domingo, 25 de octubre de 2015

Miguel Delibes y la novela española a partir de 1936




            El período entre 1940 y 1960 en España está marcado en todos los órdenes de la vida por la guerra civil y sus consecuencias: la tragedia de la contienda y el régimen dictatorial que llevó a muchos intelectuales al exilio o al silencio, también llamado “exilio interior”.
            En la literatura española se pueden distinguir dos tendencias:
-         La conservadora que comparte los ideales de los vencedores tratan temas heroicos o intemporales (amor, religión, familia, etc.), evadiéndose de la realidad.
-         La rehumanizadora, que expresa en los 40 la angustia y desesperanza provocada por la guerra (literatura existencial) y en los 50, la necesidad de denunciar las injusticias y de comprometerse, social y políticamente, para modificar la realidad (literatura social).
            La novela existencial de los años 40 nos ofrece una visión pesimista de la realidad a través de unos personajes solitarios, frustrados, inadaptados e incluso violentos a causa de la situación en la que viven. Son frecuentes el uso de la primera persona narrativa y del monólogo. Podemos destacar La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela por ser la obra más representativa, calificada de tremendista por los brutales hechos que se relatan, y Nada de Carmen Laforet, precursora del realismo social de los 50. En estos años inicia Miguel Delibes su carrera como escritor con la novela existencial La sombra del ciprés es alargada (1948).
            Las novelas del realismo social de los 50 denuncian los problemas de la sociedad española del momento con un lenguaje sencillo, en el que abunda el registro coloquial y la utilización de un narrador objetivo, que observa lo que dicen y hacen sus personajes. Esta tendencia se inaugura con La colmena de Camilo José Cela, en la que sus múltiples personajes muestran la mediocridad de sus vidas y sus miserias físicas y morales en el Madrid de la posguerra. Junto a ella encontramos El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. Próximas a este realismo objetivo son las obras de ambiente rural de Delibes El camino (1950) y Las ratas (1962).
            La década de los 60 se caracteriza por un distanciamiento del realismo social, sin abandonar la actitud crítica, y por el interés por la renovación formal de la novela, tanto en el lenguaje como en las técnicas narrativas utilizadas por los grandes autores europeos y americanos. Los principales rasgos de esta novela llamada novela estructural son la aparición de protagonistas problemáticos que indagan en su conciencia, la ruptura de la acción y del orden cronológico (con técnicas como la del flash-back), el monólogo interior, la utilización de registros lingüísticos diferentes (culto, coloquial, etc.), la ruptura de la sintaxis y la omisión o alteración de los signos de puntuación. Este nuevo rumbo narrativo lo inicia Luis Martín Santos con Tiempo de silencio. Delibes se apunta a esta nueva forma de narrar con Cinco horas con Mario (1966), el largo monólogo que Carmen mantiene mientras vela el cadáver de su marido, en el que se expresan verbalmente sus pensamientos.
            Desde 1975 conviven varias generaciones de novelistas que aportan estilos propios y, por tanto, una pluralidad de tendencias. A partir de esa fecha publican autores consagrados como Delibes, quien en 1981 publica Los santos inocentes. En esta novela, con la ausencia de signos ortográficos (algo propio de la novela estructuralista) denuncia la injusta situación de los campesinos en la España franquista. Otros autores retornan a la narración tradicional basada en el relato trabado de una serie de sucesos reconocibles por el autor. Sin renunciar a la novela moderna intentan recuperar el interés por la narración y el placer por la lectura.

            Aparecen diferentes tendencias posteriores a 1975 y hasta 2000: el realismo intimista, en el que la acción se combina con la exploración del recuerdo y del mundo interior de los personajes (como en Almudena Grandes, Juan José Millás o Antonio Muñoz Molina); la fantasía irónica, en la que se crea un mundo deformado que muestra lo insatisfactorio o absurdo de la realidad humana (en Luis Landero o Javier Tomeo, por ejemplo); de intriga, acción o aventura (como en Pérez Reverte); la novela autobiográfica (que encontramos en Francisco Umbral); la novela histórica (de Matilde Asensi o Julia Navarro), que es en la que se inscribe la última novela de Delibes, El hereje (de 1998); y de realismo urbano o testimonio del modo de vivir de algunos sectores de la juventud (como en Lucía Etxebarría).

No hay comentarios:

Publicar un comentario