La Semántica es la
ciencia de las significaciones del sistema lingüístico de la comunicación.
La significación
es el significado que tiene en sí un vocablo, mientras que el sentido es el valor exacto y preciso
que tiene ese vocablo en un contexto determinado.
El filólogo francés Michel Breal (1832-1915) fue quien
argumentó que debía haber una ciencia del significado, a la que propuso llamar
semántica, tomando el término de un adjetivo aristotélico (en el que tenía el
valor de “señalístico”). Su principal propósito fue la clasificación de los
cambios de significados según diferentes criterios y el descubrimiento de
“leyes semánticas” que regían esos cambios.
Faltaba un método exclusivamente lingüístico que
permitiera delimitar las unidades semánticas con las que operar. Había
dificultades lógicas: el vocabulario se veía como un conglomerado inconexo e
informe que está en perpetuo movimiento (se forman nuevas palabras, se
atribuyen a palabras antiguas nuevos significados, hay términos que mueren,
otros que reviven…).
En los estudios de Semántica hubo dos líneas de
orientación: una va al descubrimiento de unidades mínimas que forman el
significante, otra busca una estructura que justifique la reunión de esas
unidades mínimas en un conjunto semántico.
La Semántica que se ocupa de las estructuras semánticas
formales analiza las unidades más
pequeñas que soportan una significación, los morfemas que modifican semánticamente los signos o establecen
relaciones entre ellos y los lexemas,
que aparecen casi siempre unidos a morfemas.
La Semántica que se ocupa de las estructuras conceptuales
permite establecer un parentesco semántico
entre un número determinado de significados de monemas o unidades semánticas. Se
trata de la construcción de campos
semánticos, para los que hay que hallar motivos objetivos de relación. Los
campos semánticos están constituidos por palabras interrelacionadas, de manera
que el valor de cada una de ellas depende de sus relaciones con las demás.
Sabemos que el signo lingüístico es una entidad formada
por un significante (imagen acústica) y un significado (concepto). Como la
relación que se mantiene entre palabras es una relación de referencia (las
palabras se refieren a cosas y no las significan o nombran), se hizo necesario
distinguir entre significante,
significado y referente. La relación entre el significante y el referente (la
realidad extralingüística) es indirecta, pues el significante se relaciona con
el referente a través del significado.
Conocer el significado de una palabra es saber utilizarla
en los diferentes contextos. Esto puede lograrse diferenciando dentro del
significado la denotación (el
significado objetivo, común para todos los hablantes) y la connotación (el significado subjetivo, particular, localista o
dependiente de una esfera cultural).
Los rasgos componentes del significado son constitutivos o conceptuales (integran
el núcleo semántico fundamental), relacionantes
(que rigen las restricciones combinatorias en el discurso) y connotativos (las asociaciones que
posee el término al margen de su contenido conceptual).
En todas las lenguas, en cuanto a las relaciones entre significante y significado,
se encuentran fenómenos de polisemia, homonimia y sinonimia.
La polisemia
es el hecho de que un mismo significante posea diversos significados.
En la homonimia,
los signos lingüísticos son de origen distinto, pero coinciden en el significante
como resultado de una evolución fonética convergente, como canto=piedra (de
origen griego) y canto=canción (procedente del latín). La homonimia es homógrafa si los significantes
coinciden en todas las letras y homófona
si coinciden los sonidos, aunque se presente alguna diferencia en las letras.
Llamamos sinonimia
al hecho de que un mismo significado se exprese con varios significantes
diferentes. En la mayoría de los casos, no existe la sinonimia perfecta porque
los términos del grupo sinonímico no son compatibles todos en todos los
contextos., de ahí que se establezcan distintos tipos de sinonimia:
-
La sinonimia conceptual se da cuando coinciden los rasgos pertinentes lógicos o
conceptuales de los significados de los términos (contestar-responder)
-
La sinonimia contextual, si los términos pueden ser conmutados en un contexto sin
que se altere el significado del mismo (pesado-indigesto si hablamos de algún
alimento)
-
Sinonimia referencial, si los términos aluden al mismo referente (en un texto
hablar de “un hombre”, diciendo después “el pobre” o “mi vecino”).
Los
significados se pueden relacionar también por oposición, que consiste en la contrariedad del significado. Podemos
distinguir varias clases:
-
Antonimia
entre términos opuestos que admiten gradación (caliente/frío, entre los que se
sitúa “tibio”, por ejemplo).
-
Reciprocidad
entre opuestos que se implican mutuamente (padre/hijo).
-
Complementariedad
si la presencia de uno excluye la del otro (soltero/casado).
-
Inversión,
si en la pareja opuesta no hay gradación, implicación ni exclusión
(meter/sacar).
Por
otra parte, se puede observar jerarquización
de los significados. Partiendo de unos términos como “león, gato, oveja”,
se observa una relación de inclusión
de dichos términos en uno más amplio, “animal”. La relación de los tres
primeros términos con el de “animal” se llama hiponimia, y los tres son cohipónimos
entre sí, mientras que “animal” es el hiperónimo
de todos ellos.
Hay otros principios que permiten estructurar el léxico,
basados en la noción de “red asociativa”. Las palabras se asocian en la memoria
gracias a asociaciones conceptuales,
morfológicas y/o fónicas. Por otra parte, los campos derivativos se establecen gracias a la agrupación formal
basada en los significantes, lo que tradicionalmente se denominaba “familias de palabras” (arte/artesano/artista).
Para la semántica estructural recordemos que toda unidad léxica está integrada
en un sistema en el que la unidad mayor es el campo semántico (silla y sillón pertenecen al campo semántico de “asiento”).
La relación entre un significante y un significado solo
es fija en un momento dado. Las palabras experimentan cambios en estas relaciones a lo largo del tiempo. Las causas de
esos cambios obedecen a muchos factores:
- Lingüísticos.
Una palabra usada con mucha frecuencia junto a otra se contagia del significado
de esta (“jamás” significaba “siempre”, pero al usarse cercana a una negación,
como en “No iré jamás”, pasó a significar “nunca”).
- Históricos.
Cuando las cosas cambian de forma o de uso, cambia el significado aunque se
siga empleando la misma palabra (como ocurre a la pluma de escribir).
- Sociales.
Algunos vocablos amplían su significación al pasar a un círculo más extenso.
Asimismo, las prohibiciones de nombrar cosas posibilitan nuevas significaciones
(como “servicio” en lugar de “retrete”).
- Psicológicos.
La repugnancia que inspiran algunos animales (buitre, por ejemplo) explica que
algunas palabras se empleen como insultos.
En cuanto a los mecanismos
por los que se producen dichos cambios, también son variados:
- Ampliación
de significado (“pastor” como “ministro religioso”)
- Restricción
del significado (“lidiar” antes era combatir, pero
ahora se aplica casi exclusivamente en el mundo del toreo)
- La metáfora.
El cambio se produce por semejanza (“araña”-lámpara).
- La metonimia,
cuando los objetos guardan una relación de contigüidad (como en el “cuello” de
la camisa)
- La sinestesia,
cuando el cambio se produce por trasposiciones de unos sentidos corporales a
otros (“color chillón”)
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