El mito de don Juan es un mito
genuinamente español., aunque se ha intentado hacer ver que el origen estaba en
el renacimiento italiano. González Palencia señalaba que había antecedentes de
esta leyenda en romances de Castilla y León. Tradicionalmente se considera que nace a
partir del drama atribuido a Tirso de Molina titulado El burlador de Sevilla y
convidado de piedra, que se conserva en un tomo de dramaturgos impreso
en 1630.
El
título hace pensar en el personaje de un libertino, al estilo de El
rufián dichoso de Cervantes (h. 1615), que cuenta la vida de un pícaro
sevillano que se convierte en santo por medio de un proceso dramático.
Por otra
parte, la lucha contra lo sobrenatural aparece en consejas populares, donde un
joven irrespetuoso al tropezar con una calavera, la invita a cenar con él. En
esas consejas, el joven moría o era salvado por la intercesión de la Virgen
María.
Hay
que recordar el apunte del hispanista Arturo Farinelli, quien situaba el origen
de la leyenda de don Juan en una representación de la historia del conde
Leoncio llevada a cabo por jesuitas alemanes en 1615. El personaje, un conde
pervertido por las doctrinas de Maquiavelo y que no cree en la vida eterna, al
pasear por el cementerio, da una patada a una calavera a la que invita a cenar “si es que aún vive eternamente”. Un
esqueleto se presenta a la cena, dice ser el abuelo del joven y se lo lleva
despedazado.
En
cualquier caso, el personaje se popularizó y fue modificándose con el tiempo.
El mayor cambio se produjo en el Romanticismo, un movimiento que sentía
atracción por personajes rebeldes y amantes de la libertad y que, en su
fascinación, salvará al seductor aunque sea culpable.
Posiblemente
el antecedente más directo de la obra atribuida a Tirso sea El
infamador de Juan de la Cueva (1543-1612). En él aparece el difamador
de mujeres.
Recordemos
por otra parte la famosa atribución que realizó A. Rodríguez López-Vázquez del
mito de don Juan a un dramaturgo murciano, Andrés de Claramonte. El título de
la versión original del mito sería Tan largo me lo fiais. Claramonte
iría afinando los caracteres de los personajes tras las representaciones (fechadas
hacia 1617) y así llegarían a la versión que conocemos de El burlador de Sevilla.
En
la obra, don Juan seduce a la duquesa Isabela en Nápoles, pero consigue huir al
conmover a su tío don Pedro que es quien debe apresarlo para vengar el
deshonor. En su huida seduce a una pescadora que lo rescata y lo cuida y que
acaba arrojándose al mar. Ya en Sevilla, don Juan intenta burlar a doña Ana,
hija del Comendador don Gonzalo de Ulloa. Ella pide ayuda, don Gonzalo intenta
defenderla, don Juan lo mata y huye. Posteriormente, don Juan asiste a una boda
y cuenta al novio cómo sedujo a su mujer, así que Patricio se va. Deja el
camino libre a don Juan que, ahora sí, seduce a Aminta, la novia. Tras este
reguero de burlas, son muchos los que reclaman justicia. El rey manda apresar a
don Juan, pero él se refugia en la iglesia donde está sepultado el Comendador.
Ahí se produce el desafío, cuando don Juan invita a la estatua del Comendador a
cenar esa noche con él. La estatua acude a esa cena y quedan citados nuevamente
la noche siguiente en la capilla. Al darle la mano a la estatua, el fuego
recorre el cuerpo del burlador, mientras confiesa no haber deshonrado a doña
Ana. Finalmente se hunde en el sepulcro y muere. Doña Ana es pedida en
matrimonio por el marqués de la Mota.
En
el siglo XVII serán varias las obras que recojan personajes que seducen y
burlan a las mujeres, así como venganzas de muertos tras una ofensa.
Leonido
es el protagonista de La fianza satisfecha de Lope de Vega
(h.1615). Es un personaje de pasiones mucho más negativas que las de don Juan.
Intenta violar a su hermana, apalea a su cuñado, le saca los ojos a su padre,
reniega del Cristianismo. Aunque hay aún otra diferencia esencial con el don
Juan de Tirso de Molina. Este último condena eternamente al protagonista,
mientras que Lope salva a Leonido, que muere como un mártir, crucificado y con
una corona de espinas.
En
No
hay cosa como callar (1639), Calderón de la Barca presenta a un
libertino irresponsable, don Juan. El joven se enamora de una muchacha que ve
en la iglesia, pero no puede identificarla porque antes de poder hacerlo se
mete en una riña callejera. Tiene que incorporarse a su regimiento, pero olvida
su documentación de militar, así que regresa a casa de noche. En su habitación
descubre dormida a la dama de la que se ha enamorado y la viola. La víctima es
Leonor, hermana de don Diego, un caballero al que salvo la vida don Juan. Al
estar su hermano fuera, Leonor ha pedido acogerse a la casa de sus vecinos, por
eso la encuentra don Juan en su habitación. Durante la violación, Leonor arranca
la insignia de los Caballeros de Santiago a don Juan, así que podrá
identificarlo. Mientras, don Juan presume de su violación en las tabernas. Los
personajes terminarán encontrándose y reconociendo que les interesa callar lo
que saben. El matrimonio entre don Juan y Leonor promete infelicidad y la
posibilidad de una venganza sangrienta.
Hay
cambios en el don Juan de Alonso de Córdova y Maldonado que protagoniza La venganza en el sepulcro (1660 o
1670). El personaje sigue a doña Ana por el campo y se le declara, al mismo
tiempo que se vanagloria de su pasado engañador. Este don Juan es el único, por otra parte, que no se rebela
contra su progenitor, puesto que este ya ha muerto. Doña Ana busca engañarle y
le cita en Sevilla, donde le desprecia al sentirse a salvo en su casa. También
el criado aquí es diferente, ya que sirve como celestina de la relación. Don
Juan aparecerá obsesionado por esta mujer, es violento en cierta medida pero
también siente ese enamoramiento. Al final, don Juan muere y doña Ana se casa
con el marqués de la Mota.
De
1665 es la obra de Molière Dom Juan ou le Festin de pierre.
Muestra a un personaje infiel, seductor, libertino, blasfemo, valiente,
hipócrita, que seduce mujeres, se bate en duelo y cuestiona los dogmas
religiosos. La obra supone una reflexión sobre el libertinaje y sus excesos. El
cinismo y la hipocresía del personaje se castigan con la muerte.
Antonio
de Zamora es el autor de No hay plazo que no se cumpla ni deuda que
no se pague y convidado de piedra, de 1722. En este don Juan, lo más
característico es la ira. En esta versión si es muy importante el trato que don
Juan da a su progenitor. La diferencia fundamental, por otra parte, de este don
Juan con el de Tirso estriba en que el burlador de Tirso creía en el infierno,
aunque como algo lejano, que podía evitar porque tenía tiempo, mientras que el
don Juan de Zamora parece más proclive a seguir el camino de Satanás. Don
Gonzalo aquí irá ofreciendo posibilidades de salvación a don Juan, pero el
seductor las despreciará. Al final, no obstante, el personaje parece aceptar y
la condena no es definitiva. En las versiones anteriores, sí lo era.
Este
detalle abre paso a la salvación de don Juan gracias a doña Inés que aparecerá
en Zorrilla.
De
1787 es el libreto del abate Lorenzo da Ponte de Don Giovanni, la ópera de
Mozart, que se estrenó el 29 de octubre en el Teatro de Praga. En esta obra,
basada en la versión de Tirso, el protagonista no se arrepiente y es condenado
al infierno.
El
poema épico Don Juan (1821) fue escrito por Lord Byron, quien proyecta en
el personaje su propia personalidad. Con él simboliza casi el derecho al amor
libre.
En
1834, Prosper Merimeé publica Las almas del purgatorio, que
recogía dos leyendas sevillanas, la del Tenorio y la de Mañara. En esta obra
manifiesta el gusto por lo fantástico y su atracción por España.
En
1837, Alexandre Dumas publica Don Juan de Marana o la caída de un ángel,
donde se identifica al personaje con don Miguel de Mañara, un personaje
sevillano histórico que sufrió una conversión piadosa en el final de su vida.
En esta versión, una monja llamada Marta es realmente un ángel que baja a la
tierra para salvar a don Juan. Pero será él, el seductor, quien haga
desaparecer la condición angelical de Sor Marta para convertirla en una mujer
enamorada.
También
en 1837, Espronceda mostrará su admiración por el personaje en El
estudiante de Salamanca. La mujer es Elvira y sufre por el amor con un
protagonismo mayor que en versiones anteriores. Aquí Félix siente mayor
atractivo por la aventura que por el hecho de añadir un trofeo más a su lista.
Dios aparece “empeñado” en salvar el alma de este don Juan, pero Félix insiste
en la persecución de la dama y está seguro de que su alma tiene ya marcado por
la existencia que ha llevado el lugar al que irá. No se arrepiente de sus
pecados ni de su vida anterior.
En
1844, José Zorrilla escribe Don Juan Tenorio. Lo más novedoso
del personaje es su fracaso ante sí mismo. Se enamora totalmente y pierde así
la posibilidad de mantenerse firme. Muestra su debilidad cuando habla con
Brígida. Don Gonzalo le niega la mano de su hija y con eso cierra las puertas
que don Juan quería abrir con su arrepentimiento. El destino le obligará a
matar a don Gonzalo y don Luis. Doña Inés buscará apoyo en su amado, que es
precisamente el asesino. Pero el amor en esta versión será fuerte y seguirá
tras la muerte de la joven. Cuando don Juan vuelva del exilio, seguirá
enamorado. Se salvará gracias a la intercesión de doña Inés, que permanecerá
como rehén en el limbo hasta que su amado se salve.
Con
posterioridad al romanticismo, podemos señalar otras versiones como la de Baudelaire, que en 1861 dedica el poema 15 de Las
flores del mal al personaje: Don Juan en los infiernos. Podemos
destacar en La Regenta (1884 y 1885) cómo Clarín muestra su admiración por
el don Juan de Zorrilla a través del provinciano don Álvaro Mesía, que corteja
a Ana Ozores. Y el mito de don Juan es uno de los temas favoritos de los
escritores del 98, que tratan Azorín, Valle Inclán, los hermanos Machado o
Unamuno.
Un
momento importante del tratamiento del mito es la aparición de un ensayo de
Gregorio Marañón en 1940. En Don Juan. Ensayo sobre el origen de su
leyenda, se pone en duda la virilidad del personaje.
No
podemos olvidar que el mito ha tenido varias versiones cinematográficas. La más
curiosa quizá sea la realizada en 1952, dirigida por Alejandro Perla, en la que
queda recogida la representación teatral del Don Juan Tenorio de
Zorrilla por parte del Teatro Nacional María Guerrero, con decorados y símbolos
diseñados por Salvador Dalí. En 1950, Sáenz de Heredia había rodado un Don
Juan que tomaba hechos y situaciones tanto de la obra de Tirso como de
la de Zorrilla.
En
1956, Fernandel y Carmen Sevilla protagonizaron El amor de don Juan, donde
el criado del personaje debe hacerse pasar por él, ya que don Juan ha sido
apresado.
En
1963, Torrente Ballester intenta explicar las razones del donjuanismo,
relacionadas con la disyuntiva entre el libre albedrío y la predestinación en Don
Juan.
En
marzo de 2006 se estrenó la ópera en un acto Don Giovanni o el disoluto
absuelto, de Azio Corghi. El autor del libreto fue José Saramago.
El
13 de noviembre de 2008 se estrenó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid la
obra djuan@simétrico.es, de Jesús
Campos García. En esta versión, don Juan es un profesor de informática y doña
Inés acaba de abandonar el convento. Los dos son piratas informáticos que
forman parte de la secta “los hackers de Cristo”. Lo más relevante es que doña
Inés se convierte en burladora. El autor señalaba que el personaje
“impresentable, asesino y maltratador, que se tiene como modelo para los
hombres” no se sostiene en el siglo XXI. Por otra parte, la relación amorosa de
los protagonistas se basa y se mantiene en esta obra por la amistad entre
ambos.
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