Comunicación
y formas de lenguaje
Por el hecho de vivir en
comunidad, el hombre se comunica y relaciona con los seres y objetos que le
rodean. Los procedimientos de comunicación son múltiples y nuestros sentidos
captan las informaciones que les son suministradas. En la vida cotidiana, el
hombre pasa gran parte del tiempo emitiendo y recibiendo mensajes: miradas, gestos,
señales de tráfico, obras teatrales, sirenas o los medios de comunicación (prensa,
radio, televisión, publicidad, etc.) son actos de relación comunicativa en los
que el lenguaje juega un importante papel como instrumento. Desde el llanto de
un niño a la sinfonía más perfecta y acabada, desde el saludo desemantizado de
un "Hola", o un "Buenos días", al más complejo ensayo
filosófico, las posibilidades de comunicación varían en cantidad y grado. Son
diferentes niveles que cumplen distintos objetivos, aunque todo ello es
comunicación y lenguaje.
La teoría de la comunicación
surgió de las investigaciones realizadas por los ingeniero Claude Elwood
Shannon y Warren Weaver, al tratar de reducir el coste, en condiciones
económicas óptimas, de un mensaje telefónico; estos trabajos interesaron
rápidamente a otros investigadores y fueron aplicados a intentos de querer
preconizar la información en radio, televisión, máquinas de traducir y
cibernética.
Pero ahora nos interesa señalar qué
es la comunicación en función del lenguaje y dentro del proceso comunicativo
emisor—receptor.
La comunicación, en su sentido
más amplio, es la transferencia de información o el contacto entre dos unidades
que se relacionan. Visto así, la información es una parte de la comunicación
que añade a todo proceso relacionante un sema informativo: el mensaje. Mensaje
es una sustancia que ha recibido cierta forma. Una forma traducida en
vibraciones acústicas (mensaje hablado), impulsos eléctricos (mensaje
telefónico), formas visuales gráficas (mensaje escrito)...
Este mensaje comparte un emisor y
un receptor, una codificación y una decodificación, un canal y un medio en el
que se apoya para su transmisión. El hombre ha superado grandes distancias
espaciales y temporales gracias a los medios de comunicación (radio, prensa,
televisión, libro, cómic, etc.).
A partir de 1950 puede hablarse
ya de una ciencia de la comunicación y de la información, que en muchos casos
se apoyó en la matemática y en la lingüística para su desarrollo; la
investigación en los diferentes "mass media" dieron como resultado la
preocupación por una doctrina científica sobre la comunicación y una ciencia
autónoma. Algo semejante a lo que ocurrió a la lingüística ante la aparición de
Saussure y Bloomfied.
El
proceso de la comunicación
Que dos personas se comuniquen o
hablen nos parece un hecho tan evidente que no se reflexiona sobre su
complicado proceso. Para una explicación elemental puede partirse del siguiente
esquema:
Dos elementos actúan y están
implicados en tal proceso.
Para que el emisor declare algo al receptor se exige un impulso o
estímulo extralingüístico, una realidad -referente–, que debe ser conformada
lingüísticamente, acerca de la cual el emisor puede enviar un mensaje al
receptor, de acuerdo con las categorías de configuración de esa lengua.
La realidad, amorfa, se va estructurando y del continuum,
indeterminado e indefinido, surgen unas categorías de contenido —semas,
sememas, oraciones y discursos— que, apoyadas en las unidades de expresión
—fonemas, prosodemas, monemas y lexías—, determinan el funcionamiento de un
sistema de lengua doblemente articulado. Tanto el emisor como el receptor
presuponen común familiaridad con un código, realizable a través de
elementos discretos. De este modo, el continuum, la realidad amorfa, se
va estructurando de acuerdo con cada sistema lingüístico, que previamente está
codificado en el cerebro del hablante.
Son muy variadas las corrientes científicas que investigan en
torno al proceso de la comunicación pese a que todos ellos parecen confluir en
un criterio unificador.
El proceso de la comunicación debe estudiarse a partir de diversos
diagramas establecidos por varios estudiosos como Lasswell, Nixon y Mac—Lean, entre
otros. El profesor Lasswell sintetiza el proceso de comunicación en esta
fórmula:
Quién dice qué / en qué canal / a
quién / con qué efectos
La comunicación, así entendida,
es el resultado de una relación entre un sujeto activo y otro pasivo. El sujeto
activo (quién) dice un mensaje (qué) a través de un medio (qué canal) al sujeto
pasivo (a quién) con unas consecuencias (qué efectos). Todos los estudios de
comunicación actual giran en torno a una o varias de estas preguntas del diagrama
de Lasswell, modificado por Nixon, que son el punto de partida para una comprensión
científica de la transmisión de mensajes, no sólo en lingüística o semiología,
sino también en los medios de comunicación de masas, como la prensa, la radio,
la televisión, el cine y la publicidad.
En todos ellos, hay un sistema
constante e insustituible, mediatizador de la codificación a través de los
demás medios y principal transmisor de contenidos semánticos. El sistema verbal
o lingüístico, pese al fuerte desarrollo de los sistemas visuales o icónicos, potenciados
por la televisión y el cine, sigue siendo el código por excelencia dentro de la
comunicación humana.
Diagramas
de lenguajes y procesos de comunicación
Semiología
o semiótica
Dos lingüistas, casi a un mismo tiempo, han acuñado estos términos
para referirse a una ciencia nueva, independiente de otras disciplinas y con
campo de estudio propio y autónomo.
La semiología fue concebida por Saussure en Ginebra, en 1908, como
«la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social»,
haciéndola depender de la psicología general y siendo su rama más importante la
lingüística. De este modo, el estudio del lenguaje se independiza de la
filosofía y de la historia para pasar a integrarse en la ciencia que estudia
los sistemas de comunicación. Por su parte, Peirce concibe una teoría general
de los signos bajo el nombre de semiótica, aunque dándole un enfoque más
logicista que sociológico, lo que ha hecho que muchos autores lo utilicen con
un valor conceptual diferente. Pese a que Saussure acentúa más el carácter
social del signo y Peirce se detiene más en su función lógica, los dos aspectos
de estudio e investigación están en estrecha correlación por lo que semiología
y semiótica pueden considerarse como una misma disciplina. Un campo común
de estudio, con un repertorio de temas y métodos aún no unificados, pero que
tiene un objetivo concreto, que son los sistemas de comunicación.
La semiología tiene importancia dentro del análisis teórico de los
medios de comunicación social. Interesa más el funcionamiento de los signos, su
agrupación o no agrupación en diferentes sistemas, que el origen o formación de
los mismos. La semiología es ciencia sincrónica por antonomasia y tiene como
criatura privilegiada a la Lingüística, pese a que algún autor haya invertido
los términos, como Roland BARTHES, —dada la importancia del desarrollo
lingüístico—, considerando la semiología como una parte de aquella. Ello es
debido a que los estudios de semiología y semiótica apenas han tenido un
desarrollo científico, comparados con otras disciplinas o ramas del saber. Si
el lenguaje verbal tiene un campo de estudio más amplio es como consecuencia de
un desarrollo histórico, pero no cabe duda de que el sistema lingüístico está
dentro del proceso general de las ciencias semiológicas.
Desde principios del siglo XX, las investigaciones en este campo
se multiplicaron y son dignas de mención la Escuela Práctica de Altos
estudios de París, el Centro de investigaciones sociales de Buenos Aires
y, sobre todo, la corriente americana de la mass communications y de
investigaciones en torno a códigos semióticos, los cuales tuvieron gran
repercusión en Europa y América del Sur.
Muchos principios que los lingüistas han observado en el estudio
de los sistemas de signos verbales son válidos para otros códigos, por lo que
inciden más bien en la semiología que en la lingüística. Las figuras más
importantes en el campo semiológico son: Eric BUYSSENS con su trabajo Les Langues et le discours, publicado en
1943; Roland BARTHES con Eléments de
sémiologie, aparecido en 1964 y los trabajos de Louis J. PRIETO: Principes de noologie y Messages et signaux.
Para Buyssens el objeto de la semiología es la comunicación y
su unidad mínima el signo, al que Prieto predomina señal. Para
Barthes la unidad semiológica no sólo es comunicación en sí, sino la
significación en su más amplio sentido, por lo que sabe introducir
manifestaciones como el gusto o la moda. El punto de partida de Prieto se encuentra
en lo que él denomina «acto sémico», definiendo la semiología como la ciencia
que estudia los principios generales que rigen el funcionamiento de los
sistemas de signos o códigos y que establece la tipología de éstos.
Sistemas
de comunicación y signos
Noción
general del signo
Tanto en la vida cotidiana como en los estudios científicos, el
hombre utiliza distintas unidades (estímulos, señales, símbolos, números) capaces de transmitir contenidos significativos. Vivimos rodeados de signos
naturales y artificiales que, de modo permanente, emiten mensajes a los
individuos. Pero lo que denominamos signo es algo muy complejo y abarca
fenómenos heterogéneos, que tienen algo en común: ser portadores de una información
o de un valor significativo. Si prescindimos de sus peculiaridades podremos
llegar a una definición general y básica del signo, pese a la sorprendente
ambigüedad del término, tanto en el lenguaje ordinario, como en los estudios
del arte de la comunicación.
«El signo —dice Reznikov— funciona como vehículo de un
significado, como soporte de una información con respecto a un objeto
determinado». Esta relación entre signo y objeto o idea designada se muestra
relativamente constante, aunque pueda ser completamente arbitraria o
inmotivada. El signo es un objeto (fenómeno o acción) material percibido
sensorialmente, que interviene en los procesos cognoscitivos y comunicativos,
representando o constituyendo a otro objeto (u objetos) y se utiliza para percibir,
conservar, transformar y retransmitir una información al objeto representado o sustituido.
El signo es siempre un algo material, aunque se refleje en el cerebro bajo una
forma sensible inmaterial. Su carácter material es primario mientras que su imagen
es siempre secundaria.
El hombre, al establecer comunicación o información a través del
lenguaje oral o escrito, a través de señales artificiales como el semáforo, el
cartel, la radiodifusión o el cine, está empleando signos, del mismo modo que se utilizan los signos cuando
gesticulamos, nos vestimos a la moda o creamos formas en arquitectura o
escultura.
El pensamiento humano no se puede formalizar sin objetivarse en
signos. Todo intento de querer formalizar un pensamiento sin empleo de signos
es una tarea imposible. El signo es, pues, el elemento mediatizador entre la
realidad y el hombre, entre el hombre y los otros hombres; es el instrumento
capaz de una cultura y una civilización. De ahí que un semiólogo del rigor
metodológico de Umberto Eco llegue a formular estas dos hipótesis de trabajo:
-
Toda cultura se ha de estudiar como fenómeno de comunicación
-
Todos los aspectos de una cultura pueden ser estudiados como
contenidos de la comunicación.
Todos los sistemas sígnicos creados por el hombre
desempeñan un papel muy importante en la
historia de la cultura y en la civilización de los pueblos. Y es a través de un
número relativamente limitado de signos como se puede expresar una infinita
cantidad —prácticamente ilimitada— de objetos, ideas, propiedades, características,
situaciones y relaciones. De este modo, con la combinación de menos de medio
centenar de fonemas se pueden establecer los códigos de casi todos los sistemas
de signos lingüísticos. De ahí que en la formación de los diferentes códigos
tenga tanta importancia el costo, su rendimiento y economía. Un sistema
sígnico debe transmitir la mayor cantidad de información con un mínimo de
unidades para que se pueda decir que mantiene un alto rendimiento económico.
Diferentes
sistemas de signos
Los estudios semiológicos intentan enfrentarse a la dificultad de
saber cuál es el campo de estudio de esta ciencia, cómo se agrupan los diferentes
signos, se estructuran y relacionan entre si.
Umberto Eco en su obra La
structure assente establece los diferentes campos sobre los que investigan
los estudiosos de la comunicación, partiendo de aquellos sistemas más espontáneos
o naturales hasta llegar a los procesos artificiales o de cultura
más compleja:
1.- Semiología animal,
los estudios sobre la comunicación entre diferentes clases de animales: abejas,
hormigas, simios. Estos estudios también se denominan estudios de zoosemiótica
y forman parte de la Etología. Pueden implicar la revisión del concepto de
inteligencia animal y algunos aspectos de los llamados universales de la
comunicación.
2.- Semiología olfativa,
que se ocuparía del valor denotativo de los olores, catalogables como índices
(olor a quemado, a cerrado o a descomposición) y llegaría a códigos como el de
los perfumes, con un valor simbólico (fresco, sensual, viril…).
3.- Semiología táctil,
es un sistema de comunicación afectiva en animales y en el hombre,
especialmente en la etapa infantil (la costumbre de los niños de llevarse
objetos a la boca, el beso, el abrazo), aunque también es un signo social entre
adultos (el estrechamiento de manos, por ejemplo).
4.- Semiología del gusto. En
este terreno son importantes las diferencias de gusto en grupos humanos
estudiadas por el antropólogo Lévi Strauss en comunidades primitivas. También
los conceptos de dulce/amargo/suave/fuerte que se pueden transponer a otros
dominios (la “dulce Francia”), o el significado de las bebidas en cada ambiente
cultural.
5.- Semiología del gesto
o kinésica, es la disciplina que estudia los gestos y movimientos corporales
que tienen valor significativo. La Barre (1964) sugirió un repertorio en el que
destacaba el lenguaje gestual mudo de los monjes de clausura, los movimientos
rituales de las manos de los sacerdotes budistas, el lenguaje de signos de los
sordos, las comunicaciones de los pescadores de la Patagonia o la gesticulación
napolitana (que ya mencionaba De Jorio en 1832). Cada grupo social tiene un
peculiar modo de andar, una risa o determinados actos de cortesía.
6.- Semiología
paralingüística, el estudio de los rasgos suprasegmentales, algunos
anteriores al sistema de una lengua y comunes a varios sistemas verbales (tono,
timbre de voz, intensidad, onomatopeyas, interjecciones).
7.- Semiología del silbido,
aunque se refiere al silbido y también a pitos, flautas o tambores cuando se
utilizan para establecer contacto. Así encontramos el lenguaje con la boca
cerrada del Chekiang, los silbidos de la Gomera o el lenguaje de los tambores
en África occidental.
8.- Semiología de los
indicios naturales. En este apartado se incluyen desde los índices
naturales como el humo o las lágrimas, hasta la denominada semiótica médica, en la que se estudian los síntomas codificados en
diagnóstico médico.
9.- Semiología musical,
que parte de las manifestaciones folklóricas, con danzas y bailes, que se
codifican independientemente de otros sistemas. Surge de fenómenos kinésicos y
paralingüísticos, a caballo entre la imagen y el sonido.
10.- Semiología de las
lenguas naturales, que pertenecen a la lingüística, la ciencia semiológica
más desarrollada. En ella se estudian los diferentes códigos lingüísticos y
subcódigos particulares y de grupo: léxico político o jurídico, jergas,
adivinanzas o enigmas.
11.- Semiología de los
lenguajes formalizados, en la que se parte del estudio de los códigos
matemáticos, pudiendo incluirse también lenguas artificiales como el esperanto,
el Morse o el sistema Braille.
12.- Semiología icónica,
la de la imagen visual, de carácter estrictamente icónico o combinada con otros
sistemas de signos, primordialmente el verbal o la escritura:
- El sistema
verbo-icónico, en el que se incluyen todos los sistemas de comunicación masivos
y de mayor rendimiento en la transmisión de información (cine, televisión,
publicidad, etc.).
- Sistemas
señalativos, como las banderas navales, las señales de tráfico o los grados
militares.
- Sistemas
cromáticos, con el valos connotativo de los colores en las diferentes
sociedades (entre los occidentales el negro con el significado de luto, por
ejemplo)
- Vestuario:
hábitos, modas, formas de alternar en sociedad. Eco los introduce en un
apartado especial de códigos culturales.
Hasta aquí, los diferentes
sistemas de signos que han sido tratados por uno o varios especialistas y que
inciden en el amplio campo de las ciencias de la comunicación y, por tanto, en el
lenguaje. Con esta amplitud de miras la Semiología será la ciencia que estudie
todos los procesos culturales en tanto en cuanto son procesos de comunicación.
Y llevando la anterior definición a su radicalidad, diremos con Umberto Eco:
«La cultura es comunicación».
Competencia
lingüística y competencia comunicativa
La noción es desarrollada por Chomsky en su obra Aspectos de la teoría de la sintaxis (1965).
Chomsky hace una distinción entre competencia (competence) y actuación (performance),
inspirada en la oposición Iangue/parole
de Saussure. Queda así definida la competencia como una capacidad humana para
emitir mensajes e interpretar los mensajes recibidos (competencia activa y
competencia pasiva). Entendida en este sentido genérico, la competencia
comunicativa comprendería la capacidad específica de codificar y descodificar
mensajes de tipo lingüístico. Volvemos a la antigua advertencia saussureana que
consideraba la lingüística como una parte de la Semiología, ciencia general de
los signos. Será el filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce quien impulse
el nacimiento de la Semiología (o Semiótica) como ciencia independiente.
La competencia comunicativa quedaría encuadrada, pues, en el
ámbito de la Semiología, donde se aborda el estudio de los distintos sistemas
de signos, verbales y no verbales.
Son múltiples los ensayos realizados por parte de los filósofos
para analizar y clasificar los sistemas de signos. Casi todos ellos de carácter
contradictorio y sin tener en cuenta el proceso de la comunicación humana
dentro del sistema social en que se desenvuelve. Siguiendo los trabajos de Adam
Schaff y la crítica que de ellos hace Reznikov se intentará establecer una
tipología que relacione y diferencie los diversos sistemas de signos.
Signos naturales y artificiales
La primera gran división corresponde a los signos naturales que
se diferencian de los signos artificiales. El rasgo diferencial entre
ellos es la no participación directa del hombre en la creación de estos signos
(naturales) y la participación directa en la creación de dichos signos
(artificiales). En ambos casos el hombre lo interpreta, pero no siempre los
crea, ya sea como actividad consciente o inconsciente.
Los signos naturales reciben también la denominación de indicaciones
o índices. Así, el humo
como indicio de que hay fuego, las nubes como indicio de lluvia, las arrugas de
la cara como síntomas de envejecimiento, etc.
Signos lingüísticos y no
lingüísticos
Los signos artificiales se dividen a su vez en lingüísticos
y no lingüísticos, incluyendo entre los primeros los sistemas verbales (y
los sustitutivos a partir de ellos: escritura, morse, braille, etc.) de
carácter «natural» o tradicional, es decir, las lenguas o idiomas.
Los no lingüísticos o signos propiamente dichos, que se
oponen a los verbales (base de todo el proceso de la comunicación humana), se
dividen en, señales, símbolos e iconos.
Las señales influyen según Schaff sobre la voluntad de los individuos,
mientras que los otros solo actúan de forma mediata.
Con esta clasificación no está de acuerdo Reznikov, quien cree que
todos los signos son fenómenos materiales que actúan directamente sobre los
órganos de los sentidos. El disparo de un cohete como señal de ataque o la luz
roja de un semáforo para impedir el paso de personas o vehículos, son señales.
Los símbolos se diferencian, a su vez, de los signos icónicos por
tres características:
a) Son objetos materiales que representan ideas abstractas.
b) Funcionan como ejemplificación, alegoría o metáfora, y van
dirigidos a los sentidos.
c) Su representación ha de tener un convenio previo para ser
entendido (por ejemplo, la Cruz que representa al Cristianismo o la Media Luna
del Islamismo).
Se puede definir el símbolo como
la representación de una noción abstracta por un ente material. Este objeto
material es el que funciona. Mientras, se definiría la señal (Morris dice que
todo signo que no es símbolo es señal) como aquel signo que tiene por finalidad
evocar, cambiar u originar una acción, y su aparición ocasional estaría en
relación con la acción prevista. Reemplaza al lenguaje fónico y actúa de manera
directa e inmediata sobre el receptor del mensaje.
Los signos icónicos
Schaff apenas analiza los signos icónicos, a los cuales da
la denominación de signos propiamente dichos, oponiéndolos a los símbolos. Funcionan
de acuerdo con el principio de semejanza y en él pueden incluirse toda clase de
imágenes, efigies, dibujos, pinturas, fotografías o esculturas.
Peirce los definía como «signos que originariamente tienen cierta
semejanza con el objeto a que se refieren». Así, el retrato de una persona o un
diagrama son signos icónicos por reproducir la forma de las relaciones reales a
que se refieren. Esta definición ha tenido notable éxito y aceptación gracias a
la difusión hecha por su discípulo Morris, quien señaló además que el signo
icónico tenía algunas de las propiedades del objeto representado, es decir, de
su denotado.
Sin embargo, si se observa una imagen publicitaria, no siempre
representa todas las propiedades, ya que muchas de ellas están simplemente
sugeridas a través de otras, o de una parte por el todo. Por eso, el signo
icónico reproduce algunas condiciones de la recepción del objeto, seleccionadas
por un código visual y anotadas a través de convenciones gráficas. Se establece
la equivalencia entre un signo gráfico convencionalizado y el rasgo pertinente
del código de reconocimiento.
Los signos icónicos, pese a cierta semejanza entre signo y objeto
representado, son convencionales. No poseen las propiedades de la realidad,
sino que transcriben, según cierto código de reconocimiento, algunas
condiciones de la experiencia. Cuatro características tienen los signos
icónicos: ser naturales / convencionales / analógicos / y de estructura
digital.
En la clasificación de Schaff, se
observa que los signos lingüísticos se oponen a los signos naturales (el
lenguaje es producto de su sociabilidad) y, dentro de los signos artificiales,
forman un grupo independiente. Frente a los demás sistemas de signos, los lingüísticos
han alcanzado un gran desarrollo en el análisis histórico y hoy todos los estudios
de comunicación los suelen tomar como punto metodológico de partida. Los
hallazgos alcanzados en el sistema lingüístico representan el modelo piloto
para otros sistemas y códigos de comunicación.
El sistema verbal: la doble
articulación. Los sistemas no verbales
Se entiende por comunicación verbal o lenguaje humano el que se
establece a través de los signos lingüísticos.
La comunicación verbal ha sido la más desarrollada y estudiada, desde
la más remota antigüedad, ya que las diferentes lenguas han sido los
instrumentos y medios más eficaces y de mayor rendimiento en la comunicación
humana. Los demás sistemas semiológicos (incluidos los icónicos) carecen de una
estructuración y desarrollo hasta ahora solo alcanzados por el lenguaje, las
matemáticas y otros derivados y sustitutivos de estos.
La lengua no es un conjunto de nombres, una lista o un diccionario
de términos que corresponden a diferentes objetos. El pensamiento no es sino
una masa amorfa, un continuum que los diferentes sistemas lingüísticos (idiomas)
ordenan, clasifican y estructuran de acuerdo con unas leyes internas propias.
Por eso se puede decir que cada lengua interpreta de diferentes maneras la
realidad, aunque también esa realidad, a su vez, determina y condiciona el lenguaje.
Lingüistas y filósofos han estado siempre de acuerdo en que sin la
ayuda de los signos sería imposible diferenciar dos objetos o ideas de forma
clara y permanente. Los estudios realizados sobre afasias (pérdida
progresiva de la capacidad verbal) muestran cómo el individuo pierde de manera
paralela el lenguaje y su capacidad intelectiva.
«El pensamiento es como una nebulosa donde nada está
necesariamente delimitado. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto
antes de la aparición de la lengua», decía Saussure en las explicaciones de su Curso de Lingüística General. Y, profundizando
en esta idea, Schaff observa que «la realidad moldea el lenguaje, el cual, a su
vez, condiciona nuestra imagen de la realidad».
La pregunta clave para diferenciar el sistema lingüístico de los
demás sistemas de signos radica en la manera de estar conformado este lenguaje.
Se dice que el Sistema articulado, pero con doble articulación,
corresponde a los planos señalados por Martinet (monemático y fonemático),
en el que los enunciados expresivos se articulaban en palabras y estas en
sonidos.
La lengua es un sistema de signos, pero no todo sistema de signos
es una lengua. La caracterización y lo peculiar de la lengua es su doble
articulación enunciado de máxima utilidad para su diferenciación entre los
demás códigos o sistemas de signos. El monema (unidad mínima de la primera
articulación) está firmado por un fonema o grupo de fonemas que comportan un
valor significativo y sirven para diferenciar unidades superiores.
El fonema (unidad mínima de la segunda articulación) es la más
pequeña en que se divide un conjunto fónico, comportando solamente valor
distintivo.
La doble articulación se presenta como rasgo diferenciador de los
sistemas de comunicación verbales, mediante signos lingüísticos, frente a los
no verbales. Entre los procedimientos con autonomía real respecto al lenguaje
hablado están los ideogramas, los pictogramas y todos los
sistemas convencionales de representación gráfica (figuras, diagramas,
gráficos, mapas, etc.).
Los pictogramas son
dibujos figurativos que expresan un contenido semántico simple o complejo, con
un carácter icónico (los cómics, por ejemplo).
Los ideogramas son cualquier signo globalmente representativo
de un concepto que se puede captar directamente sin traducirlo a las palabras
de una lengua (las señales de tráfico, por ejemplo, o los números). Se
caracterizan por su carácter universal, su economía y la rapidez con que se
verifica su percepción.
Por otro lado, no todos los mensajes son verbalizables, algunos no
son traducibles al lenguaje verbal, a través de un código no verbal: las
caricias, los gestos de la comunicación no verbal, en su
mayoría.
Por último, hemos de hacer mención a los sistemas mixtos, donde lo
verbal y lo no verbal se combinan para una mayor eficacia. Desde una
conversación acompañada de gestos hasta sistemas como el ballet, la publicidad,
el cine o el lenguaje de signos.
Definiciones
de lenguaje—lengua
Para concluir podemos citar
varias definiciones de lenguaje y de lengua como sistema de signos e
instrumento de comunicación:
Tomado en su conjunto, el
lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la
vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al
dominio social. La lengua es una totalidad en sí y un principio de
clasificación…, un equilibrio complejo de términos que se condicionan
recíprocamente o, dicho de otro modo, la lengua es una forma y no una
sustancia... La lengua es una institución social y un sistema de valores. (F. Saussure:
Curso de Lingüística general)
Como producto de la actividad humana, la lengua posee un carácter
finalista. Cuando se analiza el lenguaje como expresión o comunicación, la
intención del sujeto que habla es la explicación más fácil y natural También ha
de tomarse en cuenta, en el análisis lingüístico, el punto de vista de la
función. En esta perspectiva, la lengua es un sistema de medios de
expresión apropiados a un fin. No se puede comprender ningún fenómeno lingüístico
sin tener en cuenta el sistema en que se inserta. [Tesis del Círculo lingüístico de Praga (1929)]
Una lengua es un instrumento de
comunicación con arreglo al cual la experiencia humana se analiza, de modo
diferente en cada comunidad, en unidades dotadas de un contenido semántico y de
una expresión fónica, los fonemas. Esta expresión fónica se articula, a su vez,
en unidades distintivas y sucesivas, los fonemas, en número determinado en cada
lengua, cuya naturaleza y relaciones mutuas difieren también de una lengua a
otra. (André Martinet)
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