(Una clase magistral de Fernando Pérez Cárceles, traductor de lieder de Schubert, Schumann y Mahler)
El 21 de noviembre de 1694 nació en París François Marie Arouet, más conocido por el seudónimo de Voltaire que adoptó en 1719. Fue filósofo y escritor y una de las figuras señeras de la Ilustración. Por medio de sus escritos defendió su credo: la razón y el progreso científico y artístico son los pilares para conseguir la felicidad del hombre. Aunque estudió con los jesuitas sus escritos son beligerantes con ellos, con los católicos, los hugonotes y los judíos y, sobre todo, con cualquier fanatismo. Un ejemplo de esto fue su intervención en el caso Calas:
Jean Calas, comerciante hugonote de Toulouse, hombre respetable y padre de cuatro hijos, fue condenado a muerte acusado falsamente del asesinato de su hijo Marc-Antoine, que apareció muerto en la tienda situada bajo la vivienda familiar el 13 de octubre de 1761. Resultaba tentador creer que Calas había asesinado a su hijo para evitar que se convirtiera al catolicismo. Su ejecución, previa tortura, fue un espectáculo brutal. Voltaire dedicó tres años a reivindicar su inocencia en la primera gran campaña de prensa del periodismo moderno, con libros como el Tratado sobre la Tolerancia y el Aviso al Público. Calas fue rehabilitado póstumamente en marzo de 1765.
Un sitio obligado en una visita turística a París es la Basílica del Sacre Coeur y Montmartre. Cerca de la Basílica y en el centro de un jardincito se encuentra la estatua erigida en 2001 del Caballero de la Barre, muerto en el suplicio a los 19 años por no haberse quitado el sombrero ante una procesión. El caso fue el siguiente:
Un día de 1765 en la ciudad de Abbeville apareció con algunos destrozos un crucifijo de madera que estaba en el puente. La conmoción fue grande y las fuerzas vivas lideradas por el Obispo de Amiens, quieren buscar a los culpables para que paguen este sacrilegio. Ante la ausencia de pruebas, los sacerdotes incitan a la delación y encienden al pueblo desde el púlpito. En todo el proceso inquisitorial el Caballero de la Barre y dos jóvenes más son acusados de librepensadores, de cantar canciones obscenas y de que el primero no se quitó el sombrero al paso de una procesión. En el registro de su habitación encontraron el Diccionario filosófico de Voltaire y libros eróticos. Pese a las súplicas al Rey por parte de Voltaire y otras personalidades, fue condenado a muerte.
En sus últimos días, el Caballero de la Barre, primero es condenado a sufrir torturas para denunciar a sus cómplices y reconocer sus delitos y, antes de ser decapitado y quemado en la hoguera, le cortan la lengua y los puños, pero no lograron arrancarle ni un nombre ni una autoinculpación. Sus últimas palabras fueron: "Yo no creo que deba morir un hombre por hacer tan poco".
Uno de los chicos fue absuelto porque tenía 15 años y el otro fue perdonado gracias a la intercesión de Voltaire. En indagaciones posteriores se encontró que los daños fueron causados por un carro cargado de madera hasta los topes.
Voltaire, además de recibir honores, también tuvo que vivir exiliado a veces. En 1778 regresó definitivamente a Paris y recibió un reconocimiento apoteósico en el estreno de su última obra de teatro, Irene. Murió el 30 de mayo de 1778.
Aunque en su tiempo su figura como dramaturgo era equiparada a Corneille y Racine, sus obras inmarcesibles son sus novelas y relatos que él llamó “cuentos filosóficos”. Una auténtica obra maestra es Cándido o el optimismo.
En 1756 Voltaire publicó Historia de los viajes de Escarmentado y el Poema del desastre de Lisboa. En este último se refiere al terremoto (grado 9 de la escala Richter) de Lisboa ocurrido el 1 de noviembre de 1755, en el que murieron entre 60.000 y 100.000 habitantes. Hubo grandes controversias teológicas. Voltaire se preguntaba, ¿cómo justificar el papel de la Providencia? Con la Guerra de los Siete Años como telón de fondo, en 1758 se puso a escribir un nuevo relato que fue publicado en 1759.
“Vivía en Westfalia, en el castillo del señor barón de Thunder-ten-tronkh, un joven a quien la naturaleza había dotado del más amable de los temperamentos. Era de conciencia muy exigente, y de ingenio muy simple; y creo que por esta razón se le llamaba Cándido.”
Así comienza esta breve pero gran obra maestra de Voltaire, Cándido o el optimismo, publicado hace 250 años exactamente. Son solamente 30 capítulos y poco menos de 100 páginas de un relato que muestra el viaje del protagonista, lleno de situaciones desastrosas con las que Voltaire se lanza a satirizar el optimismo metafísico de Leibnitz, el “todo sucede para bien y no puede ser de otra manera, por lo que éste es el mejor de los mundos posibles”.
Sinopsis
Además de Cándido, en el castillo vivían el barón, su esposa “que pesaba alrededor de 350 libras”, su hija Cunegunda “entrada en carnes y apetecible”, el hijo, la doncella Paquette y el preceptor Pangloss[1], el cual enseñaba la metafísico-teología-cosmología-bobería y
“demostraba admirablemente que no había efecto sin causa, que este mundo era el mejor de los mundos posibles, y que en él, el castillo de monseñor el barón era el más hermoso de los castillos”.
Pero un día el barón encuentra a Cándido y Cunegunda besándose tras un biombo y Cándido es echado a patadas en el trasero del mejor de los castillos posible.
Muerto de hambre y de cansancio, Cándido es enrolado por los búlgaros (prusianos) y lucha contra los ávaros (franceses). Cándido huye y se refugia en Holanda donde experimenta el fanatismo de un hugonote y la piedad de un anabaptista que lo acoge y le ayuda. Encuentra después un pordiosero desfigurado por la sífilis que resulta ser Pangloss, el cual le relata que los búlgaros han violado y matado a Cunegunda, han asesinado a todos los moradores del castillo, del cual no han dejado piedra sobre piedra.
Ambos se embarcan y apenas llegan a Lisboa ocurre un terremoto que casi destruyó la ciudad. Como desagravio había que ofrecer un auto de fe, puesto que
“el espectáculo de varias personas quemadas a fuego lento y con gran ceremonia era un sistema infalible para impedir que la tierra temblase.
Por consiguiente, habían echado mano de un vizcaíno, convicto de haberse casado con una mujer juntamente con la cual había apadrinado a un niño, y a dos portugueses que, cuando comían un pollo, habían arrancado la grasa (...) agregaron a éstos el doctor Pangloss y su discípulo Cándido, el uno por haber hablado, y el otro por haber escuchado con aire de aprobación (...) fueron revestidos de un sambenito y adornaron sus cabezas con mitras de papel (...) Cándido fue azotado rítmicamente mientras se cantaba; el vizcaíno y los dos hombres que no habían querido comer grasa, fueron quemados, y Pangloss fue ahorcado, aunque ésta no era la costumbre. Aquel mismo día la tierra tembló de nuevo con un estruendo horrísono.”
Audición:
5) Candide, opereta de Leonard Bernstein: Auto de fe (final)
CORO
¡Colgadlos!
¡Qué día tan perfecto, qué día tan alegre,
qué día para una fiesta!
Cuando un extranjero viene
para criticar y espiar,
cantamos un Pax vobiscum
y al bastardo lo colgamos bien alto.
GRAN INQUISIDOR
El momento supremo ha llegado. Fieles todos, ¡arrodillaos!
¡Oh, ruega por nosotros! ¡Oh, ruega por nosotros!
Fons pietatis, ¡ruega por nosotros!
Davidis turris, ¡ruega por nosotros!
Rex majestatis, ¡ruega por nosotros!
PANGLOSS
Señoras y caballeros, una última palabra:
Dios en su sabiduría hizo posible el invento de la cuerda...¡Aaarg!
CORO
¡Qué día tan hermoso, qué día tan alegre,
qué día para una fiesta!
Por fin podemos alegrarnos,
el peligro ya ha pasado para nosotros,
pues cantamos el Dies irae
y al bastardo lo colgamos bien alto.
¡Oh, qué gran día!
A Cándido se le acerca misteriosamente una vieja que le conduce hasta Cunegunda, que no había muerto. Ella le cuenta que el capitán búlgaro la vendió a un judío llamado Don Isacar, pero también el gran Inquisidor la quiso con lo que los lunes, miércoles y sábados pertenece al judío y los restantes días al gran Inquisidor. Llegan casualmente ambos personajes y Cándido los mata. Cunegunda, Cándido y la vieja huyen hasta Cádiz donde embarcan en una nave con tropas para combatir a los jesuitas en Paraguay. La vieja narra su vida durante el viaje.
Audición:
6) Candide opereta de Leonard Bernstein: Tango de la vieja señora.
VIEJA SEÑORA
Yo no nací en la soleada España,
mi padre vino de Rovno Gubernya,
pero ahora estoy aquí y bailo un tango:
Di dee di! Dee di dee di!
Lo he asimilado fácilmente.
Muy fácilmente lo he asimilado
Nunca aprendí un humano lenguaje.
Mi padre hablaba en alto-medio polaco.
En hora y media parlaba en español:
Por favor! Toreador!
Lo he asimilado fácilmente.
Muy fácilmente lo he asimilado
¡Es fácil, siempre es tan fácil!
Soy española, de repente ¡soy española!
Y tú también deseas ser español.
Lo mismo quieren los nativos.
Estos días tú vas a estar
en mayoría.
DOS SEÑORES
(Entonando una serenata a la vieja)
Tus labios rubí
dos rosas que se abren a mí,
conquistan mi corazón,
y sólo con
una canción.
VIEJA SEÑORA
(canta imitándolos)
Mis labios rubí
Drei-viertel Takt, man tres cher ami,
Oui oui, si si, ja ja ja, yes, yes, da, da.
Je ne sais quoi.
SEÑORES
¡Me muero, me sale una hernia!
VIEJA SEÑORA
¡Hay un largo camino desde Rovno Gubernya!
TODOS
Tus (mis) labios rubí
dos rosas que se abren a mí;
conquistan mi corazón,
y sólo con
una divina canción.
De tus labios rubí
¡Rubí! ¡Rubí!
Llegados a Buenos Aires, Cunegunda es acogida por el gobernador, quien la convierte en su favorita y Cándido es forzado a huir junto a su criado Cacambo. Llegan al reino de los jesuitas y tras una discusión con el coronel-jesuita, el cual resulta ser el hijo del barón que no había muerto a manos de los búlgaros, lo mata y escapa a través de la selva y llega a Eldorado. Cargados de oro, parten en búsqueda de Cunegunda.
Llegan a Surinam y encontraron a un negro sin una mano y sin una pierna, mutilado por su amo blanco:
“A este precio coméis azúcar en Europa (...) me dicen todos los domingos que todos somos hijos de Adán, blancos y negros. Yo no soy genealogista, pero si estos predicadores dicen la verdad, todos somos primos hermanos. Ahora bien, debéis de reconocer que no es posible tratar a sus parientes de un modo más horrible”
Ante este relato Cándido piensa que debe abandonar el optimismo de Pangloss.
“¿Qué es el optimismo? –preguntó Cacambo.
“¡Ay! –dijo Cándido-, es la manía de sostener que todo va bien cuando todo va mal.”
Cacambo se marchó con muchas riquezas para rescatar a Cunegunda en Buenos Aires y prometieron encontrarse en Venecia. Pero Cándido es robado y desesperado se embarcó rumbo a Venecia llevando como compañero de viaje a Martín, el hombre más infeliz de la región, el cual resultó ser un filósofo pesimista maniqueo[2] como pudo comprobar Cándido a lo largo de la travesía.
“Sin embargo, también existe el bien”, replicaba Cándido.
“Es posible –decía Martín-; pero yo no lo conozco.”
Llega a París donde es desplumado por un cura, desiste de desembarcar en Inglaterra porque estaban ejecutando a un almirante
“Porque no ha hecho matar a bastantes personas –le dijeron-, entabló un combate con un almirante francés, y se ha considerado que no estaba lo suficientemente cerca de él.
Pero –dijo Cándido- el almirante francés estaba tan lejos del almirante inglés como éste de estaba del otro.”
Cándido en Venecia no encuentra a Cunegunda y sí en cambio a Paquette que se ha hecho prostituta en compañía de un monje teatino. Visita al señor Pococurante, noble veneciano, rico, inteligente, tiene todo, pero no es feliz. Todo le aburre.
Cándido y Martín encuentran seis monarcas destronados. Encuentran a Cacambo el cual era esclavo de uno de los reyes. Los tres se embarcan para Constantinopla, donde también Cunegunda vivía y servía como esclava en casa de un príncipe de Transilvania. En la nave Cándido reconoce en dos galeotes que remaban muy mal al filosofo Pangloss, que había estado mal ahorcado, y el revivido jesuita, hermano de Cunegunda. Cándido rescata a los dos y todos llegan a Turquía donde encuentran a Cunegunda, fea y envejecida. Liberada, ella también, junto con la vieja, se establece con el resto de la compañía en una pequeña granja. Para vencer el tedio discutían de filosofía y al final decía la vieja
“Me gustaría saber qué es peor: si ser violada cien veces por piratas negros, tener una nalga cortada, pasar por las baquetas en un regimiento búlgaro, ser azotado y ahorcado en un auto de fe, ser disecado, remar en una galera, en una palabra, sufrir todas las desgracias que nosotros hemos conocido, o bien permanecer sin hacer nada (...)Trabajemos sin razonar –dijo Martín-; es el único medio de hacer soportable la vida.”
Todos pusieron de su parte lo mejor de sí mismos y vivieron desahogadamente, y cuando Pangloss argumentaba que todos los hechos estaban encadenados en el mejor de los mundos posibles, Cándido replicaba a su discurso de la siguiente manera:
“No está mal argumentado –respondió Cándido-, pero ahora tenemos que ir a cultivar nuestro huerto.”
Audición:
7) Candide, opereta de Leonard Bernstein: Final
CUNEGUNDA, CÁNDIDO
Nadie es enteramente puro ni sabio ni bueno;
obremos lo mejor que sepamos;
construyamos nuestra casa, talemos nuestro bosque
y cultivemos nuestro jardín.
PANGLOSS, MAXIMILIAN, VIEJA,
CUNEGUNDA, CÁNDIDO, GOBERNADOR
Abandonad soñadores el sueño de mundos agradables,
el Edén puede encontrarse.
Las flores más hermosas, los árboles más bellos
pueden crecer en terreno sólido.
TODA LA COMPAÑÍA
Nadie es enteramente puro ni sabio ni bueno;
obremos lo mejor que sepamos;
construyamos nuestra casa, talemos nuestro bosque
y cultivemos nuestro jardín.
Cultivemos nuestro jardín.
PANGLOSS
¿Alguna pregunta?
Música
- Candide (1956) de Leonard Bernstein. Libreto de Lillian Hellman, Dorothy Parker y otros.
LEONARD BERNSTEIN (Lawrence, 1918-Nueva York, 1990). Pianista, director y compositor norteamericano. Era hijo de emigrantes rusos. A los 16 años, oyendo por radio un concierto de la Orquesta Sinfónica de Boston dirigida por S. Koussewitzky, decidió su vocación de director y compositor. Al terminar sus estudios en Harvard en 1939, estuvo trabajando como pianista de cabaret con Adolph Green y Betty Comden, que luego serían grandes guionistas y letristas de musicales (Cantando bajo la lluvia). Estudió en el Curtis Institute con Fritz Reiner entre otros. Entró a formar parte de la Orquesta Filarmónica de Nueva York como director asistente. El 14 de noviembre de 1943 dirigió a la orquesta desde el podio por enfermedad repentina de Bruno Walter; a partir de aquí creció su fama como director.
Como compositor ha tratado todos los géneros: sinfonías, conciertos, divertimentos, ballet (Fancy Free), comedia musical (West Side Story, On the Town), ópera (Trouble in Tahiti, Candide), música para el cine y música incidental para la escena (La alondra de Jean Anouilh en adaptación de Lillian Hellman). Magnífico pedagogo, como demostró en su programa televisivo Conciertos para jóvenes.
Hombre comprometido, tuvo que ver a sus amigos Dorothy Parker, Lillian Hellman y al compañero de ésta, Dashiell Hammet (El halcón maltés), declarar ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas, en ese tenebroso asunto de la moderna historia estadounidense conocido como “caza de brujas”. El director Elia Kazan fue llamado a declarar y denunció a sus compañeros comunistas; después de ¡Viva Zapata!, dirigió el film On the waterfront (La ley del silencio), un alegato contra la delación: contradicciones del ser humano. Bernstein compuso la música para el film. Nada puede ser tan elocuente como el descarnado solo de trompa con que comienza la partitura.
***- Cándido (1976). Música de Victor Manuel para una obra de teatro adaptada por José Carlos Plaza y Manolo Coronado representada en 1976 en el Teatro Lara de Madrid a cargo del TEI (Teatro Estudio Independiente) bajo la dirección de José Carlos Plaza. Victor Manuel grabó el disco “Candido” que está descatalogado.
Obras de teatro:
- Candide par les villageois 1977. Obra colectiva del grupo Huit Saveur de Lyon.
- En el festival de Edimburgo del verano de 2009 se ha representado un adaptación teatral australiana.
Clase 3ª: Audición musical
1) Segundo movimiento de la “Sinfonía inacabada” D.759 de Franz Schubert.
2) Main Title (Títulos de crédito) del film Madame Bovary. Música de Miklos Rosza.
3) Tema de amor del film Madame Bovary. Música de Miklos Rosza.
4) Candide, opereta de Leonard Bernstein: Auto de fe (final)
5) Candide, opereta: Tango de la vieja señora.
6) Candide, opereta: Final
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