En Tarragona en 1614 apareció el Segundo tomo del ingenioso hidalgo don
Quijote de La Mancha, de Alonso Fernández de Avellaneda. La obra narra la
tercera salida de don Quijote y tuvo bastante éxito en su época. Pero con
respecto a esta novela nos queda ese interrogante: ¿quién se escondía bajo ese
seudónimo?
Con
motivo del cuarto centenario de su publicación, algunos críticos han vuelto su
mirada a ese enigmático autor, ese escritor que aún no sabemos quién fue.
Además de ese nombre, Avellaneda nos dice ser natural de Tordesillas, una
localidad de Valladolid. Pero finalmente los críticos trabajan sobre la idea de
un autor aragonés, dominico o relacionado con ellos, autor de comedias y
enemigo de Cervantes.
Lógicamente,
durante estos cuatro siglos muchos han intentado descifrar quién se escondía
bajo ese seudónimo y han expresado diferentes teorías.
Algún
crítico ha señalado al poeta de Calatayud Pedro
Liñán de Riaza como el autor de este Quijote apócrifo. Esta novela está
llena de aragonesismos, pero además Avellaneda muestra conocimientos de latín,
de mitología, de poesía, etc. Liñán de Riaza conoce a Lope de Vega y no hay que
olvidar que en la novela se hace una buena defensa del Fénix de los Ingenios.
Liñán conocía Aragón, Toledo y Madrid. En la obra aparecen nombres del
Romancero que Liñán de Riaza conocía y usaba en sus composiciones (Zaida, el
rey Marsilio, Muza, Galaor…). Pero esta posibilidad choca de frente con la
fecha de muerte del poeta, en 1607. Solo la aparición de ayudantes hubiera
permitido sacar el Quijote apócrifo en 1614.
Otro
crítico muy importante, Martín de Riquer, señaló bajo el seudónimo de Alonso
Fernández de Avellaneda a Jerónimo de
Pasamonte. Este era soldado en Lepanto y había escrito la autobiografía de
un joven cautivo en galeras. Se dio por aludido en el Quijote de Cervantes,
donde se le tilda de “embustero y ladrón” y, como venganza, decidió escribir la
segunda parte de la novela. Es cierto que en el Quijote aparece un personaje
llamado Ginés de Pasamonte, un galeote. Y Jerónimo de Pasamonte era aragonés.
Pero al comparar su “Vida” novelada con la obra de Avellaneda, puede observarse
que Pasamonte escribe tal como debía hablar, mientras que el de Tordesillas
tiene un estilo bastante correcto.
Algunos
estudiosos se apoyaron en el léxico para señalar la posibilidad de que Alonso
Fernández de Avellaneda fuera Cristóbal
Suárez de Figueroa. Sobre este autor podemos leer “la peor lengua del siglo… el maldiciente y procaz enemigo de
Cervantes… el alma tortuosa y malévola del despreciable doctor”, una cita
de uno de los biógrafos de Cervantes, Astrana Marín. Pero Figueroa no era
aragonés, ni clérigo. Una referencia de Cervantes en el Quijote habla de que
Avellaneda “tal vez escribe sin
artículos”, lo que constituiría un rasgo de estilo del que se acusaba a
Suárez de Figueroa. Concretamente coincide con el autor del Quijote apócrifo en
la omisión de “que”, un rasgo destacado en la sintaxis de Avellaneda. Sin
embargo, Figueroa no era amigo de Lope de Vega, por lo que resultaría
inexplicable el elogio que se hace de esta figura.
Otros
críticos señalan directamente a Lope de
Vega como el autor del Quijote apócrifo. La animadversión entre Cervantes y
Lope era pública y notoria. Lope había señalado, por ejemplo, que ningún poeta “es tan malo como Cervantes ni tan necio que
alabe a don Quijote”. Junto a este odio, los críticos destacan que
Avellaneda debía ser más joven que Cervantes (Lope tenía quince años menos),
tenía conocimientos literarios y estaba al tanto de la literatura de la época,
además de que se sentía “envidiado” (por lo que no debía ser un autor de
segunda fila).
Por
último, podemos destacar la teoría de Alfonso Dávila, según el cual sería el
mismo Miguel de Cervantes el que se
escondiera bajo el nombre de Alonso Fernández de Avellaneda. De ser cierto,
estaríamos ante una forma (muy novedosa en la época) de publicidad, un fake, una falsificación o simulación
editorial. Los agentes literarios de Cervantes habrían sido los artífices de
este engaño que serviría para “calentar” el lanzamiento de la segunda parte del
Quijote.
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