viernes, 3 de junio de 2016

Gramática histórica: pronombres relativos e interrogativos



            En latín eran prácticamente una misma cosa:

QUI, QUAE, QUOD
Relativos
QUIS (masculino y femenino),
QUID (neutro)
Interrogativos

            Por esta semejanza de formas se explica que muy pronto el relativo absorbiera al interrogativo (QUI y QUAE a QUIS, y QUOD a QUID).
            Ya en latín se produjo esta confusión de formas masculinas/femeninas y neutros y el paradigma se redujo bastante.
            Las formas de masculino han ido eliminando a las femeninas hasta sustituirlas.
            Pese a todo, antes de llegar a la confusión total hubo diferencias entre las formas QUI y QUE en el nominativo. Ambas formas han sido estudiadas por varios investigadores y por ejemplo Alfonso Par explicaba que la forma QUI sustituyó al interrogativo QUIS, y QUI, QUAE, QUEM dio QUE. De esas dos únicas formas resultantes, QUI suplantó a la otra en los siglos III y IV.
            Ya en castellano la forma QUI desapareció pronto, dejando alguna huella en documentos primitivos. En esos documentos QUI se utiliza para masculino de persona y QUE  para femenino de cosa, siendo bastante dudoso que cambiaran la función.
            Sobre esto, una de las cuestiones que puede explicar esta preferencia es la fusión semántica entre los relativos y los interrogativos de esta forma:

QUI+QUIS (relativo)
QUAE+QUID (interrogativo)

            Los relativos distinguían en latín el masculino y el femenino (QUI y QUAE).
            El QUI románico heredó el género masculino del relativo QUI y del interrogativo QUIS la referencia personal.
            El QUE siguió con el género femenino procedente de QUAE y adoptó la referencia a cosa:

QUI + QUIS > QUI (masculino persona)
QUAE + QUID > QUE (femenino cosa)

            Finalmente en castellano la forma que se generalizó fue QUE. Posiblemente cooperó en este triunfo el hecho de que la vocal átona final cambió (la I final se hizo E). Aunque la cronología de estas formas varía. Y hay regiones más conservadoras que otras (La Rioja, por ejemplo, lo mantiene más tiempo).
            En cualquier caso, a finales del siglo XIII y principios del XIV desaparece de la lengua escrita.
            El QUI tónico sustantivo, sobre todo en proposiciones interrogativas, perduró hasta el siglo XIV, siendo entonces suplantado por QUIEN (de QUĚM).
            En textos castellanos, con antecedente femenino de persona y de cosa en ambos géneros, siempre aparece QUE. Pero con antecedente masculino de persona, el uso antiguo siempre fue QUI.
            La desaparición de QUI ocurrió en fechas diferentes según las zonas. En aragonés se mantuvo más tiempo que en castellano, y en Valencia más tiempo que en Aragón.
            QUE era una forma femenina y QUI masculina. Todo ello refiriéndonos a los nominativos.
            El acusativo es QUEM, que se continúa en la forma QUIEN. En un principio esta forma solo tenía singular. El plural analógico no aparece hasta el siglo XVI en que empiezan a aparecer los primeros ejemplos de QUIENES.
            En el siglo XVII aún no estaba del todo extendido. Algunos autores lo tachaban de poco elegante e inadecuado en esa época, y así podía encontrarse un ejemplo como “Quién son esos caballeros”.
            La forma de genitivo es CUIUS. Se conserva en español como arcaísmo morfológico CUYO, que prácticamente es la misma forma latina.
            Nebrija no incluía esta forma entre las formas del relativo.
            En el siglo XVI esta forma ocupaba los empleos de QUIEN o se utilizaban los dos en diferentes ocasiones.
            Hasta el siglo XVII CUYO y QUIEN tienen el mismo empleo. Un ejemplo que podemos encontrar es “Dando la culpa a cuya (hoy sería “de quien”) es”. También puede encontrarse como pronombre interrogativo como en “¿Cuya (hoy “quién”) era la gente?”
            Este uso alterno se refleja en una seguridad lingüística que ha llevado a confusiones incluso hoy en día, sobre todo en algunas zonas de Hispanoamérica, con ejemplos de Nuevo México: “20 cadáveres cuyos (podríamos utilizar un “que”) no fue posible identificar”.
            Otro relativo es el latino QUALIS, que no ofrece problemas ni en latín ni en español, donde dio CUAL.
            En la época de los orígenes esta forma CUAL no admite el artículo delante. Cuando haya un CUAL al principio de una oración en equivalente a la forma EL QUE o AQUEL QUE.
            Esto puede encontrarse posteriormente y se puede interpretar como LO QUE o equivalentes, como en el ejemplo “llevaba una falda muy fina, CUAL (podría ser “la que” o “a la que”) dicen jacarina”.
            El único problema de CUAL es el que no aparezca al principio con artículo.
            La lengua hablada ha aplicado la analogía al paradigma de CUAL, creando el paradigma CUAL, CUALO, CUALA.
            Se ha escrito la sintaxis del relativo y del interrogativo. Una de las posturas más extendidas es la de Alarcos, con la clasificación que hace del QUE. Este estudioso considera que la función principal o el nexo que une a todos los tipos de QUE  es lo que llaman la nominalización. Y cuando hablamos de todos los tipos de QUE  se debe a que hay un QUE  conjunción y un QUE homófono que es el relativo.
            Para Alarcos no son distintos, aunque puedan realizar distintas funciones. Distingue así varios tipos de QUE:

QUE¹
Su función es la de ser un transpositor a la función del nombre. Un ejemplo sería: “No me importa que vengas”
QUE²
Es un transpositor a la función de adjetivo. Lo que lo distingue del primero es la particularidad de que este QUE realiza su propia función en la cláusula que transpone. Suele funcionar como adyacente del núcleo y un ejemplo sería: “La casa que vimos”

            Suelen distinguirse dos tipos de construcción con QUE²: explicativa Y especificativa. Los segmentos explicativos suelen ir entre pausas, mientras que los especificativos no. Esta distinción es de tipo léxico, no morfológico.
            No hay por tanto una distinción gramatical.
Existe la posibilidad de anteponer un artículo al QUE² y así se sustantiva, como en “el que está arriba tiene ventaja”.
Para Alarcos las auténticas conjunciones son los conectivos. Es el caso de las conjunciones Y copulativa, O disyuntiva y QUE³. Este último es el que encontramos en las estructuras comparativas.

Los conectivos coinciden en conectar términos equifuncionales, como ocurre con el QUE³. La peculiaridad es que los elementos conectados están en distinto grado de cuantificación (las comparativas son de superioridad, inferioridad o igualdad). 

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