domingo, 15 de mayo de 2016

Poesía popular del siglo XV: el Romancero




            Tradicionalmente se definía métricamente el romance como la serie indefinida de versos octosílabos asonantes, rimando los pares y quedando libres los impares.
            Modernamente la crítica recuerda el pie de romance, versos de 16 sílabas con cesura central monorrimo, ya que se ha comprobado que las pausas musicales (si las hay), sintácticas y métricas siempre van después de la sílaba par.
            La unidad principal, por tanto, serían los versos de 16 sílabas, en los que habría asonancia.

            En cuanto al origen y evolución de esta muestra de poesía, los romances más antiguos se remontan al siglo XIV. Pertenecen al siglo XV con el nombre de romances viejos para diferenciarlos de los romances del siglo XVI (romances nuevos).
            Parece que con el paso del tiempo, los cantares de gesta (que se transmitían oralmente) ya no gustaban tan largos y se preferían las formas más breves. Comienzan a tomarse los episodios más notables, pues todo el mundo conocía bien la gesta. Los fragmentos más atractivos que se quedan en la memoria se popularizan, formándose versos aparte, independientes del conjunto, y cobran vida independiente (ya sea romance tradicional o nuevo).
            Esta etapa de refundiciones del romance llega hasta el siglo XIV. Coexisten gestas y nuevos romances hasta que en el siglo XV predomina por completo el romance.
            Se incluyen elementos más líricos y subjetivos (interviene el gusto personal, no hay narraciones históricas). Por esto se les llama composiciones épico-líricas.
            Se aligera la narración, se olvidan detalles objetivos y se añaden elementos subjetivos y sentimentales. La narración ya es trabada. No se toma lo que no es esencial y se sustituye por la intuición, la liricidad y el dramatismo.
            Es muy importante la tendencia a lo fragmentario (lo que es único en la literatura universal). Hay una tendencia a la selección eliminadora.
            Así se elegirán los preliminares, incidentes y desenlace (uno o dos de estos los deja en suspenso).
            Habrá una tendencia a dejar trabada la narración en el momento más intenso. La fantasía del oyente lo completa y eso supone más intensidad y sugestión lírica.

            En lo que respecta a la transmisión y variantes dentro del romancero, hay que recordar que durante el siglo XV no se escribían, por lo que se transmitían oralmente y se producían cambios en el texto (a veces peor y a veces mejor que en su origen), lo que supone que había una constante elaboración.
            Podemos recordar que Menéndez Pidal distinguía una poesía popular y una tradicional. La popular puede agradar a todos y perdurar en el gusto del público mucho más tiempo. El pueblo la repite sin rehacerla (a conciencia de que le es ajena). La tradicional está más arraigada en el recuerdo. El pueblo la ha recibido como suya, como parte de su tesoro intelectual. Al hacerla suya la rehace y la refunde, se producen variantes y aparecen más versiones (por ejemplo, de Gerinaldo se encuentran 164 diferentes, de Arnaldos más de 12). La tradición además puede implicar continuar un texto o contaminarlo y combinarlo con otros.

            Los romances se clasifican en viejos y artísticos. Los romances viejos fueron compuestos en el siglo XV y el primer cuarto del siglo XVI, y pueden ser tradicionales o históricos, por estar inspirados en gestas (estos se dividen en tantos grupos como ciclos épicos), y juglarescos, con diferente origen.
            Los romances artísticos, por su parte, fueron compuestos después del primer cuarto del siglo XVI. También se dividen en tradicionales o históricos y juglarescos. Dentro del primer grupo encontramos el ciclo de don Rodrigo y la pérdida de España, la figura de Bernardo del Carpio, el conde Fernán González, los infantes de Lara, el Cid y otros de tema histórico.
            Entre los juglarescos encontramos los inspirados en Pedro I el Cruel, los fronterizos (que recogen episodios de las últimas etapas contra los musulmanes), los carolingios (de las gestas francesas), el ciclo bretón, los novelescos (con asuntos distintos, más sentimentales) y los líricos.
            De todos ellos, los más importantes son los fronterizos, los de los ciclos carolingio y bretón y los novelescos y líricos:











Fronterizos
-Son extraordinariamente históricos.
-Preferentemente, en ellos aparece la conquista de Granada (con lo que se aporta más información sobre ese suceso)
-No se basan en antiguas gestas ni en crónicas (es la realidad más o menos poetizada)
-Los temas son episodios de guerra (sorpresas, incursiones, etc.)
-Los personajes son los reyes de Castilla y Navarra, Rodrigo de Narváez, el Marqués de Calatrava, etc.
-Tienen especial interés los romances fronterizos moriscos. Aunque compuestos por el lado vencedor, aparecen junto a héroes cristianos otros musulmanes, con manifestación de sentimientos de admiración y simpatía (es la maurofilia que se convirtió en moda literaria, de forma que encontramos en la prosa del siglo XVI La historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa).









Ciclo carolingio
-Trata sobre Carlomagno y aquello o aquellos relacionados con él (Roldán, los Doce Pares, Roncesvalles, Rosaflorida, etc.)
-Aparecen rasgos franceses elaborados de forma castellana.
-Predominio y complicación de la peripecia novelesca sobre la severidad del hecho heroico.
-Hay variedad anecdótica. Aparecen anacronismos.
-Los héroes tienen carácter caballeresco.
-Hay una mayor intensidad pasional y sentimental (diferente al romance español)
-Aparecen elementos sobrenaturales y maravillosos.
-Aparecen  galanterías y atrevimiento amoroso.
-Se acentúa lo lírico y los aspectos pintorescos.




Ciclo bretón
-Tuvo una acogida menor. Su conocimiento en la península fue tardío y no creó tradición épica oral. A principios del siglo XIII inspiran las novelas de caballerías (no sensibilizaba con el gusto español más realista).
-Los personajes principales son el rey Arturo, Lanzarote, Tristán, el caballero del Santo Grial, Merlín, etc.




Novelescos y líricos
-Hay una libre invención de los poetas, que beben de diferentes fuentes.
-Los temas y personajes son bíblicos, mitológicos o clásicos.
-Derivan de novelas medievales.
-Son poemas eruditos o imaginativos.
-Son canciones épico-líricas.
-Entre los más famosos encontramos a la adúltera castigada, Fontefrida o al Conde Arnaldos.

            Con respecto al estilo, debemos recordar los siguientes aspectos:
-         En el romancero hay variedad de temas.
-         Se emplea en él el ritmo octosilábico (típico español).
-         Resulta asombrosa la sencillez de recursos que provoca mayores efectos poéticos.
-         Hay parquedad en la adjetivación y las repeticiones y paralelismos resultan muy eficaces.
-         Se caracteriza también por la viveza narrativa.
-         Hay una rápida composición del escenario y arte a la hora de captar rápidamente la atención del lector (sin preámbulos se presenta el tema).
-         El movimiento dramático se consigue mediante el diálogo rápido.
-         Podemos observar una fuerza descriptiva plástica, con una aproximación inmediata a la realidad.
-         Hay una casi total ausencia de elementos fantásticos o maravillosos (excepto en la infantina encantada).
-         Una fina elegancia armoniza lo popular con una expresión poética de alto valor estético.
-         Una de sus principales características es el fragmentarismo: se trata de sucesos nucleares. No hay principio ni final.
-         Hay una tendencia a dejar truncada la narración.
-         Se produce una intensa carga emocional, pero no se insiste en ella, no se desarrolla.
-         No moraliza jamás (si se produce la traición o la deshonra, ni se subraya ni se comenta: se cobra el castigo digno).
-         El final trágico es más común que el feliz.
-         Son romances nacionales, no nacionalistas. No se apela especialmente al patriotismo, se sobreentiende. Lo épico se concreta en el individuo (odio/venganza).
-         No se narra objetivamente, se actualiza al oyente y se consigue mediante el apóstrofe del verbo ser (viérades llegar), con adverbios demostrativos (he, helo) o el adverbio ya (ya cabalga Diego Ordóñez), exclamaciones (¡Qué buen caballero!) y mediante el narrador como testigo (vide como una niña) o protagonista (yo era la mora).
-         La principal figura retórica es la repetición (que lo diferencia de las gestas) y un mayor efecto dramático (de preferencia en los primeros versos), mediante vocablos seguidos, al principio del hemistiquio (de Francia viene la niña, de Francia la bien guarnida) o dentro del mismo hemistiquio (que por mayo era por mayo).
-         Se utiliza la aliteración.
-         Aparecen fórmulas épicas heredadas.

-         Los tiempos verbales se utilizan de forma anárquica, bien por causas métricas y estilísticas, bien porque aún no está fijado el sistema verbal castellano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario