domingo, 21 de octubre de 2012

La argumentación





La argumentación es un tipo de escrito que tiene como objetivo aportar razones para convencer al receptor. Suele tratar temas controvertidos, ante los cuales el emisor toma una posición. El escrito argumentativo se manifiesta en editoriales, artículos periodísticos, cartas, pero también en textos políticos, filosóficos o económicos. No debemos olvidar que en la lengua oral, además de aparecer con frecuencia en la conversación cotidiana (aunque con poco rigor), es la forma dominante en los debates, coloquios o mesas redondas.
Hay que distinguir por otra parte entre la argumentación propiamente dicha y la persuasión. La primera tiene como objeto convencer mediante argumentos basados en la razón. La persuasión consiste en convencer apelando a las emociones (como ocurre en algunos anuncios de publicidad).
Toda argumentación se estructura alrededor de dos elementos fundamentales: la tesis y el cuerpo de la argumentación.
La tesis es la idea que se debate, puede aparecer al principio o al final de la argumentación, y puede aparecer explícita o implícita, en cuyo caso se deduce de los datos y argumentos dados.
El cuerpo de la argumentación es el conjunto de argumentos, citas, pruebas, datos o ejemplos con los que tratamos de convencer y persuadir al destinatario de lo acertado de nuestras tesis. En ellos se encuentra también la refutación (el desmoronamiento de los argumentos del contrario).
La argumentación puede presentar una estructura deductiva, cuando se parte de una tesis y se aportan datos y argumentos que la apoyan (se va de lo general a lo particular) o inductiva, cuando se parte de unos hechos para llegar a una conclusión o tesis. Al empezar con los argumentos, descubriremos solo al final a dónde nos dirigía el autor del texto.
Los argumentos que se utilizan pueden ser muy variados, por lo que señalaremos algunos de los que son más habituales:
-         Argumentos objetivos: son los que se basan en datos, cifras o hechos comprobables, que no dependen de la opinión de la persona que argumenta.
-         Argumentos de ejemplificación: son aquellos que ofrecen ejemplos concretos que apoyan la tesis defendida.
-         Argumentos de autoridad: son aquellos que utilizan la opinión, normalmente mediante una cita directa, de personas de reconocido prestigio. En ocasiones se utiliza la opinión de la mayoría, el sentir general.
No podemos olvidar que en muchas ocasiones, bajo la apariencia de un texto argumentativo, se esconden las falacias o argumentos falsos, que no siguen la lógica a la que pretenden aferrarse. Algunas de esas falacias habituales son:
-         Falsa relación causa-efecto (Desde que se inventó la televisión, los niños leen menos, así que es obvio que la televisión impide la lectura)
-         Falsa analogía (Una empresa es como el organismo del ser humano, por lo tanto, como existe un solo órgano que toma decisiones (el cerebro), los empleados (los demás órganos) no necesitan ni pensar ni tomar decisiones). 
-         Estereotipos o falacia de generalización (Los transgénicos son malos)
-         Descalificaciones o de ataque personal, cuando se evade el tema de que se trata opinando sobre la moralidad del otro (En este ayuntamiento no hay que pagar las multas porque el alcalde es un idiota)
-         O yo, o el caos (En estas elecciones no existen más que dos alternativas: el progreso, o la caverna).
-         No se sigue (Los niños necesitan de los cuidados de sus padres, pero si los dos trabajan, no pueden dárselos. Por eso, las madres no debieran trabajar)
-         Redundancia (Este es el escritor más deslumbrante porque es el más brillante)
-         Falsa verdad absoluta (Como es sabido, los niños mienten por naturaleza)
La argumentación se caracteriza por una serie de rasgos lingüísticos. Así, la modalidad oracional predominante es la enunciativa, que sirve principalmente para enunciar la tesis. También son frecuentes los enunciados interrogativos (la interrogación retórica), exclamativos y dubitativos, a través de los cuales el autor muestra su actitud ante el tema tratado. Predominan las oraciones subordinadas, que sirven para supeditar unas ideas a otras, sobre todo causales, consecutivas y condicionales. Los conectores más frecuentes son los que sirven para contraponer ideas o para expresar esas causas y consecuencias (pero, aunque, en cambio, entonces, por tanto, porque, puesto que, ya que…). Son también frecuentes los elementos que sirven para introducir la propia opinión como creo, desde mi punto de vista, entiendo que, etc.

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