En la época de Augusto (63 a.C.- 14 d.C.)
floreció un grupo de poetas que desarrollaron el género elegíaco. Este grupo tomó
prestado de los griegos la forma métrica, así como varios temas, pero al mismo
tiempo imprimieron un sello personal a sus creaciones.
La
forma métrica de la elegía es el dístico elegíaco, integrado por un hexámetro y
un pentámetro, una estrofa simple pero ideal para la expresión de sentimientos y
temas variados y cambiantes: exhortaciones guerreras, aspiraciones políticas y
sociales, pasión amorosa sin referencias personales y dando excesiva
importancia a la mitología como índice de erudición. No obstante, los temas
amorosos se desarrollaban en variadas formas métricas.
La
novedad romana en el campo de la poesía elegíaca consiste en haber utilizado
como tema poético la vida amorosa personal del poeta y en haber reservado el
dístico para la expresión de los sentimientos personales. En las breves
composiciones de dísticos llamadas epigramas expusieron los griegos vivencias
personales de carácter erótico, por lo que algunos piensan que la elegía romana
tomó su punto de arranque de la literatura epigramática erótica griega. En
general los poetas elegíacos romanos están muy influenciados por la escuela
alejandrina de la que tomaron la forma métrica y muchos temas, así como el
provisto de erudición mitológica.
CORNELIO GALO
A
Cornelius Gallus (69 a.C. - 26 A.C.) se le considera el "inventor" de
la elegía, aunque Catulo tiene algunas composiciones que pueden incluirse en
este género.
Fue
hijo de un liberto. Se hizo partidario de Octaviano y desempeñó un buen papel
en la victoria de Actium. Como recompensa, Octaviano le hizo profectus
de Egipto el año 30 a.C. Allí se dejó arrastrar por el engreimiento: mandó que
le elevaran estatuas, que grabaran sus proezas en las pirámides y se hizo
culpable de injurias al emperador. Octavio lo dejó condenar por el Senado.
Abrumado por su desgracia, se suicidó.
Escribió
poemitas de carácter bucólico, a imitación de Euforión de Calus. Escribió
además cuatro libros de elegías, publicados quizás con el título de Amores. También escribió una pequeña
epopeya sobre el Apolo de Grinio. Todas estas obras se han perdido.
La
aportación más importante de Galo a la literatura son sus libros de elegías, donde
combina convencionales alejandrinos con su propia realidad, su enamoramiento de
la actriz de mimos Licoris, cuyo nombre artístico era Citeris y cuyo nombre de
familia era Volumnia. Esta artista había tenido ya relaciones con M. Bruto y
con M. Antonio y no se mantuvo fiel al poeta durante el período de sus
relaciones. Esta realidad la entretejió C. Gallo con alusiones mitológicas,
como podemos deducir del hecho de que Partenio (poeta griego residente en Roma)
elaborara una recopilación de anécdotas amorosas de la mitología como libro de
consulta para él.
La
X Bucólica de Virgilio (escrita para glorificar a su amigo y protector) nos
permite entrever la obra desaparecida de Gallo. En la segunda parte de la
Bucólica habla el propio Galo y se cree que Virgilio se valió para ello de
algunos dísticos escritos por él, trasladados a hexámetros. Por otra parte,
Quintiliano califica de "durior" el estilo de C. Galo.
ALBIO TIBULO
Lo
que sabemos de la biografía de Tibulo lo debemos a una breve vida anexionada al
Corpus Tibullianum y a ciertas
alusiones biográficas vertidas por el propio Tibulo en algunas de sus poesías,
así como por algunos poemas de Horacio y Ovidio. Era hijo de una familia
ecuestre. Nos habla de su madre y de su hermana, pero no de su padre. Debió
recibir una esmerada educación. Parece ser que se vio afectado por el reparto
de tierras a los veteranos de Augusto el año 41 a.C. Más tarde aparece como
propietario de una finca de Pedum, por lo que sus alusiones a su pobreza hay
que interpretarlas como un tópico propio de los poetas eróticos, que frente a
un rival opulento gustan subrayar su escasez de medios económicos. Fue amigo
íntimo de Mesala Corvino y el miembro más destacado de su círculo literario.
Participó en las campañas de Aquitania y de Oriente, pero se sintió enfermo y
no pudo pasar de Corcera. A partir de entonces se consagró a la poesía y cantó
sucesivamente a Delia, a Nemesis y a Glicera. Era “de naturaleza delicada, de
hermoso porte”, amante de la vida privada. Murió joven el año 19 a.C., poco
después de Virgilio.
Las
obras de Tibulo están contenidas en el Corpus
Tabullanium. De los tres libros de elegías que constituyen este
"Corpus", los dos primeros proceden íntegramente de Tibulo. El libro
tercero puede considerarse como "el libro de los poetas del círculo de Mesala",
del que las elegías 19 y 20 son con certeza de Tibulo.
El
contenido del Corpus es el siguiente:
LIBRO
1: Está principalmente dedicado a Delia. Apuleyo nos informa de que el
nombre de esta Delia era Plaria. En las poesías, Tibulo unas veces la trata
como esposa y otras como "Hetaira". Más tarde Delia se casó con otro,
a quien Tibulo ruega que sea el guardián de la virtud de la infiel. Las elegías
4ª, 8ª y 9ª están dedicadas al muchacho Marato, considerado por algunos
como un producto imaginativo de Tibulo, una concesión a una moda literaria. La
elegía 7ª está dedicada a Mesala, a quien felicita por su cumpleaños y
por su triunfo sobre los aquitanos. En la elegía 10ª, Tibulo maldice la guerra
y describe amablemente las delicias y bendiciones de una existencia bucólica. Las
cinco restantes elegías del libro primero están dedicadas a Delia, aunque en la
1ª y 3ª no figura Delia como centro.
LIBRO
II: La protagonista de este libro es Némesis. No hay seguridad en la
identificación de Némesis con la Gliceta a la que alude Horacio en su oda sobre
Tibulo. El libro II consta de seis elegías. La elegía 1ª está dedicada a la
descripción de la fiesta de los ambarvales. La elegía 2ª es un sentidísimo
poema de cumpleaños dedicado a Cornuto (¿Cerinto?), a quien también dedica la
3ª. La elegía 5ª es un canto festivo en honor de Mesalino, el hijo de Mesala. Las
restantes aluden a sus relaciones con Némesis a quien también se menciona en la
1ª y 2ª.
LIBRO
III: Este libro, aunque se ha transmitido con el nombre de Tibulo, contiene
poesías que no le pertenecen a él sino a otros miembros del círculo literario
de Mesala Corvino. Las seis primeras elegías son de un tal Ligdamo (podría ser
el seudónimo de un hermano de Ovidio). Narra las vicisitudes de sus
desgraciados amores con Neera. Denotan influencia tibuliana, pero no son de
Tibulo. A las poesías de Ligdamo sigue un Panegírico de Mesala, una obra compuesta
de 211 hexámetros, de pésimo gusto y carente de valor poético. Su autor halaga
a Mesala para obtener de él una ayuda económica. Siguen dos ciclos sobre un
mismo tema: los amores de Sulpicia por un tal Cerinto, a quienes muchos
identifican con Cornuto, el destinatario de las elegías 2 y 3 del libro II de
Tibulo. Sulpicia era hija de Servio Sulpicio y sin duda sobrina de Mesala. El
primer ciclo que abarca cinco elegías (3,7-12), se ha atribuido a Tibulo; se ha
determinado en estos poemas una dependencia de Ovidio. El segundo ciclo
(3,13-19) pertenece a Sulpicia y constituye algo único en la literatura romana
por la espontaneidad con que expresa sus sentimientos, expresión libre de
artificios alejandrinos. Las composiciones 19 y 20 se consideran auténticas de
Tibulo; escritas en sus primeros tiempos, reflejan una dependencia de Catulo.
Utiliza
numerosos tópicos elegíacos. Evita la apariencia de trabazón en sus
composiciones y trata de dar la impresión de dejarse arrastrar
involuntariamente por el curso espontáneo de sus pensamientos. La perfección
técnica de sus dísticos supera a la de sus predecesores tanto latinos como
griegos; solo será igualado por Ovidio.
Quizás
sean las elegías que mejor nos manifiestan el arte de Tibulo aquellas en las
que nos comunica sus sueños sobre una "edad dorada". A diferencia de
Horacio y Virgilio, su elogio de la paz no se relaciona con la Pax Augusta,
pues jamás menciona a Augusto. No se interpreta ese silencio como oposición,
sino derivado del carácter egocéntrico de Tibulo. Egocentrismo que lo
encadenaba a su visión particular del mundo.
La
elegía tercera del primer libro (I, 3) es considerada como una de las mejores
de la literatura latina: deja vagar en ella sus pensamientos en torno a la
despedida de Delia. Ya enfermo, presiente melancólicamente su muerte y evoca la
visión de un Eliseo de los enamorados.
SEXTO PROPERCIO
Sobre
la vida de Propercio, las noticias fundamentales que poseemos proceden de dos
poesías propercianas: la de la autopresentación (1, 22) y la del adivino que,
para obtener el crédito de Propercio, le revela su pasado.
Nació
en Asisium (Asis) (47? - ¿15? a.C.) en el seno de una familia burguesa. Siendo
niño murió su padre en la guerra de Perusa. El año 41 a.C. le fueron
confiscados a su familia casi todos los bienes con motivo del reparto de
tierras a los excombatientes de Augusto. A pesar de eso, pudo estudiar en Roma.
Poseía un domicilio en el Esquilino, cerca de donde vivía Mecenas, en cuyo
círculo consiguió entrar después del éxito que obtuvo con la publicación de su
primer libro de elegías dedicado a su amada Cintia. Mecenas presionó para
dirigir la inspiración de Propercio hacia temas patrióticos de la historia y de
la leyenda romana. Por fin, Propercio, enfriada su pasión por Cintia, se fue
abriendo a temas de inspiración nacional y religiosa impulsado por la ilusión
de convertirse en el "Calímaco romano". Murió muy joven en el 16 o 15
a.C.
Su
obra se compone de cuatro libros de elegías, cuyo contenido es el siguiente:
LIBRO
I: Comprende 22 poemas. Se publicó por primera vez el 29 o 28 a.C. El
núcleo fundamental del libro lo constituye la elegía en torno a Cintia. El
nombre de esta mujer era Hostia. Tenía Propercio unos 19 años cuando la
conoció. Sus relaciones con ella duraron cinco años, durante los cuales fue muy
cambiante la situación anímica de Propercio: deseos vehementes, delirante
felicidad, torturas de los celos, desesperación melancólica, reconciliación,
nuevas querellas, enfriamientos, ruptura. Poco después murió Cintia. Todo este
proceso es abarcado en todas las elegías en torno a Cintia que escribió Propercio
y que publicó en sus cuatro libros. Este proceso amoroso totaliza unas 35
elegías, la mayor parte de las cuales aparecen en este primer libro.
Junto
a las elegías sobre el tema de Cintia figuran otras dedicadas a amigos del
poeta: la dedicada a Tulo, a quien también va dedicado todo el libro; la 21, en
la que se hace eco de la guerra de Perusa, en la que murió su padre, trata del
encargo que un soldado moribundo hace a un camarada. Otra composición del
primer libro la dedica a la descripción del recién terminado templo de Apolo en
el Palatino.
LIBRO
II: En este segundo libro continúa siendo Cintia el foco de atención más
importante. Las elegías 14 y 15 representan el punto culminante de su relación
amorosa. En este libro se multiplican las quejas de infidelidad y los
propósitos de liberarse de su influjo. El contiene 34 elegías y se publicó
después de la muerte de Galo (26 a.C.).
LIBRO
III: Comprende 25 poemas. Aunque Cintia sigue presente en este libro, no
ocupa en él un lugar preferente. Aparecen en primer plano temas no eróticos e
incluso no todos los eróticos están relacionados con Cintia. Las elegías 1-3, 9
están dedicadas a la naturaleza de la poesía. La elegía 4 esta dedicada a la
marcha de Augusto a Oriente. Las elegías 7 y 18 están dedicadas a la muerte de
un amigo y a la de Marcelo respectivamente. El poema 22 es un panegírico sobre
Italia. El poema 15 se refiere a la leyenda de Antiope y el 23 se refiere a la
pérdida de una tablilla que le había servido para enviar mensajes de su amor.
Este libro se publicó entre los años 23 a.C. y 20 a.C.
LIBRO
IV: Comprende 11 poemas, seis elegías y cinco aitías romanos. De las elegías, solamente dos se refieren a Cintia:
la 7ª en la que se le aparece en sueños la difunta Cintia y la 8ª. La elegía 3ª
es la carta de Aretusa a su esposo Licotas que estaba en campaña. La elegía 5ª
da entrada a una "lona" (celestina) dando consejos a una joven. La
11ª comprende el adiós y unas palabras de consuelo de la difunta Cornelia a su
esposo. Las "aitías" nos presentan a un Propercio nuevo, nacido
quizás de los consejos de Mecenas, preocupado por el pasado religioso político
de Roma: la composición 2ª trata sobre el dios Nectumno; la 6ª sobre el templo
de Apolo Palatino, construido en agradecimiento por la victoria de Accio; la 9ª,
sobre la Ara Máxima de Hércules; la 10ª, sobre Júpiter Foretrio, sobre las spoli opima de romulo y algunos temas
más; finalmente, la 4ª recoge la fábula de Tarpeya.
En
los libros de Propercio aparecen constantes alusiones a la realidad política
circundante y sobre todo es el libro cuarto el que nos descubre un mundo de
preocupaciones patrióticas y religiosas.
Existe
en Propercio una gran dependencia de los poetas alejandrinos Calímaco y Filetas.
Es indiscutible además la influencia de Virgilio y Cornelio Galo en algunos
pasajes. Propercio en sus elegías nos transmite la impresión de sucesos
realmente vividos, de auténticas sensaciones, pero mezcla alusiones eruditas de
la mitología que dificultan la comprensión. Su lenguaje resulta a veces
retorcido y oscuro por emplear palabras impropias, con el ánimo de sugerir, al
modo en que lo que harán los simbolistas del siglo XIX francés.
Gudeman
comparó a Tibulo y Propercio en los siguientes términos: "Ya en la
Antigüedad reinaba desacuerdo acerca de si la palma de la poesía elegíaca
correspondía a Tibulo o a Propercio; pues tácitamente excluíase a Ovidio del
concurso. En efecto se tenía la sensación de que las elegías eróticas de este,
aunque nacidas de una honda experiencia y basadas en una fina observación
psicológica, en general sabrían más a retórica, por lo que no producían la
sensación de lo directamente vivido, como las de sus dos predecesores. Y de
hecho la comparación de ambos poetas se impone a todo lector. En fantasía
creadora y fertilidad de ideas, en ardiente pasión y fuerza de sentimiento, en
léxico y en riqueza de imágenes, en la invención de motivos eróticos en el
empleo de las mismas siguiendo modelos alejandrinos, Propercio lleva gran
ventaja a Tibulo. Pero le es inferior en la insinuante dulzura y sencillez del
sentimiento, en el entusiasmo por el sosiego de la vida campestre y el amor a
lo doméstico, lejos de guerras, peligros y ciudadanos.”
OVIDIO
Ovidio
es el poeta romano del que poseemos más noticias auténticas, referidas tanto a
su vida como a su obra. Nos han sido ofrecidas por el mismo poeta, diseminadas
en sus poesías y particularmente en Tristia, IV, 10. Este pasaje de las
Tristias constituye una autobiografía muy rica en detalles.
P.
Ovidio Nasón, nació el 20 de Marzo del 43 a.C. en Sulmo, una pequeña ciudad de Italia
Central. Pertenecía a una familia acomodada de la clase ecuestre. Asistió a la
escuela de retórica en Roma, donde fueron sus maestros Porcio Latrón y Aurelio
Fusco. Como declamador prefería las "suasorias", que solía
versificar. De las "controversias" prefería las "ethicae",
por los elementos humanos que poseían. Ya entonces se sentía atraído hacia la
poesía, para la que poseía una asombrosa facilidad. Su padre trató de apartarlo
de esta inclinación, para que se dedicase de lleno a la carrera jurídica, recordándole
que la poesía era económicamente poco productiva, ya que ni el mismo Homero
había ganado riquezas con ella. Según la costumbre de la época trató de ampliar
su formación, al terminar los estudios de retórica, con algunos viajes y una
larga estancia en Atenas.
Llegó
a ejercer un oficio secundario en la judicatura, pero no tardó en abandonarlo
para dedicarse exclusivamente a la poesía. Se casó muy joven, pero se divorció
pronto tanto de su primera mujer como de la segunda. En la tercera esposa
encontró una auténtica compañera, era viuda perteneciente a la ilustre familia
de los Flavios. Le permaneció fiel a Ovidio hasta el final de sus días, incluso
durante su destierro. Fue padre de una hija, que en su juventud le dio dos
nietos. Su vida familiar fue armónica y feliz.
Consiguió
ser un poeta celebrado. Había publicado ya sus poesías eróticas, la tragedia Medea,
estaba dando los últimos toques a sus Metamorfosis y llevaba a medias los Fastos
cuando le llegó el año 8 d.C. el golpe de que Augusto le relegaba a los últimos
confines de su Imperio, a la semi bárbara Tomi (la actual Constanza, en
Rumania) en la Costa Occidental del Mar Negro, amenazada por las invasiones de
los getas.
En
cuanto a los motivos de este destierro la única fuente de información que
tenemos es el propio Ovidio, el cual se limita en este punto a unas vagas
alusiones. En Tristia 2,207, Ovidio
alude a las razones de su destierro en una brevísima fórmula: Carmen et error.
El
"error" debió ser la causa inmediata del destierro. Verosímilmente
consistió en que Ovidio se vio implicado en algún escándalo que afectó al
Emperador, como pudo ser el adulterio de su joven nieta Julia Silano. El
emperador también desterró a su nieta.
"El
carmen" debió ser el Ars Amandi, poema didáctico del amor
libre. En el año 8 d.C., ya hacía unos diez años que había sido publicado, pero
esta obra, opuesta a los ideales de regeneración moral y religiosa de Augusto,
debió desagradar al Emperador y ser motivo de una actitud negativa de este para
con Ovidio. Posiblemente el poema se tuvo en cuenta como un cargo más contra el
poeta envuelto en el suceso del adulterio de Julia.
Ovidio
tenía 51 años cuando fue desterrado. La impresión que esto le produjo fue
espantosa.
Abandonó
Roma camino del destierro a finales del mismo año 8 d.C. Su mujer quiso
acompañarle, pero Ovidio logró convencerla para que se quedase en Roma para que
se ocupase de obtener la revocación del destierro.
Llegó
Ovidio a Tomi a principios del año 9 d.C. No dejó nunca de añorar Roma y
mantuvo siempre la esperanza de poder regresar a ella. Ordenó desde allí a sus
amigos que editasen las Metamorfosis, sin darle los retoques
que necesitaba todavía. No pudo continuar los Fastos, que se hallaban a
medias por carecer de material adecuado.
Su
actividad poética, si se exceptúa el discutido poema Halieutica, se limitó a
una serie de lamentos, a la justificación de su poesía amorosa, a súplicas para
obtener gracia (o al menos traslado a otro país mejor) y a maldiciones contra
sus enemigos.
Ovidio
tenía cifradas sus esperanzas de perdón y regreso a Roma en Germánico, sobrino
de Tiberio, a quien dedicó los seis libros de los Fastos, pero la muerte le
sorprendió todavía en Tomi el año 18 d.C.
Las
principales obras de Ovidio se clasifican señalando aquellas que compuso en el
destierro. Encontramos las poesías retóricas (Amores, Heroidas, Ars Amatoria,
Remedia Amoris), las poesías eróticas de Medicamine Faciei, la
tragedia Medea, los quince libros de las Metamorfosis y los Fasti.
Las obras del destierro comprenden los cinco libros de Tristia, los cuatro de Ex
Ponto, Ibis, tres panegíricos y el poema didáctico Halieutica.
AMORES
Comprendía
originariamente cinco libros. Posteriormente, después de suprimir algunas poesías
y de añadir otras, quedó en tres libros. Es la edición que nos ha llegado.
Estos libros están compuestos principalmente de elegías eróticas, mediante las
cuales Ovidio sigue la línea trazada por sus amigos de más edad, Tibulo y
Propercio.
Doce
de estas elegías versan sobre su supuesta amada Corina, lo cual constituye una
pequeña parte de los libros (48 poemas). Todo hace suponer que esta mujer es
una ficción poética, pues no logró ser identificada por sus contemporáneos. Ovidio
le dedica proporcionalmente pocos poemas y, por otra parte, recordemos que el
autor destacó entre sus amigos elegíacos por el amor a la vida familiar.
Ovidio
suele tocar en estas poesías los tópicos y motivos corrientes en las elegías de
sus predecesores. Lo hace con maestría, pero sus elegías no alcanzan el tono de
intensa vivencia que tienen las de sus predecesores. Cabe destacar el lamento
fúnebre por Tibulo (III, 9); la visita de Corina a mediodía (I, 5) y la llamada
añorante de su amada desde su patria rural (II, 16).
En
general se respira en estas poesías una atmósfera de intensa sensualidad y de
cínica frivolidad. Flota sobre el conjunto una serena alegría de vivir, falta el
sufrimiento amoroso que domina las elegías de sus predecesores.
HEROIDAS
Se
trata de cartas de mujeres célebres de la leyenda griega a sus respectivos maridos
o amantes. Se conservan quince, incluyendo la carta de Safo, transmitida hasta
nosotros fuera de esta serie ovidiana donde figuraba el título solamente. Como
antecedentes pueden mencionarse el ejercicio retórico de la epopeya y la carta
de Aretusa a su esposo Licotas escrita por Propercio.
Las
mujeres (supuestas autoras de estas cartas) pintan su desesperada situación e
intentan atraer de nuevo a sus maridos o amantes. La indignación, los celos,
las amenazas, las angustias y las declaraciones de amor constituyen el
entramado de estas cartas. Ovidio se manifiesta aquí conocedor del alma
femenina. En lo que supone de humanización del mito sobrepasa a Eurípides y a
Apolonio de Rodas.
Un
amigo de Ovidio escribió unas elegías de contestación a seis cartas de las Heroidas.
Estas elegías se han perdido, pero a Ovidio le agradó la idea y escribió, a
imitación suya, tres pares de cartas: tres cartas de mujeres y tres cartas de
contestación de los hombres correspondientes. Algunos han dudado de su
autenticidad.
La
primera serie, fue publicada entre el 20 y el 15 a.C.
La
segunda serie -las cartas dobles- fueron publicadas hacia el 8 d.C.
ARS AMATORIS
Este
es el título que figura en los manuscritos, y no el de Ars Amandi como suele
denominarse. Con esta obra inaugura Ovidio un nuevo género poético (del que
existían algunos precedentes en elegías de Tibulo y Propercio), en la que
también se dan normas para uso de enamorados.
La
obra comprende tres libros: el primero se trata de la busca y conquista de la
joven, el segundo enseña como conservar el amor y el tercero va dirigido a las
jóvenes a quienes con idéntica competencia alecciona en el arte de amar.
Esta
obra es un poema didáctico. Combina motivos de la elegía erótica, tanto
subjetiva como mitológica con observaciones a veces cínicas y a veces
comprensivas.
REMEDIA AMORIS
Esta
obra fue escrita poco después del Ars Amatoria (I a.C. - 2 d.C.). Va
dirigida a ambos sexos, a quienes ofrece consejos para defenderse de la pasión
amorosa. Se trata de otro poema didáctico. Está penetrado de ironía y de parodia.
La
existencia de esta obra nos hace pensar que Ovidio escribió el Ars
Amatoria sin pensar que podía influir con ella en las costumbres (lo
consideró un juego de fantasía). Ante las censuras suscitadas por su
publicación, Ovidio se defendió diciendo que la obra no iba dirigida a las doncellas
virtuosas o a las matronas honradas, sino a las damas galantes de Roma,
habituadas ya a las poesías eróticas de Catulo, Galo, Tibulo y Propercio.
DE MEDICAMINE FACIEI
Se
trata de un poema sobre cosmética, una especie de catálogo de droguería en
verso. Sólo se han conservado 50 dísticos, en los que podemos comprobar el
profundo conocimiento que Ovidio tenía sobre esta materia.
MEDEA
Es
una tragedia. Ovidio la leyó en un salón público el año 12 a.C. Fue muy bien
acogida. Aunque se ha perdido, nos han llegado algunos juicios sobre ella.
Quintiliano y Tácito opinaban que merecía ser considerada como lo más notable
de la producción teatral romana, junto con el Tieste de Vario.
METAMORFOSIS
Consta
de quince libros, que totalizan unos doce mil hexámetros. Ovidio escribió esta
obra en el período de seis años. Cuando recibió la noticia del destierro, lleno
de desesperación, arrojó el original al fuego. Por fortuna los amigos tenían
copias. Desalentado por su desgracia, Ovidio dejó la obra como estaba el año 8
y no le dio los retoques que aún necesitaba. Ya en el destierro ordenó a sus amigos
que la publicaran (Tristia III, 14).
a.
Precedentes y Fuentes
- Los Heteroiumena
("Transformaciones"), obra de Nicandro de Colofón (siglo III o II
a.C.). Está escrita en hexámetros y las leyendas aparecen relacionadas entre
sí.
- Las Metamorfosis de Partenio, maestro de
Cornelio Galo. Está escrita en versos elegíacos.
- Ornithogonia, obra escrita por un
amigo de Ovidio, Aemilius Macer, el cual recoge solamente las leyendas que
hablan de hombres convertidos en pájaros.
- Tratan leyendas de metamorfosis algunas
poesías sueltas de Catulo (La cabellera
de Benerice), Calvo (Io), Helvio
Cinna y Virgilio (Ciris).
- Los Catálogos y las Genealogías de Hesiodo.
- La doctrina pitagórica de la
transmigración.
- La literatura alejandrina, que dio más
importancia a las transformaciones de hombres en estrellas.
b.
Contenido
Contiene
centenares de leyendas de metamorfosis, desde la repoblación de la Tierra después
el Diluvio hasta la apoteosis de César. Todo este material Ovidio lo ordenó genealógica
o cronológicamente. De esta forma el conjunto adquiere el valor de una epopeya.
Los tránsitos de unas leyendas a otras a veces son rebuscados, pero en la
mayoría de los casos consigue hacerlo de forma muy afortunada.
A
pesar de su retórica Ovidio sabe convertirse en un excelente narrador en las Metamorfosis.
Lo mismo triunfa en lo grandioso (la inundación, Factón) que en lo idílico
(Filemón y Bancio). Se interesa por el amor en todas sus formas (Narciso,
Pigmalión). Derrocha toda su habilidad descriptiva en los procesos de transformación
(Calixto, Dafne, Actoón o la ninfa Ciano, que se deshace literalmente en
llanto). Es lo humano lo que más interesa a Ovidio en su exposición. Hasta los
mismos dioses aparecen tratados como hombres, a diferencia de Virgilio y
Homero.
En
conjunto puede definirse como una obra de carácter épico, aunque contiene
numerosos elementos elegíacos.
Después
de la apoteosis de César y de Augusto (XV, 745-870), Ovidio profetiza con
versos impetuosos y rebosantes de orgullo su forma inmortal (XV. 871-879).
Estos versos nos hacen pensar que Ovidio consideró las Metamorfosis como su obra
maestra.
Efectivamente,
en esta obra Ovidio alcanza el cenit de su talento poético, con un lenguaje
rico en imágenes y diáfano al mismo tiempo, una versificación perfecta y una
gran habilidad narrativa.
Entre
todas las obras ovidianas han sido los quince libros de las Metamorfosis
los que han ejercido mayor influencia. Muchas generaciones han conocido
a través de ellas los mitos y fábulas de la Antigüedad y han estimulado la
literatura y las artes plásticas hasta la Edad Moderna.
FASTI
Ovidio
trataba de exponer en esta obra la secuencia de fiestas romanas, siguiendo paso
a paso el calendario, con las costumbres y leyendas relacionadas con ellas.
Pensaba dedicar un libro a cada mes.
Cuando
le sorprendió la orden de destierro tenía escritos seis libros que comprenden
las fiestas de los seis primeros meses del año. En el destierro no pudo continuar
la obra por carecer de material de consulta y también quizás por carecer de
ánimo para ello.
En
los últimos tiempos de su destierro y de su vida inició una revisión de la
obra, pero esta quedó interrumpida con su muerte. Ovidio dedicó seis libros a
Germánico, en quien tenía puestas las esperanzas de que pudiera levantarle la
orden de destierro.
Entre
las fuentes de estos Fasti se encuentran el calendario
Juliano. También Varrón o Higinio debieron proporcionarle abundante material
arqueológico. Como modelo literario adoptó las "aitia" de Calímaco.
En
la obra, el poeta procede explicando la etimología de los nombres de los meses,
enumerando los fenómenos celestes y constelaciones (de paso menciona los mitos
estelares correspondientes). Pero el núcleo fundamental lo constituyen las
fiestas romanas y sus usos rituales, indicando el origen de estos al modo de
los "aitias" de Calímaco.
La
versificación es perfecta. Los procedimientos de introducción y expresión con
muy variados. Utiliza el diálogo, con lo que las leyendas adquieren cierto
valor dramático. Da entrada al humor: la huelga de los flautistas, la historia
de Sileno glotón de miel, la historia de la parlanchina Lara, etc.
OBRAS DEL DESTIERRO
TRISTIA Y EX PONTO
La
primera obra comprende cinco libros y 1764 dísticos, y la segunda, cuatro
libros y 1637 dísticos. Estas dos obras solo difieren entre sí, como señala el
poeta, por el título y porque en la segunda obra se citan por sus nombres a los
destinatarios. Ambas son un conjunto de poemas individuales y autónomos de
carácter elegíaco y en forma de carta. En las Tristia silencia los
destinatarios, quizás por prudencia.
Cuenta
su partida de Roma, las vicisitudes de su viaje; describe con crudos colores su
nueva residencia, la incultura de sus habitantes, el rudo clima, los peligros
de las invasiones. Pero el objeto fundamental de estas cartas es conseguir el
perdón de su "error", que reconoce, o por lo menos conseguir que se
le traslade a otro lugar más agradable.
En
general su valor biográfico o histórico-cultural es indudable. Sobresalen por
su importancia la despedida estremecedora de Roma (Tris. I,3), la autobiografía
(Tris, IV,10) y la apología poética pidiendo gracia a Augusto (todo el libro II
de Tristia).
El
libro II de Tristia comprende 289 dísticos: "Para no abrir de nuevo
antiguas heridas", según expresión de Ovidio, pasa rápidamente por encima
de la verdadera causa de su destierro. Se defiende de que se le juzgue a base
de versos. Insiste en su fervor patriótico atestiguado por los numerosos
homenajes que ha tributado el César. Para disculpar sus doctrinas, que no deben
tomarse demasiado en serio, apela al ejemplo de Homero, cuyos episodios
eróticos jamás han chocado a nadie. Considera que es una injusticia condenarle
a él solo a causa de sus poesías amorosas.
Esta
carta debía estar dirigida a Augusto y no al público en general. Ovidio de
muestras de gran habilidad dialéctica.
IBIS
Esta
obra pertenece al género de las dirae. Es un poema injurioso contra el
encarnizado enemigo de Ovidio residente en Roma y que parece haber sido el
principal culpable de su destierro. Comprende 321 dísticos. Constituye una
imitación libre de la inventiva de Calímaco contra Apolonio de Rodas, que lleva
el mismo título.
Ibis
es el nombre de un ave de Egipto conocida por su suciedad. Parece que Ibis es
el nombre de una persona. Ovidio en esta obra acumula contra su enemigo un
diluvio de maldiciones o imprecaciones de todos los castigos imaginables.
Contiene muchas alusiones deliberadamente oscuras que hacen de este poema uno
de los más difíciles de la literatura latina. Han llegado hasta nosotros
fragmentos de un antiguo comentario.
HALIEUTICA
Es
un tratado técnico sobre los peces y la pesca. Se discute su autenticidad.
Plinio el Viejo considera ovidiana esta obra. No llegó a terminarla.
Ovidio
es sin duda uno de los autores de mayor influencia en la literatura occidental.
Sus contemporáneos se expresaron con toda claridad sobre sus méritos. Séneca el
Viejo, que oyó declamar a Ovidio, dice que conocía sus propios defectos, pero
que los amaba. Cuenta la anécdota que unos amigos pidieron a Ovidio que
suprimiera tres versos, Ovidio por su parte les pidió que respetaran tres
versos preferidos por él. Los amigos escribieron en una tablilla los tres
versos indeseables y Ovidio escribió en otra sus tres versos preferidos.
Resultaron ser los mismos. Quintiliano dice que Ovidio era "nimium amator
ingenii sui". Hablando de su tragedia Medea dice que esta obra muestra lo
que había podido hacer el poeta si hubiese sido capaz de dominar su talento en
vez de dejarse dominar por él.
Séneca,
el filósofo, dice que Ovidio fue el mejor dotado por la naturaleza entre los
poetas (ingeniosissimus) pero que desvalorizó su talento en las Metamorfosis.
Hoy
día se admite su versificación, su habilidad técnica, su capacidad artística
para tratar con originalidad temas tradicionales. Pero también se percibe en él
abandono y monotonía de ideas y motivos. Ovidio agota las posibilidades de sus
temas: vida amorosa, transformaciones, lamentaciones de desterrado.
Puede
extrañar al principio el hecho de que la Edad Media lo apreciase casi tanto como
a Virgilio. Por su virtuosism, se prestaba a ser imitado. Los ovidianos del
siglo XII dan prueba de una maravillosa percepción formal. Ni siquiera les
chocó la lascivia del poeta. En la lírica de aquella época, entre las
auctoritates de los clásicos citados para concluir una estrofa, Ovidio ocupa un
lugar de honor. Desde el Renacimiento conoce la literatura una dirección
ovídica junto a la virgiliana: Bocaccio y Ariosto junto a Tasso y Camoens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario