lunes, 25 de marzo de 2013

La prosa medieval





            Orígenes:

            La prosa en castellano no se desarrolló hasta el siglo XIII. El cultivo de la misma se vio impulsado por el aumento del nivel cultural en la gente y por la necesidad de escribir documentos oficiales en ayuntamientos, universidades, etc.
            Los primeros textos en prosa romance aparecen en las Glosas de San Millán de la Cogolla y Santo Domingo de Silos. Son palabras en romance anotadas en los márgenes de una homilía y de un penitencial escritos en latín, para facilitar la comprensión del original.
            Poco a poco el romance se utilizó en otros documentos. Durante el siglo XIII aparecieron algunas colecciones de cuentos de tradición oriental, que tenían un propósito didáctico (se llamaron a menudo enxiemplos).

            La obra de Alfonso X, el Sabio:

            Alfonso X (1221-1284) creó la prosa literaria castellana. Reunió en la corte a poetas, trovadores y sabios de las diversas materias y de diferentes religiones. Perseguía conservar por escrito todo lo que tenía importancia política, social, económica o científica. Así hubo un enriquecimiento progresivo de la prosa castellana, que expresó contenidos reservados hasta entonces a las lenguas cultas. Para ello, hubo que crear palabras nuevas, casi siempre a partir del latín, aclarando su significado con otro término o mediante perífrasis. Se sentaron las bases de la sintaxis para reflejar el rigor lógico y ordenar las materias en párrafos y capítulos. La obra promovida por Alfonso X abarcaba las diferentes ramas del saber: derecho (Las siete partidas dotaban al pueblo de normas jurídicas claras, basadas en el derecho romano y las leyes existentes), ciencias, juegos o historia (quiso contar el proceso de la humanidad desde los orígenes hasta su época en la General Estoria y la Crónica General).

            La obra de don Juan Manuel:

            Don Juan Manuel (1282-1348) fue noble, sobrino del rey Alfonso X. En su obra se unen los ideales de la vida caballeresca de su tiempo con la moral cristiana. El propósito didáctico está presente en todos sus libros y para ello se sirvió de los dos modelos de la didáctica medieval: exponer de forma ordenada razones convincentes por sí mismas y probar la razón por medio de un ejemplo ficticio.
            Don Juan Manuel es un escritor diferente de entre los de su época. Se preocupó de presentar catálogos de sus libros, dispuso en un códice todas sus obras y, celoso de la fidelidad de sus escritos, lo depositó en el monasterio de Peñafiel.
            Su producción literaria está orientada en la línea del “enseñar deleitando”: introducir en la mente del lector enseñanzas a través de elementos amenos y asequibles.

            Su obra más importante es el Libro de Patronio o Conde Lucanor, obra que se puede dividir en tres partes:

-          Parte primera, de enxiemplos, que se centra en el relato de cincuenta y una narraciones.
-          Parte segunda, proverbios, en la que aparecen cien sentencias de contenido moral y en un estilo más oscuro.
-          Parte tercera, un tratado doctrinal, dedicado a la salvación del alma.

            La parte central de la obra está constituida por la colección de ejemplos. Su marco argumental es el del tópico de senex/puber (viejo/joven). El joven conde Lucanor pide consejo a Patronio, un anciano experimentado, para poder triunfar en la corte. El conde plantea varias situaciones a las que Patronio responde poniendo un ejemplo. Las situaciones planteadas son de carácter práctico. Todos los cuentos tienen la misma estructura: el planteamiento inicial del conde Lucanor a Patronio, el ejemplo que pone el ayo, la aplicación del ejemplo al caso planteado por el conde y la moraleja final, en verso, en la que interviene el propio autor.
            Los ejemplos proceden de diversas fuentes antiguas, evangélicas, narraciones cristianas y árabes,… Predominan aquellos en los que los protagonistas son hombres y mujeres.
            El estilo es más claro y sencillo en la parte de los ejemplos, mientras que en los proverbios predomina la oscuridad de la forma y del concepto.

            Los libros de caballerías y las novelas de aventuras:

            En el siglo XIV se desarrolló un tipo de relato que prescindía de la finalidad moralizante y se centraba en la creación de un mundo de ficción: el libro de caballerías. Era un género que exaltaba los ideales caballerescos en un momento en que la nobleza se hizo cortesana y prefería una literatura refinada e idealizada. En este género apareció el héroe galante, cuyo único móvil era la defensa de la justicia y el servicio a su dama.
            En el primer cuarto de siglo debió de componerse Amadís de Gaula, aunque la versión que nos ha llegado es una refundición de Garci Rodríguez de Montalvo que se publicó en 1508. Esta novela influyó poderosamente en la narrativa del siglo XVI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario