tendría sentido para seres que no la tuvieran); por otra, la potencia hasta límites de atribución y comprensión interpersonal que no serían posibles sin ese instrumento poderoso que es el lenguaje.

            Por ser intencional, sus funciones se definen sobre contextos cognitivos y no sobre contextos externos. Sus símbolos remiten en primer lugar a objetos intencionales e internos que les dan significado: los conceptos, las ideas o proposiciones, las intenciones. El lenguaje no sólo significa tales objetos, sino que actúa predominantemente sobre ellos. Su capacidad para cambiar el medio humano se deriva de su aptitud para cambiar primero los objetos intencionales que contienen las mentes de los hombres que los usan.

            En la dimensión personal, el lenguaje no se limita a codificar intenciones preexistentes, sino que permite al hombre hacerse explícitas las intenciones, convertirlas en complejas regulaciones de la acción humana y acceder a un plano propositivo (de autorregulación cognitiva y comportamental) al que es imposible llegar sin el lenguaje. Cumple una función global y esencial que se puede definir como la función de comunicar proposicionalmente intenciones, definiéndolas a través de un sistema de signos muy eficiente para transmitir ideas sobre los objetos. Tales ideas consisten en representaciones mentales, que reciben el nombre de “proposiciones”, y que establecen relaciones de orden superior entre objetos, propiedades de ellos, acontecimientos y relaciones de nivel inferior. Para establecer estas relaciones, el lenguaje establece una jerarquía cuyas unidades son las siguientes:
            1.- Categorías léxicas (nombre, verbo, adjetivo) que distinguen ciertas categorías ontológicas fundamentales (objetos, estados, cualidades, cambios…)
            2- Categorías de nivel sintagmático (sintagmas nominales, verbales, etc.) que incluyendo en su interior elementos de categorías léxicas,   permiten definir objetos concretos, estados definidos, localizaciones y propiedades específicas, relaciones bien delimitadas,...
            3- Reglas que permiten establecer correspondencias entre las oraciones y sus significados, o diferenciar los papeles que juegan los diferentes objetos de los que se dicen cosas en el lenguaje.
            4- Afijos verbales, que señalan la distribución temporal de los sucesos, etc.

            Además, el lenguaje permite que unas ideas sirvan de argumento de otras, estableciendo jerarquías entre ellas, emplea recursos para definir relaciones que afectan a ideas completas, permite distinguir aspectos como el grado de determinación de los objetos a los que se refiere, la relación intencional de los hablantes con respecto a ellos (aspectos como si son objeto de deseo, creencia, certeza, etc.)

            Para explicar cómo se produce ese desarrollo es necesario situar en el terreno ontogenético propio (desarrollo en el individuo) las nociones de intención y símbolo. Los símbolos humanos, y en especial el lenguaje, establecen un plano de conciencia, deliberación e intención que implica una transformación cualitativa fundamental con respecto a los planos inferiores que son requisitos para el desarrollo de los sistemas simbólicos en el hombre.

            1 Teorías sobre el desarrollo del lenguaje

            Desde una perspectiva ontogenética, las teorías sobre el origen y evolución del lenguaje y el pensamiento en los niños son dos: la sostenida por Piaget desde los presupuestos del estructuralismo constructivista de los estadios cognitivos y la que propugnó Vygotski sobre una base social.

            a) Piaget

            Ha demostrado en sus estudios que existe una relación entre la adquisición del lenguaje y el pensamiento, estableciendo una correspondencia entre nivel mental y nivel lingüístico específico.

            En su concepción psicológica, parte Piaget (que provenía del campo de la Biología) de una concepción estructuralista que implica que tanto el individuo como el medio en que se halla son estructuras, totalidades cuyos elementos están en relación; el individuo será una estructura en evolución concebida como un proceso de adaptación al medio. Ésta se realiza mediante dos procesos: asimilación (el individuo trata un acontecimiento en función de las estructuras que ya posee) y acomodación (acomoda sus estructuras para dar una respuesta que le exige el ambiente) y se da en los planos biológico y psicológico. Desde el punto de vista biológico, el hombre evoluciona hasta un límite que viene marcado por la madurez de sus órganos y sistemas (nervioso, muscular, óseo,...). Esta madurez ha permitido a las piezas de la estructura lograr un equilibrio (acomodación) que se prolongará hasta la muerte del individuo. Desde la perspectiva psicológica, el hombre desarrolla sus funciones y conquista un equilibrio que durará toda la vida. En este desarrollo de las estructuras cognitivas distingue Piaget cuatro estadios, cada uno caracterizado por la realización de unas operaciones determinadas. Estos estadios son:
            1- Sensoriomotor: hasta los 18 meses. Empieza a hacer uso de la imitación; comienza a advertir que los objetos no dejan de existir cuando están ocultos; pasa de los movimientos reflejos a una actividad orientada hacia un objetivo. Al final de este estadio aparece el lenguaje. Desde el punto de vista lingüístico, es el nivel de la inteligencia psicomotriz o de la lógica de las acciones.
            En este primer nivel intelectivo, encontramos tanto elementos lingüísticos como lógicos que prepararán el terreno para la aparición          del lenguaje con todas sus posibilidades: gramatical, léxica, semántica... Es el estadio que se conoce como periodo crítico en el que surge la función simbólica y el prelenguaje. Los elementos prelingüísticos que prepararán el camino para la adquisición del lenguaje son la emisión de sonidos que posteriormente se convertirán en fonemas, el balbuceo, el llanto para realizar alguna demanda, etc.
            El segundo nivel de evolución de la inteligencia comienza dentro de este estadio y se inicia con la aparición del lenguaje, momento que podemos fijar para cada individuo cuando es capaz de asociar un determinado objeto con una imagen particular para comunicárselo a            otro. Esta asociación no se produce generalmente entre significantes    de una lengua determinada y un significado, sino que los niños crean sus propios significantes sobre bases onomatopéyicas, como llamar “guau” al perro; pero en el momento en que son capaces de sustituir     el objeto por el significante ha hecho su aparición el lenguaje y se ha     hecho patente la actividad intelectual al asociar dos objetos.
            2- Preoperatorio: hasta los 7 años. Se desarrolla la capacidad simbólica, se conciben operaciones procediendo lógicamente en una dirección, aunque todavía hay dificultades para adoptar el punto de vista de otra persona. Desde el punto de vista lingüístico se      caracteriza por ser un pensamiento simbólico. Supone un proceso de perfeccionamiento de la etapa anterior y se caracteriza por la utilización de dos formas comunicativas: signos y símbolos. Los signos los extrae del código de la lengua al que está expuesto y de otros códigos (tráfico, por ejemplo). Los símbolos son formas comunicativas más generales que aparecen en los juegos (dibujos).
       El lenguaje crece desde la simplicidad de la palabra-frase hasta la adquisición de estructuras morfosintácticas complejas, respondiendo a las necesidades intelectuales que se van presentando, como la de clasificar y ordenar la realidad empleando las formas lingüísticas adecuadas: sustantivos, verbos, adjetivos,... En esta etapa seadquieren las primeras formas sintácticas ordenando oraciones sobre el esquema sujeto-verbo-complemento. La creciente complejidad de   su relación con los adultos permite al niño adquirir mayor conocimiento del mundo y ampliar las nominaciones de cosas, lo que le permite acceder a la siguiente etapa.
            3- Operaciones concretas: el niño accede a operaciones lógicas típicas de los seres humanos desarrollando la capacidad para resolver de forma lógica problemas concretos, adquiriendo la capacidad de clasificar y ordenar. Esto se realiza en dos niveles:
                        a) manipulación de clases de objetos y situaciones
                        b) manipulación de relaciones de clases de objetos y situaciones

            Se trata de operaciones de tipo aditivo y multiplicativo, dando lugar a una lógica de agrupamiento. Las relaciones entre lenguaje y pensamiento son tales que la investigación se centra en si la expresión de esas operaciones tienen su origen en el plano del pensamiento o si nacen y se desarrollan en las formas lingüísticas.
            4- Operaciones formales o pensamiento abstracto: 11-15 años. Accede a la capacidad para resolver problemas abstractos de forma lógica. Se entra en la madurez. Las denominaciones de concreto y abstracto se refieren al modo en que el pensamiento humano conoce las cosas y la realidad. En este estadio el hombre llega a la plenitud lógica y lingüística, que a partir de ese momento se perfeccionará.

            b) Vygotski

            La lengua posee una dimensión extraordinaria, ya que se constituye en el vehículo mediante el cual el hombre se comunica consigo mismo dando lugar al lenguaje interior. A lo largo del desarrollo el lenguaje adquiere una dimensión esencial: la de ser instrumento del pensamiento y del control metacognitivo. El proceso por el que el lenguaje adquiere esta dimensión se relaciona con otra importante función, la de regulación estudiada por Vygotski y los psicólogos de la Escuela de Moscú.

            A lo largo del desarrollo el lenguaje adquiere una función cognitiva nueva que se superpone a la función cognitiva previa de representación. Los seres humanos presentan la característica de comunicarse consigo mismos, lo que supone la adquisición de esa otra función sobre las funciones comunicativas que ya posee: el ámbito comunicativo en el que el hombre se comunica consigo mismo recibe el nombre de conciencia. El lenguaje no sirve sólo para representar la realidad y comunicarse con los demás, sino que tiene un papel constitutivo de la propia organización mental del hombre. No es sólo algo que los hombres hacen, sino que algo que hace al hombre, constituyéndolo como ser “desdoblado” que habla consigo mismo.

            Las concepciones más lúcidas del desarrollo, estructura y funciones del lenguaje interno son las propuestas por Vygotski en “Pensamiento y lenguaje” (1934).

            Consideraba Vygotski que el desarrollo humano, en lo que tiene de específico, posee un origen social. La formación de funciones superiores (atención voluntaria, memoria lógica, conceptos) se deriva de un proceso de incorporación e interiorización de instrumentos, y especialmente de un tipo de instrumentos: los signos. Éstos poseen un origen interpersonal y llegan a convertirse en funciones intrapersonales. Los signos, aportados por la historia y la cultura a través de la interacción de los niños con los adultos, se convierten en los instrumentos principales del pensamiento y en los constituyentes básicos de la conciencia reflexiva (que para él era el contacto social con uno mismo) a través de un proceso de interiorización. El desarrollo de las funciones superiores no consiste sólo en el desarrollo de las posibilidades biológicas, sino que incluye una dimensión social, produciéndose un doble movimiento: de fuera hacia dentro y de dentro hacia fuera.

            El pensamiento de Vygotski puede condensarse así:

1- Los signos son en su origen mediaciones para regular la conducta de los otros.
2- El desarrollo de las funciones superiores supone la interiorización de los procesos de relación social.
3- La cultura proporciona las herramientas simbólicas necesarias para la construcción de la conciencia y las funciones superiores (fundamentalmente los signos lingüísticos).
4- El individuo, como organización consciente de procesos y funciones internas con signos, es un producto de relación social.
5- El desarrollo consiste en la individualización de un organismo social desde el principio.

            Con Piaget mantuvo una conocida polémica acerca del significado de los monólogos infantiles. Piaget interpretó inicialmente que ese lenguaje egocéntrico era reflejo del pensamiento egocéntrico del niño en esa fase. El desarrollo se concebía como un proceso de socialización progresiva y los monólogos eran expresión de un pensamiento escasamente socializado. Vygotski consideró los monólogos como la diferenciación progresiva de una nueva función del lenguaje, cuyo origen sería social. Pensaba Vygotski que el aspecto esencial del desarrollo es que en él se modifica la estructura funcional de la conciencia. Pensamiento y lenguaje se sintetizan dialécticamente en el desarrollo. Esa síntesis mediante la cual el pensamiento se convierte en lenguaje y el lenguaje en pensamiento, implica transformaciones importantes. Vygotski insistía en que el pensamiento se modifica completamente al hacerse lingüístico: se transforma al hacerse secuencial, al arrojar palabras que lo someten a un esfuerzo de categorización y definición explícita de los objetos sobre los que versa. El niño monologa en voz alta, pero a lo largo del desarrollo el monólogo se sumerge, se interioriza y se convierte en lenguaje privado, instrumento principal del pensamiento humano. Este proceso implica transformaciones en la estructura del lenguaje que, al ser para uno mismo, modifica sus componentes; por ejemplo, se hace más predicativo eliminando los sujetos, en el plano fonológico se abrevian y se eliden fonemas y se hace más conciso. En el plano semántico, predominan los sentidos más idiosincrásicos sobre los del diccionario y en el plano sintáctico se trata de un lenguaje más desorganizado, de lo que pueden ser ejemplos algunos monólogos interiores de la literatura (“Ulises” de Joyce, por ejemplo).

            Al hacer explícito lo tácito, lo transformamos, lo sometemos a mecanismos racionales de categorización e inferencia, y lo convertimos en conciencia. Decía Vygotski que cada palabra es un microcosmos de conciencia humana. Al hablar nos comunicamos con otros y con nosotros mismos, empleamos un instrumento poderoso para representar realidades, hipótesis y fantasías. Nos valemos de la herramienta más útil para acceder a los mundos internos de los que nos rodean y a nuestro propio mundo. Convertimos representaciones implícitas del mundo en signos, y en estructuras complejas de conciencia intencional.

PERSPECTIVA  LINGÜÍSTICA

            Los mensajes pueden formularse en una lengua gracias a combinaciones que el hablante hace y que son verdaderas operaciones formales del pensamiento. Desde una perspectiva intralingüística será necesario comentar cuáles son esas operaciones y cómo organiza el pensamiento el material lingüístico.

            Todos los lingüistas coinciden en señalar que el material lingüístico está organizado en tres áreas que constituyen los tres dominios de observación lingüística y que son:

            Semántica                      Fonología                             Sintaxis

                   ↕                                    ↕                                          ↕
            Lexicología                    Fonética                              Morfología

            Cada una de estas tres áreas aparece integrada por dos niveles interrelacionados. Toda unidad semántica queda apoyada en una unidad lexicológica; toda unidad lexicológica es exteriorización de una unidad semántica. Toda unidad sintáctica se apoya en una unidad morfológica, que sirve de manifestación de la unidad sintáctica. Y una unidad fonológica se apoya en una unidad fonética que sirve de manifestación de la unidad fonológica. Las unidades de estas tres áreas se relacionan entre sí en la construcción e interpretación de los mensajes. Cada unidad necesita a las otras. Una unidad lexemática que a través de una unidad léxica exterioriza un valor funcional semántico, necesita una unidad fonémica para exteriorizarse, que a su vez se realiza por la sucesión de sonidos. Las tres parcelas se exigen y condicionan mutuamente, interacción que podríamos representar:


            Semántica                 Fonología               Sintaxis

                    ↕                             ↕                             ↕

            lexicología               fonética                    morfología

            Relaciones entre lo extralingüístico y lo lingüístico

            Las categorías universales que estudia la filosofía se clasifican en categorías sustanciales y formales. Las primeras, las sustancias, se subdividen en conceptuales y físicas. Son categorías filosóficas, pero que penetran en la lengua cubriendo todas las zonas de la misma conforme vamos a ver.

            Por un lado las categorías universales sustanciales conceptuales (los conceptos) penetran en la lexemática donde reciben la primera estructuración lingüística. Las unidades lexemáticas, que constan ya de sustancia conceptual y forma semántica, resultantes de esta primera estructuración, se relacionan inmediatamente con la sintaxis. En el dominio sintáctico se consideran como unidades funcionales.

            Las categorías universales sustanciales físicas penetran en la zona lingüística de lo fonético instalándose como unidades fonémicas y formales, que constituyen el objeto de la fonología.

            Las categorías universales formales penetrarán en la zona de la sintaxis originando las categorías lingüísticas sintácticas. Algunas se apoyarán en las unidades llegadas de lo lexemático comunicándoles lingüísticamente la categoría sintáctica y constituyen las palabras lexicales. Otras se instalarán exclusivamente en esa zona, dando lugar a las llamadas palabras gramaticales.

            El paso del referente conceptual al sistema de la lengua es un proceso de formalización, puesto que la lengua es forma, no sustancia. Esta formalización supone que se organizará una unidad lexemática o léxico-semántica en el área correspondiente del nivel del contenido cuando se instaure un conjunto de rasgos mínimos sémicos y se dote a ese conjunto de un apoyo léxico. Toda unidad léxico-semántica que se formaliza en el sistema adquiere en la zona sintáctica un rango gramatical de orden categorial. Al lado de sus valores sémicos, aparecerá su valor sintáctico añadido, bien como sustantivo, bien como verbo, como adjetivo o como adverbio.

            El orden del hablante y del oyente siguen un camino inverso. Cuando un hablante desea comunicar un referente determinado, conceptualiza una parte de ese referente y le da forma lingüística recorriendo las tres zonas: el referente es conceptualizado y penetra en lo lingüístico por la lexemática, a continuación se le da forma sintácticamente y se exterioriza fonológicamente. El oyente, partiendo del texto discursivo, recorre las zonas fonemática, morfosintáctica y léxicosemántica, conceptualiza lo interpretado, reconstruye una parte del referente e infiere la parte implícita.

            Hemos visto que la lengua impone al pensamiento una organización original. Sin la lengua, el pensamiento quedaría como una nebulosa desorganizada, como indicaba Saussure. Como existen lenguas diversas y diferentes, el pensamiento de un individuo se moldea sobre las bases de la lengua que le sirve de expresión. Las necesidades comunicativas obligan a ordenar el pensamiento para poder exteriorizarlo. El pensamiento debe convertirse en secuencial para poder ser expresado por la lengua. A la adquisición de una lengua está ligada necesariamente a una estructuración específica del pensamiento que le permite establecer correspondencias con el pensamiento de los otros.

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