Orígenes:
La
prosa en castellano no se desarrolló hasta el siglo XIII. El cultivo de la
misma se vio impulsado por el aumento del nivel cultural en la gente y por la
necesidad de escribir documentos oficiales en ayuntamientos, universidades,
etc.
Los
primeros textos en prosa romance aparecen en las Glosas de San Millán de la Cogolla y Santo Domingo de Silos. Son palabras en romance anotadas en los
márgenes de una homilía y de un penitencial escritos en latín, para facilitar
la comprensión del original.
Poco
a poco el romance se utilizó en otros documentos. Durante el siglo XIII
aparecieron algunas colecciones de
cuentos de tradición oriental, que tenían un propósito didáctico (se
llamaron a menudo enxiemplos).
La obra de Alfonso X, el Sabio:
Alfonso
X (1221-1284) creó la prosa literaria castellana. Reunió en la corte a poetas,
trovadores y sabios de las diversas materias y de diferentes religiones.
Perseguía conservar por escrito todo lo que tenía importancia política, social,
económica o científica. Así hubo un enriquecimiento progresivo de la prosa
castellana, que expresó contenidos reservados hasta entonces a las lenguas
cultas. Para ello, hubo que crear palabras nuevas, casi siempre a partir del
latín, aclarando su significado con otro término o mediante perífrasis. Se
sentaron las bases de la sintaxis para reflejar el rigor lógico y ordenar las
materias en párrafos y capítulos. La obra promovida por Alfonso X abarcaba las
diferentes ramas del saber: derecho (Las
siete partidas dotaban al pueblo de normas jurídicas claras, basadas en el
derecho romano y las leyes existentes), ciencias, juegos o historia (quiso
contar el proceso de la humanidad desde los orígenes hasta su época en la General Estoria y la Crónica General).
La obra de don Juan Manuel:
Don
Juan Manuel (1282-1348) fue noble, sobrino del rey Alfonso X. En su obra se
unen los ideales de la vida caballeresca de su tiempo con la moral cristiana.
El propósito didáctico está presente en todos sus libros y para ello se sirvió
de los dos modelos de la didáctica medieval: exponer de forma ordenada razones
convincentes por sí mismas y probar la razón por medio de un ejemplo ficticio.
Don
Juan Manuel es un escritor diferente de entre los de su época. Se preocupó de
presentar catálogos de sus libros, dispuso en un códice todas sus obras y,
celoso de la fidelidad de sus escritos, lo depositó en el monasterio de
Peñafiel.
Su
producción literaria está orientada en la línea del “enseñar deleitando”:
introducir en la mente del lector enseñanzas a través de elementos amenos y
asequibles.
Su
obra más importante es el Libro de Patronio o Conde
Lucanor, obra que se puede dividir en tres partes:
-
Parte primera, de enxiemplos, que se centra en el
relato de cincuenta y una narraciones.
-
Parte segunda, proverbios, en la que aparecen cien
sentencias de contenido moral y en un estilo más oscuro.
-
Parte tercera, un tratado doctrinal, dedicado a la
salvación del alma.
La
parte central de la obra está constituida por la colección de ejemplos. Su
marco argumental es el del tópico de senex/puber
(viejo/joven). El joven conde Lucanor pide consejo a Patronio, un anciano
experimentado, para poder triunfar en la corte. El conde plantea varias
situaciones a las que Patronio responde poniendo un ejemplo. Las situaciones
planteadas son de carácter práctico. Todos los cuentos tienen la misma
estructura: el planteamiento inicial
del conde Lucanor a Patronio, el ejemplo
que pone el ayo, la aplicación del
ejemplo al caso planteado por el conde y la moraleja final, en verso, en la que interviene el propio autor.
Los
ejemplos proceden de diversas fuentes antiguas, evangélicas, narraciones
cristianas y árabes,… Predominan aquellos en los que los protagonistas son
hombres y mujeres.
El
estilo es más claro y sencillo en la parte de los ejemplos, mientras que en los
proverbios predomina la oscuridad de la forma y del concepto.
Los libros de caballerías y las novelas
de aventuras:
En
el siglo XIV se desarrolló un tipo de relato que prescindía de la finalidad
moralizante y se centraba en la creación de un mundo de ficción: el libro de
caballerías. Era un género que exaltaba los ideales caballerescos en un momento
en que la nobleza se hizo cortesana y prefería una literatura refinada e
idealizada. En este género apareció el héroe galante, cuyo único móvil era la
defensa de la justicia y el servicio a su dama.
En
el primer cuarto de siglo debió de componerse Amadís de Gaula, aunque
la versión que nos ha llegado es una refundición de Garci Rodríguez de Montalvo
que se publicó en 1508. Esta novela influyó poderosamente en la narrativa del
siglo XVI.
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