miércoles, 22 de junio de 2016

Notas sobre la Égloga I de Garcilaso




(Análisis estilístico-estructural de un fragmento de la Égloga I)

 
  El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,                   5
(de pacer olvidadas) escuchando.
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo
y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado                     10
el ínclito gobierno del estado
Albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;
                                                
  agora de cuidados enojosos                       15
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
en ardiente jinete, que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando;                20
espera, que en tornando
a ser restituido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita innumerable suma                   25
de tus virtudes y famosas obras,
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

  En tanto que este tiempo que adivino
viene a sacarme de la deuda un día,                30
que se debe a tu fama y a tu gloria
(que es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
el árbol de victoria,                              35
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente,
dé lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra, y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;                40
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.

  Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes al altura
el sol, cuando Salicio, recostado                  45
al pie de un alta haya en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado,
él, con canto acordado
al rumor que sonaba,                               50
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
y así, como presente,                              55
razonando con ella, le decía:

Salicio:

  ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;                60
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,                                 65
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.              70

            El primer apartado de la estructura abarca los seis primeros versos. Tienen por objetivo la enunciación rápida del tema, además de la presentación de los protagonistas.
            En el sintagma dulce lamentar del primer verso se inaugura la serie de epítetos que proliferarán a lo largo del texto.
            Inaugura también un sentimiento básico en Garcilaso de la Vega: la contención del dolorido sentir, un “lamentar” modulado, contenido por el epíteto dulce.
            El verso 2 (Salicio juntamente y Nemoroso), con la mención onomástica, nos lleva a la caracterización del texto como un canto alternante.
            En el tercer verso es interesante la segunda mitad (sus quejas imitando). Se trata de la idea del distanciamiento, marcado por el gerundio. Este distanciamiento se irá acortando conforme avance el texto en su temática, conforme el dolor amoroso existencial adquiera protagonismo. El gerundio es el primero de una serie de estos tiempos verbales que abundarán en el poema, con lo que estamos ante una acción contenida, un tiempo lento.
            El verso 4, con ese cantar sabroso añade al texto el tema de la presencia musical, lo que es algo básico en la lírica del Renacimiento (poesía/música), muy importante en por ejemplo Fray Luis de León y su Oda a Salinas.
            Entre los versos 4 y 6 se introduce la primera idea de la naturaleza, que es pasiva, expresada a través de un abrupto hipérbaton. Este será, en sintaxis oracional, una de las notas distintivas de este poema.
            El segundo apartado se puede clasificar como de circunstancias o tópico. Contiene a don Pedro de Toledo a través de distintos términos laudatorios (versos 7-14).
            En el verso 8 encontramos el tratamiento renacentista de la vida de la fama (un nombre en todo el mundo). La posición de privilegio que ostentaba don Pedro en la política estatal la encontramos en el noveno verso. Las alusiones al mundo de la Diplomacia se centran sobre todo en los versos 10 y 11, también con alusión al tema político que encontramos en la Literatura del Renacimiento, por el sentido de la gobernación de la ideología humanista. En Garcilaso esta temática es enaltecida (en Fray Luis será igual a angustia y ajetreo).
            En lo que se refiere al nivel formal, el verso 11 destaca por el cultismo ínclito (ilustre).
            Recordemos que con respecto a la frecuencia de cultismos, Garcilaso es austero (en contraste con otros poetas como Fernando de Herrera, por ejemplo).
            El tema cinegético se sitúa entre los versos 11 y 17. Recordemos que Dámaso Alonso aludía a este tema, conectando la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora con Garcilaso. El tema se desarrolla repleto de tópicos, entre los que destaca el rasgo anunciador de la tragedia, ya que en el verso 19 aparecen esos ciervos temerosos.  El texto en su temática deriva de lo amoroso a lo existencial. La queja amorosa trasciende a una queja vivencial. Los rasgos existencialistas se hacen más explícitos en los versos 19 y 20. La muerte dilatada de los ciervos supone un simbolismo de la agonía dilatada del poeta. El verso es la plasmación de una intuición: la muerte joven del poeta.
            Hay una antítesis con respecto al verso 10. Se opone el ajetreo de la actividad política al tema del ocio, del descanso. Este último tendrá una relevancia especial en Fray Luis.
            En el verso 24 aparece la expresión ejercitar mi pluma, que muestra un rasgo de orgullo profesional, que contrasta con la humildad.
Con respecto al verso 25, su característica más significativa es la utilización de la hipérbole, junto a un rasgo nuevo: la inclinación de Garcilaso a utilizar la redundancia con un objeto intensificador (infinita innumerable).
En el verso 26 se recogen dos términos laudatorios. El primero (virtudes) se utiliza en sentido laico (son las virtudes diplomáticas y políticas), no religioso. El segundo (famosas) es la segunda alusión a la vida de la fama.
El verso 27 es plenamente existencialista. Contiene una premonición de muerte (antes que me consuma). El último término laudatorio aparece en el verso 28 (a todo el mundo sobras), con el sentido de que excedes o sobresales.
A partir del verso 29 se puede señalar un tercer apartado cuya función es la presentación de coordenadas espacio-temporales, con el fluir de las aguas (pero sin el sentido de temporalidad de Manrique, Heráclito o Machado). Es un elemento que contribuye al embellecimiento del mundo natural.
Entre los versos 43 y 45 aparece el tópico clásico de la Aurora, con presencia ya en la Odisea de Homero. Utiliza el cultismo ondas. Hay un despliegue de epítetos y es significativa la aliteración, suave, en vocablos como sonido, sonaba y pasaba.
En el verso 52 presenta una nueva redundancia con dulce, blandamente.
A partir del verso 53 y en los siguientes aparecen las primeras referencias al tema de la amada enemiga o mujer desdeñosa. En este tema destaca el verso 54 (la que de su dolor culpa tenía), porque alude a una presencia invisible, creada por la mente del poeta, que supone por ejemplo un preludio del poemario de Salinas La voz a ti debida.
Se cierra el tercer apartado con otra contención del sentimiento: el gerundio razonando (verso 56). La contención se produce desde la alusión al racionalismo, opuesto al sentimentalismo.
La lamentación de Salicio se produce a partir del verso 57. En esta lamentación podríamos señalar varios apartados. En el primero de ellos, la característica más significativa es el empleo de los contrastes poéticos (fuego-nieve, muerte-vida). En el verso 57 además, fuertemente aliterado, se presenta la redundancia dura-mármol. Este último simboliza la frialdad de la mujer. Tiene también el mármol connotaciones de nobleza. En el nivel lingüístico hay un contraste entre el vocablo culto mármol y el coloquial quejas.
En el verso 58 aparece un nuevo despliegue de redundancias, con el encendido fuego y la helada nieve.
El verso 59 finaliza con un vocativo (Galatea), típico onomástico. El nombre auténtico se muda por otro de sabor clásico. Obedece a una cuestión de decoro.
El final del verso 60 (la vida temo) es de sabor existencialista. La angustia se suma a la frustración amorosa.
Los versos 61 y 62 se podrían clasificar como prerrománticos, ya que plasman la idea de que sin el amor la vida no tiene sentido.
Por último, el verso 70 es la plasmación del estribillo (Salid sin duelo, lágrimas, corriendo). Herrera decía que esta expresión se debía a Garci Sánchez de Badajoz. A pesar de no ser original es un verso muy acertado, porque se enmarca perfectamente en el contexto de la contención sentimental que se despliega en el poema. Esa contención se da en ese sin duelo.



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